Informe de la situación (en Boca) II

Lo de Bianchi fue, cuanto menos, pueril. Lo de cierta prensa, perverso. Basile no renunció ni tampoco acá no ha pasado nada. Ni si ni no. Todo lo contrario. Muchas veces el fútbol tiene estas ambigüedades.
La historia fue más o menos así. Basile se fue, en punto de hervor, al hotel Emperador. Y desde allí llamó a Bianchi. Se reunieron, junto al cuerpo técnico. “Esto no da para más, así yo no sigo”, habría lanzado. El “así”, se verá, tuvo varias connotaciones. Si alguien quiere renunciar, renuncia. Con todas las palabras. Sin el “así”.
A partir de ahí se armó la “bola de nieve”. Los “benditos” zocalos en la tele, contundentes, con el “renunció Basile”, que se pareció mucho al “se fue Maradona” de la semana anterior. Claro, los que ya no tienen las imágenes del fútbol como una novedad, quieren impactar de cualquier forma. Ni Basile había renunciado, por lo menos con lo que se conoce como renuncia,-aunque amenazaba con hacerlo-, ni Maradona se había ido de la Selección , sino a Italia para un tratamiento del que aun no volvió, justo cuando la clasificación al Mundial también está que arde.
Así son los “zocalos”. Multiplicadores de un relato único. Pasa con otras cosas más graves que el fútbol. El poder político está tratando de terminar con eso.
Cuando vieron el “zocalo” los amigos Claudio y Guillermo, entre otros, y el hijo “Alfito” fueron raudos a convencerlo de que desista. Y lo lograron, aunque recién después que se fuera Bianchi de la reunión.
Otro del círculo bien íntimo suele decir que Basile es más “vivo” que otra cosa. El sabe bien que lo que no mata, fortalece. Ahora tuvo el respaldo de todos, el pedido unánime para que se quede, de los dirigentes cercanos y también de los distantes, y vía libre para tomar las decisiones que le comunicó a Bianchi. Alguno desliza que con este fortalecimiento hasta “puede perder” los partidos que vienen con Estudiantes y Vélez, que son justamente “perdibles”, máxime sin Riquelme.
Pero la “viveza” de Basile tiene un límite, sus “códigos”. Con ellos y por ellos llegó hasta acá, a ser uno de los técnicos más exitosos del fútbol argentino. Y no los abandonará. Aunque sus códigos también lo puedan “enterrar”. Por ellos desechó lo que un técnico amigo le recomendó hace ya algunas semanas. Que termine con el arquero y con un lateral (que no es Ibarra), porque lo van a “enterrar” a él. Y se jugó por sus futbolistas también en la mala, y les ratificó la confianza después de Vélez. Pero ahora llegó un punto de inflexión. Y tomará decisiones. Lo del arquero está por verse (no estaría convencido de que no es el mejor en este momento). Lo del lateral se apuró por lesión, igual iba a salir. Ibarra quizá también descanse. Harán todo lo posible para traerle un delantero, él quiere a Lautaro Acosta, recomendado por amigos, pero también por que cree que es lo más parecido a Palacio en el "mercado". Y más allá de lo que explicó Bianchi, ahora el directivo Crespi volvería a estar más cerca del vestuario.
A veces el que está al borde del abismo, si saca la cabeza, termina más fortalecido que antes. Cualquier semejanza con otra realidad es pura coincidencia. Aunque en fútbol todo es más relativo aun. Dependerá siempre de los caprichos de la pelota…

Informe de la situación (ahora en Boca)

Lo de Pedro Pompilio fue un puñal al corazón. El suyo. Y el de Boca. Ese es el jugador que todavía no pudo reemplazar. En lo estrictamente deportivo fue nada más y nada menos que el hilo conductor en el brillante ciclo de diez años de Boca que, en ese lapso, fue el club que más títulos cosechó en el fútbol del mundo. Y quizá el ciclo más exitoso de un equipo cualquiera en período similar, contando todas o casi todas las ligas más importantes.
Pompilio era ya influyente dirigente de Boca en la era Alegre-Heller, el tiempo de la reconstrucción que sentó las bases de esa etapa histórica. Pompilio retomó la idea Bianchi mucho después que le hubiera ofrecido el cargo el propio Heller, y poco después que Mauricio Macri se equivocara feo con Carlos Bilardo y Héctor Veira.
Pompilio siempre fue el conciliador, el nexo, entre las tres "patas" fundamentales del fútbol, dirigentes, cuerpo técnico y jugadores. Incluso en los tiempos más tirantes de algunas de esas relaciones.
Pompilio fue clave en la excelente política de compras y ventas de Boca en todo este ciclo. Más allá de un par de aciertos de Macri con impronta propia, como la llegada de Rodrigo Palacio, está claro que si fue Carlos Bianchi el gran arquitecto de este edificio, Pompilio fue el maestro mayor de obras.
Pompilio fue el responsable de muchas vueltas de hijos dilectos del club. También de los retornos del propio Bianchi. El último, el que ejecutó acertadamente Amor Ameal, ya lo había ideado el anterior presidente, aunque de otra forma.
La primera vez que retornó Riquelme, fue por solo seis meses, y fue funcional a la campaña política de Macri, en la previa de las elecciones de la Capital. Pero después, para que vuelva como verdadero jugador de Boca, la ingeniería fue de Pompilio, con la colaboración inestimable de Julio Grondona. Pero como Macri no se terminaba de ir, con sus licencias en pie (porque también le era funcional a su campaña quedar como presidente de Boca hasta el final), la llegada de Riquelme se retardó y no pudo jugar el Mundial de Clubes.
Pompilio fue el último exitoso mediador en las diferencias entre Riquelme y Palermo. También entre Cáceres y Riquelme, y al cabo de su negociación llegó el triunfo ante River y el abrazo entre ambos futbolistas.
Se podrían contar mil historias más con Pompilio como hacedor o nexo. Pompilio no está más. Y es la ausencia que más se nota en Boca.
Ahora las guerras intestinas dirigenciales, los celos con la llegada de Bianchi, y algunos problemas que quizá persistan en el plantel (también en esa cuestión, no solo lo futbolístico, hay que mirar por el lado de la defensa) oradan el ánimo del propio Alfio Basile, un técnico casi infalible en Boca, quien en la anterior etapa ganó cinco títulos de cinco campeonatos disputados.
Pero otra vez la ausencia de Pompilio se nota más claramente en la política de compras y ventas. Boca se quedó en los últimos meses sin tres jugadores fundamentales, que hacían "medio" equipo: Dátolo, Vargas y Palacio. Basile, para una renovación necesaria, había pedido a Clemente Rodríguez (hoy ya juega en gran nivel en Estudiantes), Rolando Schiavi, Prediger o Bolatti y Gonzalo Bergessio o un delantero de similar jerarquía. Esto que pasa lo vio antes. No había un Pompilio para allanarle el camino.
Bianchi, está claro, tuvo más éxito como técnico que como manager. No quizá porque no esté preparado para esta función, que ya incluso cumplió en Europa. Sino porque le tocó manejar una "economía de guerra", un poco heredada (con Macri como uno de los responsables) y otro poco por la cuestión internacional, y quizá le faltó muñeca, decisión o billetera para responder a alguno de los requerimientos de Basile.
Hoy tanto el propio Bianchi como los dirigentes necesitan que Basile se quede, al menos por ahora. Una salida tan prematura sería un gran papelón para un club como Boca, que los arrastraría a todos ellos. Entonces el propio Basile debería hacerse fuerte con la necesidad de los que le pidieron que se quedara.
Basile estaría reclamando, entonces, por estas horas, que se terminen las internas de dirigentes, que nadie se meta con su trabajo pero que Juan Carlos Crespi vuelva a estar cerca del vestuario, que al menos ahora le traigan el delantero de jerarquía para reemplazar a Noir (por el grado de su lesión, la AFA debe autorizar una incorporación), que permitan una mini-pretemporada en Tandil o Carlos Paz que solicitó el profesor Dibos para el receso que se viene por la Selección.
Basile, finalmente, también por estas horas, le estará pidiendo a algunos jugadores que soporten sin "chistar" que se los pare, y a todos que le demuestren compromiso y disposición para revertir este presente.
Continuará. Pero todos deberán asumir que Pompilio ya no está más. Y en su memoria, tendrán que hacer las cosas un poco mejor...

Vivir con lo nuestro

Desde nuestra ubicación periodística en el Hilario Sánchez, en este caso la más distante a la acción, en el ángulo opuesto, y con el protagonista indeseado, Darío Cajaravilla, de espaldas a nosotros, no se vio mano. Por televisión, que tomó imágenes desde el otro sector, se ve claramente que la pelota, tras un intento de centro de Jonathan Belforte, da en el pecho de Cajaravilla, no se vio mano. El técnico de San Martín de San Juan, Enrique Hrabina, con absoluta sinceridad, le dijo después a LA CAPITAL que no vio mano . Los diarios de San Juan, enseguida en sus ediciones digitales, y después en el papel, consignaron que San Martín ganó con un penal inexistente, o cuanto menos dudoso.

Jorge Baliño, el árbitro del partido, que también llegaba por detrás de Cajaravilla, vio mano. Es extraño. Por lo menos extraño…

Baliño es quizá la única persona que vio mano en el Hilario Sánchez en la noche del jueves. O capaz también el línea que, lo que hizo con la mano, fue lavársela…Es extraño. Por lo menos extraño, muy extraño…

Así Aldosivi se privó de un resultado positivo, después de un rendimiento esta vez también positivo, frente al puntero del campeonato, y se volvió a Mar del Plata con las manos vacías al caer frente a San Martín de San Juan por 2 a 1 en el marco de la quinta fecha del torneo de la Primera B Nacional de fútbol.

Y que en este contexto a Aldosivi lo priven de algo que le correspondía, genera más contrariedad. Porque a este Aldosivi, precisamente, se sabe, no le sobra nada. No está para tirar “manteca al techo”, ni mucho menos. No está para resignar lo poco que consigue. Se sabe que se profundiza la etapa de transición, que el equipo se forma con un plantel muy austero, sin grandes refuerzos de renombre, sustentado en la base de inferiores que proporciona el Proyección Juvenil. Entonces, en ese panorama, se lamenta doblemente cuando se vuelve con las manos vacías después de un rendimiento más o menos convincente frente a nada menos que el puntero del campeonato, y de visitante.

Porque da la sensación de que, por lo que tiene, a Aldosivi le costará superar demasiado un rendimiento como el del jueves, más bien en otras situaciones le costará sostener una actuación similar. Pues entonces, si cuando llega a ese punto deseado, también se vuelve con las manos vacías, la desazón es doble, y también la preocupación.

En este caso, en conclusión, Aldosivi “hizo bien los deberes”, mantuvo un orden, por primera vez se vio un atisbo de idea de juego, de equipo, pero se vio privado de un resultado positivo,- más allá de errores propios y claudicaciones puntuales, que también las hubo, y del mérito de buscar de San Martín de San Juan-, por una decisión inexplicable del árbitro Jorge Baliño. Y ya no se puede hablar de error involuntario. Más bien de una determinación sin explicación lógica. Extraña. Porque si la supuesta mano de Darío Cajaravilla no la vio prácticamente nadie en la cancha, y tampoco la pudo ver el árbitro, por su posición, y porque sencillamente no existió, ¿qué “necesidad” tenía de cobrar penal en el último minuto del partido? Se supone que un penal se sanciona cuando hay plena certeza, cuando no existe el beneficio de la duda. Francamente es inexplicable la “certeza” de Baliño en esta acción.

Por Baliño, entonces, Aldosivi se privó de, al menos, un empate frente al líder del campeonato que premiara su mejoría en el rendimiento. Y aclarando que la igualdad también dejó dudas porque la pelota habría pegado en el codo del delantero Walter Cuevas antes de definir.

Lo positivo es justamente eso, la mejoría, y que Aldosivi encontró un rumbo, un orden, una idea, una línea. Con las certezas que evidentemente da la línea de cuatro, con el aprendizaje de que el equipo tiene que tener un hilo conductor y que los caminos de salida y llegada tienen que pasar por ese hilo conductor elegido, que es Paolo Frangipane.

“Vivir con lo nuestro”, es una obra de un gran economista argentino, Aldo Ferrer. El desafío de Aldosivi ahora es ese, arreglarse con lo que tiene. Seguir en ese camino de mejoría, orden, idea de juego que se avizoró en San Juan, con lo que tiene, y tratando de sortear lo mejor posible los obstáculos. Como Baliño, por ejemplo…

No debió haberse quedado con las manos vacías

No debió terminar con las manos vacías. Porque apareció por primera vez una idea de juego y de equipo. Pero justamente por una mano, que quizá solo vio el árbitro Jorge Baliño, Aldosivi efectivamente se quedó sin nada en el Hilario Sánchez. Perdió sobre la hora, por un penal muy polémico, 2 a 1 ante el líder San Martín de San Juan, que había empatado transitoriamente también a través de una acción que dejó dudas, en el marco de la quinta fecha del torneo de la Primera B Nacional de fútbol.

En el primer tiempo en San Juan por primera vez se vio en este Aldosivi una idea de juego, un atisbo de equipo. A partir del orden, de la previsibilidad de una línea de fondo clásica, de la certeza de que los caminos de salida y de llegada tienen que pasar por Paolo Frangipane, Aldosivi se fue afirmando en el Hilario Sánchez.

No obstante, esa línea, ese orden, no se tradujo rapidamente, ni mucho menos, en llegadas. Al equipo de Mar del Plata le faltó, una vez más, profundidad, y, entonces, todo lo bueno que construía hasta pasada la mitad de la cancha se diluía en la búsqueda final. Sobretodo porque el enganche, en este caso Frangipane, tiene que encontrar destinatarios atentos y claros, y durante toda la primera etapa intentó habilitar a Diego Martínez, pero nunca lo encontró frente al arco, más bien siempre de espaldas y lejos del golero Pocrnjic.

Así, con dos equipos ordenados y previsibles, pero con buenas defensas y escasa profundidad, transcurrió casi todo el primer tiempo, con pocas llegadas, con dos equipos que lograron casi neutralizarse mutuamente.

Aldosivi inquietó en el arranque con un remate que pasó apenas por arriba de Frangipane, en clara posición de gol, después de una salida fallida de Pocrnjic, provocada por una arremetida de Cayetá.

San Martín sorprendió al tirar a Sparapani para que enganche por la derecha, quizá para tratar de aprovechar un punto débil habitual de Aldosivi en ese sector. Pero, claro, eso era con la bendita (o maldita) línea de tres. Ahora el equipo de Mar del Plata apareció firme por allí, con Facundo Nasif y con la solidaridad de Nilo Carretero y Giannunzio para acompañarlo en los cierres.

San Martín, al cabo, por allí solo inquietó con un par de proyecciones de Raúl Damiani, que terminaron en centros que fueron bien cortados por Pablo Campodónico, antes que se convirtieran en situaciones de peligro.

San Martín trató de ejercer el dominio, con la pelota en campo contrario, pero sin claridad ni profundidad. Y Aldosivi, sin perder nunca el orden y la línea, tuvo su oportunidad y no la desaprovechó. A los 41’ Jorge González cometió falta sobre Cayetá en las puertas del área por la derecha. Y Frangipane ejecutó con suma precisión. La pelota fue a la cabeza de Nasif, quien ejecutó “un penal con cabeza” para poner la pelota abajo, lejos del alcance de Pocrnjic, para determinar el uno a cero.

Apareció demasiado retrasado Aldosivi en el comienzo del segundo tiempo y Walter Cuevas penetró dos veces muy bien entre los centrales. En la primera, a los 9’, tapo muy bien el mano a mano Campodónico, pero enseguida, a los 10’, después de un error de Pena, esta vez definió Cuevas, aparentemente llevando la pelota con el codo, y puso el 1 a 1. Esa situación cambió toda la tónica del partido, que se hizo de ida y vuelta. Muy pronto, a los 12’, pudo haber desnivelado otra vez Aldosivi con un cabezazo pleno de Diego Martínez que tapó en la boca del arco el golero Pocrnjic.

Lo volvió a tener Martínez en una réplica y elevó demasiado la volea en el aire tras buena habilitación de Cayetá. Pero San Martín respondió con un remate del ingresado Belforte desde afuera que controló Campodónico, y una oportunidad que desperdició el propio Belforte al definir tarde y mal después de una habilitación notable de Sparapani.

Volvió a retrasarse demasiado Aldosivi en el final y el ingreso de Juan Briones por Frangipane hizo que perdiera definitivamente la pelota. Pero San Martín solo inquietaba con centros hasta que Belforte insistió por enésima vez por derecha, mandó un centro corto y el árbitro Jorge Baliño vio,-como pocos, o como nadie-, una mano de Cajaravilla,-pareció claramente que la pelota dio en el pecho del defensor-, cobró penal, ejecutó bien Mariano Torresi y Aldosivi se quedó sin nada. Esta vez no debió haber sido así.

---

La San Juan de Sarmiento, una tierra de contrastes

Una vez más San Juan nos recibió reluciente, como en marzo de este mismo año, cuando Aldosivi había logrado una gran victoria ante San Martín con tantos de Matías Gigli. Fue hace muy poco, y parece tanto. El equipo de Mar del Plata estaba disfrutando de un “veranito” como animador y líder del torneo de la Primera B Nacional de fútbol…

En aquella oportunidad, más allá del sol y del buen vino, perennes por estas tierras, nos hablaban de un tiempo pujante de esta capital y de toda la provincia, con gran movimiento comercial, a partir del dinamismo que le estaba dando a la economía del lugar la actividad de la minería, a partir de los convenios que se fueron rubricando entre el gobierno nacional que encabeza la presidenta de la Nación , la doctora Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno provincial, que encabeza José Luis Gioja y las empresas internacionales adjudicatarias.

Acá, justamente por los buenos réditos que da la minería, y por esa fina sintonía con el gobierno nacional, continúa sin inconvenientes un ambicioso plan de obras que le da dinamismo a la provincia. En general la población de esta capital destaca el crecimiento de la provincia, sus obras y el sostenimiento de sus fuentes de trabajo pese a la crisis internacional. Más allá de las voces disonantes que también persisten por el daño ecológico que supuestamente está causando la explotación minera y por la discusión sobre el porcentaje concreto que le queda al Estado por esa explotación.

De todos modos, aquí se dice que la minería “derrama”,-por otros lares nos quedamos esperando el “derrame” durante una década y en realidad quedamos “exprimidos”-, que intensifica el consumo en todas las áreas, que se mantienen las fuentes de trabajo…

Y la verdad es que si uno recorre la peatonal Rivadavia durante el día, la zona del Parque de Mayo, o los restaurantes y locales nocturnos de la Avenida Libertador por la noche, se nota que aquí es uno de los lugares en los que se puede hablar del “otro país”, con plena actividad, que contrasta con ese país en el que solo se constatan desgracias y quejas, ese del que se rie el genio de Capusotto y que forma parte de un relato único que, afortunadamente, es probable que sea matizado en poco tiempo más gracias al funcionamiento real de las instituciones de la democracia, si es que no aparecen súbitos y sospechosos “no positivos”.

A propósito de la nueva Ley de Medios y Servicios Audiovisuales, que el miércoles tuvo un amplio respaldo con media sanción holgada en la Cámara de Diputados, aquí se destaca que la mayoría de los legisladores sanjuaninos también se pronunciaron y votaron a favor, incluso la diputada Graciela Caselles, pese a que su partido, el opositor Bloquismo, le había pedido que vote en contra. “Generará fuentes de trabajo, y más espacio para la mujer, aborígenes y discapacitados”, destacó Caselles para fundamentar su decisión.

La única voz disonante de los sanjuaninos en este tema fue la del Frente Producción y Trabajo, a partir de la diputada Adriana Marino, quien dijo que “con este proyecto uno de los pilares de la democracia, la prensa libre, va a quedar aniquelada”.

San Juan se quedó sin un querido anfitrión y un periodista de raza. Falleció ayer Hugo Rodríguez, jefe de deportes de Radio La Voz , quien encabezaba transmisiones de fútbol y de ciclismo. Tenía estrecha relación con los hermanos Juan y Gabriel Curuchet y se destacaba su tesón para llevar adelante maratónicas transmisiones de carreras de ruta. Además, siempre recibía aquí a las delegaciones de LA CAPITAL y LU6, y a periodistas de todo el país, con gran deferencia y atención.

Hicimos un alto en el trabajo en la tarde de ayer para visitar la Casa Natal de Sarmiento, Museo y Biblioteca que depende de la Secretaría de Cultura de Presidencia de la Nación. Con apenas un bono contribución optativo, de dos pesos, se pueden conocer todos los rincones de la casa, con una guía que explica el valor histórico de cada sector. Además de la famosa higuera, al borde de la cuál trabajaba en su telar Doña Paula Albarracín, la madre del Maestro, nos mostraron, por ejemplo, el juego de dormitorio especial que le había regalado su hermana cuando Sarmiento asumió la presidencia de la Nación. Como el resto de los muebles, de absoluta austeridad. Y notable la biblioteca, con la nave dedicada a libros sobre Sarmiento y la otra que es la biblioteca propiamente dicha de Sarmiento, con sus obras completas y con las primeras publicaciones, por ejemplo, de Facundo, y con ediciones traducidas al francés, portugués, italiano e inglés.

Una visita, al cabo, ineludible en San Juan. Por el peso histórico de la figura de Sarmiento, más allá de sus aristas polémicas o directamente reprochables. No se puede negar su protagonismo fundamental en la real organización de la Nación Argentina , como tampoco su legado en materia de educación; aunque sí, desde diferentes perspectivas históricas, se podrá discutir si fue bueno el legado de modelo de país que nos dejó su generación de “fundadores” y las consecuencias funestas que deparó en la población originaria, o en los gauchos asesinados,-como “Chacho” Peñaloza-, su prédica de “Civilización o barbarie”. Claro que en la visita guiada a su casa, de esto no se habla…

Informe de la situación

Maradona fue el mejor futbolista del mundo de todos los tiempos. Pero Maradona no es técnico. Ya se escribió esto, en este mismo espacio, antes de que asumiera en la Selección. Maradona no es técnico. Y mucho menos entrenador (que no es exactamente lo mismo). Maradona no es técnico, ni entrenador = la Selección , "su" Selección, no es un equipo. Ni siquiera es una idea. ¿Alguien se puede sorprender por eso? En tiempos en los que se le asigna tanta importancia al técnico y/o el entrenador, y se desestima, increíblemente, el valor de un conductor en la cancha, nada podía ser de otra manera.
Pero como fue Maradona quien decidió bajarse del trono de los dioses por "querer ser" el técnico-entrenador de la Selección, pues ahora es inevitable criticarlo por su cometido en esta función.
Maradona, en primer término, no habla de fútbol, ni de la Selección en estas habituales conferencias post derrotas. Maradona habla de sí mismo, y de sus hijas, y de que no va a renunciar. Prolonga la arenga del vestuario, donde no hay casi charla técnica. E inventa un enemigo, que no es ni Haedo, ni Luisao ni Luis Fabiano: la prensa. Cuando en realidad no se entiende que de parte del 95% del periodismo deportivo argentino reciba tantas indulgencias, cuando fue él quien decidió bajarse de ese trono por "querer ser" el DT de Argentina.
Lo cierto es que la Selección , en la que figura Maradona como entrenador, completó la peor serie de su historia en eliminatorias. Nunca había perdido tres partidos seguidos y nunca había caído tan abajo desde que se juega en Sudamérica por el sistema de todos contra todos. No son sólo estadísticas. Los resultados, más que nunca -se notó- fueron el producto de una confusión general.
Quien decidió bajarse del pedestal, del mito, fue él, no nosotros. Entonces, ¿por qué tanta indulgencia? Si ésta es la peor serie de la Selección argentina en una eliminatoria. Seguramente porque a Maradona lo queremos mucho, porque cuesta criticarlo. Entonces el resultado es que ahora tenemos dos preocupaciones: la Selección, que no tiene pie ni cabeza, y Maradona, a quien queremos tanto.
Por este trauma es quizá que ahora algunos colegas cambian de repente el eje de la discusión. Resulta que hasta hace unos meses toda la culpa era de Basile, y ahora toda la culpa es de los jugadores. Que no tienen actitud, que no rinden como en Europa, que hay que jugar con los del medio local?
Pero no es tiempo de más experimentos. Ni de pruebas de laboratorio. Está en riesgo la clasificación al Mundial. Y la responsabilidad es de este "técnico", de quien lo eligió y de los jugadores que prefirió. Y habrá que recurrir también a los que faltan.
Como dice "el Bambino" Veira, ahora lo primero que tiene que hacer Diego es elegir bien. De una vez por todas. Entre los de allá, los de acá o de donde sea.
Pero sin experimentos, arengas, videos "motivadores" ni voluntarismo. Debe elegir a los mejores y para encontrar urgente un esbozo de identidad de equipo tendrá que poner a cada uno en su lugar y ya no sólo recurrir al organizador de juego que desestimó, sino también a más organizadores secundarios para ordenar la casa. No estaría mal, en este sentido, recoger las sugerencias de los verdaderos docentes en esto. Angel Cappa, por ejemplo, dijo hace muy poco que Bolatti sería "imprescindible" en este momento de la Selección. Ciertamente se trata de un jugador que ordena un equipo por sí solo, aun uno que ni siquiera puede juntar once, como pasa con Huracán.
Y el principal organizador, obvio, es Riquelme (Aunque, a esta altura, con él solo no alcance para encauzar este caos). Pero Maradona tendrá que ir a buscarlo, si es necesario, al entrenamiento de Boca, con toda la humildad,-también bajarse ahí del pedestal- y convocarlo. Y después de una larga charla Riquelme tendría que aceptar. Sin abandonar ninguno de sus principios éticos, que lo llevaron a renunciar a "esta" Selección, no sólo por lo que dijeron de él, sino y fundamentalmente, por los manejos turbios que vio en la salida de Basile, movimientos encabezados por algunos de los impresentables que supuestamente no lo querían en el grupo y que no se supieron desenvolver sin él como conductor de juego, o los que "encanan" a los compañeros y no pueden marcar ni a la madre.
Habrá que apelar al ejemplo de Francia. Antes del Mundial pasado estaba al límite, el técnico Doménech no encontraba el equipo y Zidane había renunciado a la selección. Zidane, sin dirigirse la palabra con Doménech, fue convocado, depuso su actitud, jugó el Mundial y fue el mejor futbolista de Alemania 2006. La Selección debe estar por encima de los hombres y esto lo debe saber bien Maradona. Y la historia la hacen los jugadores, no los técnicos, también lo sabe Maradona.

Informe de la situación II

Antes "la culpa era de Basile", cuando Argentina estaba tercera en las eliminatorias, más allá de rendimientos errantes especificamente en la clasificación sudamericana (no así en la Copa América, dónde la Selección dio una verdadera lección de fútbol más allá del resultado del a final), pero cuando el Mundial todavía estaba muy cerca. Y con Brasil,-por ejemplo-, se empataba de visitante, casi a punto de ganar...
Ahora "la culpa es de los jugadores", cuando Argentina perdió cuatro de los últimos cinco partidos, por primera vez en la historia de las eliminatorias sufrió tres derrotas consecutivas y no se sabe a qué juega, y el equipo deambula en la cancha, sin brújula, sin idea y sin estilo.
Antes la culpa era de Riquelme. Según algunos integrantes del "grupo", el 10 de Boca "le hacía mal al grupo". Ahora resulta que se dice que en la Selección hay "dos bandos", que hay una "interna feroz" y hasta se desliza que parte del cuerpo técnico y dirigentes comprobaron que los que realmente le hacían "mal al grupo" eran los mismos que decían que "Riquelme le hacía mal al grupo". Confuso intringulis con repetición de palabras. Confusa Selección con repetición de males. Aunque los supuestos responsables ya no están.
Ahora parece que se está al borde de la tentación de pasarse para otro lado. Se dice que los futbolistas que vienen de afuera "no tienen actitud" y se piensa, para "resolver" las eliminatorias, en un equipo con mayoría de jugadores del "fútbol local". Cuidado con el "suicidio", si es que ya no se empezó a consumar con los desastres de Rosario y Asunción. ¿A qué "fútbol local" nos referimos? ¿Al mismo que en uno de sus dos equipos más grandes hacen volver a un jugador que una semana atrás participaba de un torneo de veteranos, como Matías Almeyda, con todo respeto para su categoría y esfuerzo?
Este es un tiempo y una situación en que el corazón se debe mantener caliente, pero la mente bien fría.
Algunos de los futbolistas que vienen del exterior está claro que no eran tanto, ni tan poco. Un par, o tres o cuatro, los que realmente le hacen "mal al grupo",- y que encabezaron ese estúpido cántico que hacía alusión que en la Selección había lugar para ellos y "nadie más", que se escuchó en el vestuario en Glasgow-, no deberían volver más. Algunos de ellos se dice que fueron también los que le vaciaron la paciencia a Basile, para decirlo delicadamente. Uno, incluso, le dio el primer empujón a la carrera de un arquero, hace justo una rueda, con un "blooper" de aquellos, por el que otro pagó "el Pato"...
Está claro, además, que no eran "Mascherano y diez más". Nunca un volante central de recuperación (sobretodo con todos los buenos que hay en Argentina, uno de los puestos en los que no hay problemas) puede ser esencial, imprescindible, en nuestra Selección. Habría que revisar eso, y muchas cosas más. Por ejemplo, también que Verón puede ser importante como acompañante pero nunca como conductor o emblema. Ya lo fue en el Mundial 2002. Y todos sabemos como y cuando volvimos.
Otra cosa para poner en cuestión debería ser el rol de Messi. Le hacen creer que es el mejor y quiere resolver todo por sí solo, como si ya fuera el mejor. Le hacen un mal. El "simessismo" puede ser tan nocivo como el "sidieguismo". Necesita abastecedores adentro de la cancha... y docentes afuera...
En suma, sencillamente, deberán estar los mejores. De aquí, de allá y de más allá. Y con un baño de humildad. También adentro y de afuera. Y con organizadores de juego para ordenar el caos. Pero sin locuras. Con realismo. Asumiendo que el Mundial hoy está lejos, pero los culpables bien cerca, sin necesidad de buscarlos hacia atrás.

Lo bueno y lo malo

Aldosivi volvió a ser inexpresivo en la primera derrota como local en este campeonato de la Primera B Nacional de fútbol, ante Atlético de Rafaela 1 a 0. Y volvió a carecer de profundidad. Y repitió enormes grietas defensivas.
Una a favor y una en contra: tuvo una "pizca" más de juego que ante Quilmes, pero el rival fue infinitamente inferior.
El campeonato recién empieza y Aldosivi está evidentemente en la búsqueda de una fisonomía de equipo.
Preocupa la inexpresividad, la falta de imaginación. Pero contra Quilmes falló la defensa y falló el ataque y se cubrieron mal los costados. Y lo que cambió ante Atlético de Rafaela, con las mismas preocupantes características, es que al menos se vieron intenciones de generar cierto volumen de juego, a partir de la calidad de Frangipane. No tuvo continuidad y la pleyade de volantes que tuvo a su alrededor no lo acompañaron bien. Algún encuentro en el primer tiempo con Jorge Velázquez, lo que potencialmente podría dar con más minutos junto a Alejandro Aguirre...
De todos modos, ya se expresó después de Quilmes: Es mejor haber tocado fondo en el rendimiento de entrada y no al final del certamen. En esa búsqueda, queda mucho margen para mejorar en Aldosivi.
La mala, se insiste, es que el rival de ayer, Atlético de Rafaela, tampoco mostró demasiado. Y le llegó bastante, desnudó sus problemas defensivos estructurales, y le ganó en casa.
Un dato positivo final de este momento de Aldosivi aparece ya en el futuro inmediato. Para un equipo que anda mal quizá no hay nada mejor que encontrarse con el más encumbrado. Y justo el jueves juega en San Juan ante San Martín, líder del certamen. Una oportunidad inmejorable para despegar.

Le faltan ideas, orden y "trabajo de campo"

Hubo demasiada preocupación por el envase. No se supo mejorar el contenido. Importó demasiado el cambio de escenario para Argentina – Brasil. Y, en efecto, la cancha de Central y Rosario recibieron a la Selección con toda la pasión y metieron la mayor presión posible. Pero lo más importante es el fútbol. Ausente siempre en la Selección de Maradona en sus tiempos de eliminatorias.

No hay equipo. No existe una idea. No hay línea de juego. El caos le gana al orden. El arquero da muchos rebotes, y duda. La zaga no despeja, ni cierra, ni defienda, ni sale. Pierde de arriba y de abajo. A Heinze Brasil lo deja libre, adrede, y Heinze no sabe que hacer con esa libertad. Porque no puede. Verón no conduce, ni recupera, ni distribuye. ¿A qué juega Verón en esta Selección?. A meter algunos buenos pases circunstanciales y a meter una corrida de 80 metros en el último minuto, ya sin posibilidad de revertir nada, para ganarse el aplauso de algunos hinchas.

Mascherano no contiene. Y se dispersa. Se desordena. ¿Para que se pegó a Kaká en algún pasaje del partido si después Kaká lo dejó desairado cuando quiso? Para el técnico es Mascherano y diez más. Así, hay que revisar a los diez. Y a Mascherano también.

En esta Selección, además, Messi no desequilibra. ¿Cómo es posible? Si es el jugador más desequilibrante del mundo. Primero, porque aun no supo él marcar la diferencia en la Selección , no mostró todavía el “fuego sagrado” de los verdaderamente grandes con esta camiseta. Porque se empecina muy seguido en la misma jugada, la apilada heroica y a mil que termina con una de más. ¿Por qué dispara? ¿Qué carrera quiere ganar? Da la sensación que se siente superior a los demás pero que después le cuesta demostrarlo. Y, ante todo, ya en la Selección nadie lo abastece convenientemente. En Argentina no tiene a un Xavi, a un Iniesta. Y lo peor es que, en partidos adversos como este ante Brasil, uno mira el banco y ni siquiera allí hay una alternativa para que Lio tenga la usina de juego que necesita. Sino, irremediablemente, tiene que bajar casi hasta el medio y empezar a disparar. Que ganas no le faltan, y tampoco tiene nadie que lo ordene desde afuera.

Brasil tuvo todo el orden que le faltó a Argentina. No es un equipo brillante, como otros de la historia de Brasil. Pero sí tiene algunos jugadores brillantes que terminan explotando la practicidad y el orden del resto del equipo. Están como agazapados para pegar la estocada final. Kaká (quizá hoy, conceptualmente, el verdadero mejor jugador del mundo), Luis Fabiano. Es cierto que antes de esos aguijones, Brasil administra demasiado. Es austero, casi mezquino. Siempre da la sensación que el equipo de Dunga ahorra, se guarda algo. Pero nunca o casi nunca sus jugadores corren de atrás a los rivales. Como pasa, por ejemplo, con Mascherano en el medio de la Selección.

El Mundial no está lejos aun en los números. Pero sí si no aparece una idea. A Argentina le falta, antes que nada, juego. Pero también trabajo. Y parece mentira, por todo “el verso” que pululó en el final del proceso anterior con respecto al “trabajo”. Primero habrá que definir que es “trabajo” en el fútbol. Seguro no es pasar videos para insuflar de ánimo. Ni editar otros videos para las cuestiones tácticas. Eso es aleatorio. El trabajo es en el campo. Con la pelota. Y en eso esta Selección “duerme”. Tampoco sirve ya la excusa del tiempo. Por diferentes circunstancias, antes de esta serie el técnico tuvo a los jugadores una semana (incluso Messi no jugó el último partido de Liga) y antes de la anterior serie, como ya había receso en las ligas, los tuvo más de diez días. Pero no hubo casi concentraciones, ni doble turno. Y sí los jugadores desfilaron por todos los programas habidos y por haber, incluso horas antes de Brasil. Sin ir más lejos, Maradona estuvo media hora en un programa de medianoche, ya en el día del clásico.

La elección de una zaga “de cabotaje”, sin rodaje internacional, fue una prueba patética de esa falta de trabajo. Más que buscar el equipo en el campo, lo buscamos en otro equipo y recurrimos a la pareja de zagueros del actual campeón local que, por ejemplo, ya había mostrado peligrosas grietas en el partido ante Boca por la Sudamericana.

Nada es casual. Más allá de los goles que se pierden o alguna pelota que circunstancialmente no entra. La Selección fue puro vértigo, no tuvo cerebro, careció de ideas. Y terminó muriendo a los centros. Como cuando nos volvimos al tercer día en un Mundial. A este todavía ni siquiera llegamos.

El otro clásico

Quisimos aproximarnos en tiempo y espacio a los que ibamos a vivir en pocas horas. Y para abordar Rosario, su sensibilidad, y el fenómeno del fútbol, nada mejor que ir a una de los “hogares” más queridos de Roberto Fontanarrosa. Por eso, en la tarde del sábado, antes de dirigirnos a Arroyito, a la cancha de Central,-otra “casa” de “El Negro”- para el increíble Argentina – Brasil de las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica, vamos al remozado pero siempre mítico bar El Cairo, dónde nos sentamos junto a esa mesa especial, diferente a todas las demas, ubicada en el centro del lugar, hecha con una estructura de hierro y base de vidrio. La célebre Mesa de los Galanes, el otro clásico de Rosario. Ellos, los que están, los que no (fisicamente), y sus duendes, nos pueden inspirar sobre lo que está por pasar.

Y ante todo sentimos que aflora el orgullo. De los duendes del Negro, y de los personajes que todavía hoy se reunen en ese “centro ceremonial” de la Mesa de los Galanes. El orgullo del Colorado Vázquez, de Chiquito Martorell, del Negro Centurión, del Peruano Castillo, de Rogelio Bayá, de Dali López.

Orgullo porque esa Mesa, como en un juego de cajitas chinas, es el centro del centro del universo del fútbol. Aquí juegan Argentina – Brasil, el clásico del fútbol mundial y por al lado de este punto neurálgico, de este vidrio que es espejo de los sueños de todo Rosario, pasan hinchas que llegan de todo el país, periodistas, curiosos, turistas extranjeros. Los Galanes son consultados casi como garúes, casi como la vidente Doña Rosa del Negro Fontanarrosa, la antítesis de esa grotesca pitonisa política de nuestros días que se la pasa anunciando apocalípsis que no llegan nunca. Claro que los Galanes no son magos,-aunque arrastran el aura de la magia de ser amigos del Negro-, y no podían augurar, ni desear claro, el casi apocalipsis que significa para la Selección perder con Brasil, y así, sin jugar, como ocurríría horas después.

Pero los Galanes, antes que nada, aman el fútbol. Y están más allá del resultado. Es el legado del Negro. “A mí me gustaría que Argentina gane jugando mejor que Brasil”, le desliza Martorell a LA CAPITAL. En ese escenario, obviamente, no se puede traicionar la sensibilidad. El cómo importa tanto o más que el que. Porque, además, estos verdaderos sabios, no como algunos de los que pululan en la tele y en las radios, están seguros de que cuidando las formas, en fútbol, el objetivo se cumplirá más fácil.

Nada de eso ocurre por la noche. La Selección Argentina no solo descuida las formas, ni siquiera las tiene. No es un equipo, no insinua siquiera una idea en la cancha. Sacrilegio. En la tierra en la que las ideas fluyen. Por el Che, por Menotti, por ese otro Negro, Olmedo. Y por esos Galanes sabios de Fontanarrosa que no dejan de pensar.

Uno de ellos, el Colorado Vázquez, le confiesa a un periodista del diario El Ciudadano: “Los hinchas de Central tenemos que agradecerle a De la Rúa. Con la crisis de 2001 se disparó el dólar, el papá de Messi no le pudo pagar más el tratamiento de vitaminas que se tenía que hacer y por eso se fueron a Barcelona. ¿Pueden imaginarse lo que hubiera sido un clásico rosarino con Messi jugando en Newell’s?”. Tiene razón el Colorado, se salvaron los hinchas de Central. Como no se salvaron los de Real Madrid. Ahora sería bueno que Messi empezara a jugar los clásicos para Argentina.

Aldosivi tocó fondo, con una pobre actuación

A los que están en el fondo del pozo, solo les cabe ir mejorando, canta Serrat. Aldosivi no está en el fondo de la tabla, pero seguro es uno de los equipos que peor juega y que ayer, en el estadio Centenario de Quilmes, completó la más alarmante actuación y cayó ante el local por 2 a 0 en el marco de la tercera fecha del torneo de la Primera B Nacional de fútbol, temporada 2009/2010.

A Aldosivi no se le ve un plan, pierde en las áreas y en los costados, no genera situaciones y ahora le llegan mucho más de lo que llega. Así perdió ante un Quilmes sólido, sobrio, práctico, aunque sin demasiadas luces, que explotó al máximo las facilidades que le dio el equipo de Mar del Plata.

Al arco se llega por el callejón del centro pero siempre hay que tener en cuenta los caminos alternativos, para atacar, y para resguardar, en el aspecto defensivo. En fútbol, está claro, no se puede jugar sin los extremos. Sin tener en cuenta los costados. Pues Aldosivi lo hace.

El partido pareció planteado con un trámite favorable, porque por la iniciativa casi frontal de Quilmes había espacios para explotar para el contraataque. Inclusive se dieron un par de oportunidades, esbozos en realidad, de esas réplicas que no se pudieron concretar. Espacios que no se supieron aprovechar, porque no apareció Alejandro Aguirre como enlace, porque Diego Martínez tuvo que retrasarse demasiados metros para transformarse en la “cabeza de playa” de esas incursiones de contragolpe, pero a riesgo de quedar muy lejos del arco y de no encontrar después destinatarios idóneos, sobretodo porque siempre Diego Leclercq apareció desconectado e impreciso.

Pero así como Martínez también encontraba un panorama desolador a sus costados para descargar en ataque, peor le fue en ese aspecto a Aldosivi en materia defensiva. Cuando el encuentro todavía se planteaba con cierta paridad, Quilmes comprobó que podía llegar con mucha facilidad por los extremos, los que siempre, desde hace mucho tiempo, descuida el equipo de Mar del Plata por jugar con línea de tres, por no poner laterales en cancha.

Fue así como a los 21’ Martín Seri penetró con tanta facilidad como decisión por la franja derecha y mandó el centro para Mauricio Carrasco, quien también cabeceó muy solo para marcar el uno a cero.

Y fue así como a los 33’ Miguel López eligió el otro extremo para entrar con todas las facilidades y enviar el centro para el mismo destinatario, Mauricio Carrasco, quien ahora definió llegando a la carrera, por sobre la salida de Campodónico.

Práctico y letal. Así fue Quilmes en el primer tiempo, explotando los puntos débiles archi-conocidos de Aldosivi, por su insistencia para jugar con tres defensores, entre otras cosas. Solo Emiliano Giannunzio, debatiendose contra todo y contra todos, se salvó del reprobado en este primer capítulo, y quizá algunos intentos en soledad de Diego Martínez.

Aldosivi solo llegó en el primer tiempo, timidamente, con un remate de Juan Briones desde afuera que despejó con esfuerzo el arquero Trípodi y con un disparo también desde lejos de Laureano Tello que se desvió en un defensor tras una buena habilitación de Martínez.

En el complemento Aldosivi buscó con más decisión y coraje pero con la misma alarmante falta de ideas. El equipo de Mar del Plata pudo acomodarse mejor en la cancha y ejerció cierto dominio territorial, quizá porque también Quilmes retrocedió. Pero aun así Aldosivi no fue profundo, como hasta acá en todo el campeonato, y fue inoperante para gestar situaciones claras de gol. Fueron solo aproximaciones. Se cansó el “batallador” Giannunzio, Cajaravilla “tomó la lanza” desde atrás, ingresó Frangipane para tratar de generar algún circuíto de juego pero a su alrededor ya se movía un equipo desmadejado.

La impotencia de Aldosivi, sin llegar nunca con peligro en todo el segundo tiempo aun con más tenencia de pelota, derivó finalmente, a los 38’, en la expulsión de su capitán Sebastián Pena, quien una vez más salió a cortar muy lejos, cometió una falta innecesaria y vio la segunda amarilla.

Al final Quilmes “le hizo precio” en los contraataques e incluso el marplatense Narvay, quien ingresó en la última media hora, tuvo situaciones como para ampliar. A esa altura Aldosivi el único mapa que tenía era el de la impotencia, pero sin conocer la ruta ni el destino. Al menos por ahora. La mejor noticia para el equipo de Mar del Plata es que esto le pasa ahora, en el comienzo del campeonato, cuando todavía le queda tiempo y espacio para corregir el rumbo.

El problema es que la gente no juega, y Maradona tampoco

ROSARIO.- Mucho se habló del escenario. No se supo cambiar el contenido. Se cambió la cancha, el clásico mundial se trasladó al estadio de Rosario Central, “para llevarse por delante” a Brasil pero la única verdad es la realidad, y está “en el verde césped”. En fútbol los de afuera son de palo, y el juego es lo que vale. La gente no juega, Maradona ya tampoco. Y Brasil, con orden y practicidad, administrando talento individual y colectivo, venció por 3 a 1 de visitante a una Argentina caótica, con mucho vértigo y poco orden, sin abastecedores para Messi, en el marco de las eliminatorias para la Copa del Mundo Sudáfrica 2010.

Los otros resultados igual favorecieron a Argentina para todavía estar en zona de mundial. Pero el rendimiento, la falta de una idea de juego, preocupa bastante más que el resultado. Messi no gravitó en su dimensión, no lo abastecieron bien, Verón ni recuperó ni distribuyó, Mascherano no contuvo y la defensa pareció amateur. Enfrente, un equipo.

Con la presion solo no alcanzó. Ni la presión de adentro. Ni la de afuera. La Selección Argentina salió a llevarse por delante a Brasil desde el arranque, con grito ensordecedor de la gente pegada al campo en la cancha de Central y con una situación clara de gol a favor muy clara ya a los 42 segundos de juego. Juan Sebastián Verón abrió hacia la derecha para la entrada profunda de Maximiliano Rodríguez y su centro bajo y rasante fue conectado por Tevez, quien desvió apenas el remate ya en el área chica.

El partido quedó planteado en el arranque con una presión vertiginosa de Argentina en el campo contrario y un Brasil a la expectativa, cerrando espacios, bien retrasado, como casi siempre hace en los clásicos de visitante. Así, a los 12’, otra vez la Selección que dirige Maradona estuvo a punto de abrir la cuenta con una buena penetración de Javier Zanetti, también por derecha, y su habilitación hacia el centro para Lionel Messi, quien mandó un zurdazo fuerte que pasó apenas por encima de travesaño.

Pero con la presión solo no alcanzó. A eso hay que adosarle juego. Una idea de juego. Línea. Orden. Todo lo que no tuvo Argentina, que concretamente solo apostó a eso, a llevarse por delante a Brasil, con el vértigo de adentro, y el aliento de afuera. Pero con voluntarismo solo en fútbol no alcanza. Los de afuera son de palo cuando no se pueden marcar diferencias adentro. Y paulatinamente, con el correr de los minutos, Brasil se acomodó mejor en la cancha, Elano, Gilberto Silva y Felipe Melo se adueñaron del medio y el talento colectivo suplió las escasas apariciones del talento individual que podía aportar Kaká.

Pero la Argentina del primer tiempo no solo fue la falta de una línea de juego. Fue la postura defensiva casi amateur frente a los centros y las jugadas con pelota detenida de Brasil. Así, a los 23’, el equipo visitante se puso en ventaja cuando Elano ejecutó su primer tiro libre brillante desde el borde derecho del área y Luisao cabeceó con absoluta comodidad, frente a la estaticidad de los centrales de la Selección. Practicidad 1, voluntarismo 0.

Argentina respondió muy timidamente con un tiro libre de Verón que fue un buscapié que desvió Maxi Rodríguez casi sin querer y la pelota se fue afuera, contra un palo.

Pero enseguida, a los 30’ Brasil le asestó a todo Arroyito otra dosis letal de realidad. Otro tiro libre, otra vez Elano, tres rebotes, primero le pegó Kaká, después Robinho, no reaccionaron ni los volantes de contención, ni los centrales, ni el arquero, y en última instancia apareció para empujar con comodidad Luis Fabiano. Practicidad 2, voluntarismo 0.

Otro tiro libre de Elano, nueva pesadilla, las dudas de todos, y casi el tercer gol. Despejaron sobre la línea providencialmente. En una reacción casi espasmódica el arquero Julio César tapó sobre el área chica cuando Maxi Rodríguez conectó un centro de Tevez. Messi, desaparecido en acción, desde aquel lejano zurdazo del minuto 12. Desde aquel pase de Zanetti nunca nadie lo abasteció idóneamente.

Lo que mejor intentó Messi, en ese primer tiempo, y en algunos pasajes del complemento, a falta de alguien que le de juego, fueron sus “corajeadas” individuales partiendo casi desde la mitad de la cancha.

Contra un Brasil ordenado pero demasiado mezquino, que renunció a explotar suficientemente los espacios que le quedaron en tres cuartos a kaká, ante la salida de Maxi Rodríguez por ingreso de Sergio Agüero. Argentina fue más coraje que fútbol pero se repitió en centros y tiros desde afuera. Messi, ausente con aviso. Sin un equipo que juegue para él. Con un equipo que no juega para nadie.

Pero uno de esos tiros desde afuera, a los 22’, fue ejecutado brillantemente por Jesús Dátolo y la pelota entró por un ángulo. Voluntarismo 1, Practicidad 0.

Pero, claro, Jesús hace milagros si lo ayudan. Apenas dos minutos más tarde sí le dieron la pelota a Kaká en tres cuartos, Argentina retrocedió muy mal, los defensores esperaron peor, y el ahora conductor de Real Madrid le metió un estiletazo brillante a Luis Fabiano, quien definió con calidad, picándole el balón a Andujar. Practicidad más talento colectivo más talento individual 3, voluntarismo y caos 1.

Escenarios

El escenario es otro. Y seguramente la cancha de Rosario Central será en la noche del sábado una ideal caja de resonancia de la emoción y el sentimiento que genera el fútbol como fenómeno cultural en Argentina. El escenario, el envase, será otro. Habrá que ver, a partir de las 21.30 de esa noche mágica que se viene, cuál será el contenido.

Antes que nada, un Argentina-Brasil encierra un contenido especial en sí mismo, como acontecimiento único en el universo. Es nada menos que el clásico mundial del deporte más popular en la tierra. Del puñado de clásicos mundiales de fútbol de selecciones -que Argentina tiene el privilegio de protagonizar más de uno (Argentina-Uruguay, por el origen de esta historia de los mundiales, por la rivalidad del Río de la Plata; Argentina-Inglaterra, por el origen del fútbol, por otras connotaciones que superan irremediablemente al juego...)-, este con Brasil es el más grande de todos. Sencillamente porque se trata de la rivalidad más grande de la nación futbolera con más títulos del mundo. Una rivalidad sustentada por las estadísticas: Brasil marca superioridad en el concierto del fútbol mundial pero no la puede consolidar concretamente en el mano a mano con Argentina.

Pero el contenido no tendrá que ver únicamente con el significado implícito de un Argentina-Brasil. También y fundamentalmente tendrá que ver con sus actuales protagonistas, con el juego mismo que puedan desplegar.

Y en ese sentido, más allá de que en clásicos como este trazar un pronóstico es aun más ocioso que en el resto de los partidos de fútbol, porque de poco valen los antecedentes, si está claro que este partido puede determinar en otro escenario físico,-la cancha de Central, no la de River-, un nuevo escenario conceptual del fútbol, aunque más no sea provisional.

Veamos: las eras del fútbol hay que delimitarlas con los mundiales como mojones. Bajo esa mirada, todavía hoy estamos transitando la Era Zidane. Nadie lo destronó aunque la FIFA y otras organizaciones vayan eligiendo anualmente al supuesto mejor futbolista del mundo. El año pasado fue Cristiano Ronaldo, el anterior Kaká, este seguramente será ungido Messi. Pero hasta Sudáfrica, cuando sí se verá quién destrona a Zidane, entre estos tres o algún otro (Riquelme, el de características más parecidas a Zidane ya no está en la Selección y entonces no está en carrera), el partido del sábado puede determinar un estado de las cosas, un escenario provisional sobre quién es hoy el mejor futbolista del mundo, justamente porque se enfrentan dos de los tres últimos elegidos (Messi, a cuenta). Kaká es quizá hoy el futbolista más completo del mundo, el más cerebral de los que están en el podio. Y Messi, que sin dudas es el mejor delantero del mundo, quizá es también el jugador más brillante de los últimos meses, además como artífice de la obtención de nada menos que cinco títulos en un semestre con Barcelona. Pero esto es un juego colectivo y hoy en la Selección Messi no cuenta con abastecedores de juego de la talla de Xavi e Iniesta para que el ejecute. Y él mismo no se ha sabido aún integrar al circuito colectivo de la Selección, en esta de Maradona entre otras cosas porque aún no se conoce su línea de juego. Esta es una gran oportunidad para que Messi muestre sus cartas credenciales. No la última ni la más importante, porque faltará aún el Mundial, al que, por otra parte, hay que llegar. Enfrente estará nada menos que Kaká, quien tampoco querrá ceder terreno en ese escenario provisional. Zidane mira de reojo, todavía con la corona puesta.