La Pelota Cibernética terminó de rodar en la Feria del Libro de Mar del Plata


Con gran cantidad de público y una interesante charla de fútbol "Pelota Cibernética, la novela de los mundiales, edición ampliada y corregida" fue presentada por última vez en la sala Rodolfo Walsh de la Feria del Libro de Mar del Plata Puerto de Lectura por su autor, Vito Amalfitano, acompañado por el periodista e historiador Julio Héctor Macías.

La obra que publica Ediciones Corregidor había sido presentada en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en mayo pasado, con Angel Cappa, Fernando Signorini, Horacio Pagani, Carlos Tapia y Jorge Olguín, entre otros, además del Secretario de Deportes de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Rodríguez, con el auspicio de esa cartera; y después pasó por el Mundial de Sudáfrica. El recorrido de "Pelota Cibernética" terminó, entonces, en su casa, y el autor habló del "fin de un ciclo", posiblemente el fin de la saga que se inició con la primera parte de la historia, publicada en 2006.

Moderó la charla Ernesto Gallardo y asistieron, entre otros, el secretario de Gobierno de la Municipalidad del Partido de General Pueyrredon, el doctor Ariel Ciano (en representación del intendente Pulti, quien a último momento no pudo llegar, pero quien respaldó personalmente este proyecto), también compañero de viaje del autor en Francia '98; el titular del Emder, el profesor Federico Maidana; autoridades de la Asociación de Técnicos de la República Argentina, Filial Mar del Plata, como Norberto Eresuma y Floreal Zamorano; compañeros del diario LA CAPITAL; alumnos y ex alumnos de DeporTEA y futbolistas locales.

También familiares y más amigos personales del autor como el reconocido ex periodista de Clarín, de amplia trayectoria, Héctor Cardozo; la periodista Marta Abachian; Liliana Fabrizio, Carlos y familia: el ex titular del Emder y actual presidente del Club Nación, Norberto Alonso; el dirigente de Encuentro y Participación Alberto Toledo; integrantes del programa Tribunal Deportivo; la doctora Fernanda Esterlich; Juan Carlos Ramponi y señora; Mónica Arroyo y mamá Nilda; el periodista Gerardo Gómez Muñoz y Lautaro Reyes, entre otros; además de quien también anduvo rondando por la sala, "nuestro" Juan Travesaño. También participaron Sonia, Héctor Nocelli y Enrique González y familia; Camilo, también de Encuentro y Participación, marido de Alejandra Urdampilleta; el doctor Norberto Aydmune, la familia Pellegrinet con los amigos de la filial de Rosario Central, gente de la Peña Marplatense Roberto Mouzo y más invitados especiales y público en general.

Amalfitano, jefe de deportes y prosecretario de redacción de LA CAPITAL, dedicó el encuentro, como el libro, a otro gran amigo, Vicente Luis Ciano, de quien dijo: "Representa a todo el periodismo marplatense" por su "compromiso con la vida y con la ética en la profesión".

"La novela de los mundiales" es una ficción que transita por todas las Copas del Mundo, las anteriores y "las que ni siquiera podemos imaginar". En la presentación el autor destacó algunos "anticipos" a los que se atrevió la ficción de "Pelota Cibernética": "El volver a las fuentes en el fútbol que puede darse a partir de la lección de España; y por la reconstrucción del país, y la recuperación de soberanía e identidad a partir del proyecto iniciado en 2003".

Corrió la raya de lo posible

“Todos los argentinos somos hijos y nietos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”

Néstor Kirchner, presidente de la Nación Argentina, ante la Asamblea General de Naciones Unidas 2004, 25 de septiembre 2003


Mi viejo, como buen inmigrante de post-guerra, me enseñó, entre muchas otras cosas, que la comida no se tira, la costumbre de besar el pedacito de pan que ya no se podrá comer… La cultura del esfuerzo y del trabajo, y de que todo cuesta y que hay que cuidarlo. Así construyó su vida y la de su familia desde su llegada a la Argentina. Paso por paso, esfuerzo por esfuerzo, ladrillo por ladrillo.
Después de diez años en Mar del Plata terminó de poner, justamente, el último ladrillo del hotel familiar que construyó como peón de albañil y capataz de obra a la vez. Inmediatamente empezó con la casa. Recién después se pudo comprar su primer y único 0KM. Al poco tiempo,- con sus hijos unidos y con trabajo y sus nietos creciendo, resplandecientes, como luces encendidas para siempre, los que llegaron y los que vendrían después-, se murió. Casi que no pudo disfrutar de su obra. Pero la dejó. Bendito el que se muere dejando un buen legado para los demás. Que puede ser material, siempre ligada a lo moral y espiritual, o puede ser el más fuerte e inquebrantable ejemplo de vida.
El filósofo José Pablo Feinmann dijo ayer en el programa de Víctor Hugo Morales, por Radio Continental, que “Kirchner no es como Perón”. “Perón dejó a una incapaz y a un criminal, Kirchner deja a una estadísta…”. Una verdad, pero, como casi todas las verdades, a medias. Perón dejó igualmente un legado. Como Alfonsín. Uno corrió la raya de la justicia social y los beneficios sociales. El otro la de la democracia. Pusieron mojones, aunque la herencia inmediatamente posterior haya sido de derrumbe. Cometieron errores graves en la transición, por eso es que quizá después vinieron la dictadura después de uno, el neoliberalismo más salvaje después del otro. Pero ambos quedaron como faros, como señales, que se establecerían como puntos de partida para empezar una nueva reconstrucción. Referentes morales sobre hasta dónde debe llegar la justicia social, y hasta dónde la democracia. Incluso para perfeccionarlos en ese camino (el Juicio a las Juntas de Alfonsín, por caso, tiene más valor para la posteridad por la derogación de los indultos a partir de Kirchner; y hoy quedó sepultada la infame “teoría de los dos demonios”).
Néstor Kirchner se va con su obra completada. Aunque a la presidenta le quede todavía un largo camino por recorrer para profundizarla. Pero Kirchner se va justamente después de haber corrido el mojón, de haber corrido la raya, como nadie a la hora de sintetizar justicia social, derechos humanos y democracia, y enfrentamiento con los poderes fácticos que siempre nos postergaron como país.
Kirchner se va, pero el cuadro de Videla ya lo bajó, los genocidas ya no caminan por nuestras mismas veredas…
(“Queremos ya / un presidente jóven / que ame a la vida / que enfrente a la muerte../, cantó León Gieco. Ese presidente fue después Néstor Kirchner)
Kirchner se va, pero ya no hay un presidente de la Corte Suprema al que ni siquiera se podía considerar abogado…Kirchner se va pero ya el FMI no nos corre más el arco, se terminó el ajuste por el ajuste mismo, se dio la quita histórica a la deuda externa por la que siempre había abogado Alfonsín…Kirchner se va pero hay crecimiento a tasas chinas, superavit y reservas récord, justamente la cultura del ladrillo por ladrillo y cuidar lo que se tiene… Kirchner se va, pero otra vez estamos en Latinoamerica y el mundo nos respeta como una Nación soberana, sin relaciones carnales con nadie. Kirchner se va como presidente de Unasur, como presidente de Sudamérica…
Kirchner se va pero gracias a lo hecho con su mujer y quienes los acompañamos, ya no hay Ley de Medios de la dictadura, las jubilaciones están otra vez en el Estado, la plata de nuestros trabajadores no se va por el embudo interminable de las AFJP y sirve para la obra pública, la revolucionaria Asignación Universal por Hijo, la televisión digital para todos, las computadores para nuestros pibes, el fútbol como bien cultural para que lo puedan disfrutar todos y para aumentos de un 600% para los propios jubilados…
Kirchner se va, cuando ya nos sacó del infierno. Como prometió. Y cumplió. Que no es poco decir en Argentina. Kirchner se va pero deja su obra. Completa. Porque también deja el mejor legado y la mejor heredera. Como dice Feinmann, una estadísta, el cuadro político más brillante, la/el presidente de más alto nivel intelectual que pudieramos tener jamás. Kirchner se va como se fue mi viejo. Nos dejó su obra completada. Aunque nos hubiera gustado que la disfrute más, puede descansar en paz, después de tanta lucha. Que en este caso Cristina va a continuar. Como decía otro ex presidente,- permitanme eximirme de mencionarlo, en nombre del buen gusto-, nadie se muere en las vísperas.

Historia


Siempre me despertó profunda curiosidad saber como se escribe un libro entre dos. Probablemente separando la tarea por capítulos o por temas. ¿Cómo sostener un mismo registro literario o periodístico?Mucho más difícil debe ser escribir un artículo, una sola nota, entre dos personas. ¿Cómo hacen? ¿Un párrafo cada uno?Lo cierto es que el periodista y escritor inglés John Carlín y un tal Carlos Pierini, psicoanalista argentino, publicaron una nota conjunta en el diario El País de España, titulada “Maradona como metáfora” en la que sostienen que “el fracaso de Maradona en el Mundial fue el fracaso de la Argentina como país” (SIC). Y a partir de esa idea “meten todo en la misma bolsa” con una destestable falta de respeto hacia la Argentina y los argentinos, a sus creencias, a sus sentimientos, a sus vicisitudes, a sus idiosincracias.Estos señores comparan a Argentina con “Africa subsahariana” y se atreven a decir que aquí “la tercera parte de los recién nacidos están condenados a crecer en la pobreza, si es que logran crecer”.Así y todo, lo peor no es lo escrito, que ya de por sí es deleznable. Lo peor es que lo reprodujeron y publicaron “cipayos” nuestros como si fuera “palabra santa”, curiosamente “a dos voces”, y celebrando con extraña veneración lo escrito, como si valiera la pena regodearse con ofensivas críticas hacia lo argentino desde el extranjero, y con livianos argumentos de "señoras gordas de Barrio Norte" (con perdón de las mismas).Bueno sería saber a qué Maradona se refieren Carlín y Pierini. ¿Cuál es el que es metáfora de Argentina? ¿El que vuelve de la muerte y siempre renace como el Ave Fénix? ¿El postergado, pisoteado, que no tenía para comer y se transformó en el más brillante, el más talentoso, el más querido, el más ganador? ¿El Maradona contradictorio, circunstancialmente entregado a poderes, y que después los enfrenta y desafía como nadie? ¿O el que fue traicionado para aparecer con el rostro desorbitado en Caballito y después terminó fotografiado sonriente con el mandatario que fue artífice de esa y de tantas traiciones argentinas? ¿Maradona es solo el que a su vez traiciona para quedarse con el lugar que no le correspondía y para el que no estaba preparado, que para ello le vende “el alma al diablo” y se transforma en políticamente correcto? ¿O es el casi siempre políticamente incorrecto que se le plantó a Havelange, al Papa, a Blatter, a Estados Unidos y respalda con el cuerpo y con el alma las luchas de Fidel, Chávez, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo?El Maradona del que hablan Carlín,-inglés-, y Pierini, ¿es el altivo que dejó a todos los ingleses por el piso para fabricar la pieza artística más bella de la historia del fútbol, eligiendo ese lugar, ese día y ese rival para hacerlo? ¿O es el Maradona errático del que todavía no sabemos a que jugó “su” Selección en dos años y que nos llevó a la gran frustración de Sudáfrica?Después, estos extraños autores “binorma”, se meten con Perón, Evita, el ex presidente Kirchner y la actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Con una absoluta falta de respeto. Y a través de esos nombres se refieren al “fracaso de la Argentina”. No hablan,-curioso-, de Lonardi, Onganía, Videla, Massera, Agosti, Galtieri, Menem, De la Rúa, Duhalde…Habrá que ver que entienden ellos por “fracaso”, justamente escribiendo desde España, que está hoy sumida en una grave crisis económica de la que, casualmente, Argentina supo salir justamente desde 2003, con las presidencias de dos de sus “predilectos” en el artículo en cuestión, Néstor y Cristina Kirchner. Y en cuanto a lo futbolístico, a propósito de Maradona, ¿desde qué España hablamos? ¿De la del verdadero fútbol que le gusta a la gente que ganó el Mundial “robándonos nuestra esencia”, como dice el técnico de la Selección Sergio Batista? ¿O de la España de la Furia que nunca ganó nada? ¿Y de qué España deportiva hablamos? ¿La de Nadal, Alonso, Gasol, la del motociclismo, la de una política deportiva estatal envidiable? ¿O la que todavía se apasiona y se embriaga con la matanza de animales?. ¿Y que Carlín, al cabo, es el que escribe? (al menos los párrafos que le correspondan) ¿El de este panfleto barato y basura, tan falto de rigurosidad y que pareciera tan poco conocedor de la complejidad y la historia argentina, o el que escribió el brillante “El Factor humano”, sobre la vida de Nelson Mandela, después de internarse y vivir por dentro la refundación sudafricana? Hay algunos que se empecinan en empañar su propia historia…Pero ese es un lujo que solo se puede dar Maradona. Capaz de seguir siendo Maradona, el más grande, aun después de su peor metida de pata.

Twitter: @vito2014 / @vitomundial

De jinetes, caballos y rabonas



Más allá de sus estériles esfuerzos por volver a dirigir a la Selección Argentina de fútbol, justo que ahora juega a algo, en lugar de pensar en capacitarse en serio y hacer experiencias previas como para aspirar seriamente a ese retorno, Diego tiró el viernes, en su diálogo con Fernando Niembro en Fox, una de sus brillantes frases maradonianas que bien valdría incluir en su catálogo.
"Miren a Borghi, hace dos semanas era el jinete y ahora es el caballo", dijo Maradona sobre la actualidad volátil del fútbol argentino, sobre los proyectos que no son tales, sobre los técnicos como fusibles inmediatos. Y en referencia a Claudio Borghi, que, es cierto, fue "jinete" primero, pasó a ser "caballo" tras la derrota de Boca ante All Boys y, en realidad, cuando habló Diego ya empezaba a subirse otra vez a ese caballo para cabalgarlo tras las victorias sobre Olimpo y Colón.
Y no es que ahora, después de la derrota de ayer frente a Estudiantes, Borghi volvió a ser "Mister Ed". Pero, a esta altura, la irregularidad de Boca y la forma en que juega el equipo de Claudio Borghi hacen que sus resultados no sean casualidad.
Y a esta altura, más allá de sus conocimientos, de su reconocida capacidad, de su claridad de conceptos, de sus convicciones, Borghi bien podría pensar en cambiar a tiempo, al menos momentaneamente, hasta que vuelva su "jinete dorado", Juan Román Riquelme, para no volver a ser cabalgado.
Porque ya no se puede decir que el problema de Boca no es el sistema, ni son los 3 defensores. El problema de Boca son los jugadores, es cierto, pero también el sistema que interpretan.
De otra manera no se puede entender como Juan Sebastián Verón, que es un jugador de notable calidad, pero que de un tiempo a esta parte lo que maneja lo hace desde bien atrás, haya avanzado treinta metros con pelota dominada sin marca a la vista hasta llegar a posición ofensiva en la acción previa al gol de Estudiantes de ayer en la cancha de Quilmes. Y que eso lo haya podido repetir a lo largo de todo el partido. Contra un Boca que, por el sistema que implementa, tiene una pleyade de volantes para que, teoricamente, se le interpongan en el camino.
Si el sistema no es el problema, entonces ¿como se entiende que haya habido tantos espacios en la conquista de Estudiantes?. ¿Como se explica que a Boca, con tantos mediocampistas, le haya faltado tanto juego?. No es casual, al cabo, que con un sistema que basa su juego en los volantes extremos y con dos 9 en el ataque, Boca haya terminado tirando centros contra un equipo que muy capacitado para resolver el juego aéreo con suficiencia.
Independientemente de los caballos, los jinetes, los sistemas y las líneas superpobladas que no sirven para nada, lo mejor que se vio ayer en el Fútbol para Todos fue la exquisita rabona del propio Verón, ingresando al área para meter practicamente un pase gol. Lo dejaron llegar, pero "no se le escapó la tortuga". Inventó una jugada maradoniana.

El arte de saber ubicarse

Tantas veces me mataron / tantas veces me morí / y al final estoy aquí / resucitando…

Tantos jubilaron antes de tiempo a Martín Palermo en los últimos días. Tantos lo jubilamos. Y el domingo volvió a dar una nueva señal de eternidad goleadora. Y, además, ahora con un toque de calidad. Que no le faltó otras veces, en las que siempre,-a no equivocarse-, mostró capacidad técnica, algo que se desmerece por su aparente torpeza de movimientos.
En el fútbol también se puede aprender de grande, nos advertía el sábado en la cancha Norberto Eresuma. En la charla con un verdadero docente de nuestro medio, nos enganchábamos con aquella otra advertencia del técnico de la Selección Argentina, Sergio Batista, sobre que con urgencia hay que volver a trabajar en la técnica en las inferiores.
Hay que enseñar, entonces. Pero también hay que estar dispuestos a aprender. Y Martín Palermo es, indudable, un autodidacta del gol. ¿Cuánto habrá traído de la cuna, cuanto habrá aprendido en inferiores pero cuanto también se habrá dejado enseñar por un docente invalorable para el puesto como Carlos Bianchi?. ¿Cuánto nos perdimos también, años y años, sin Bianchi en la Selección para enseñarle a tantos otros?. Porque los consagrados también tienen que aprender. ¿Cuánto deberá aprender Messi, aun siendo ya el mejor ejecutante del mundo, para hacer tantos goles en un Mundial como a Racing de Santander, Sporting Gijón o Galatasaray? ¿Cuántos más podría haber hecho en Sudáfrica, más allá de los que fortuitamente se le negaron, de haberse ubicado en la posición correcta, de haber tenido un técnico que lo ubicara en el lugar indicado, de haber contado con un docente cerca, y de haber contado con abastecedores de juego adecuados?
Por lo pronto, Palermo aprende, crece, enseña, aun en el final de su carrera. En la cancha enseña el arte de saber ubicarse. Así como hay jugadores elegidos, conductores, que tienen una computadora en la cabeza para entender el juego mejor que nadie y conocer cada dato del partido, y mensurar los tiempos justos y los lugares exactos durante y por los cuáles pasar y volcar el juego (hoy apenas un puñado, Riquelme, Xavi, Iniesta, Sneijder…) en nuestra aldea hay un goleador casi único, Palermo, que tiene una computadora en la cabeza para saber exactamente dónde ubicarse en el momento preciso, a la caza del gol. Hay quienes usan la computadora, entonces, para abastecer a otros, para generar juego; y otros, para su propio rédito pero que, en definitiva, es al servicio del gol, lo que significa que redunda en beneficio del equipo.
Porque si bien es cierto que Colón es el equipo que peor marca en el fútbol argentino desde hace mucho tiempo,-con el que se ha tenido demasiado indulgencia quizá por lo buen tipo que es el “Turco” Mohamed-, también es real que no solo el domingo, sino en gran parte de sus 227 goles, Palermo muestra una destreza única para aparecer siempre desmarcado pese a que también siempre es la mayor preocupación de las defensas rivales. Eso ya no es técnica, eso es inteligencia, intuición. Y si después también aparece la técnica en el momento de definir, ya es demasiado. ¿Hasta cuando? Ya nadie se atreve a predecirlo.

La goleada de los sueños




Argentina le dio a España de su propia medicina. La Selección venció por 4 a 1 a los campeones del mundo porque esta vez sus brillantes ejecutores,-Messi, Higuaín y Tevez, autores de un gol cada uno-, tuvieron elaboradores de juego a la altura. Uno de ellos, Ever Banega, fue figura.


Desde Buenos Aires


De la única manera que se puede neutralizar a España. De la única manera que debe jugar una Selección Argentina. Con el monopolio de la pelota. Con la apuesta a la tenencia y la paciencia como premisas fundamentales. Así, dándole de su propia medicina, con mucho fútbol por abajo, con posesión, elaboración y precisión en zona de gestación, más ejecución en velocidad en zona de definición, el equipo de Sergio Batista,-quizá ya literalmente no interino, desde ayer mismo-, “madrugó”, “primereó” al campeón del mundo desde el arranque, y construyó desde muy temprano una goleada resonante por 4 a 1 en el estadio Monumental
Los delanteros volvieron a ser los mismo del Mundial. Pero diferentes. Lionel Messi en su ubicación correcta. Media punta por todo el frente de ataque, pero partiendo preferentemente de derecha a izquierda. Con Gonzalo Higuaín como pivot y Carlos Tevez para explotar hacia la izquierda. Pero con un detalle fundamental: ahora con abastecedores de juego. Con Ever Banega y Esteban Cambiasso en la doble conducción del juego, para alimentar a los atacantes.
De la capacidad de Banega y Cambiasso para elaborar y de Messi, Tevez e Higuaín para ejecutar llegaron los dos goles que muy temprano pusieron a Argentina en camino de victoria.
Antes, a los 5’, un aviso por esa vía. Fue precisamente Banega el que trasladó solo lo necesario hasta encontrar el hueco y meter el estiletazo para Messi, quien a su vez inventó un pase de magia para dejar cara a cara con el arquero a Tevez, pero el disparo del jugador de Manchester City se fue desviado.
Pero a los 10’ otra vez Banega elaboró y los ejecutantes fueron los mismos, pero con más efectividad. Banega cedió a Messi, esta vez volcado hacia la izquierda, quien buscó la descarga en Tevez y al recibir la devolución resolvió picando la pelota ante la salida de Reyna en forma notable. Definición brillante, del mejor ejecutante del mundo.
Enseguida, a los 13’, fue Cambiasso quien asumió el rol de generador y pasador, tocó hacia Tevez, quien habilitó a Higuaín con muy buen toque que quebró la salida en línea de la defensa de España. Higuaín se abrió mucho para eludir al arquero pero igual pudo definir desde ángulo cerrado.
España intentó una reacción y estuvo a punto de descontar con un espectacular remate desde afuera de David Villa que pegó en el ángulo izquierdo, palo y travesaño.
A través de Xavi Alonso, Busquets e Iniesta trataron de recomponer las líneas y empezar a tener la pelota en el medio, pero se encontraron con un Mascherano que cortó todo con el “timming” justo, y con Banega y Cambiasso precisos para la salida.
Y a los 33’ el “bloopers” que le puso al partido un resultado impensado. Piqué cedió la pelota hacia atrás y el arquero Reyna se resbaló, falló en el dominio de la pelota, y le quedó a Tevez para definir desde el piso. Quizá tuvo que ver la repudiable práctica, con olor a Bilardo, de regar la cancha, que se concretó minutos antes del partido. El fútbol de Argentina no necesitaba de estas artimañas.

No borra el pasado, corrige el futuro

Entre la última parte del primer tiempo y el complemento, España hizo méritos para descontar, con varias situaciones de gol, con dos tiros más en los palos, y un par de buenas intervenciones del arquero Sergio Romero, con la recomposición de su juego con la entrada de Xavi y el retraso de Argentina.
Pero a pesar de que se dio varias treguas, a partir de la holgada diferencia, la Selección volvió a hacer valer su nuevo y viejo estilo, patentado una vez más en una de las mejores jugadas del partido, cuando Banega tocó profundo hacia Cambiasso, quien metió un taco para un remate apenas desviado de Higuaín.
Ese descuento merecido le llegó tarde a España cuando Cazorla mandó un pase-centro justo por abajo para Pedro, quien habilitó con igual precisión a Llorente para que defina con toque preciso a un rincón.
D’Alessandro entró tarde, pero le alcanzó con único pase brillante para simbolizar el nuevo camino de Argentina. Tuvo toda la paciencia del mundo en las puertas del área, para hasta hacer detener el juego y esperar a que llegara un compañero destapado. Y apareció por la izquierda Heinze, quien recibió y mandó un centro justo para la cabeza de Sergio Agüero. Cuatro a uno. Exagerado, pero prueba de lo contundente que puede ser Argentina ante cualquier rival si hay elaboración previa y un plan de juego.
A no confundirse. Este resultado, este desarrollo, esta supremacía de Argentina sobre los campeones del mundo, no borra el pasado reciente. Ni el título de España, ni todo lo que hizo mal la Selección en el Mundial. No borra el pasado…Pero bien puede corregir el futuro. Para entender, de una vez por todas, que camino hay que transitar, o que sendero hay que retomar. El del viejo y querido fútbol argentino. El del juego de tenencia, toque por abajo y paciencia. El del fútbol que realmente le gusta a la gente. Que existe, es palpable y observable. Tal como se vio ayer en la tarde mágica del Monumental. .

El partido de los sueños

La Selección Argentina contra España, el campeón del mundo recién consagrado, es una gran cita del fútbol, hoy desde las 17 en el Monumental. La mayoría de los que ganaron el título en Sudáfrica como titulares frente a un equipo que Batista cambió con la llegada de históricos como Zanetti y Cambiasso.





Es la Gala del Fútbol. Una cita de honor imperdible. Para los privilegiados en la cancha, para los millones que podrán verlo por tele en forma abierta y gratuíta. Es el partido del Bicentenario, y el partido de los sueños. La Selección Argentina recibe a España, flamante campeón del mundo, desde las 17 en el Monumental, y se paran los relojes del fútbol.
A ningún partido oficial en fecha Fifa se lo debe considerar amistoso. Son “test match” internacionales. Mucho más este. Y mucho menos amistoso.
Es una prolongación del Mundial. De su espíritu. De lo que genera en la gente. Siempre que termina un Mundial, si a Argentina no le va bien, la Selección deja de interesar por un largo tiempo. Este partido con España es un antídoto para eso, porque para colmo llega en un tiempo de expectativas renovadas, con la sucesión de Maradona. Porque terminan las “proscripciones” y la Selección está abierta a todos. Por eso la llegada de Javier Zanetti y Esteban Cambiasso, dos históricos y símbolos del equipo nacional pero también con presente de gran nivel; de Andrés D’Alessandro y Gabriel Milito; y la puerta abierta latente para Juan Román Riquelme. La Selección vuelve a ser “De Todos” y eso reaviva el interés y el afecto, pese a la reciente frustración mundialista. También que Lionel Messi, en otro contexto, frente a sus compañeros de Barcelona, y con los abastecedores de juego con los que no contó en el Mundial, pueda ejecutar brillantemente, como solo él es capaz en la zona de definición.
Y un hecho inédito. Por primera vez un campeón del mundo llega tan rápido al país para jugar con Argentina. La última selección que vino aquí como campeona fue la de Alemania (todavía no unificada) en la serie internacional de 1977, pero recién tres años después de su consagración. En este caso es enseguida. Un lujo, posible también por el contexto económico que se vive en el país y por el peso de Julio Grondona como vicepresidente de la Fifa y sus excelentes relaciones con el titular de la Real Federación Española, Angel María Villar.
Y, por lo que se escucha y se ve, los campeones del mundo no toman precisamente este partido como un trámite. Sino como un desafío nuevo. La posibilidad de enfrentar a una potencia como Argentina y como visitante, en el clima especial que rodea al fútbol en nuestras canchas, tan atractivo para los extranjeros.
De hecho, España jugará con la mayoría de los titulares que le ganaron a Holanda la final del Mundial. No estará Puyol por lesión, quizá no jueguen de entrada Sergio Ramos y David Villa, pero sí será de la partida Cesc Fábregas, quien ingresó en el epílogo de la final de Sudáfrica para darle aun más fútbol al equipo de más volumen de juego en el mundo. Y Cesc, con Xavi e Iniesta, forman un tridente de elaboración sin parangón. Todo parece indicar que Sergio Batista no buscará contrarrestar eso con una táctica de destrucción, sino que, por fín, se apelará a la propia identidad, y a acumular también mayoría de jugadores “con buen pie” en el sector de gestación como para tratar de disputar el monopolio de la pelota. Un desafío difícil,-con el que sucumbió hasta el gran equipo holandés, eximio para la tenencia- pero que nunca debería asumirse como imposible para futbolistas argentinos con calidad verificada. Intentarlo ya implicará un paso adelante, tras todos los pasos atrás que se dieron en Sudáfrica. Que asi sea. Y a disfrutar…

Espejo

La mejor manera de revertir aquello de el dolor de haber sido y ya no ser es mirarse al espejo, reflexionar sobre cuál es nuestra verdadera identidad e imitar a los que nos supieron imitar.
Nada mejor, entonces, que tener enfrente a España. Un espejo de aquello que fuímos. Y que además nos devuelve la imagen de la realidad de lo que ya no somos.
Es tiempo de que se termine la confusión. Por eso es muy bueno que hoy venga España en un partido que es mucho más que un amistoso, que es un gran choque internacional oficial, un verdadero "test match" para que la Selección Argentina le devuelva a la gente las ganas de ponerse la camiseta enseguida después de la frustración mundialista.
Siempre tras una eliminación en una Copa del Mundo,-y vaya si lo sabemos ultimamente-, la Selección deja de interesar en forma abrupta. El fútbol argentino se olvida, se distrae. Y nos vuelven a confundir. Por eso es valioso que ya, enseguida, como nunca, lleguen los campeones del mundo con su buen fútbol para volver a estar alertas, para despertar sobre lo que realmente se necesita, para buscar enseguida aquella identidad perdida.
Concretamente, después de un período de unos veinte años o más en los que el fútbol español asumió que debía abandonar "la furia" para darle paso al juego, y con una filosofía que cambió de a poco a partir de la Escuela Cruyff en Barcelona, la técnica pasó a ser la gran prioridad desde los pibes, desde la base. Ya no el físico o la táctica, que en fútbol deben ser accesorios, nunca la esencia.
Nosotros recorrimos el camino inverso. Nos engañaron. O engañaron a los que se dejaron engañar. Con el discurso utilitario del resultado por el resultado mismo, de la panacea del tacticismo. Claro, contribuyó el contexto de país. El mercantilismo, la avaricia, el culto al éxito, impregnó al fútbol. Y se contaminó el puro juego. Nos vendieron eso de la competitividad y el modernismo.
En el medio hubo un solo proyecto en serio. Desde los pibes hasta la Selección mayor. El de José Pekerman. Pero aislado de los clubes, del estilo de los equipos, salvo excepciones. Pero ese proyecto, con una generación brillante que se consagró campeona mundial juvenil y que llegó a jugar muy bien al fútbol en 2006, se volvió a cortar abruptamente con la gran confusión de 2010. Una generación que bien pudo haber conducido Carlos Bianchi, otro que encabezó un proyecto,-justamente, una de esas excepciones-, a nivel clubes.
España, en cambio, fue consecuente. Y ese culto al toque, esa paciencia, esa supremacía de la técnica y la estética la llevó al trono máximo del fútbol.
Pero cuidado que muchos de aquellos comunicadores de la confusión, pero también la conducción de nuestro fútbol, desde los dirigentes hasta los técnicos de la base, enseguida hubieran tildado de "fulbito" a una Selección Argentina que insistiera con lo que insistió España.
Ojalá el paso de los campeones del mundo nos sirva para aprender. Para asumir que hay que volver a ser. Y mirarse en el espejo. Sin engaños ni claudicaciones. Sería bueno empezar hoy mismo. Animarse a intentar lo que a ellos les sale tan bien. Y en lo que nosotros antes, alguna vez, eramos maestros...

Unión: desayuno con buen fútbol

Cuando el buen fútbol no sorprende. Debería ser la norma, es casi una excepción.Con Unión de Mar del Plata, en su debut en el Argentino A en el Minella, se renovó una sana costumbre del los últimos tiempos: disfrutar de una mañana de domingo de buen fútbol, de lo más parecido al fútbol-juego. La costumbre no es sorpresa, pero no por ello hay que dejar de destacarlo. Porque la intención es la misma, es más, se dobla la apuesta, pese a que la presión cada vez es mayor, tanto como las aspiraciones. En el horizonte está la B Nacional. Cada vez con más decisión. Y a pesar de que el camino es sinuoso, no se elige para encararlo el discurso de que "en el ascenso no se puede jugar bien, hay que meter". El mensaje es otro. Hay que "meter", claro, pero sobretodo hay que marcar diferencias en el juego.Así, en la soleada mañana de ayer, el DT Marcelo Zwicker juntó a dos talentosos conductores de juego como Federico Moreyra y Ezequiel Ceballos, dos volantes por afuera que también aportan juego como Santiago Sandoval y Damián Bastianini, y un delantero muy inteligente que se suma al circuíto y define, como Leonardo Serfaty.Ellos marcaron claras distancias sobre Villa Mitre a puro toque en un primer tiempo para disfrutar. Con buen aporte de los defensores en el achique hacia adelante, con laterales bien definidos que pasan al ataque, como Felices, quien alternó esta vez buenas y malas pero que en una de las primeras mandó el centro para el golazo de Serfaty.En el complemento Juan Ignacio Alessandroni respondió muy bien en el reemplazo del lesionado Damián Luengo. Ambos tienen que encargarse de equilibrar en el medio, rodeados por todos compañeros dedicados a generar juego. Más allá de esa buena respuesta de Alessandroni, quien además también distribuyó y se soltó con criterio, a Unión se le nubló un poco la búsqueda en el complemento. Tampoco es sencillo mantener el nivel del primer tiempo durante todo un partido en un comienzo de campeonato. Pero Moreyra también incurrió en imprecisiones, no apareció con tanta continuidad como Ceballos, y Sandoval terminó mal varias de sus buenas proyecciones en el vacío por derecha. Aunque estuvo criteriosa en la última, para habilitar a Bastianini en el gol que definió el encuentro.El sufrimiento previo a ese tanto, de algunos minutos de incertidumbre,-incluso con una muy clara jugada de gol para el rival que no pudo resolver Mariano Mc Coubrey-, es clásico, aunque no lógico, en partidos en que el equipo que va ganando tiene superioridad numérica. Los bahienses habían incurrido en extremas brusquedades para parar el buen juego de Unión, se quedaron con 9, y al equipo marplatense le costó aprovechar rápido esa ventaja.Pero la idea siempre quedó en pie. No solo también se puede jugar bien cuando más lejos se quiere llegar. Más bien es imprescindible. Y Unión sabe lo que quiere.Lo que viene es largo y difícil. Pero, por lo pronto, se sabe que ir a ver a Unión en la mañana de domingo es una agradable manera de empezar la semana.

Aldosivi: ganar y trabajar sobre los errores

Si el fín supremo de Aldosivi era lograr el orden para que después llegue el juego, tras dos derrotas consecutivas, no se entiende la tarde extraña que se vivió ayer en el Minella. Porque es cierto que el fútbol seguía sin aparecer, pero al menos, al cabo de los primeros 45 minutos ante Deportivo Merlo, el orden parecía reestablecido, al menos con respecto a los rendimientos frente a la CAI y Ferro. Entonces costó comprender porque el entrenador, Salvador Daniele, amagó con cambiar toda la estructura en el comienzo del segundo tiempo y después volvió sobre sus pasos en apenas seis minutos.En efecto, en el primer tiempo Aldosivi tuvo algo más de orden con la postura más tradicional, con la línea de cuatro, con los tres volantes con posiciones bien definidas y un enganche-conductor como Seccafien. Igual al equipo le faltó continuidad de juego, explosión ofensiva, capacidad de presión, situaciones de gol. Seccafien no tuvo socios, Diego Martínez persistió en eso de alejarse de la jugada y recién sobre el final de la etapa inicial el 10 pudo meter una estocada justa para la entrada de Cabrera por derecha que forzó el córner. El tiro de esquina fue ejecutado por el propio Seccafien y de ahí llegó el gol de Nasif.Pero más allá del escaso volumen de juego se notó temerario el cambio de un volante ofensivo como Sarraute por un defensor como Demaldé. Cambiar línea de cuatro por línea de tres con el equipo ganando. Al revés de lo que indican los libros. Aunque se sabe que en fútbol las cosas pueden salir bien o mal. Y esta salió tan mal que a los 6' Daniele tuvo que volver a cambiar porque ya la confusión defensiva era generalizada y Merlo a punto había estado de empatar. Entró Carli, salió Bruno. Nasif pasó a marcar punta, ¡y la línea de tres duró 6 minutos!. Apenas otros 6 minutos más tarde entró Gigli por Molina cuando ya el arquero Campodónico hacía señas desesperadas para avisar que estaba lesionado. En vano. Así tuvo que seguir durante casi 40 minutos más. Es verdad que Daniele afrontó la situación y después ensayó alguna autocrítica, aunque con escasa convicción en las explicaciones. Pero es como decía Ringo Bonavena, "cuando te sacan el banquito y tenés que salir a pelear, ahí estas vos solo contra el mundo...". Y te podés equivocar, como ayer le pasó a Daniele, en el afán de arriesgar y darle lo mejor a su equipo. Lo bueno, en estos casos, es trabajar sobre los errores, asumirlos y corregirlos. Y volver a convencerse de que el fín supremo de este Aldosivi en formación sigue siendo el orden. Y que lo que menos conviene es aportar hoy a la confusión generalizada...

Macri: la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio

Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, dice el refrán. Mauricio Macri responde claramente al grupo de personas que le hace honor a esa consigna.
El ingeniero pertenece a todas esas voces uniformes de la derecha opositora que se sientan a la misma mesa para escuchar como las corporaciones pretenden mandar a la política. Y Macri coincide con todas esas voces en criticar el supuesto “poder voraz” o “fiebre de poder” o “abuso de poder” de Néstor Kirchner. Y se ufanan en hablar del “avasallamiento de las instituciones” y critican que “lo único que les interesa es acumular más poder”.
Lo que no le gusta de los demás, entonces, es lo que no deja de hacer nunca Macri. Lo que hizo en los últimos días en Boca es paradigmático en ese sentido.
Primero hizo “lobby” para que no se arreglara lo de Riquelme. Después siguió haciendo “lobby”, siempre con la complicidad de algunos colegas nuestros, tratando de hacer ver que él fue una vez más el gran elector y “salvó a Ameal”.
Pero la verdad es que la explicación sobre esto de algunos colegas es bastante pueril, para ser suaves. A fin de la semana pasada la votación a favor del contrato de renovación de Riquelme por cuatro años fue 8 a 5 a favor. Antes el dirigente Horacio Palmieri había dicho en Radio Continental que el tesorero Daniel Angelici,- un “gurka” en eso a ir en contra de la idea del presidente del club de renovarle a Riquelme por cuatro años- le confesó que él actuaba por “órdenes de arriba”. Y las “órdenes de arriba” son de su “padre político”, el ex titular del club Mauricio Macri.
En la votación oficial del lunes los guarismos cambiaron. Los directivos Levy y Quintiero fueron presionados “de arriba” y cambiaron su voto. Levy de la abstención a votar en contra. Quintiero de votar a favor a abstenerse. Después se quiso hacer ver que Macri fue el que convenció a Quintiero para abstenerse en lugar de votar en contra para “salvar” una crisis institucional, teniendo en cuenta que Ameal había anticipado que renunciaba si no se cumplía la palabra dada a Riquelme y no se respetaba el contrato aprobado a fines de la semana pasada. Pero si Macri hizo eso supuestamente para “salvar” las instituciones y al presidente de Ameal, ¿por qué provocó todo lo contrario para llegar a esta situación extrema? ¿Por qué Levy y Quintiero cambiaron antes sus posiciones del viernes?
Macri o sus seguidores debieron haberse preocupado antes del daño institucional que le estaban haciendo al club llegando a una puja de este tipo. Lo de la votación, y que el presidente haya tenido que desempatar, es inédito y evitable en la vida interna del club.
Para evitar inconvenientes institucionales la directiva en pleno debió apoyar de inicio la idea del presidente de permitir que el máximo ídolo del club renovara su vínculo por cuatro años para retirarse en Boca.
Lo de “defender el patrimonio del club” es pura chicana. En las anteriores contrataciones, millonarias por cierto, con jugadores de menos cartel y sin antecedentes en Boca, se aprobaron las negociaciones de Ameal sin necesidad de reunión de la directiva. Y la propia conducción de Macri contrató a Riquelme por seis meses por dos millones y medio de dólares sin ningún tipo de oposición. Por seis meses, la mitad de lo que se paga ahora POR CUATRO AÑOS. Claro que en aquella oportunidad le venía bien al ingeniero para su campaña política.
Lo cierto es que Macri se fue supuestamente de Boca para hacerse cargo de la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (cargo para el cuál, a la luz de su gestión, pareciera que todavía no asumió) pero dejó todo un entramado y tejido político de protección, amparado por estatutos modificados por él y su mayoría, para tratar de seguir gobernando a Boca en las sombras. El malogrado Pedro Pompilio podía romper de alguna manera con ese esquema a partir de su propia envergadura política, la que realmente revolucionó el fútbol de Boca. A Ameal, en cambio, no lo dejan gobernar. Sin embargo, el presidente esta vez se puso firme y tomó como causa propia la continuidad del jugador más querido por la gente del club.
Pero evidentemente el “macrismo” le quiso torcer el brazo, y ahora quiere aparecer como que “salvó” a Ameal, para mantener su propia porción de poder, para hacer ver al ingeniero como el “gran elector”. Y además, con una miserable negociación política final para quedarse, el “macrismo”, con el Departamento de Socios, lo que es lo mismo que decir el “aparato electoral” con vistas a los comicios de 2011. Pura acumulación de poder y para embarrar la cancha, para hacer el mal. Mientras ve la paja en el ojo ajeno, sigue estando la viga en el propio. Pero siempre puede haber un Topo Gigio en el camino…

La gran oportunidad de Grondona

Julio Grondona tiene la virtud política de recrearse siempre a sí mismo. Cuando se ve acorralado, saca un as de la manga, inventa una jugada inesperada, y sale adelante. En eso se parece a Maradona.
El presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA encontró la forma de salir airoso y fortalecido hasta del doping de Diego, de denuncias penales, de contratos leoninos, de cuestionamientos serios del fútbol por esos mismos contratos leoninos, de diversos papelones de la Selección…
La antepenúltima jugada fue el “Fútbol para todos”. Encontró el resquicio para terminar con esos contratos, acallar cuestionamientos de los clubes, conseguir más plata para el fútbol y darle, a su vez, una llave maestra al gobierno para cobrarse una gran revancha contra el grupo mediático hegemónico que quiso voltearlo después de la 125 y las elecciones de junio de 2008.
La penúltima carta de Don Julio, que, como buen político, también sabe ser más maquiavélico que Maquiavelo, fue decirle que no a Maradona sin decirle que no. Aunque todavía no dejemos de cuestionar porque alguna vez le dijo sí, para sacarse de encima a Bianchi, en otra de esas jugadas maquiavélicas.

Cómo volver del ridículo

Cuesta discernir si entre todas esas situaciones límites de las que salió Grondona hubo una tan difícil como la actual. Por aquello de que del ridículo es difícil volver.
Y la verdad que la situación actual de la Selección es ridícula y grotesca. Y Don Julio por cierto que tuvo sus culpas, por esa elección original, del mejor futbolista de la historia pero de alguien que ni siquiera era técnico.
A partir de ahí, un escándalo tras otro. Y un retroceso patético en el prestigio de la Selección Argentina.
Maradona traiciona a Basile; Maradona critica a Riquelme; Riquelme dice que tiene códigos y no puede jugar en la Selección de Maradona (y es por aquella traición a Basile); Maradona defiende jugar en la altura; 1-6 con Bolivia en la altura; Signorini dice que no se puede jugar en la altura; Maradona dice que pusieron a Bilardo por si a él “le pasa algo”; Bilardo no quiere a Mancuso; Mancuso no quiere a Bilardo; Maradona pide a Ruggeri; Grondona no quiere a Ruggeri; Bilardo no pide por Ruggeri; Maradona dice que no hay que jugar en la cancha de River para que la gente le haga sentir la presión a Brasil; la Selección deja el Monumental y va a Rosario; Brasil le hace 3 y baila a la Selección en Rosario; Ecuador y Paraguay bailan a la Selección; Maradona se pelea con Humbertito Grondona; Humbertito critica a Maradona (después de haber inducido al padre para elegirlo); la Selección vuelve a River y Palermo, en la agonía, salva de un nuevo papelón ante Perú; Argentina, en la agonía, consigue la clasificación en Montevideo con un único tiro al arco en 90 minutos, el de Bolatti; Maradona le dice algo a los periodistas que nos da vergüenza escucharlo junto a nuestros hijos; la FIFA sanciona a Maradona por esos términos soeces y la Selección juega contra Cataluña sin técnico; la AFA no sanciona a Maradona por esos mismos términos soeces; Maradona vuelve a pedir por Ruggeri; Maradona termina convocando a 106 jugadores; Maradona lleva al Mundial a Garcé y no a Zanetti y Cambiasso; Maradona le responde a los periodistas con soberbia después de las victorias ante Nigeria, Corea, Grecia y México durante el Mundial; Maradona le dice a Del Bosque en el comienzo del Mundial que España juega “sin arcos”; Del Bosque le contesta con la misma altura que después tuvo España campeón del mundo en la cancha; Alemania nos hace cuatro; nunca tanta diferencia en un partido de cuartos de final; nunca un papelón tan grande para Selección desde Alemania 74…
Y la historia más reciente: Grondona que dice que Maradona puede hacer lo que quiera en la Selección; Maradona que no se reune con Grondona y se va a Venezuela con Chávez; Grondona que le dice a Maradona que quiere que siga pero sin ninguno de sus colaboradores; Maradona que dice que Grondona es un mentiroso y Bilardo un traidor; Bilardo que dice de todo sin hilvanar una sola frase pero se le alcanza a entender que Maradona fue Maradona gracias a él….Bilardo que dice que va a hablar el lunes, pero capaz el martes, si consigue un hotel para hacer la conferencia, pero capaz el viernes, pero el viernes mejor no porque en Buenos Aires no queda nadie; Grondona que dice que Bilardo al final no va a hablar más; Bilardo que dice después que Maradona tiene las puertas abiertas; Ruggeri que denuncia que Grondona lo amenazó de tirarle “un tiro” a las piernas…
Del ridículo no se vuelve. Salvo que Grondona quiera salvarse una vez más. Y, otra vez, está ante una gran oportunidad de conseguirlo. De nuevo Grondona tiene la llave maestra y quizá tenga la habilidad de usarla como otras veces. Para ello, tendrá que dejar de escuchar los consejos familiares más cercanos y que tan mal le hicieron a la Selección en los últimos tiempos.
Grondona está hoy ante la gran oportunidad de “limpiar” a la Selección. Grondona ya está grande, quiere disfrutar de sus nietos y estos son los últimos años de su largo mandato. Ya no debe tener ganas de meterse en designaciones o decisiones técnicas. Y claro que le gustaría retirarse con toda la gloria. Este es el momento, entonces, para elegir, de una vez por todas, a Carlos Bianchi, y darle plenos poderes (quizá de la única forma en que aceptaría). Si llamaran a concurso para el puesto de DT de la Selección, el resto ni siquiera se podría presentar. Bianchi tiene nada menos que 15 títulos, entre ellos tres del mundo y cuatro de América. Y Bianchi es el hombre capaz, de “un plumazo”, de resolver varias cuestiones a la vez. Bianchi terminaría con este ridículo, con este papelón internacional, con Bianchi se acabarían “el cabaret”, el bilardismo, las internas, los contubernios, el “vedettismo” de los jugadores, las designaciones extrañas…Con Bianchi y el profe Santella (justamente el mejor PF de Argentina junto con el propio Signorini) llegarían la lógica, la simpleza, el trabajo en serio, la firmeza, la tranquilidad perdida y, de paso, los docentes que necesita Messi…Justo antes de Brasil 2014, el Mundial que más nos gustaría ganar…
De tomar esta decisión, Grondona se recrearía una vez más a si mismo. A la vez que daría un golpe de efecto que terminaría con la penosa tragicomedia de los últimos días. Y, de rebote, el presidente de la AFA se tomaría revancha de uno o dos periodistas que particularmente él odia, y que a su vez odian a Bianchi, entre otras cosas porque “el Virrey” nunca hizo diferencias para darles notas exclusivas. Es un buen momento.

Se fue como llegó

El que a hierro mata, a hierro muere.
Maradona no llegó bien a la Selección. Maradona no se va bien de la Selección. Una pena.
Más allá de su portación de apellido (¡y que apellido!, el más importante de la historia del fútbol argentino) Maradona no había hecho ningún mérito para ser el DT de la Selección. Es más, ni siquiera era DT cuando asumió. Apenas tenía un puñado de partidos dirigidos con Mandiyú y Racing, con más derrotas que victorias.
Para decirlo claramente, y sin eufemismos: Maradona había llegado a la Selección por un "complot", por una “trenza” armada con algunos “referentes” del equipo nacional, para desplazar a Alfio Basile y ungirse como candidato, de la que no quiso participar Juan Román Riquelme,-que era, hasta ahí, “el” referente y el goleador del equipo en las eliminatorias- porque la ética es la más valiosa de las banderas y porque nunca hay que confundir la Selección con La Patria.
Y Maradona llegó también a la Selección por marketing, porque “vende”, y porque Grondona encontró en su nombre la mejor manera de eludir otra vez la contratación del técnico que merece naturalmente dirigir a Argentina desde hace muchos años, Carlos Bianchi.
Maradona, al cabo, llegó así a la Selección. No precisamante por concurso de méritos y antecedentes. No porque tuviera un buen proyecto para el equipo nacional. No por un camino claro y diáfano, aunque más largo, por el que de todos modos hubiera arribado igual a Argentina, aunque tras una necesaria etapa de aprendizaje y sin quemar etapas con poco reparo en los escrupulos.
Maradona llegó mal a la Selección. Maradona se va mal de la Selección.
El procedimiento por el que se va es tan detestable como el modo en el que llegó. Julio Grondona, el presidente de la AFA, al lado de quien Maquiavelo quedaría como el niño más ingenuo e inocente, no le dijo de frente a Maradona que dejaba de ser el DT de la Selección porque su conducción había sido desastrosa, por el vergonzante 0-4 con Alemania, porque nunca se supo a que jugó Argentina, por la falta de una idea de juego, por los escándalos de todos los días, por el 1-6 con Bolivia, por el baile de Brasil en Rosario, por las derrotas sin contenido ante Ecuador y Paraguay, por la agonía frente a Perú y Uruguay, porque por su culpa la Selección se quedó sin su jugador más importante, Riquelme… No, Grondona no le dijo nada de eso. Grondona no le dijo la verdad. Grondona buscó chivos expiatorios, la excusa de sus siete colaboradores, la quita de poder y respaldo absoluto.
Un engaño más. Si Maradona se va porque le sacan sus ayudantes, porque no puede trabajar con su gente, pero Grondona no lo cuestionó directamente a él, tendríamos que creer que todo o casi todo lo que se hizo en la Selección en los últimos dos años estuvo bien. Nada más lejos de la realidad.
Pero el que a hierro mata, a hierro muere. El que llega acortando caminos, y hasta "metiendo una zancadilla", también puede hacer más ruido a la hora de la caída. Maradona, el ídolo, el que queremos tanto por todo lo que le dio al fútbol argentino, por las alegría que le dio al pueblo dentro de una cancha, no merecía que el mito se desgastara de esta manera. Lo habíamos advertido antes de que asumiera. Tampoco, en consecuencia, merecía este trato en la despedida, esta falta de respeto a su trayectoria y a lo que significa para nuestro fútbol. Pero él mismo tuvo que atenerse a las consecuencias de malos procedimientos…
Ojalá Maradona vuelva alguna vez a ser DT de la Selección. Pero cuando sea DT. Cuando queme las etapas necesarias. Cuando se dedique a hablar del juego y no de lo que lo rodea. Y cuando realmente le preocupe el juego. Cuando un equipo suyo sea capaz realmente de representarlo como lo que era como jugador. Cuando un equipo suyo busque la capacidad de elaboración que él siempre ostentaba con los pies y la cabeza. Ojalá, cuando sea realmente DT, Maradona vuelva a la Selección. Y ojalá ya no este Bilardo. Que todavía no haya renunciado a su cargo en la AFA lo califica. Más bien ratifica lo que muchos sabíamos sobre sus procedimientos en la vida.

Cuando se le pierde el miedo a jugar

El balance saludable del Mundial



Una gran final. España, un campeón osado, con toda la elaboración que le faltó a Argentina. Los mejores entre mejores. Forlán, a la altura de la circunstancia. Y todos “nos rendimos” ante Iker…



Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010


España fue el ganador de una gran final. Eso engrandece más su primer título de campeón del mundo. Quizá, por el cero prolongado, las emociones y los atractivos no hayan sido tantas a través de la televisión. Pero en la cancha nunca antes pudimos ver una disputa entre gigantes como la del domingo en el Soccer City, para definir el Mundial Sudáfrica 2010. Gigantes no por el porte físico, precisamente, sino por la envergadura futbolística de los protagonistas.
Por eso se enaltece más el talento colectivo de ambos equipos y el rendimiento individual de cada futbolista. Por el peso específico de lo que tuvieron enfrente. Cada uno de los mejores se topó con otros mejores. Y entonces la calificación de cada uno, la valoración individual, se engrandece. Por caso, Arjen Robben no pudo concretar dos situaciones clarísimas. Pero enfrente tuvo a un Iker Casillas enorme y, además, para llegar a esas oportunidades, mostró gran potencia y precisión en velocidad para arrastrar la marca de jugadores de la talla de Carles Puyol, nada menos. Y Wesley Sneijder, el jugador del Mundial para el voto de LA CAPITAL,-la elección que dispone la FIFA se hace antes de la final-, no tuvo participación tan decisiva y continua como generador de juego como en encuentros anteriores, pero el par de estiletazos únicos que metió,-que estuvieron a punto de darle la Copa a Holanda, nada menos-, fueron entre algunos de los mejores volantes y defensores del Mundial, por caso Busquets o Piqué.
Del otro lado, todo lo que hicieron Xavi e Iniesta, todo lo que enhebraron en esta final, fue por el agujero más fino, porque tuvieron que tomarse con nada menos que Van Bommel y De Jong, quizá la pareja de volantes centrales más fuerte de la Copa del Mundo, con el agregado de que en este cotejo decisivo jugaron por sobre el límite del
reglamento.


Cada vez más juego

Al cabo, España fue el mejor entre mejores. Porque asumió riesgos siempre, sin miedos para apostar a poner en cancha cada vez más constructores de juego y menos “destructores”.
Y Holanda no pudo ser en toda su dimensión la Naranja no Mecánica de todo el resto del Mundial, un equipo con gran capacidad para administrar el balón todo el tiempo en campo contrario, porque enfrente tuvo a un equipo que hace lo mismo, pero aun mejor. A alguien, entonces, le tuvo que tocar el otro rol. Pero por eso, por el “timming” casi perfecto que tienen también los jugadores de Holanda tanto para tener la pelota como para llegar antes a ella y ocupar los espacios, es que no es casual que España, aun con una gran producción futbolística,-como otras tantas que brindó en el Mundial- no haya podido resolver el partido antes. No es casual tampoco, entonces, que Holanda no registrara derrotas en 25 partidos y que se haya necesitado un suplementario para que el mejor equipo del mundo de más de dos años a esta parte pudiera finalmente doblegarlo.
Al cabo, se fue el Mundial, y ya empezamos a sentir nostalgia por él, cuando las calles de Johannesburgo ya no respiran tanto fútbol, cuando ya casi no hay festejos de España, que trajo pocos hinchas por la crisis. Y cuando ya los señores holandeses que hasta ayer nos manifestaban su amor por Máxima y las bellas holandesas que nos sonreían al pasar, ni siquiera nos dan la hora. Todavía queda mucho de aquella “marea naranja” que invadió el Soccer, pero ya sin rostros de alegría.
Y el sabor que nos deja el Mundial en la despedida, en lo estrictamente deportivo, es agridulce. Vimos la mejor final de los últimos veinte años,-de la del 98 se recuerda la notable producción de Francia pero con una enorme superioridad-, que fue el reflejo del juego paciente y por abajo, de toque y circulación, que prevaleció entre los mejores durante toda la competencia, pero que también nos muestra, patéticamente, todo lo que debió haber hecho Argentina y no hizo. Por lo pronto, tener una idea de juego, saber a que se juega. Por decisiones equivocadas, a la Selección le faltó toda la elaboración que le sobró a España, y así Argentina no pudo explotar su enorme capacidad de ejecución.
Una pena, por una brillante generación perdida. Y porque Messi desperdició una oportunidad de ser el mejor de todos, sencillamente porque el equipo no lo acompañó, y porque él tampoco es capaz de ponerse un equipo al hombro. El problema fue hacérselo creer, ese error grave de diagnóstico.
Diego Forlán sí, pese a ser también un ejecutante brillante, más que un conductor de juego, estuvo a la altura de la circunstancia, y fue elegido por el Balón de Oro por la mayoría de los periodistas acreditados. Uruguay, su equipo, conciente de sus limitaciones, pero también de su grandeza, siempre supo a que jugaba en este Mundial, con la idea que planteó en la cancha el Maestro Tabárez.
Sí Argentina tuvo una de las mejores hinchadas,-más allá de la mínima parte de “barrabravas” de la que tanto se habló en el país-, una de las más numerosas,-justamente porque desde el 2003 en adelante pasó lo peor de la crisis-, y de las más genuinas, resistiéndose a las vuvuzelas para tratar de hacerse escuchar con sus cánticos incomparables.

Toques finales

Finalmente, el mejor zaguero del Mundial seguramente está entre Puyol y Piqué; el mejor lateral probablemente haya sido Sergio Ramos; el mejor volante central,-aunque fue mucho más que eso-, el alemán Schwensteiger; los grandes elaboradores, tal lo apuntado, fueron Sneijder, Iniesta y Xavi y el mejor delantero Diego Forlán. El mejor gol probablemente haya que elegirlo entre el de Shabalala de Sudáfrica a México; el de Oezil a Ghana; el de Quagliarella a Eslovaquia; alguno de los de Alemania a Argentina porque llegaron tocando y se metieron con pelota y todo; o el de España a Portugal. Para el mejor partido es difícil por la abundancia: la propia final, España-Alemania, Alemania-Uruguay, Holanda-Uruguay, Eslovaquia – Italia, y, por supuesto, Alemania – Inglaterra. El mejor árbitro pudo haber sido el húngaro Viktor Kassai. Y el mejor arquero, entre varios muy buenos, fue el español Iker Casillas. Guantes de Oro, Copa del Mundo y la mejor novia para el mejor beso del Mundial, el que le estampó a la bella Sara Carbonero después que ella le hizo la último nota en la Zona Mixta del Soccer, entre cientos de periodistas. Como todo su equipo, sin miedo escénico…

Cuando se le pierde el miedo a jugar

El balance saludable del Mundial



Una gran final. España, un campeón osado, con toda la elaboración que le faltó a Argentina. Los mejores entre mejores. Forlán, a la altura de la circunstancia. Y todos “nos rendimos” ante Iker…



Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010


España fue el ganador de una gran final. Eso engrandece más su primer título de campeón del mundo. Quizá, por el cero prolongado, las emociones y los atractivos no hayan sido tantas a través de la televisión. Pero en la cancha nunca antes pudimos ver una disputa entre gigantes como la del domingo en el Soccer City, para definir el Mundial Sudáfrica 2010. Gigantes no por el porte físico, precisamente, sino por la envergadura futbolística de los protagonistas.
Por eso se enaltece más el talento colectivo de ambos equipos y el rendimiento individual de cada futbolista. Por el peso específico de lo que tuvieron enfrente. Cada uno de los mejores se topó con otros mejores. Y entonces la calificación de cada uno, la valoración individual, se engrandece. Por caso, Arjen Robben no pudo concretar dos situaciones clarísimas. Pero enfrente tuvo a un Iker Casillas enorme y, además, para llegar a esas oportunidades, mostró gran potencia y precisión en velocidad para arrastrar la marca de jugadores de la talla de Carles Puyol, nada menos. Y Wesley Sneijder, el jugador del Mundial para el voto de LA CAPITAL,-la elección que dispone la FIFA se hace antes de la final-, no tuvo participación tan decisiva y continua como generador de juego como en encuentros anteriores, pero el par de estiletazos únicos que metió,-que estuvieron a punto de darle la Copa a Holanda, nada menos-, fueron entre algunos de los mejores volantes y defensores del Mundial, por caso Busquets o Piqué.
Del otro lado, todo lo que hicieron Xavi e Iniesta, todo lo que enhebraron en esta final, fue por el agujero más fino, porque tuvieron que tomarse con nada menos que Van Bommel y De Jong, quizá la pareja de volantes centrales más fuerte de la Copa del Mundo, con el agregado de que en este cotejo decisivo jugaron por sobre el límite del
reglamento.


Cada vez más juego

Al cabo, España fue el mejor entre mejores. Porque asumió riesgos siempre, sin miedos para apostar a poner en cancha cada vez más constructores de juego y menos “destructores”.
Y Holanda no pudo ser en toda su dimensión la Naranja no Mecánica de todo el resto del Mundial, un equipo con gran capacidad para administrar el balón todo el tiempo en campo contrario, porque enfrente tuvo a un equipo que hace lo mismo, pero aun mejor. A alguien, entonces, le tuvo que tocar el otro rol. Pero por eso, por el “timming” casi perfecto que tienen también los jugadores de Holanda tanto para tener la pelota como para llegar antes a ella y ocupar los espacios, es que no es casual que España, aun con una gran producción futbolística,-como otras tantas que brindó en el Mundial- no haya podido resolver el partido antes. No es casual tampoco, entonces, que Holanda no registrara derrotas en 25 partidos y que se haya necesitado un suplementario para que el mejor equipo del mundo de más de dos años a esta parte pudiera finalmente doblegarlo.
Al cabo, se fue el Mundial, y ya empezamos a sentir nostalgia por él, cuando las calles de Johannesburgo ya no respiran tanto fútbol, cuando ya casi no hay festejos de España, que trajo pocos hinchas por la crisis. Y cuando ya los señores holandeses que hasta ayer nos manifestaban su amor por Máxima y las bellas holandesas que nos sonreían al pasar, ni siquiera nos dan la hora. Todavía queda mucho de aquella “marea naranja” que invadió el Soccer, pero ya sin rostros de alegría.
Y el sabor que nos deja el Mundial en la despedida, en lo estrictamente deportivo, es agridulce. Vimos la mejor final de los últimos veinte años,-de la del 98 se recuerda la notable producción de Francia pero con una enorme superioridad-, que fue el reflejo del juego paciente y por abajo, de toque y circulación, que prevaleció entre los mejores durante toda la competencia, pero que también nos muestra, patéticamente, todo lo que debió haber hecho Argentina y no hizo. Por lo pronto, tener una idea de juego, saber a que se juega. Por decisiones equivocadas, a la Selección le faltó toda la elaboración que le sobró a España, y así Argentina no pudo explotar su enorme capacidad de ejecución.
Una pena, por una brillante generación perdida. Y porque Messi desperdició una oportunidad de ser el mejor de todos, sencillamente porque el equipo no lo acompañó, y porque él tampoco es capaz de ponerse un equipo al hombro. El problema fue hacérselo creer, ese error grave de diagnóstico.
Diego Forlán sí, pese a ser también un ejecutante brillante, más que un conductor de juego, estuvo a la altura de la circunstancia, y fue elegido por el Balón de Oro por la mayoría de los periodistas acreditados. Uruguay, su equipo, conciente de sus limitaciones, pero también de su grandeza, siempre supo a que jugaba en este Mundial, con la idea que planteó en la cancha el Maestro Tabárez.
Sí Argentina tuvo una de las mejores hinchadas,-más allá de la mínima parte de “barrabravas” de la que tanto se habló en el país-, una de las más numerosas,-justamente porque desde el 2003 en adelante pasó lo peor de la crisis-, y de las más genuinas, resistiéndose a las vuvuzelas para tratar de hacerse escuchar con sus cánticos incomparables.

Toques finales

Finalmente, el mejor zaguero del Mundial seguramente está entre Puyol y Piqué; el mejor lateral probablemente haya sido Sergio Ramos; el mejor volante central,-aunque fue mucho más que eso-, el alemán Schwensteiger; los grandes elaboradores, tal lo apuntado, fueron Sneijder, Iniesta y Xavi y el mejor delantero Diego Forlán. El mejor gol probablemente haya que elegirlo entre el de Shabalala de Sudáfrica a México; el de Oezil a Ghana; el de Quagliarella a Eslovaquia; alguno de los de Alemania a Argentina porque llegaron tocando y se metieron con pelota y todo; o el de España a Portugal. Para el mejor partido es difícil por la abundancia: la propia final, España-Alemania, Alemania-Uruguay, Holanda-Uruguay, Eslovaquia – Italia, y, por supuesto, Alemania – Inglaterra. El mejor árbitro pudo haber sido el húngaro Viktor Kassai. Y el mejor arquero, entre varios muy buenos, fue el español Iker Casillas. Guantes de Oro, Copa del Mundo y la mejor novia para el mejor beso del Mundial, el que le estampó a la bella Sara Carbonero después que ella le hizo la último nota en la Zona Mixta del Soccer, entre cientos de periodistas. Como todo su equipo, sin miedo escénico…

Arco iris

Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010




Sudáfrica es la Nación del Arco Iris. Este fue el Mundial del Arco Iris. El Mundial de los mil colores, de todas las voces, de todas las razas, de todas las clases sociales. Una vez más el fútbol le ganó a los prejuicios. Sudáfrica no era una pesadilla. No era una elección caprichosa, más allá de que los votos de Africa son decisivos para la continuidad de la cúpula actual de la FIFA.
A la luz de lo vivido en este mes largo en este país, está claro que nuestros propios prejuicios también perdieron. Cuando terminó Alemania 2006 arriesgamos que iba a ser muy difícil siquiera acercarse a un Mundial así, hoy podemos decir que será muy difícil que en algún otro país que no sea Sudáfrica se pueda hacer un Mundial con tanta alegría, con tan buen espíritu de la gente, con tanta fiesta, tantos sonidos y tanto colorido, aun sabiendo que lo que viene es nada menos que Brasil.
Los prejuicios sobre Sudáfrica se fundaban en que no es precisamente una potencia futbolística ni muchos menos, y que no era considerada una plaza tradicional para los grandes acontecimientos. Claro, Africa es el primer continente, pero también el más olvidado y desprotegido. Pero el fútbol llegó hasta aquí, y no se equivocó. Esta gente le dio al Mundial una vida diferente, única, irrepetible. Este fue el Mundial más bailado y cantado de la historia. Hasta los policías se contagiaban cuando empezaba a sonar el Waka Waka, Wavin’ Flag o Shosholoza. También un Mundial que nos dejó sordos por la música a todo lo que da en las cancha, pero aun más por las vuvuzelas.
El ritmo sostenido empezaron a ponerlo las caderas de Shakira en Soweto y terminaron de darlo los equipos callejeros de todo el mundo y los voluntarios en el emocionante cierre del Football for Hope en la antes olvidada Alexandra, lejos lo que más nos tocó e corazón en este Mundial. Esos pibes que llegaban de a cientos de las villas para ocupar las tribunas, hacer sonar vuvuzelas como si estuvieran en “el otro Mundial” y gritando los goles de chicos y chicas con algarabía. Y con un marplatense, Federico Addiechi, como creador y responsable de todo eso.
Pero más allá de que la gente de Sudáfrica le puso el alma como ninguna a la Copa, que la siguió jugando con devoción aun cuando quedaron afuera los “Bafana, bafana”, que transmitió cariño al visitante todo el tiempo, este también fue un Mundial bien hecho. El balance final, al cabo, es positivo. Más allá de dificultades de alojamiento, logística en general y los graves problemas de transporte que la FIFA debió haber previsto, quizá con un compromiso mayor con esta cuestión, tratando de encontrarle una solución. No solo faltó un transporte serio y efectivo para la prensa, entre sedes, y dentro de las mismas ciudades, sino que el problema fue para todos. No puede ser que ni siquiera hubiera un transporte decoroso y regular entre Johannesburgo y Pretoria, dos capitales del país, dos sedes del Mundial, separadas apenas por 50 kilómetros. Y el problema urbano fue mayor en Johannesburgo que en ciudades turísticas. Johannesburgo es una gran urbe, una gran capital. Ponganse a pensar por un momento lo que sería Buenos Aires sin trenes, sin subtes y sin colectivos de línea. Pues eso, más o menos, es Johannesburgo. Una ciudad pensada para blancos con auto, nada más. Y que busca soluciones en ese aspecto pero que no se dan de un día para el otro, y que el Mundial no pudo completar. Tanto es así que para la Copa se pensó en la inauguración de un tren de alta velocidad para unir el Aeropuerto con Sandton,-centro neurálgico de Johannesburgo-, pero no se llegó a tiempo.
Al cabo, si Sudáfrica tuviera los trenes de Alemania, a este Mundial no habría con que darle.
En cuanto a la seguridad, también se rompieron muchos mitos. Más allá de casos aislados, aquí nos manejamos con absoluta libertad y sin problemas. Incluso viajando en las combis de los más humildes trabajadores negros, en las que algunos nos recomendaban no viajar.
En los estadios hubo seguridad simplemente porque Al Qaeda no quiso entrar. Lo hubiera hecho tranquilamente. Los controles no fueron lo riguroso que fueron en Alemania ni mucho menos. Y en eso hubo un aspecto fundamental, y no solo en las canchas: esta gente no concibe la desconfianza, confían en todo y en todos, entonces no consideran poder ser engañados de ninguna manera. Hay muchos ejemplos cotidianos para probarlo.
Aquí la sonrisa, el brazo tendido, la predisposición, estuvieron a la orden del día. Aquí ya se hizo común y corriente que cualquier persona a la que le preguntáramos en la calle por un lugar no solo nos indicara el camino sino que nos acompañara hasta él, perdiendo todo el tiempo que fuera necesario. Como el policía que no paró de caminar cuadras y cuadras junto a nosotros en Ciudad del Cabo hasta encontrar un lugar abierto dónde nos dieran de comer. O el buen señor que se desvió de su camino más de 20 kilómetros en su auto para llevarnos hasta la puerta del Lyon Park.
Ellos hicieron este Mundial único e irrepetible. Aunque ellos mismos, como todo, dicen que el que lo hizo posible fue Mandela (“84.490 cheer the man who made it happen”, dice el titular de ayer del The Start). Por eso su entrada al estadio, en la previa de España – Holanda, fue la penúltima gran emoción, hasta el gol de Iniesta y la vuelta olímpica. Mandela ideó todo esto. El Mundial de fútbol cerró un círculo, selló la reconciliación que el estadista empezó a idear a través del deporte con el Mundial de rugby de 15 años atrás. El arco iris se funde en el mismo cielo. Ahora falta la otra revolución, la económica, ahora falta la otra igualdad en la misma tierra.

El fútbol canta ooole….

España, el campeón del mundo del buen gusto
El primer título en la historia fue a puro toque. Derrotó en la final de Sudáfrica 2010 a Holanda por 1 a 0 en tiempo suplementario con tanto de Andrés Iniesta, la figura de un partido muy bien jugado que no tuvo más goles por el rendimiento de los arqueros.

Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 11 - 07 - 2010
Oooole…Oooole. Ahora lo canta España. Y le queda bien. Siempre se sintió el dueño de la pelota en este Mundial. Y ejerció ese rol aun en la derrota, en el arranque de la Copa. Por no renunciar nunca a la paciencia para tocar y tocar, por no abandonar ni en los momentos más complicados esa idea de fútbol ofensivo a partir de la estética y la precisa administración del balón, siempre privilegiando la elaboración incluso por sobre la verticalidad, España se anotó ayer en la historia de los que tienen títulos mundiales pero no como uno más, sino como el campeón del buen gusto.
A más adversidad, más juego. Esa fue la consigna siempre en este Mundial para España. Y también en la final. Para sobreponerse a una oposición titánica de Holanda, que a su vez debió resignarse a un papel más luchador ante el gran volumen de juego del rival.
España campeón del mundo, por primera vez en la historia. Y bien merecido lo tiene. No por la historia de la Furia, sí porque supo dejar atrás aquello y cambiar por mucho juego, más técnica, más estética. Sin resignar ni un ápice de esa idea, venció ayer a Holanda en una final muy difícil, por 1 a 0, con gol de Andrés Iniesta a cuatro minutos del final del tiempo suplementario, y se quedó con el título del inolvidable Sudáfrica 2010, en el estadio Soccer City, en el que además fue visitante, ante la enorme “marea naranja” que cubrió gran parte de las tribunas.
Suele pasar entre dos equipos que juegan muy bien a la pelota. Tienen tanta precisión, tanto “timming” para llegar justo al balón, que se neutralizan. Porque la precisión y la justeza también la tienen para ocupar los espacios correctos en el momento indicado.
Así fue como en el primer tiempo España y Holanda no se pudieron sacar ventaja. España intentó más su juego, y ejerció su clásico monopolio del balón en el primer cuarto de hora. Pero Holanda, que tuvo que necesariamente recurrir un poco más a los envios largos para salir del asedio, paulatinamente comenzó a cortar juego con eficacia,-aunque también superando el límite del reglamento-, en la mitad de la cancha, a través de sus “pacman”, Van Bommel y De Jong,
Justamente De Jong cometió una falta para expulsión en el minuto 28, por una patada descalificadora en el pecho de Xavi Alonso. Pero, claro, se trata de la final del Mundial, y el árbitro inglés Howard Webb, con cierto buen criterio, prefirió preservar todo el tiempo posible a los 22 protagonistas, aunque sin perder autoridad, teniendo en cuenta que hasta ahí ya había mostrado cuatro amarillas y advertido enérgicamente a Wesley Sneijder por un golpe a Xavi Alonso.
En ese primer cuarto de hora España “primereó”, una vez más, en su rol de todo el Mundial, el de ser el dueño de la pelota, incluso contra un equipo que no deja de administrar el balón así nomás.
Y en ese cuarto de hora España estuvo muy cerca de abrir la cuenta con un cabezazo de Sergio Ramos tras centro de Xavi que el arquero Stekelenburg neutralizó con una estirada espectacular baja. Y Heitinga salvó casi sobre la línea un remate cruzado del propio Ramos tras una combinación a un toque, a lo España, entre Busquets, Villa e Iniesta.
Ante ese predominio de España el primer tiro al arco de Holanda fue recién a los 17’, por intermedio de un tiro libre de Sneijder que se fue apenas afuera.
Pero en la medida en que De Jong y Van Bommel comenzaron a cortar líneas de pases, Holanda equilibró y hasta tuvo sus oportunidades, a los 37’, cuando Mathijsen “pifió” el remate final en clara posición de gol y a los 46’ cuando Casillas tapó abajo, muy bien, un disparo de Robben.

Por el ojo de la aguja

Aun más parejo fue el arranque del segundo tiempo, ya que Holanda adelantó unos metros sus líneas y apareció más en posiciones ofensivas. Sin embargo, volvió a estar primero cerca de convertir España, cuando Puyol bajó una pelota en el área para la entrada a la altura del segundo palo de Capdevila, quien pifió en la definición, en clara posición de gol, ya en el área chica. Poco después un tiro libre de Xavi se fue por poco afuera.
No obstante, la oportunidad más clara hasta ahí la tuvo Holanda cuando Sneijder metió el pase del Mundial, casi desde el piso, para dejar a Robben solo frente a Casillas. El delantero de Bayern Munich, hizo la lógica, tocando cruzado, pero la pelota dio en el empeine derecho del arquero.
Después de esa acción pareció querer “cerrar la persiana” Holanda, volvió a retrasarse y España volvió a tener la pelota, pero solo hasta tres cuartos o un poco antes, dónde se hicieron cada vez más fuertes Van Bommel y De Jong para cortar. Y cuando ellos fueron superados, los centrales holandeses, Heitinga y Mathijsen, respondieron con seguridad.
No obstante, Xavi y Andrés Iniesta no renunciaron a volver a enhebrar la aguja toda las veces que fuera necesario. Y España cerró el partido regular como lo empezó, ejerciendo el dominio a partir de la pelota. Estuvo cerca con un tiro libre de Xavi apenas desviado y cuando Heitinga y Van Der Wiel salvaron providencialmente en una misma jugada ante sendos remates de David Villa.
Pero de contraataque, casi sobre el final, volvió a tener una chance inmejorable Robben, cuando recibió un pase de cabeza de Van Persie en la mitad de la cancha y emprendió su clásica carrera a pura potencia para llevarse a Puyol y quedar otra vez frente a Casillas, que volvió a llegar antes. Un símbolo más de la final: por los arqueros, solo por ellos, el tiempo reglamentario terminó 0 a 0.

El terceto mágico

Pero en el tiempo añadido España salió decidido a cambiar su propia historia de frustraciones con más fútbol todavía. Con Xavi manejando los hilos, con Iniesta acompañando en la conducción pero ingeniándoselas también para herir en la zona de ejecución y con la suma, ahora, de un “tercer comando”, Cesc Fábregas, otro exquisito. Vicente del Bosque, está claro, dobló la apuesta.
Entre los tres construyeron todas las paredes que faltaban hasta escalar a la Copa. A los 5’ del primer tiempo suplementario el arquero holandés, una vez más, ahogó un grito de gol al tapar justo con su pie izquierdo un mano a mano con Cesc, tras asistencia notable de Iniesta. Tres minutos más tarde Fábregas devolvió gentilezas y dejó en posición de gol a Iniesta, pero cortó justo Van Bronckhorst. Cesc y Navas tuvieron otras situaciones, y Holanda solo llegó con un cabezazo de Mathijsen apenas desviado.
Justamente una combinación entre los tres “mágicos”, Fábregas-Xavi-Iniesta, terminó en la falta de Heitinga que le valió la tarjeta roja.
Y a los 11’ la fórmula Fábregas- Iniesta terminó siendo Mundial. “El Niño” Torres, quien había ingresado para el segundo tiempo suplementario, lanzó un centro fuerte que provocó un despeje fallido, sin vocación de defensor, de otro ingresado, Van der Vaart. La pelota le quedó justa a Cesc, cuyo toque sutil e inmediato derivó en Iniesta, quien esta vez no perdonó y definió cruzado abajo. Fue como una jugada de billar, con el despeje del rival incluído. Fue como todo el Mundial. La pelota, para el mejor. La pelota, siempre de España, campeón del mundo con el fútbol que le gusta a la gente.

Shosholoza

Desde Johannesburgo, Sudáfrica



La cantaba Nelson Mandela con Walter Sisulo y otros camaradas presos, cuando trabajaban en la cantera de cal de la inóspita Robben Island que visitamos hace unos días.
Volvió a cantarla muchos años después, a principios de 1995, cuando regresó a su celda y a esa cárcel con otros cien ex presos para una ceremonia muy especial.
Shosholoza era, y es, quizá, la canción preferida por los negros sudafricanos. Historicamente la cantaban los trabajadores negros en el éxodo, cuando tenían que emigrar desde las zonas rurales del sur de Africa hacia las minas de oro cercanas a Johannesburgo.
Shosholoza es una melodía bella, pegadiza y se puede traducir como “abrirse paso”, “viajar de prisa” o “avanzar”. La canción era muy popular en las canchas de fútbol y la cantaban casi exclusivamente los negros. El fútbol, en realidad, era un deporte casi exclusivo de los negros.
Dan Moyane fue un activista de Soweto, quien tuvo que huir a Mozambique por su lucha contra la segregación racial y se incorporó al CNA, el partido de la resistencia de Mandela, en el exilio. Dan Moyane odiaba el rugby, como deporte eminentemente blanco y símbolo de la dominación afrikáner que había terminado con los 566 chicos acribillados en la Masacre de Soweto de 1976.
Pero a la vuelta a su país, en 1991, cuando se levantó la prohibición al CNA obtuvo trabajo en una radio de Johannesburgo, y pronto empezó a conducir un programa de contacto con los oyentes junto a un ex jugador de rugby de Irlanda, John Robbie, quien se transformó en su amigo.
Un buen día, al comienzo del Mundial de rugby, pasaron Shosholoza, en una versión del grupo sudafricano Ladysmith Black Mambazo. A Moyane se le ocurrió decir que la canción debía transmitir un espíritu más fuerte, con más garra y pasión. Robbie lo desafió a cantarla al aire. Resultado: cantó un tramo, como un simple aficionado, pero con esa pasión de la que hablaba; al instante los teléfonos comenzaron a saturarse; le ofrecieron grabarla con un coro de Soweto y una semana antes de la final los organizadores del Mundial de rugby le ofrecieron cantarla en el estadio Ellis Park, una hora antes del choque de Sudáfrica ante los All Blacks.
Cuando lo hizo apareció en el tablero del estadio la letra de la canción en lengua zulú. En la introducción Moyane arengó: “Vamos a cantar la canción hasta echar a los All Blacks del estadio”. La cantaron todos, con unción y pasión, negros y blancos. Una canción callejera negra, una canción de fútbol, cantada por los herederos de los viejos enemigos que instalaron el apartheid. Moyane todavía hoy cuenta, en el maravilloso libro de Joan Carlín, “El factor humano” que mientras cantaba Shosholoza en la antesala de la final del Mundial de rugby se le vinieron a la mente “imágenes de 1976, de amigos encarcelados, a los que aquellos que estaban ahí-o por lo menos otros próximos a ellos, habían torturado y asesinado…”
Shosholoza ganó aquel partido antes que los Springboks. Y hoy también gana en el Mundial de fútbol. Empezamos nuestro atrapante viaje por Sudáfrica sin poder de dejar de tararear el “Wavin’Flag” que, algo parecido a Shosholoza en el torneo de rugby, no era el tema oficial pero terminó siendo el más cantado. Lo continuamos sin poder sacarnos el Waka Waka de la cabeza con un contagio que llega a todos, con imágenes que no olvidaremos, como esa de dos pétreos morenos custodios de policía en la puerta principal del Nelson Mandela Square que de repente no resistieron la tentación y se pusieron a bailar cuando se empezó a escuchar la canción de Shakira. Pero terminamos este viaje, definitivamente, entonando todo el tiempo Shosholoza, la cantamos hasta en sueños. Y no se imaginan como se les ilumina el rostro a los negros que atienden en cualquier negocio o nos escuchan al pasar por la calle que la cantamos.nosotros. Y ni que hablar cuando la pedimos en la casa de música. Es una canción con magia, que envuelve, que atrapa, de la que uno ya no se puede librar. Y tenía razón ese tal Don Moyane. Hay que cantarla con pasión, con devoción. La cantaban quienes iban a trabajar lejos de sus familias y lo hacían con la esperanza de la vuelta. También nosotros, aunque en condiciones bien distintas, pero admirando esa lucha, la cantamos a la hora del regreso. Shosholoza es “avanzar”, “abrirse paso”. Sudáfrica avanzó aun más hacia la libertad con el Mundial de fútbol. Y se abrió paso para siempre en nuestros corazones…

El fútbol llega dónde nadie llega

Desde Johannesburgo, Sudáfrica


Más que el deber cumplido... (foto gentileza José Raúl Duart)
Los voluntarios bailando en el final de la fiesta y la satisfacción del marplatense Federico Addiechi, responsable del conmovedor Football for Hope.


Hay un momento, cuando se proyecta la vida por venir, que puede ser en la adolescencia o más adelante, en el que uno se pregunta si podrá dejar algo, si podrá tener un cometido que sirva para algo en nuestra existencia.
Pero millones de seres humanos no pueden darse el “lujo”, en este mundo, de tener esos pensamientos filosóficos o metafísicos.
Quizá tampoco se lo propongan quienes trabajan para ellos, aunque esa vocación los lleve algún día a poner la cabeza en la almohada y comprobar, efectivamente, que están haciendo algo para los demás, que están dejando algo valioso.
Es lo que seguramente asaltará por estas horas los pensamientos del marplatense Federico Addiechi, jefe de Responsabilidad Social de la FIFA, quien ayer, en una tarde mágica, pudo ver cristalizado simbólica y prácticamente todo lo que ideó,-más que soñó- por el prójimo más desprotegido.
Uno, también en la almohada, tendrá la infinitamente menor satisfacción de al menos tratar de transmitir y contar algo lo que ayer se constituyó en una de las más emocionantes jornadas, sino la más, de este viaje atrapante por la Sudáfrica del Mundial.
A Alexandra nadie llega. Pero llegó el fútbol. Y llegó el Mundial. Gracias al marplatense Addiechi. Alexandra es una de las comunidades con más necesidades básicas incumplidas de Africa. Un lugar marginal, tildado de sumamente peligroso en Johannesburgo. Los asentamientos son mucho más precarios que los de Soweto, incluso. En un sector se puede hablar directamente de chozas. Pues hasta aquí llegó el Mundial.
“Nos propusimos que este sea el undécimo estadio del Mundial, y si era posible con mejor organización”, y lo conseguimos, dijo Addiechi en el discurso de clausura del Festival Football for Hope que se desarrolló del 4 al 10 de julio en Alexandra. Le habló a más de 3.000 pibes del lugar, que llegaron gratuitamente. Aunque muchos miles más se acercaron al estadio especialmente montado allí, en el corazón de Alexandra, durante los días de competencia.
Se trató de un verdadero Mundial de fútbol callejero, que la FIFA, a través de la idea de Addiechi, llevó adelante con diversas ONG y fundamentalmente con Streetbootballworld. Participaron 32 equipos de equipos mixtos, de chicos y chicas de 15 a 18 años de todo el mundo, que compitieron sin árbitros con la consigna de resolver “cualquier desavenencia por medio del diálogo, un método comprobado para promover el desarrollo personal y la comprensión mutua”.
Addiechi le entregó la Copa del campeón a un equipo de Kenya pero más emotivo aun fue el momento en el que entregó el trofeo “Fair Play”, institucionalizado como el más importante de este certamen, al equipo de Camboya. Los chicos lloraban y él también. Entre los 100 programas de Responsabilidad Social que Addiechi lleva adelante para la FIFA en 50 países, quizá el más fuerte y conmovedor es el que se concretó en Camboya, dónde los pibes viven entre cuatro millones de minas terrestres antipersonales. “El fútbol llegó hasta ahí, con educación y salud, y contribuye a concientizar sobre ese peligro a los pibes, que por miles arriesgan sus vidas tratando de sacar una moneda de los cascos de esas minas”, explica Federico. Los chicos que jugaron este torneo no solo no tenían pasaporte sino que no tenían nombre registrado a la manera que se concibe en Occidente. Addiechi se encargó personalmente de que ¡tuvieran un nombre!, y de que luego contaran con su pasaporte para jugar el Mundial. Es imposible de describir lo que se sintió ayer en el estadio de Alesandra cuando Addiechi les entregó el premio Fair Play, los pibes le hacían señas de devoción y el capitán le regaló su bufanda al marplatense en plena ceremonia. Luego todos terminaron bailando el Waka Waka en la cancha, los jugadores y jugadoras de todo el mundo,-también los de Argentina, que desplegaron una bandera gigante-, los voluntarios y las más de 600 personas afectadas al festival, la mayoría de ellas de la propia Alexandra, para que tengan trabajo y los miles de pibes que bajaron de la tribuna, habitantes de los asentamientos del lugar. Los que supuestamente eran muy “peligrosos”.
Fue lo mejor del Mundial. Del Mundial que casi no se contó en los medios. Y que afortunadamente es solo una muestra de lo que la FIFA hace y seguirá haciendo por el Desarrollo Social desde que Addiechi personalmente lo convenció a Blatter, para que aplique un importante presupuesto. “Antes la FIFA solo ponía plata, en programas de Naciones Unidas, de Unicef, y se desentendía, ahora esos programas los lleva adelante directamente el fútbol”, explica también el marplatense. En Alexandra, en las minas terrestres de Camboya, entre los refugiados de Australia, o entre una comunidad de ShakaZulú de Sudáfrica, dónde el Sida alcanza casi al 50% de los habitantes. Ellos no pueden proyectar el porvenir, ni siquiera el día de mañana. Un marplatense ejemplar llevó a la FIFA a pensar por ellos. Y aunque quede mucho por resolver, nada se podrá comparar con esa íntima satisfacción.

Argentina, Messi y Sneijder


Un stand que es un orgullo para el país en el Sandton Convention Centre. La elección de los diez mejores, lo mal que lo acompañaron a Lío, y el voto de LA CAPITAL, que va para el 10 de Holanda.


Desde Johannesburgo, Sudáfrica

Entramos al Sandton Convention Centre de Johannesburgo -fuera de las canchas, el corazón del Mundial-, y lo primero con que nos encontramos, bien en el centro, es con el stand de Argentina, que es, lejos, el mejor de todos, el más grande, el más cómodamente dispuesto y con más atenciones para los visitantes. Mucho más importante, incluso, que el de Brasil 2014, que no es poca cosa. También hay stands para destacar de la propia Sudáfrica, Tanzania y Abu Dhabi (que aspira al Mundial 2018).
El de Argentina, en realidad del Bicentenario Argentino, está dispuesto desde antes del comienzo del Mundial por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación, y su Fundación Exportar, con aporte de la Secretaría de Turismo de la Nación y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Presidencia de la Nación. Hay todo tipo de material informativo, turístico y cultural y chicas que atienden muy bien. Y los visitantes de todo el mundo se pueden llevar, entre otras cosas, los mejores documentales del Canal Encuentro (un verdadero orgullo nacional), entre ellos el de la vida de San Martín y la Batalla de San Lorenzo; mate; yerba; dulce de leche de exportación? Y, además, una joya como no hay otra en este lugar: un compact con el mejor folklore del país, compilado por nada menos que Gustavo Santaolalla y que incluye música de todas las regiones de Argentina, como, por ejemplo, interpretaciones de Los Hermanos Abalos, Los Fronterizos y el mítico Jorge Cafrune por la música del norte; el maravilloso Regreso a la Tonada por Cuyo, interpretado por nada menos que Mercedes Sosa; Los Hermanos, por Atahualpa Yupanqui para los sones del sur; interpretaciones de Jaime Torres y Eduardo Falú de la música del noroeste o de Isaco Abitbol y Tránsito Cocomarola, con el "segundo himno nacional", el de la República de Corrientes, Kilómetro 11, para los sonidos característicos del Litoral.
Nos subyugó Argentina, y la muy buena atención de su gente, pero en realidad llegamos hasta aquí por otra cosa. Para la conferencia de la FIFA y la marca de las tres tiras para la presentación del Golden Ball, el anuncio de la nómina de los diez mejores jugadores del Mundial sobre la cual tendremos que votar los periodistas acreditados, sobre quien fue el mejor futbolista de esta Copa. No estará la perspectiva de la final pero igual vale. Por caso, en el Mundial 2006, esa votación determinó que el mejor fue Zidane, y no se equivocó, pese a que después la FIFA, por lo que ocurrió en la final -el famoso cabezazo a Materazzi-, eligió a Cannavaro como el futbolista de la temporada.
Los diez candidatos para el Balón de Oro 2010, al cabo, son los españoles Andrés Iniesta, David Villa y Xavi; los holandeses Arjen Robben y Wesley Sneijder; los alemanes Mesut Özil y Bastian Scheweinsteiger; el uruguayo Diego Forlán; y el ghanés Asamoah Gyan y el argentino Lionel Messi, estos últimos los únicos dos pertenecientes a equipos que no quedaron entre los cuatro primeros de la Copa del Mundo.
A partir de ayer los periodistas acreditados para el Mundial podemos votar a través del FIFA Media Channel al que se accede en la página oficial de FIFA con los códigos respectivos. Una pena no poder votar a Messi. El equipo no lo ayudó. Los sudafricanos ya lo habían elegido a él como el futbolista más querido, enseguida eso lo determinó el termómetro de la calle, más allá de la explosión Higuaín después de los tres goles a Corea. Messi necesita urgente un docente al lado en la Selección, como lo tiene con Guardiola en Barcelona. Y necesita abastecedores de juego que alimenten su ejecución brillante, como los tiene también en su club con Iniesta y Xavi. Todavía, si le llega ese docente ya, si vuelve un estratega que lo haga ejecutar como nadie, y si se abandona rápidamente aquel diagnóstico equivocado de que él puede ser "el 10", el conductor o el que se cargue "el equipo al hombro", se podrá soñar con que Messi sea finalmente el Golden Ball nada menos que en Brasil 2014. Nada disfrutaríamos más que en la propia casa del rival de siempre.
Mientras tanto LA CAPITAL (único medio marplatense acreditado a la Copa del Mundo con un periodista de la ciudad) adelanta su voto: Wesley Sneijder. Es el futbolista del Mundial que mejor entiende el juego, junto con Andrés Iniesta y Xavi, quienes seguramente quedarán mejor posicionados para el jugador FIFA 2010 si es que al cabo España se queda con la final. Y estará bien también. Pero Sneijder es el mejor estratega de este Mundial, el más completo, el que no necesita correr para jugar bien, fiel a la premisa del maestro holandés Johan Cruyff. Sneijder tiene una computadora en la cabeza, y todo el mapa de la cancha. Y se retrasa y toca para atrás todas las veces que sea necesario para que el equipo vuelva a empezar y encuentre el camino hacia adelante y sus propios pases-gol milimétricos. En Argentina -así estamos-, le dirían "lento" (y sirve la asociación que inmediatamente les venga a la cabeza con lo que ocurre efectivamente con nuestro fútbol) pero lo cierto es que en la Selección Messi necesita un Sneijder ya. A Xavi e Iniesta ya los tiene.