Se fue como llegó

El que a hierro mata, a hierro muere.
Maradona no llegó bien a la Selección. Maradona no se va bien de la Selección. Una pena.
Más allá de su portación de apellido (¡y que apellido!, el más importante de la historia del fútbol argentino) Maradona no había hecho ningún mérito para ser el DT de la Selección. Es más, ni siquiera era DT cuando asumió. Apenas tenía un puñado de partidos dirigidos con Mandiyú y Racing, con más derrotas que victorias.
Para decirlo claramente, y sin eufemismos: Maradona había llegado a la Selección por un "complot", por una “trenza” armada con algunos “referentes” del equipo nacional, para desplazar a Alfio Basile y ungirse como candidato, de la que no quiso participar Juan Román Riquelme,-que era, hasta ahí, “el” referente y el goleador del equipo en las eliminatorias- porque la ética es la más valiosa de las banderas y porque nunca hay que confundir la Selección con La Patria.
Y Maradona llegó también a la Selección por marketing, porque “vende”, y porque Grondona encontró en su nombre la mejor manera de eludir otra vez la contratación del técnico que merece naturalmente dirigir a Argentina desde hace muchos años, Carlos Bianchi.
Maradona, al cabo, llegó así a la Selección. No precisamante por concurso de méritos y antecedentes. No porque tuviera un buen proyecto para el equipo nacional. No por un camino claro y diáfano, aunque más largo, por el que de todos modos hubiera arribado igual a Argentina, aunque tras una necesaria etapa de aprendizaje y sin quemar etapas con poco reparo en los escrupulos.
Maradona llegó mal a la Selección. Maradona se va mal de la Selección.
El procedimiento por el que se va es tan detestable como el modo en el que llegó. Julio Grondona, el presidente de la AFA, al lado de quien Maquiavelo quedaría como el niño más ingenuo e inocente, no le dijo de frente a Maradona que dejaba de ser el DT de la Selección porque su conducción había sido desastrosa, por el vergonzante 0-4 con Alemania, porque nunca se supo a que jugó Argentina, por la falta de una idea de juego, por los escándalos de todos los días, por el 1-6 con Bolivia, por el baile de Brasil en Rosario, por las derrotas sin contenido ante Ecuador y Paraguay, por la agonía frente a Perú y Uruguay, porque por su culpa la Selección se quedó sin su jugador más importante, Riquelme… No, Grondona no le dijo nada de eso. Grondona no le dijo la verdad. Grondona buscó chivos expiatorios, la excusa de sus siete colaboradores, la quita de poder y respaldo absoluto.
Un engaño más. Si Maradona se va porque le sacan sus ayudantes, porque no puede trabajar con su gente, pero Grondona no lo cuestionó directamente a él, tendríamos que creer que todo o casi todo lo que se hizo en la Selección en los últimos dos años estuvo bien. Nada más lejos de la realidad.
Pero el que a hierro mata, a hierro muere. El que llega acortando caminos, y hasta "metiendo una zancadilla", también puede hacer más ruido a la hora de la caída. Maradona, el ídolo, el que queremos tanto por todo lo que le dio al fútbol argentino, por las alegría que le dio al pueblo dentro de una cancha, no merecía que el mito se desgastara de esta manera. Lo habíamos advertido antes de que asumiera. Tampoco, en consecuencia, merecía este trato en la despedida, esta falta de respeto a su trayectoria y a lo que significa para nuestro fútbol. Pero él mismo tuvo que atenerse a las consecuencias de malos procedimientos…
Ojalá Maradona vuelva alguna vez a ser DT de la Selección. Pero cuando sea DT. Cuando queme las etapas necesarias. Cuando se dedique a hablar del juego y no de lo que lo rodea. Y cuando realmente le preocupe el juego. Cuando un equipo suyo sea capaz realmente de representarlo como lo que era como jugador. Cuando un equipo suyo busque la capacidad de elaboración que él siempre ostentaba con los pies y la cabeza. Ojalá, cuando sea realmente DT, Maradona vuelva a la Selección. Y ojalá ya no este Bilardo. Que todavía no haya renunciado a su cargo en la AFA lo califica. Más bien ratifica lo que muchos sabíamos sobre sus procedimientos en la vida.

Cuando se le pierde el miedo a jugar

El balance saludable del Mundial



Una gran final. España, un campeón osado, con toda la elaboración que le faltó a Argentina. Los mejores entre mejores. Forlán, a la altura de la circunstancia. Y todos “nos rendimos” ante Iker…



Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010


España fue el ganador de una gran final. Eso engrandece más su primer título de campeón del mundo. Quizá, por el cero prolongado, las emociones y los atractivos no hayan sido tantas a través de la televisión. Pero en la cancha nunca antes pudimos ver una disputa entre gigantes como la del domingo en el Soccer City, para definir el Mundial Sudáfrica 2010. Gigantes no por el porte físico, precisamente, sino por la envergadura futbolística de los protagonistas.
Por eso se enaltece más el talento colectivo de ambos equipos y el rendimiento individual de cada futbolista. Por el peso específico de lo que tuvieron enfrente. Cada uno de los mejores se topó con otros mejores. Y entonces la calificación de cada uno, la valoración individual, se engrandece. Por caso, Arjen Robben no pudo concretar dos situaciones clarísimas. Pero enfrente tuvo a un Iker Casillas enorme y, además, para llegar a esas oportunidades, mostró gran potencia y precisión en velocidad para arrastrar la marca de jugadores de la talla de Carles Puyol, nada menos. Y Wesley Sneijder, el jugador del Mundial para el voto de LA CAPITAL,-la elección que dispone la FIFA se hace antes de la final-, no tuvo participación tan decisiva y continua como generador de juego como en encuentros anteriores, pero el par de estiletazos únicos que metió,-que estuvieron a punto de darle la Copa a Holanda, nada menos-, fueron entre algunos de los mejores volantes y defensores del Mundial, por caso Busquets o Piqué.
Del otro lado, todo lo que hicieron Xavi e Iniesta, todo lo que enhebraron en esta final, fue por el agujero más fino, porque tuvieron que tomarse con nada menos que Van Bommel y De Jong, quizá la pareja de volantes centrales más fuerte de la Copa del Mundo, con el agregado de que en este cotejo decisivo jugaron por sobre el límite del
reglamento.


Cada vez más juego

Al cabo, España fue el mejor entre mejores. Porque asumió riesgos siempre, sin miedos para apostar a poner en cancha cada vez más constructores de juego y menos “destructores”.
Y Holanda no pudo ser en toda su dimensión la Naranja no Mecánica de todo el resto del Mundial, un equipo con gran capacidad para administrar el balón todo el tiempo en campo contrario, porque enfrente tuvo a un equipo que hace lo mismo, pero aun mejor. A alguien, entonces, le tuvo que tocar el otro rol. Pero por eso, por el “timming” casi perfecto que tienen también los jugadores de Holanda tanto para tener la pelota como para llegar antes a ella y ocupar los espacios, es que no es casual que España, aun con una gran producción futbolística,-como otras tantas que brindó en el Mundial- no haya podido resolver el partido antes. No es casual tampoco, entonces, que Holanda no registrara derrotas en 25 partidos y que se haya necesitado un suplementario para que el mejor equipo del mundo de más de dos años a esta parte pudiera finalmente doblegarlo.
Al cabo, se fue el Mundial, y ya empezamos a sentir nostalgia por él, cuando las calles de Johannesburgo ya no respiran tanto fútbol, cuando ya casi no hay festejos de España, que trajo pocos hinchas por la crisis. Y cuando ya los señores holandeses que hasta ayer nos manifestaban su amor por Máxima y las bellas holandesas que nos sonreían al pasar, ni siquiera nos dan la hora. Todavía queda mucho de aquella “marea naranja” que invadió el Soccer, pero ya sin rostros de alegría.
Y el sabor que nos deja el Mundial en la despedida, en lo estrictamente deportivo, es agridulce. Vimos la mejor final de los últimos veinte años,-de la del 98 se recuerda la notable producción de Francia pero con una enorme superioridad-, que fue el reflejo del juego paciente y por abajo, de toque y circulación, que prevaleció entre los mejores durante toda la competencia, pero que también nos muestra, patéticamente, todo lo que debió haber hecho Argentina y no hizo. Por lo pronto, tener una idea de juego, saber a que se juega. Por decisiones equivocadas, a la Selección le faltó toda la elaboración que le sobró a España, y así Argentina no pudo explotar su enorme capacidad de ejecución.
Una pena, por una brillante generación perdida. Y porque Messi desperdició una oportunidad de ser el mejor de todos, sencillamente porque el equipo no lo acompañó, y porque él tampoco es capaz de ponerse un equipo al hombro. El problema fue hacérselo creer, ese error grave de diagnóstico.
Diego Forlán sí, pese a ser también un ejecutante brillante, más que un conductor de juego, estuvo a la altura de la circunstancia, y fue elegido por el Balón de Oro por la mayoría de los periodistas acreditados. Uruguay, su equipo, conciente de sus limitaciones, pero también de su grandeza, siempre supo a que jugaba en este Mundial, con la idea que planteó en la cancha el Maestro Tabárez.
Sí Argentina tuvo una de las mejores hinchadas,-más allá de la mínima parte de “barrabravas” de la que tanto se habló en el país-, una de las más numerosas,-justamente porque desde el 2003 en adelante pasó lo peor de la crisis-, y de las más genuinas, resistiéndose a las vuvuzelas para tratar de hacerse escuchar con sus cánticos incomparables.

Toques finales

Finalmente, el mejor zaguero del Mundial seguramente está entre Puyol y Piqué; el mejor lateral probablemente haya sido Sergio Ramos; el mejor volante central,-aunque fue mucho más que eso-, el alemán Schwensteiger; los grandes elaboradores, tal lo apuntado, fueron Sneijder, Iniesta y Xavi y el mejor delantero Diego Forlán. El mejor gol probablemente haya que elegirlo entre el de Shabalala de Sudáfrica a México; el de Oezil a Ghana; el de Quagliarella a Eslovaquia; alguno de los de Alemania a Argentina porque llegaron tocando y se metieron con pelota y todo; o el de España a Portugal. Para el mejor partido es difícil por la abundancia: la propia final, España-Alemania, Alemania-Uruguay, Holanda-Uruguay, Eslovaquia – Italia, y, por supuesto, Alemania – Inglaterra. El mejor árbitro pudo haber sido el húngaro Viktor Kassai. Y el mejor arquero, entre varios muy buenos, fue el español Iker Casillas. Guantes de Oro, Copa del Mundo y la mejor novia para el mejor beso del Mundial, el que le estampó a la bella Sara Carbonero después que ella le hizo la último nota en la Zona Mixta del Soccer, entre cientos de periodistas. Como todo su equipo, sin miedo escénico…

Cuando se le pierde el miedo a jugar

El balance saludable del Mundial



Una gran final. España, un campeón osado, con toda la elaboración que le faltó a Argentina. Los mejores entre mejores. Forlán, a la altura de la circunstancia. Y todos “nos rendimos” ante Iker…



Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010


España fue el ganador de una gran final. Eso engrandece más su primer título de campeón del mundo. Quizá, por el cero prolongado, las emociones y los atractivos no hayan sido tantas a través de la televisión. Pero en la cancha nunca antes pudimos ver una disputa entre gigantes como la del domingo en el Soccer City, para definir el Mundial Sudáfrica 2010. Gigantes no por el porte físico, precisamente, sino por la envergadura futbolística de los protagonistas.
Por eso se enaltece más el talento colectivo de ambos equipos y el rendimiento individual de cada futbolista. Por el peso específico de lo que tuvieron enfrente. Cada uno de los mejores se topó con otros mejores. Y entonces la calificación de cada uno, la valoración individual, se engrandece. Por caso, Arjen Robben no pudo concretar dos situaciones clarísimas. Pero enfrente tuvo a un Iker Casillas enorme y, además, para llegar a esas oportunidades, mostró gran potencia y precisión en velocidad para arrastrar la marca de jugadores de la talla de Carles Puyol, nada menos. Y Wesley Sneijder, el jugador del Mundial para el voto de LA CAPITAL,-la elección que dispone la FIFA se hace antes de la final-, no tuvo participación tan decisiva y continua como generador de juego como en encuentros anteriores, pero el par de estiletazos únicos que metió,-que estuvieron a punto de darle la Copa a Holanda, nada menos-, fueron entre algunos de los mejores volantes y defensores del Mundial, por caso Busquets o Piqué.
Del otro lado, todo lo que hicieron Xavi e Iniesta, todo lo que enhebraron en esta final, fue por el agujero más fino, porque tuvieron que tomarse con nada menos que Van Bommel y De Jong, quizá la pareja de volantes centrales más fuerte de la Copa del Mundo, con el agregado de que en este cotejo decisivo jugaron por sobre el límite del
reglamento.


Cada vez más juego

Al cabo, España fue el mejor entre mejores. Porque asumió riesgos siempre, sin miedos para apostar a poner en cancha cada vez más constructores de juego y menos “destructores”.
Y Holanda no pudo ser en toda su dimensión la Naranja no Mecánica de todo el resto del Mundial, un equipo con gran capacidad para administrar el balón todo el tiempo en campo contrario, porque enfrente tuvo a un equipo que hace lo mismo, pero aun mejor. A alguien, entonces, le tuvo que tocar el otro rol. Pero por eso, por el “timming” casi perfecto que tienen también los jugadores de Holanda tanto para tener la pelota como para llegar antes a ella y ocupar los espacios, es que no es casual que España, aun con una gran producción futbolística,-como otras tantas que brindó en el Mundial- no haya podido resolver el partido antes. No es casual tampoco, entonces, que Holanda no registrara derrotas en 25 partidos y que se haya necesitado un suplementario para que el mejor equipo del mundo de más de dos años a esta parte pudiera finalmente doblegarlo.
Al cabo, se fue el Mundial, y ya empezamos a sentir nostalgia por él, cuando las calles de Johannesburgo ya no respiran tanto fútbol, cuando ya casi no hay festejos de España, que trajo pocos hinchas por la crisis. Y cuando ya los señores holandeses que hasta ayer nos manifestaban su amor por Máxima y las bellas holandesas que nos sonreían al pasar, ni siquiera nos dan la hora. Todavía queda mucho de aquella “marea naranja” que invadió el Soccer, pero ya sin rostros de alegría.
Y el sabor que nos deja el Mundial en la despedida, en lo estrictamente deportivo, es agridulce. Vimos la mejor final de los últimos veinte años,-de la del 98 se recuerda la notable producción de Francia pero con una enorme superioridad-, que fue el reflejo del juego paciente y por abajo, de toque y circulación, que prevaleció entre los mejores durante toda la competencia, pero que también nos muestra, patéticamente, todo lo que debió haber hecho Argentina y no hizo. Por lo pronto, tener una idea de juego, saber a que se juega. Por decisiones equivocadas, a la Selección le faltó toda la elaboración que le sobró a España, y así Argentina no pudo explotar su enorme capacidad de ejecución.
Una pena, por una brillante generación perdida. Y porque Messi desperdició una oportunidad de ser el mejor de todos, sencillamente porque el equipo no lo acompañó, y porque él tampoco es capaz de ponerse un equipo al hombro. El problema fue hacérselo creer, ese error grave de diagnóstico.
Diego Forlán sí, pese a ser también un ejecutante brillante, más que un conductor de juego, estuvo a la altura de la circunstancia, y fue elegido por el Balón de Oro por la mayoría de los periodistas acreditados. Uruguay, su equipo, conciente de sus limitaciones, pero también de su grandeza, siempre supo a que jugaba en este Mundial, con la idea que planteó en la cancha el Maestro Tabárez.
Sí Argentina tuvo una de las mejores hinchadas,-más allá de la mínima parte de “barrabravas” de la que tanto se habló en el país-, una de las más numerosas,-justamente porque desde el 2003 en adelante pasó lo peor de la crisis-, y de las más genuinas, resistiéndose a las vuvuzelas para tratar de hacerse escuchar con sus cánticos incomparables.

Toques finales

Finalmente, el mejor zaguero del Mundial seguramente está entre Puyol y Piqué; el mejor lateral probablemente haya sido Sergio Ramos; el mejor volante central,-aunque fue mucho más que eso-, el alemán Schwensteiger; los grandes elaboradores, tal lo apuntado, fueron Sneijder, Iniesta y Xavi y el mejor delantero Diego Forlán. El mejor gol probablemente haya que elegirlo entre el de Shabalala de Sudáfrica a México; el de Oezil a Ghana; el de Quagliarella a Eslovaquia; alguno de los de Alemania a Argentina porque llegaron tocando y se metieron con pelota y todo; o el de España a Portugal. Para el mejor partido es difícil por la abundancia: la propia final, España-Alemania, Alemania-Uruguay, Holanda-Uruguay, Eslovaquia – Italia, y, por supuesto, Alemania – Inglaterra. El mejor árbitro pudo haber sido el húngaro Viktor Kassai. Y el mejor arquero, entre varios muy buenos, fue el español Iker Casillas. Guantes de Oro, Copa del Mundo y la mejor novia para el mejor beso del Mundial, el que le estampó a la bella Sara Carbonero después que ella le hizo la último nota en la Zona Mixta del Soccer, entre cientos de periodistas. Como todo su equipo, sin miedo escénico…

Arco iris

Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 12 - 07 - 2010




Sudáfrica es la Nación del Arco Iris. Este fue el Mundial del Arco Iris. El Mundial de los mil colores, de todas las voces, de todas las razas, de todas las clases sociales. Una vez más el fútbol le ganó a los prejuicios. Sudáfrica no era una pesadilla. No era una elección caprichosa, más allá de que los votos de Africa son decisivos para la continuidad de la cúpula actual de la FIFA.
A la luz de lo vivido en este mes largo en este país, está claro que nuestros propios prejuicios también perdieron. Cuando terminó Alemania 2006 arriesgamos que iba a ser muy difícil siquiera acercarse a un Mundial así, hoy podemos decir que será muy difícil que en algún otro país que no sea Sudáfrica se pueda hacer un Mundial con tanta alegría, con tan buen espíritu de la gente, con tanta fiesta, tantos sonidos y tanto colorido, aun sabiendo que lo que viene es nada menos que Brasil.
Los prejuicios sobre Sudáfrica se fundaban en que no es precisamente una potencia futbolística ni muchos menos, y que no era considerada una plaza tradicional para los grandes acontecimientos. Claro, Africa es el primer continente, pero también el más olvidado y desprotegido. Pero el fútbol llegó hasta aquí, y no se equivocó. Esta gente le dio al Mundial una vida diferente, única, irrepetible. Este fue el Mundial más bailado y cantado de la historia. Hasta los policías se contagiaban cuando empezaba a sonar el Waka Waka, Wavin’ Flag o Shosholoza. También un Mundial que nos dejó sordos por la música a todo lo que da en las cancha, pero aun más por las vuvuzelas.
El ritmo sostenido empezaron a ponerlo las caderas de Shakira en Soweto y terminaron de darlo los equipos callejeros de todo el mundo y los voluntarios en el emocionante cierre del Football for Hope en la antes olvidada Alexandra, lejos lo que más nos tocó e corazón en este Mundial. Esos pibes que llegaban de a cientos de las villas para ocupar las tribunas, hacer sonar vuvuzelas como si estuvieran en “el otro Mundial” y gritando los goles de chicos y chicas con algarabía. Y con un marplatense, Federico Addiechi, como creador y responsable de todo eso.
Pero más allá de que la gente de Sudáfrica le puso el alma como ninguna a la Copa, que la siguió jugando con devoción aun cuando quedaron afuera los “Bafana, bafana”, que transmitió cariño al visitante todo el tiempo, este también fue un Mundial bien hecho. El balance final, al cabo, es positivo. Más allá de dificultades de alojamiento, logística en general y los graves problemas de transporte que la FIFA debió haber previsto, quizá con un compromiso mayor con esta cuestión, tratando de encontrarle una solución. No solo faltó un transporte serio y efectivo para la prensa, entre sedes, y dentro de las mismas ciudades, sino que el problema fue para todos. No puede ser que ni siquiera hubiera un transporte decoroso y regular entre Johannesburgo y Pretoria, dos capitales del país, dos sedes del Mundial, separadas apenas por 50 kilómetros. Y el problema urbano fue mayor en Johannesburgo que en ciudades turísticas. Johannesburgo es una gran urbe, una gran capital. Ponganse a pensar por un momento lo que sería Buenos Aires sin trenes, sin subtes y sin colectivos de línea. Pues eso, más o menos, es Johannesburgo. Una ciudad pensada para blancos con auto, nada más. Y que busca soluciones en ese aspecto pero que no se dan de un día para el otro, y que el Mundial no pudo completar. Tanto es así que para la Copa se pensó en la inauguración de un tren de alta velocidad para unir el Aeropuerto con Sandton,-centro neurálgico de Johannesburgo-, pero no se llegó a tiempo.
Al cabo, si Sudáfrica tuviera los trenes de Alemania, a este Mundial no habría con que darle.
En cuanto a la seguridad, también se rompieron muchos mitos. Más allá de casos aislados, aquí nos manejamos con absoluta libertad y sin problemas. Incluso viajando en las combis de los más humildes trabajadores negros, en las que algunos nos recomendaban no viajar.
En los estadios hubo seguridad simplemente porque Al Qaeda no quiso entrar. Lo hubiera hecho tranquilamente. Los controles no fueron lo riguroso que fueron en Alemania ni mucho menos. Y en eso hubo un aspecto fundamental, y no solo en las canchas: esta gente no concibe la desconfianza, confían en todo y en todos, entonces no consideran poder ser engañados de ninguna manera. Hay muchos ejemplos cotidianos para probarlo.
Aquí la sonrisa, el brazo tendido, la predisposición, estuvieron a la orden del día. Aquí ya se hizo común y corriente que cualquier persona a la que le preguntáramos en la calle por un lugar no solo nos indicara el camino sino que nos acompañara hasta él, perdiendo todo el tiempo que fuera necesario. Como el policía que no paró de caminar cuadras y cuadras junto a nosotros en Ciudad del Cabo hasta encontrar un lugar abierto dónde nos dieran de comer. O el buen señor que se desvió de su camino más de 20 kilómetros en su auto para llevarnos hasta la puerta del Lyon Park.
Ellos hicieron este Mundial único e irrepetible. Aunque ellos mismos, como todo, dicen que el que lo hizo posible fue Mandela (“84.490 cheer the man who made it happen”, dice el titular de ayer del The Start). Por eso su entrada al estadio, en la previa de España – Holanda, fue la penúltima gran emoción, hasta el gol de Iniesta y la vuelta olímpica. Mandela ideó todo esto. El Mundial de fútbol cerró un círculo, selló la reconciliación que el estadista empezó a idear a través del deporte con el Mundial de rugby de 15 años atrás. El arco iris se funde en el mismo cielo. Ahora falta la otra revolución, la económica, ahora falta la otra igualdad en la misma tierra.

El fútbol canta ooole….

España, el campeón del mundo del buen gusto
El primer título en la historia fue a puro toque. Derrotó en la final de Sudáfrica 2010 a Holanda por 1 a 0 en tiempo suplementario con tanto de Andrés Iniesta, la figura de un partido muy bien jugado que no tuvo más goles por el rendimiento de los arqueros.

Desde Johannesburgo, Sudáfrica - 11 - 07 - 2010
Oooole…Oooole. Ahora lo canta España. Y le queda bien. Siempre se sintió el dueño de la pelota en este Mundial. Y ejerció ese rol aun en la derrota, en el arranque de la Copa. Por no renunciar nunca a la paciencia para tocar y tocar, por no abandonar ni en los momentos más complicados esa idea de fútbol ofensivo a partir de la estética y la precisa administración del balón, siempre privilegiando la elaboración incluso por sobre la verticalidad, España se anotó ayer en la historia de los que tienen títulos mundiales pero no como uno más, sino como el campeón del buen gusto.
A más adversidad, más juego. Esa fue la consigna siempre en este Mundial para España. Y también en la final. Para sobreponerse a una oposición titánica de Holanda, que a su vez debió resignarse a un papel más luchador ante el gran volumen de juego del rival.
España campeón del mundo, por primera vez en la historia. Y bien merecido lo tiene. No por la historia de la Furia, sí porque supo dejar atrás aquello y cambiar por mucho juego, más técnica, más estética. Sin resignar ni un ápice de esa idea, venció ayer a Holanda en una final muy difícil, por 1 a 0, con gol de Andrés Iniesta a cuatro minutos del final del tiempo suplementario, y se quedó con el título del inolvidable Sudáfrica 2010, en el estadio Soccer City, en el que además fue visitante, ante la enorme “marea naranja” que cubrió gran parte de las tribunas.
Suele pasar entre dos equipos que juegan muy bien a la pelota. Tienen tanta precisión, tanto “timming” para llegar justo al balón, que se neutralizan. Porque la precisión y la justeza también la tienen para ocupar los espacios correctos en el momento indicado.
Así fue como en el primer tiempo España y Holanda no se pudieron sacar ventaja. España intentó más su juego, y ejerció su clásico monopolio del balón en el primer cuarto de hora. Pero Holanda, que tuvo que necesariamente recurrir un poco más a los envios largos para salir del asedio, paulatinamente comenzó a cortar juego con eficacia,-aunque también superando el límite del reglamento-, en la mitad de la cancha, a través de sus “pacman”, Van Bommel y De Jong,
Justamente De Jong cometió una falta para expulsión en el minuto 28, por una patada descalificadora en el pecho de Xavi Alonso. Pero, claro, se trata de la final del Mundial, y el árbitro inglés Howard Webb, con cierto buen criterio, prefirió preservar todo el tiempo posible a los 22 protagonistas, aunque sin perder autoridad, teniendo en cuenta que hasta ahí ya había mostrado cuatro amarillas y advertido enérgicamente a Wesley Sneijder por un golpe a Xavi Alonso.
En ese primer cuarto de hora España “primereó”, una vez más, en su rol de todo el Mundial, el de ser el dueño de la pelota, incluso contra un equipo que no deja de administrar el balón así nomás.
Y en ese cuarto de hora España estuvo muy cerca de abrir la cuenta con un cabezazo de Sergio Ramos tras centro de Xavi que el arquero Stekelenburg neutralizó con una estirada espectacular baja. Y Heitinga salvó casi sobre la línea un remate cruzado del propio Ramos tras una combinación a un toque, a lo España, entre Busquets, Villa e Iniesta.
Ante ese predominio de España el primer tiro al arco de Holanda fue recién a los 17’, por intermedio de un tiro libre de Sneijder que se fue apenas afuera.
Pero en la medida en que De Jong y Van Bommel comenzaron a cortar líneas de pases, Holanda equilibró y hasta tuvo sus oportunidades, a los 37’, cuando Mathijsen “pifió” el remate final en clara posición de gol y a los 46’ cuando Casillas tapó abajo, muy bien, un disparo de Robben.

Por el ojo de la aguja

Aun más parejo fue el arranque del segundo tiempo, ya que Holanda adelantó unos metros sus líneas y apareció más en posiciones ofensivas. Sin embargo, volvió a estar primero cerca de convertir España, cuando Puyol bajó una pelota en el área para la entrada a la altura del segundo palo de Capdevila, quien pifió en la definición, en clara posición de gol, ya en el área chica. Poco después un tiro libre de Xavi se fue por poco afuera.
No obstante, la oportunidad más clara hasta ahí la tuvo Holanda cuando Sneijder metió el pase del Mundial, casi desde el piso, para dejar a Robben solo frente a Casillas. El delantero de Bayern Munich, hizo la lógica, tocando cruzado, pero la pelota dio en el empeine derecho del arquero.
Después de esa acción pareció querer “cerrar la persiana” Holanda, volvió a retrasarse y España volvió a tener la pelota, pero solo hasta tres cuartos o un poco antes, dónde se hicieron cada vez más fuertes Van Bommel y De Jong para cortar. Y cuando ellos fueron superados, los centrales holandeses, Heitinga y Mathijsen, respondieron con seguridad.
No obstante, Xavi y Andrés Iniesta no renunciaron a volver a enhebrar la aguja toda las veces que fuera necesario. Y España cerró el partido regular como lo empezó, ejerciendo el dominio a partir de la pelota. Estuvo cerca con un tiro libre de Xavi apenas desviado y cuando Heitinga y Van Der Wiel salvaron providencialmente en una misma jugada ante sendos remates de David Villa.
Pero de contraataque, casi sobre el final, volvió a tener una chance inmejorable Robben, cuando recibió un pase de cabeza de Van Persie en la mitad de la cancha y emprendió su clásica carrera a pura potencia para llevarse a Puyol y quedar otra vez frente a Casillas, que volvió a llegar antes. Un símbolo más de la final: por los arqueros, solo por ellos, el tiempo reglamentario terminó 0 a 0.

El terceto mágico

Pero en el tiempo añadido España salió decidido a cambiar su propia historia de frustraciones con más fútbol todavía. Con Xavi manejando los hilos, con Iniesta acompañando en la conducción pero ingeniándoselas también para herir en la zona de ejecución y con la suma, ahora, de un “tercer comando”, Cesc Fábregas, otro exquisito. Vicente del Bosque, está claro, dobló la apuesta.
Entre los tres construyeron todas las paredes que faltaban hasta escalar a la Copa. A los 5’ del primer tiempo suplementario el arquero holandés, una vez más, ahogó un grito de gol al tapar justo con su pie izquierdo un mano a mano con Cesc, tras asistencia notable de Iniesta. Tres minutos más tarde Fábregas devolvió gentilezas y dejó en posición de gol a Iniesta, pero cortó justo Van Bronckhorst. Cesc y Navas tuvieron otras situaciones, y Holanda solo llegó con un cabezazo de Mathijsen apenas desviado.
Justamente una combinación entre los tres “mágicos”, Fábregas-Xavi-Iniesta, terminó en la falta de Heitinga que le valió la tarjeta roja.
Y a los 11’ la fórmula Fábregas- Iniesta terminó siendo Mundial. “El Niño” Torres, quien había ingresado para el segundo tiempo suplementario, lanzó un centro fuerte que provocó un despeje fallido, sin vocación de defensor, de otro ingresado, Van der Vaart. La pelota le quedó justa a Cesc, cuyo toque sutil e inmediato derivó en Iniesta, quien esta vez no perdonó y definió cruzado abajo. Fue como una jugada de billar, con el despeje del rival incluído. Fue como todo el Mundial. La pelota, para el mejor. La pelota, siempre de España, campeón del mundo con el fútbol que le gusta a la gente.

Shosholoza

Desde Johannesburgo, Sudáfrica



La cantaba Nelson Mandela con Walter Sisulo y otros camaradas presos, cuando trabajaban en la cantera de cal de la inóspita Robben Island que visitamos hace unos días.
Volvió a cantarla muchos años después, a principios de 1995, cuando regresó a su celda y a esa cárcel con otros cien ex presos para una ceremonia muy especial.
Shosholoza era, y es, quizá, la canción preferida por los negros sudafricanos. Historicamente la cantaban los trabajadores negros en el éxodo, cuando tenían que emigrar desde las zonas rurales del sur de Africa hacia las minas de oro cercanas a Johannesburgo.
Shosholoza es una melodía bella, pegadiza y se puede traducir como “abrirse paso”, “viajar de prisa” o “avanzar”. La canción era muy popular en las canchas de fútbol y la cantaban casi exclusivamente los negros. El fútbol, en realidad, era un deporte casi exclusivo de los negros.
Dan Moyane fue un activista de Soweto, quien tuvo que huir a Mozambique por su lucha contra la segregación racial y se incorporó al CNA, el partido de la resistencia de Mandela, en el exilio. Dan Moyane odiaba el rugby, como deporte eminentemente blanco y símbolo de la dominación afrikáner que había terminado con los 566 chicos acribillados en la Masacre de Soweto de 1976.
Pero a la vuelta a su país, en 1991, cuando se levantó la prohibición al CNA obtuvo trabajo en una radio de Johannesburgo, y pronto empezó a conducir un programa de contacto con los oyentes junto a un ex jugador de rugby de Irlanda, John Robbie, quien se transformó en su amigo.
Un buen día, al comienzo del Mundial de rugby, pasaron Shosholoza, en una versión del grupo sudafricano Ladysmith Black Mambazo. A Moyane se le ocurrió decir que la canción debía transmitir un espíritu más fuerte, con más garra y pasión. Robbie lo desafió a cantarla al aire. Resultado: cantó un tramo, como un simple aficionado, pero con esa pasión de la que hablaba; al instante los teléfonos comenzaron a saturarse; le ofrecieron grabarla con un coro de Soweto y una semana antes de la final los organizadores del Mundial de rugby le ofrecieron cantarla en el estadio Ellis Park, una hora antes del choque de Sudáfrica ante los All Blacks.
Cuando lo hizo apareció en el tablero del estadio la letra de la canción en lengua zulú. En la introducción Moyane arengó: “Vamos a cantar la canción hasta echar a los All Blacks del estadio”. La cantaron todos, con unción y pasión, negros y blancos. Una canción callejera negra, una canción de fútbol, cantada por los herederos de los viejos enemigos que instalaron el apartheid. Moyane todavía hoy cuenta, en el maravilloso libro de Joan Carlín, “El factor humano” que mientras cantaba Shosholoza en la antesala de la final del Mundial de rugby se le vinieron a la mente “imágenes de 1976, de amigos encarcelados, a los que aquellos que estaban ahí-o por lo menos otros próximos a ellos, habían torturado y asesinado…”
Shosholoza ganó aquel partido antes que los Springboks. Y hoy también gana en el Mundial de fútbol. Empezamos nuestro atrapante viaje por Sudáfrica sin poder de dejar de tararear el “Wavin’Flag” que, algo parecido a Shosholoza en el torneo de rugby, no era el tema oficial pero terminó siendo el más cantado. Lo continuamos sin poder sacarnos el Waka Waka de la cabeza con un contagio que llega a todos, con imágenes que no olvidaremos, como esa de dos pétreos morenos custodios de policía en la puerta principal del Nelson Mandela Square que de repente no resistieron la tentación y se pusieron a bailar cuando se empezó a escuchar la canción de Shakira. Pero terminamos este viaje, definitivamente, entonando todo el tiempo Shosholoza, la cantamos hasta en sueños. Y no se imaginan como se les ilumina el rostro a los negros que atienden en cualquier negocio o nos escuchan al pasar por la calle que la cantamos.nosotros. Y ni que hablar cuando la pedimos en la casa de música. Es una canción con magia, que envuelve, que atrapa, de la que uno ya no se puede librar. Y tenía razón ese tal Don Moyane. Hay que cantarla con pasión, con devoción. La cantaban quienes iban a trabajar lejos de sus familias y lo hacían con la esperanza de la vuelta. También nosotros, aunque en condiciones bien distintas, pero admirando esa lucha, la cantamos a la hora del regreso. Shosholoza es “avanzar”, “abrirse paso”. Sudáfrica avanzó aun más hacia la libertad con el Mundial de fútbol. Y se abrió paso para siempre en nuestros corazones…

El fútbol llega dónde nadie llega

Desde Johannesburgo, Sudáfrica


Más que el deber cumplido... (foto gentileza José Raúl Duart)
Los voluntarios bailando en el final de la fiesta y la satisfacción del marplatense Federico Addiechi, responsable del conmovedor Football for Hope.


Hay un momento, cuando se proyecta la vida por venir, que puede ser en la adolescencia o más adelante, en el que uno se pregunta si podrá dejar algo, si podrá tener un cometido que sirva para algo en nuestra existencia.
Pero millones de seres humanos no pueden darse el “lujo”, en este mundo, de tener esos pensamientos filosóficos o metafísicos.
Quizá tampoco se lo propongan quienes trabajan para ellos, aunque esa vocación los lleve algún día a poner la cabeza en la almohada y comprobar, efectivamente, que están haciendo algo para los demás, que están dejando algo valioso.
Es lo que seguramente asaltará por estas horas los pensamientos del marplatense Federico Addiechi, jefe de Responsabilidad Social de la FIFA, quien ayer, en una tarde mágica, pudo ver cristalizado simbólica y prácticamente todo lo que ideó,-más que soñó- por el prójimo más desprotegido.
Uno, también en la almohada, tendrá la infinitamente menor satisfacción de al menos tratar de transmitir y contar algo lo que ayer se constituyó en una de las más emocionantes jornadas, sino la más, de este viaje atrapante por la Sudáfrica del Mundial.
A Alexandra nadie llega. Pero llegó el fútbol. Y llegó el Mundial. Gracias al marplatense Addiechi. Alexandra es una de las comunidades con más necesidades básicas incumplidas de Africa. Un lugar marginal, tildado de sumamente peligroso en Johannesburgo. Los asentamientos son mucho más precarios que los de Soweto, incluso. En un sector se puede hablar directamente de chozas. Pues hasta aquí llegó el Mundial.
“Nos propusimos que este sea el undécimo estadio del Mundial, y si era posible con mejor organización”, y lo conseguimos, dijo Addiechi en el discurso de clausura del Festival Football for Hope que se desarrolló del 4 al 10 de julio en Alexandra. Le habló a más de 3.000 pibes del lugar, que llegaron gratuitamente. Aunque muchos miles más se acercaron al estadio especialmente montado allí, en el corazón de Alexandra, durante los días de competencia.
Se trató de un verdadero Mundial de fútbol callejero, que la FIFA, a través de la idea de Addiechi, llevó adelante con diversas ONG y fundamentalmente con Streetbootballworld. Participaron 32 equipos de equipos mixtos, de chicos y chicas de 15 a 18 años de todo el mundo, que compitieron sin árbitros con la consigna de resolver “cualquier desavenencia por medio del diálogo, un método comprobado para promover el desarrollo personal y la comprensión mutua”.
Addiechi le entregó la Copa del campeón a un equipo de Kenya pero más emotivo aun fue el momento en el que entregó el trofeo “Fair Play”, institucionalizado como el más importante de este certamen, al equipo de Camboya. Los chicos lloraban y él también. Entre los 100 programas de Responsabilidad Social que Addiechi lleva adelante para la FIFA en 50 países, quizá el más fuerte y conmovedor es el que se concretó en Camboya, dónde los pibes viven entre cuatro millones de minas terrestres antipersonales. “El fútbol llegó hasta ahí, con educación y salud, y contribuye a concientizar sobre ese peligro a los pibes, que por miles arriesgan sus vidas tratando de sacar una moneda de los cascos de esas minas”, explica Federico. Los chicos que jugaron este torneo no solo no tenían pasaporte sino que no tenían nombre registrado a la manera que se concibe en Occidente. Addiechi se encargó personalmente de que ¡tuvieran un nombre!, y de que luego contaran con su pasaporte para jugar el Mundial. Es imposible de describir lo que se sintió ayer en el estadio de Alesandra cuando Addiechi les entregó el premio Fair Play, los pibes le hacían señas de devoción y el capitán le regaló su bufanda al marplatense en plena ceremonia. Luego todos terminaron bailando el Waka Waka en la cancha, los jugadores y jugadoras de todo el mundo,-también los de Argentina, que desplegaron una bandera gigante-, los voluntarios y las más de 600 personas afectadas al festival, la mayoría de ellas de la propia Alexandra, para que tengan trabajo y los miles de pibes que bajaron de la tribuna, habitantes de los asentamientos del lugar. Los que supuestamente eran muy “peligrosos”.
Fue lo mejor del Mundial. Del Mundial que casi no se contó en los medios. Y que afortunadamente es solo una muestra de lo que la FIFA hace y seguirá haciendo por el Desarrollo Social desde que Addiechi personalmente lo convenció a Blatter, para que aplique un importante presupuesto. “Antes la FIFA solo ponía plata, en programas de Naciones Unidas, de Unicef, y se desentendía, ahora esos programas los lleva adelante directamente el fútbol”, explica también el marplatense. En Alexandra, en las minas terrestres de Camboya, entre los refugiados de Australia, o entre una comunidad de ShakaZulú de Sudáfrica, dónde el Sida alcanza casi al 50% de los habitantes. Ellos no pueden proyectar el porvenir, ni siquiera el día de mañana. Un marplatense ejemplar llevó a la FIFA a pensar por ellos. Y aunque quede mucho por resolver, nada se podrá comparar con esa íntima satisfacción.

Argentina, Messi y Sneijder


Un stand que es un orgullo para el país en el Sandton Convention Centre. La elección de los diez mejores, lo mal que lo acompañaron a Lío, y el voto de LA CAPITAL, que va para el 10 de Holanda.


Desde Johannesburgo, Sudáfrica

Entramos al Sandton Convention Centre de Johannesburgo -fuera de las canchas, el corazón del Mundial-, y lo primero con que nos encontramos, bien en el centro, es con el stand de Argentina, que es, lejos, el mejor de todos, el más grande, el más cómodamente dispuesto y con más atenciones para los visitantes. Mucho más importante, incluso, que el de Brasil 2014, que no es poca cosa. También hay stands para destacar de la propia Sudáfrica, Tanzania y Abu Dhabi (que aspira al Mundial 2018).
El de Argentina, en realidad del Bicentenario Argentino, está dispuesto desde antes del comienzo del Mundial por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación, y su Fundación Exportar, con aporte de la Secretaría de Turismo de la Nación y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Presidencia de la Nación. Hay todo tipo de material informativo, turístico y cultural y chicas que atienden muy bien. Y los visitantes de todo el mundo se pueden llevar, entre otras cosas, los mejores documentales del Canal Encuentro (un verdadero orgullo nacional), entre ellos el de la vida de San Martín y la Batalla de San Lorenzo; mate; yerba; dulce de leche de exportación? Y, además, una joya como no hay otra en este lugar: un compact con el mejor folklore del país, compilado por nada menos que Gustavo Santaolalla y que incluye música de todas las regiones de Argentina, como, por ejemplo, interpretaciones de Los Hermanos Abalos, Los Fronterizos y el mítico Jorge Cafrune por la música del norte; el maravilloso Regreso a la Tonada por Cuyo, interpretado por nada menos que Mercedes Sosa; Los Hermanos, por Atahualpa Yupanqui para los sones del sur; interpretaciones de Jaime Torres y Eduardo Falú de la música del noroeste o de Isaco Abitbol y Tránsito Cocomarola, con el "segundo himno nacional", el de la República de Corrientes, Kilómetro 11, para los sonidos característicos del Litoral.
Nos subyugó Argentina, y la muy buena atención de su gente, pero en realidad llegamos hasta aquí por otra cosa. Para la conferencia de la FIFA y la marca de las tres tiras para la presentación del Golden Ball, el anuncio de la nómina de los diez mejores jugadores del Mundial sobre la cual tendremos que votar los periodistas acreditados, sobre quien fue el mejor futbolista de esta Copa. No estará la perspectiva de la final pero igual vale. Por caso, en el Mundial 2006, esa votación determinó que el mejor fue Zidane, y no se equivocó, pese a que después la FIFA, por lo que ocurrió en la final -el famoso cabezazo a Materazzi-, eligió a Cannavaro como el futbolista de la temporada.
Los diez candidatos para el Balón de Oro 2010, al cabo, son los españoles Andrés Iniesta, David Villa y Xavi; los holandeses Arjen Robben y Wesley Sneijder; los alemanes Mesut Özil y Bastian Scheweinsteiger; el uruguayo Diego Forlán; y el ghanés Asamoah Gyan y el argentino Lionel Messi, estos últimos los únicos dos pertenecientes a equipos que no quedaron entre los cuatro primeros de la Copa del Mundo.
A partir de ayer los periodistas acreditados para el Mundial podemos votar a través del FIFA Media Channel al que se accede en la página oficial de FIFA con los códigos respectivos. Una pena no poder votar a Messi. El equipo no lo ayudó. Los sudafricanos ya lo habían elegido a él como el futbolista más querido, enseguida eso lo determinó el termómetro de la calle, más allá de la explosión Higuaín después de los tres goles a Corea. Messi necesita urgente un docente al lado en la Selección, como lo tiene con Guardiola en Barcelona. Y necesita abastecedores de juego que alimenten su ejecución brillante, como los tiene también en su club con Iniesta y Xavi. Todavía, si le llega ese docente ya, si vuelve un estratega que lo haga ejecutar como nadie, y si se abandona rápidamente aquel diagnóstico equivocado de que él puede ser "el 10", el conductor o el que se cargue "el equipo al hombro", se podrá soñar con que Messi sea finalmente el Golden Ball nada menos que en Brasil 2014. Nada disfrutaríamos más que en la propia casa del rival de siempre.
Mientras tanto LA CAPITAL (único medio marplatense acreditado a la Copa del Mundo con un periodista de la ciudad) adelanta su voto: Wesley Sneijder. Es el futbolista del Mundial que mejor entiende el juego, junto con Andrés Iniesta y Xavi, quienes seguramente quedarán mejor posicionados para el jugador FIFA 2010 si es que al cabo España se queda con la final. Y estará bien también. Pero Sneijder es el mejor estratega de este Mundial, el más completo, el que no necesita correr para jugar bien, fiel a la premisa del maestro holandés Johan Cruyff. Sneijder tiene una computadora en la cabeza, y todo el mapa de la cancha. Y se retrasa y toca para atrás todas las veces que sea necesario para que el equipo vuelva a empezar y encuentre el camino hacia adelante y sus propios pases-gol milimétricos. En Argentina -así estamos-, le dirían "lento" (y sirve la asociación que inmediatamente les venga a la cabeza con lo que ocurre efectivamente con nuestro fútbol) pero lo cierto es que en la Selección Messi necesita un Sneijder ya. A Xavi e Iniesta ya los tiene.

“Después que el Mundial pase, seguiremos trabajando en Africa”

El marplatense Federico Addiechi, Director de Responsabilidad Social de la FIFA

Habla siete idiomas y llegó a la cúpula del órgano rector del fútbol por concurso. Durante la Copa en Sudáfrica presentó programas contra la discriminación y racismo junto a un íntimo compañero de lucha de Mandela. “El fútbol sirve también para acelerar procesos en materia de infraestructura”, le aseguró a LA CAPITAL en amplia charla en Johannesburgo.

Desde Johannesburgo, Sudáfrica

Ya se ha dicho más de una vez que la FIFA es como un Estado. Casi como un Estado Nación. Con una industria poderosa como el fútbol, con una gran capacidad de movilidad turística, con una envergadura de movimiento financiero a la altura de un país y con cúpulas directivas de una influencia cercana a la de verdaderos jefes de Estado…

Pero en torno a la FIFA también hay ideas populares instaladas a través de las cuáles se presume que lo único que importa es el negocio, que todo pasa por el marketing. Y que la FIFA está manejada por una manga de mercaderes y/o “punteros” dirigenciales que llegaron hasta aquí a través de una especie de “rosca” que se gesta en las asociaciones, y que incluso empieza en los clubes.

Pero también en eso las cosas parecen funcionar como en un estado. Están, al frente, los que se podría denominar “cuadros políticos”, que llegan a la cúpula a través de escalafones dirigenciales exclusivamente ligados al fútbol. Por caso, Julio Grondona, quien llegó a nada menos que una de las vicepresidencias de la FIFA, y nada menos que la que maneja las finanzas, a través de su carrera dirigencial, de su cintura política, amén de la “cintura” de Maradona para eludir ingleses en el 86, que sirvió indudablemente como trampolín final.

Pero paralelamente a esto, también como en un estado, se necesitan funcionarios de carrera, intelectuales y/o profesionales que lleven adelante ideas o proyectos que contribuyan al crecimiento de la FIFA, o de un país.

En un Mundial afloran muchos de estos especialistas. En prensa y comunicación, en protocolo, en organización, en logística. Poner en marcha la maquinaria de una Copa del Mundo no es cosa que puedan manejar solos los dirigentes del fútbol.

Pues bien, uno de esos funcionarios de carrera al más alto nivel en la FIFA, es un marplatense que llegó por estricto concurso, por hablar nada menos que siete idiomas y por antecedentes en dirigencia deportiva internacional. Se trata de Federico Addiechi, Director de Responsabilidad Social de la FIFA, con una participación especial en este Mundial, teniendo en cuenta que su área trabaja particularmente en cuestiones de discriminación y racismo, por ejemplo, y que también fomentó programas de desarrollo deportivo en todo el continente africano en general, y en los puntos de más necesidades de Sudáfrica en particular.

Tanto la carrera, como las metas a las que arriba Federico Addiechi, vale la pena que se sepan. Y debe considerarse como un verdadero orgullo para Mar del Plata. Es, en el cargo que ocupa y por la función que cumple, un verdadero embajador de la ciudad. De eso, y de los objetivos de su área, charló Addiechi con LA CAPITAL en un alto de su trabajo, en una de las salas de conferencias del Soccer City, el escenario dónde en pocas horas se disputará nada menos que la final del Mundial de fútbol y después de haber brindado una charla sobre discriminación y racismo nada menos que junto a Tokyo Sexwale, su amigo, quien trabaja en la Comisión de la FIFA de Deportividad, y es actual Ministro de Vivienda de Sudáfrica y fue un mítico compañero de lucha y de celda con Nelson Mandela en Robben Island.

Además, Federico es el responsable de que se haya montado un Centro de Alto Rendimiento de primer nivel en Alexandra, uno de los distritos más populares y menos favorecidos de Johannesburgo, parecido al Soweto de los padecimientos de Mandela hy su gente.

-¿Cómo llegaste hasta acá, Federico?

-Bueno, hace siete años ya que me sumé al equipo de la FIFA, y hace cinco que me desempeño como Director de Responsabilidad Social. Y para ello resido en Zurich desde hace siete años con mi familia, …Como bien sabés, yo estuve muchos años ligado al deporte. Muchos años en el vóleibol, a nivel nacional e internacional, con la actividad que se prolongó en Suiza, a través de la Federación Internacional de vóleibol después de terminada mi carrera profesional como jugador. Y se presentó una oportunidad de llegar a a la FIFA como responsable del área que tiene a su cargo las relaciones con Naciones Unidas, con las organizaciones no gubernamentales y fue un oportunidad que no deseché, que me pareció muy valiosa, por el gran poder del fútbol para llegar a las problemáticas sociales y tratar de contribuir a solucionarlas. Y después de dos años de trabajo y durante el año del deporte y la educación física, el 2005, FIFA tomó muy claramente el llamamiento que hizo Naciones Unidas para que el fútbol y el deporte en general hicieran una contribución a las cuestiones del desarrollo para el nuevo milenio…Y es así que es la primera Federación Internacional deportiva que creó un departamento de responsabilidad social. Y es el que dirijo desde que fue creado. Y que está contribuyendo en todo el mundo al desarrollo de la problemática social y combatir aspectos como la drogadicción, la discriminación , los problemas de salud pública, las carencias en educación y hasta problemas ambientales en todo el mundo… Se utiliza al fútbol como herramienta para tratar de combatir estos problemas…Los programas que yo manejo en Responsablidad Social, no son futbolísticos, en los cuáles el fútbol es un fin…

-¿Te parece que el fútbol avanzó más que la sociedad en contra de la discriminación? Porque los inmigrantes son perseguidos en distintas partes del mundo, los acontecimientos de xenofobia se repiten en Europa, y el fútbol combate estas cuestiones más enérgicamente. Casi más que la sociedad y los propios estados…

-Es difícil hacer un análisis que englobe a todos los países. Yo creo que hay situaciones distintas a otras. Y hay episodios racistas, discriminatorios en el fútbol que son muy visibles, por la popularidad que tiene el fútbol, y por eso la reacción es más clara y parece más enérgica. Yo creo que el fútbol, a través de su estructura, tiene una posibilidad muy fuerte de controlar ciertas problemáticas. Y si una Federación como FIFA y sus distintos actores nacionales, que son las asociaciones, ponen todo el énfasis en combatir esos problemas a través de estatutos, códigos disciplinarios, códigos de conducta, se pueden conseguir resultados más visibles en más corto plazo, quizá más apreciables que los que pueda alcanzar una sociedad en general en el mediano o largo plazo. Por lo menos el impacto del fútbol será más fuerte. No obstante, los hechos de racismo y discriminación que se verifican en el fútbol son hechos que tienen que ver con problemáticas que se ven a diario en esas sociedades. La gente que discrimina también se ampara en el fútbol, en la masividad, para expresiones extremas. Se trata también el fútbol de una caja de resonancia, de un espejo de su propia sociedad.

--Cuando llegaste a la FIFA, o antes, ¿tenías un prejuicio sobre que a la FIFA solo le interesaba “el negocio” y desde adentro te diste cuenta que hay un interés real por estas cuestiones sociales, a tal punto que crearon este departamento y te dieron la responsabilidad de conducirlo?

-No, yo no tenía ningún prejuicio al respecto. Entiendo que la gente pueda tenerlo. Sin dudas que hay una visión de la FIFA como un órgano rector del fútbol mundial que a veces puede parecer antipático, porque el fútbol, más que ningún otro, es un deporte de todos, y a nadie le gusta que a su propio deporte lo maneje otro. Pero este es un órgano rector que tiene su razón de ser, que asume una gran responsabilidad, que logra que el fútbol se desarrolle a nivel mundial. Obviamente que el área de Responsabilidad Social no es muy visible. Y no lo era cuando yo llegué a la FIFA. A la FIFA se la conoce por la organización de los mundiales, por regir este deporte, por la responsabilidad del desarrollo del fútbol a nivel mundial a través de sus 208 asociaciones nacionales pero no se habla mucho de la FIFA como una organización que toma medidas concretas en el área de responsabilidad social. En el tiempo que pasé en la FIFA esa pregunta se me hizo muy seguido…Convivo con eso y acepto esa realidad. No hay problemas. Porque los programas que tienen relación con la responsabilidad social no están hechos para que se hable de ellos sino para cumplir con un cometido. Yo lo comparo siempre con la responsabilidad de ser padre. Uno trata siempre de ser el mejor padre de sus hijos, no para ganar el premio del padre del año, sino porque uno lo siente como su propia responsabilidad y porque uno lo quiere hacer de la mejor manera posible. En mi área pongo esos límites, importan mucho más los logros que la repercusión. Los programas que llevamos adelante a nivel mundial no buscan ni por asomo tratar de mejorar la imagen de la FIFA ante la gente, sino que están determinados por nuestra responsabilidad social, por un rol que el fútbol también debe cumplir en la sociedad. Por eso las decisiones sobre en que área o en que continente trabajamos están basadas en la esa verdadera necesidad social y no en necesidades más superficiales, como podría ser tener más presencia en los medios, o que se hable más de esto en los medios sobre lo positivo que hace la FIFA. Uno respeta todo, incluso que el interés en estos tiempos pase por el Mundial propiamente dicho y por el fútbol, pero después que el Mundial pase, por ejemplo, nosotros seguiremos trabajando en Africa, como siempre, en el área de responsabilidad social. Y más allá de que no se busque la difusión como objetivo, la información de lo que hacemos está siempre a disposición de quien la requiera, como en esta nota, por ejemplo.

-Sudáfrica es un país especial para el área que manejas. Apenas hace 16 años que hay democracia y elecciones realmente libres, con participación de todos. Hasta ahí había discriminación y racismo, quizá más que en ninguna otra parte…¿Te parece que el Mundial de fútbol cierra una etapa, cierra ese proceso de consolidación de libertades, que se inició con el Mundial de rugby, y que Mandela vio que el fútbol podía cerrar ese proceso?

-Yo no creo que el Mundial de fútbol cierre un proceso, un proceso que es demasiado jóven. Nosotros sabemos muy bien en Argentina que 16 años de democracia es un período muy corto aun. Sobretodo para un país como este, en el que la discriminación era justamente la base del régimen, del sistema. Creo que no cierra un proceso, aunque el Mundial sí me parece que contribuye a que ese proceso se acelere de alguna manera. A que la sociedad en general se identifique con la nueva Sudáfrica y apoye una mayor igualdad. Y el Mundial proyecta, además, una imagen de Sudáfrica y del continente hacia el mundo que ayuda a que mayores inversiones lleguen, a que la gente conozca la verdadera realidad de un país como Sudáfrica.

-Si ves que no se cerró ese proceso es porque quizá estes observando lo que nosotros estamos observando en Sudáfrica, que se ha hecho una revolución política histórica pero que todavía hay muchas cuestiones económicas por resolver. Vos que estás justamente en el área de responsabilidad social, hay todavía muchos aspectos por corregir…

-Sí, lógicamente, en un país con una democracia tan jóven, la gente tiene muchos problemas por resolver. Aquí hay graves problemas de salud pública, con la problemática del Sida muy candente. Se trata de un problema social grave. Incluso por la cantidad de huérfanos que deja esta enfermedad. Es importante que las medidas se tomen, que los gobiernos tomen determinaciones con responsabilidad social y que la participación democrática tan jóven, de apenas 16 años, se encamine a tratar de solucionar ahora esos problemas. Logicamente que tan graves cuestiones no las va a resolver un Mundial de fútbol pero estamos convencidos de que este acontecimiento ha tenido un impacto positivo en ese proceso de cambio, y esperamos ver los resultados en corto plazo. Nosotros trabajamos mucho junto a comunidades desfavorecidas, buscamos movilizar jóvenes a través del fútbol. Estos programas hay que llevarlos a escala nacional, hay que profundizar aquí la cuestión de viviendas, pero me consta que el problema se está encarando seriamente y nosotros ya notamos cambios positivos. El Ministro de Viviendas de Sudáfrica, nuestro amigo Tokyo Sexwale, ya ha dado detalles del programa Sudáfrica 2030, que apunta a que los bebés de hoy sean los jóvenes de mañana con su propia vivienda. El fútbol sirve también para acelerar procesos en materia de infraestructura. Y ya explicó Tokyo que la infraestructura que quedó de la construcción de estadios ahora se utilizará en ese plan…

-Sos un orgullo para Mar del Plata por el rol que cumplís, por el lugar que ocupás…Y se te conoce mucho menos que a cualquier dirigente de fútbol. ¿Qué le dirías a tu gente en tu ciudad sobre esto….?

-Siempre es un placer para mí decir que soy marplatense, que soy argentino, y llevo siempre en el corazón a mi ciudad. Es además un gran placer comprobar como este pueblo, esta Sudáfrica, ha recibido a los argentinos. Me lo contaban amigos marplatenses que llegaron, y vos lo habrás vivido también. Esta es una tierra de brazos abiertos. Pero además noto que tienen un cariño especial por los argentinos. Y lo demuestran. Y, por otra parte, el orgullo es mío, es un honor para mí si es que puedo, a través de mi trabajo, hacer quedar bien a mi ciudad.

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Domingo



Desde Durban y Johannesburgo, Sudáfrica


Domingo llegó al domingo. En la madrugada del viernes, después de un momento histórico para todos los españoles, la clasificación a la final del Mundial de fútbol, el madrileño Domingo se acercó a mesa de argentinos que compartíamos con los colegas de los diarios El Día y Hoy de La Plata y de Noticias Argentinas en el restaurant Spiga D'Oro en la calle Florida, una especie de Alem más ancha, con mucha vida nocturna, en la zona de Morningside, en Durban. "No me lo puedo creer chavales, no se me pasa la emoción?", nos dijo Domingo y pidió un brindis por los argentinos. No fue el primero. Mark, un californiano que estaba en la mesa contigua con su novia, no sólo pidió un brindis, sino que lo pagó. "Traigan otra como ésta", señaló el norteamericano, bastante "pasadito", señalando la botella de buen vino de Ciudad del Cabo que estábamos degustando.
Domingo no llegó a tanto. El español cuidó más el bolsillo. No es para menos. El mismo nos contó que fueron definitivamente muy pocos los españoles que llegaron al Mundial, teniendo en cuenta que se trataba de una de las selecciones candidatas para la mayoría. "Sin dudas la crisis afectó, tío", lanzó. Y vale la comparación. El dice que llegaron al Mundial unos dos mil españoles. Nosotros creemos que son bastante más. Pero igual muchos menos que los cerca de 30.000 argentinos que vinieron a Sudáfrica. ¿Quieren la receta, muchachos? Nosotros no estamos para tirar manteca al techo nunca, pero está claro que desde 2003 para acá otro es el panorama y podemos dar cátedra sobre cómo salir de la crisis económica.
"También tiene que ver que siempre somos candidatos y siempre nos quedamos en el camino", advirtió enseguida Domingo. Esta vez no será así, y España jugará el partido deseado por todos, mañana a las 20.30, en el Soccer City de Johannesburgo, donde estará LA CAPITAL, único medio marplatense con periodista marplatense, en exclusiva.
Gran encrucijada la de mañana. La historia de los mundiales registrará un nuevo campeón. Pero el que no lo sea seguirá cargando con un mote incómodo, al menos para algunos. Más para cierta soberbia argentina de determinados comunicadores y de los aficionados que los siguen, para los que el resultado no es lo más importante sino lo único. "Son eternos perdedores", dirán de España, si continúa sin llegar al máximo logro, o de Holanda, si pierde la tercera final. Que digan y piensen lo que quieran. ¡Cómo nos gustaría llegar al Domingo! Al último domingo del Mundial. Algo que no ocurre desde hace mucho tiempo justamente por eso, por haber perdido la identidad, o por tenerla difusa, por pensar únicamente en el resultado sin reparar en las formas, por el pecado de soberbia que a menudo nos acompaña. Sería muy bueno mirarse en el espejo de España u Holanda, aunque uno de los dos no sea campeón, para enderezar el camino, por la escuela del toque, la paciencia y el fútbol bien jugado, con reales conductores de juego, como Sneijder o Xavi e Iniesta. Ellos, mal que nos pese, hoy lo hacen mucho mejor que nosotros, que también sobre eso dimos cátedra, allá lejos y hace tiempo...

"Nuestro juego es tener la pelota"

La mayoría de los que están en los grandes carteles, los que aparecen en las gigantografías aquí, en Johannesburgo o en cualquier ciudad de Sudáfrica, sólo quedan ahí, en las marquesinas. Messi, Kaká, Cristiano Ronaldo, Rooney?.. ya están en casa y mirarán la final por televisión. Y Wesley Sneijder y Arjen Robben, grandes futbolistas pero quizá de perfil más bajo, con menos marketing, todavía siguen aquí y se quedan hasta el último día. Y son figuras del Mundial.
Y de Robben se creía que ni siquiera iba a llegar al Mundial por una grave lesión muscular en su muslo izquierdo que sufrió a pocos días de viajar a Sudáfrica. Y no solo llegó sino que ahora jugará nada menos que la final, y gracias a un gol suyo. De esas vivencias, de lo que siente, de lo que significó su gol ante Uruguay para ubicar a su equipo en el sitial de los dos mejores del fútbol del mundo, Arjen Robben tuvo la deferencia de charlar mano a mano en español con LA CAPITAL en una zona mixta mucho más ordenada que cuando se trata de un partido de Argentina.
Y de Argentina justamente le hablamos. De aquel último Mundial en el que Holanda llegó al partido decisivo?
- ¿Qué te contaron de aquella final con Argentina del 78?
- En esos años yo no estaba en este mundo? (risas). Pero me contaron que fue muy emocionante. Y para nosotros es muy especial estar en la final 32 años después, estamos muy orgullosos de haber podido llegar como aquellos equipos del 74 y el 78?
- ¿Esta Holanda tiene más la pelota que aquella, que quizá tenía más dinámica y potencia?
- Sí, puede ser. Creo que hoy (por ayer, con Uruguay) no hemos jugado nuestro mejor fútbol. Al final lo más importante fue ganar partidos a partir de esa idea de tocar la pelota. Y lo importante es llegar a la final. Pero más importante será ganarla, y a eso vamos.
- ¿Qué significa haber marcado un gol en una semifinal para llegar a la final de un Mundial?
- Es un orgullo desde el punto de vista individual, es muy importante para cualquier futbolista. Igual para mí lo más importante es que hemos jugado en equipo. Hemos jugado seis partidos en equipo, como equipo y eso es lo que más vale?.
- ¿La mayor virtud del equipo es la paciencia para tener la pelota?
- Nuestro juego es tener la pelota. Y hay que tener mucha paciencia para eso. Sí, nuestro objetivo es siempre tener y jugar la pelota. Porque muchos equipos defienden muy bien. Y Uruguay también lo hace muy bien, es un equipo fuerte y agresivo. Hay que tocar y tocar hasta que se produzca el hueco.
- ¿Ya estás recuperado de tu lesión, la que no te permitió iniciar el Mundial?
- Sí, la verdad es que eso también fue muy importante para mí. Es muy especial llegar a la final porque ni siquiera sabía si iba a poder jugar el Mundial. Porque por mi lesión no sabía como llegaba a la Copa. Y ahora me encuentro en la final, nada menos. Me he recuperado muy bien y ya es una bendición estar aquí, aunque quizá no en mi mejor momento o en mi mejor forma.
- Tú y Sneijder son dos jugadores desechados por Real Madrid. Y fijate dónde está Real Madrid y dónde están ustedes...
- Ahora ya no pensamos en este tema. El y yo estamos muy felices en nuestros clubes, con una temporada fantástica de Bayern Munich en mi caso, y ahora estamos en la final?
- ¿Qué prefieres? ¿España o Alemania?
- Que llegue el mejor equipo. Estamos ahí y eso es lo importante, contra cualquier rival. El estilo de España es más técnico, Alemania es más fuerte porque juega bien y porque físicamente se hace sentir.
- ¿Acabás de jugar el partido más importante de tu vida?
- Puede ser, pero espero que el más importante sea el domingo?

por Vito Amalfitano
CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica
Enviado especial
vito@lacapitalmdq.com.ar

Una pena, nos hubiera gustado equivocarnos…

Nunca es triste la verdad / lo que no tiene es remedio…
(Joan Manuel Serrat)

Escrito por quien esto suscribe, y publicado en septiembre de 2009, después de los tres goles y el “baile” que le propinó Brasil a Argentina en la cancha de Rosario Central, dónde quiso jugar Maradona, para “meterle miedo” al rival:
- Maradona fue el mejor futbolista del mundo de todos los tiempos. Pero Maradona no es técnico. Ya se escribió esto, en este mismo espacio, antes de que asumiera en la Selección. Maradona no es técnico. Y mucho menos entrenador (que no es exactamente lo mismo). Maradona no es técnico, ni entrenador = la Selección , "su" Selección, no es un equipo. Ni siquiera es una idea. ¿Alguien se puede sorprender por eso? En tiempos en los que se le asigna tanta importancia al técnico y/o el entrenador, y se desestima, increíblemente, el valor de un conductor en la cancha, nada podía ser de otra manera.
Pero como fue Maradona quien decidió bajarse del trono de los dioses por "querer ser" el técnico-entrenador de la Selección, pues ahora es inevitable criticarlo por su cometido en esta función (…).
Quien decidió bajarse del pedestal, del mito, fue él, no nosotros. Entonces, ¿por qué tanta indulgencia? Si ésta es la peor serie de la Selección argentina en una eliminatoria. Seguramente porque a Maradona lo queremos mucho, porque cuesta criticarlo. Entonces el resultado es que ahora tenemos dos preocupaciones: la Selección, que no tiene pie ni cabeza, y Maradona, a quien queremos tanto .
(…) Por este trauma es quizá que ahora algunos colegas cambian de repente el eje de la discusión. Resulta que hasta hace unos meses toda la culpa era de Basile, y ahora toda la culpa es de los jugadores. Que no tienen actitud, que no rinden como en Europa, que hay que jugar con los del medio local…
Pero no es tiempo de más experimentos. Ni de pruebas de laboratorio. Está en riesgo la clasificación al Mundial. Y la responsabilidad es de este "técnico", de quien lo eligió y de los jugadores que prefirió. Y habrá que recurrir también a los que faltan.
(…) Sin experimentos, arengas, videos "motivadores" ni voluntarismo. Debe elegir a los mejores y para encontrar urgente un esbozo de identidad de equipo tendrá que poner a cada uno en su lugar y ya no sólo recurrir al organizador de juego que desestimó, sino también a más organizadores secundarios para ordenar la casa.
Y el principal organizador, obvio, es Riquelme (Aunque, a esta altura, con él solo no alcance para encauzar este caos). Pero Maradona tendrá que ir a buscarlo, si es necesario, al entrenamiento de Boca, con toda la humildad,-también bajarse ahí del pedestal- y convocarlo. Y después de una larga charla Riquelme tendría que aceptar. Sin abandonar ninguno de sus principios éticos, que lo llevaron a renunciar a "esta" Selección, no sólo por lo que dijeron de él, sino y fundamentalmente, por los manejos turbios que vio en la salida de Basile, movimientos encabezados por algunos de los impresentables que supuestamente no lo querían en el grupo y que no se supieron desenvolver sin él como conductor de juego, o los que "encanan" a los compañeros y no pueden marcar ni a la madre. (…) La Selección debe estar por encima de los hombres y esto lo debe saber bien Maradona. Y la historia la hacen los jugadores, no los técnicos, también lo sabe Maradona.
(…) El equipo deambula en la cancha, sin brújula, sin idea y sin estilo.
(…) Está claro, además, que no eran "Mascherano y diez más". Nunca un volante central de recuperación (sobretodo con todos los buenos que hay en Argentina, uno de los puestos en los que no hay problemas) puede ser esencial, imprescindible, en nuestra Selección. Habría que revisar eso, y muchas cosas más. Por ejemplo, también que Verón puede ser importante como acompañante pero nunca como conductor o emblema. Ya lo fue en el Mundial 2002. Y todos sabemos como y cuando volvimos.
(…)Otra cosa para poner en cuestión debería ser el rol de Messi. Le hacen creer que es el mejor y quiere resolver todo por sí solo, como si ya fuera el mejor. Le hacen un mal. El "simessismo" puede ser tan nocivo como el "sidieguismo". Necesita abastecedores adentro de la cancha... y docentes afuera...
(…)No hay equipo. No existe una idea. No hay línea de juego. El caos le gana al orden (…). La zaga no despeja, ni cierra, ni defienda, ni sale. Pierde de arriba y de abajo. A Heinze Brasil lo deja libre, adrede, y Heinze no sabe que hacer con esa libertad. Porque no puede. Verón no conduce, ni recupera, ni distribuye. ¿A qué juega Verón en esta Selección?. A meter algunos buenos pases circunstanciales y a meter una corrida de 80 metros en el último minuto, ya sin posibilidad de revertir nada, para ganarse el aplauso de algunos hinchas
(…) Mascherano no contiene. Y se dispersa. Se desordena. ¿Para que se pegó a Kaká en algún pasaje del partido si después Kaká lo dejó desairado cuando quiso? Para el técnico es Mascherano y diez más. Así, hay que revisar a los diez. Y a Mascherano también.
(…) En esta Selección, además, Messi no desequilibra. ¿Cómo es posible? Si es el jugador más desequilibrante del mundo. Primero, porque aun no supo él marcar la diferencia en la Selección , no mostró todavía el “fuego sagrado” de los verdaderamente grandes con esta camiseta. Porque se empecina muy seguido en la misma jugada, la apilada heroica y a mil que termina con una de más. ¿Por qué dispara? ¿Qué carrera quiere ganar? Da la sensación que se siente superior a los demás pero que después le cuesta demostrarlo. Y, ante todo, ya en la Selección nadie lo abastece convenientemente. En Argentina no tiene a un Xavi, a un Iniesta. Y lo peor es que, en partidos adversos como este ante Brasil, uno mira el banco y ni siquiera allí hay una alternativa para que Lio tenga la usina de juego que necesita. Sino, irremediablemente, tiene que bajar casi hasta el medio y empezar a disparar. Que ganas no le faltan, y tampoco tiene nadie que lo ordene desde afuera.
(…) El Mundial no está lejos aun en los números. Pero sí si no aparece una idea. A Argentina le falta, antes que nada, juego. Pero también trabajo.
(…) Nada es casual. Más allá de los goles que se pierden o alguna pelota que circunstancialmente no entra. La Selección fue puro vértigo, no tuvo cerebro, careció de ideas. Y terminó muriendo a los centros. Como cuando nos volvimos al tercer día en un Mundial. A este todavía ni siquiera llegamos (…).


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Escrito, y publicado por quien suscribe, en octubre de 2009, después del gol “milagroso” de Palermo ante Perú en la cancha de River:


(…) Algunos colegas dan francamente vergüenza ajena (…) Justifican aun hoy todo lo que decide Maradona en la Selección o, como eso ya se complica, adoptan la táctica de culpar solo a los jugadores o decir que el equipo estaba igual de mal con Basile. Estrictamente falso. En estas eliminatorias la Selección con Basile perdió sólo dos partidos. Y empató en Brasil, por ejemplo.
Ahora, con Diego, Argentina perdió cuatro, todos los que jugó de visitante, entre ellos el lacerante 1-6 ante Bolivia (…)
Están los clásicos "sidieguistas" de atril televisivo, de los que lo más grave no es lo que dicen (negar la falta de idea de juego del equipo, negar que Messi nunca juega bien en la Selección, afirmar que todo o casi todo es culpa de los jugadores, instalar que la Selección estaba igual de mal antes de este caos, etc., etc.), sino que lo que dicen no es otra cosa que el pensamiento del DT de Argentina repetido por ellos como "loros". Así está la Selección.
Otros colegas, con distancia y perspectiva, ponen blanco sobre negro. Tomás Guasch, subdirector del diario AS de España, le dijo a LA CAPITAL en el centro de prensa de River, que "si a este equipo lo agarra hoy un rival más o menos ordenadito, el desastre puede ser mucho mayor?". Así está la Selección. Con este panorama, y por lo que se sabe de las últimas horas, estamos verdaderamente en manos de Dios. Pase lo que pase después. Aunque Argentina sea después campeona del mundo (…)
Quizá nos salve alguna otra página épica (cuidado, no siempre los dioses estarán de nuestro lado) (…) Sería capaz de ordenar algo de este caos Riquelme, el goleador que todavía tiene la Selección habiendo dado una rueda de ventaja. El que no pisaba el área. El organizador que no está Pero no sólo está ausente Riquelme. También está ausente Messi, aunque nunca sale del equipo. Y quedó claro que no puede ponerse nada al hombro. Que sólo puede ejecutar, brillantemente en algunos casos, sólo si se lo abastece mejor. Y tampoco está Mascherano, que jugó mal todos los partidos desde que Maradona dijo que la Selección era él y diez más. No hay líderes naturales ni deportivos (…), en este equipo y en este grupo es líder Heinze. Así está la Selección. Tampoco hay una idea de juego, ni la hubo nunca con este cuerpo técnico (…)
(…) Este es un informe de situación previo al choque decisivo. No después, o con el diario del lunes. Como fue previo el informe que se hizo desde aquí antes que asumiera Maradona. Consignábamos hace un año que, sencillamente, Diego no era técnico. Y que se estaba haciendo un gran mal, a la Selección y a él mismo (…)

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Escrito por quien suscribe y publicado en octubre de 2009. Después de la clasificación agónica en Montevideo, con el gol de Bolatti sobre la hora:

De esa última etapa se dijo demasiado pero hoy habrá que reflexionar que estamos, hoy por hoy, a años luz de una Selección capaz de dominarle la pelota a Alemania en su casa en cuartos de final de un Mundial mientras estuvo Riquelme en la cancha. O de la exhibición inolvidable ante Serbia y Montenegro. Ahora se le gana a Perú o Colombia de local dando lástima y "con ayuda" y afuera solo se consiguen puntos cuando el miedo vence al juego (…) No habrá que engañarse, ni confundirse. Ya lo escribió el periodista español Tomás Guasch en la edición de AS de España que está en la calle: "Este equipo no hace tres pases seguidos (?) el partido en el Centenario fue horroroso".
Messi otra vez estuvo ausente. Lo más grave ya no es que no lo abastezcan bien. Eso no es culpa de él. El problema es que se escondió, ni se mostró para que al menos le hagan faltas, por un equipo uruguayo proclive a eso, escasísimo de otros recursos (…)
Julio Grondona tendrá que tomar decisiones. Los exabruptos groseros y reiterados de Maradona de ayer, en la conferencia de prensa, en el extranjero -incluso seguramente con miles de niños en la pantalla-, fueron la gota que colmó el vaso. Los colegas que no le contestaron (a excepción de "Toti" Passman y quizá algún otro) también dan vergüenza ajena. Así está la Selección hoy (…) Ojalá "seamos" campeones del mundo. Pero así, francamente, ni quiero…

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Escrito por quien suscribe y publicado el mismo 12 de junio, exclusivamente en este blog, a pocas horas del debut de Argentina con Nigeria en el Mundial
(Texto completo):


MAGIA Y PERINOLA

A poco de comenzar el camino de la Selección Argentina de fútbol en la Copa del Mundo, y ya instalados en el Ellis Park de Johannesburgo, vale la pena dejar sentado que, hasta que el equipo demuestre lo contrario, estamos en manos de la magia y la perinola.
La Selección tiene al mejor jugador del mundo, el de la magia, el desequilibrio y la ejecución brillante, y tiene a algunos otros delanteros que son los más fructíferos en sus ligas. En suma, seguramente ningún seleccionado de los que afronta este Mundial puede reunir a tantos cracks juntos. Falta definir si hay equipo, nada menos.
Es que con Maradona como técnico la Selección penó en las eliminatorias, recurrió a más de 100 jugadores y nunca encontró un equipo, una idea de juego, una filosofía. Por necesidad, no se sabe si por convicción, sí encontró un formato "sobre la hora", en el partido en Alemania, cuando ganó con un sistema defensivo que luego generara espacios para el contragolpe y los brillantes ejecutantes con que cuenta la escuadra nacional.
El problema es que contra Nigeria, Corea y Grecia quizá Argentina no pueda jugar así, porque será contra equipos que esperarán con mucha gente en el fondo, que cerrarán filas. Quizá Nigeria, en su condición de equipo africano, juegue más suelto y genere más espacios.
De cualquier forma, será bueno que lo que haga Argentina lo sostenga. Y si es acorde al estilo verdadero del fútbol argentino, con protagonismo ofensivo y juego por abajo (recomendable además porque esta pelota vuela para cualquier lado), mucho mejor.
Mientras tanto, hasta que no aparezca esa idea plasmada, tenemos que decir que la Selección depende de la magia de sus individualidades, y de la perinola, que caiga de entrada para el lado correcto en cuanto al resultado.

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Extracto de lo escrito por quien suscribe y publicado tras el 4 a 1 ante Corea en el Mundial:

(…) El mejor ataque del Mundial le hace disimular otras falencias futbolísticas. (…) No vendría mal acomodarse mejor en defensa y tratar de acompañar mejor a Messi (…)

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Extracto de lo escrito por quien suscribe y publicado tras el 3 a 1 a México de octavos de final:

(…) Argentina no jugó bien como equipo pero ganó bien por su ataque letal (…) A no engañarse, ante México hubo menos idea de equipo que en los tres primeros partidos (…) No manejó el trámite ni la pelota (…) en el medio Mascherano perdió solo contra todos (…) Y abajo sin garantías (…) Sería bueno buscar alternativas para la elaboración de juego, para no depender unicamente de la magia de Messi (…). Los dioses no siempre vienen solos. A veces también hay que llamarlos…

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Nota: TODO LO AQUI RECOPILADO FUE PUBLICADO EN ESTE MISMO BLOG Y PUEDE SER CONSULTADO EN EL ARCHIVO RESPECTIVO QUE ESTA A LA IZQUIERDA. Gran parte de esto y muchas otras notas en el mismo sentido desde que asumió Maradona como técnico de la Selección fueron publicadas en la edición impresa de LA CAPITAL y también puede corroborarse en su archivo.

GRACIAS POR TODOS LOS COMENTARIOS RECIBIDOS, por todas las opiniones, más allá de algunas faltas de respeto. Lo importante es haber sido coherente SIEMPRE (Que no es lo mismo que no tener contradicciones, porque diariamente las tenemos todos, de Maradona para abajo) Y, además, el periodista tiene la obligación de ser riguroso con la información y los argumentos…

Vito Amalfitano
desde Ciudad del Cabo

Terminó como tenía que terminar

Lo que mal empieza, mal acaba. Terminó como tenía que terminar. Sin plan, sin una idea, sin un equipo, no se puede. Más allá del espejismo de la potencia del ataque, que nos engañó a todos, de alguna manera, y ante rivales sin calificar, en este Mundial a Argentina le faltó la elaboración y el fútbol del que careció en toda la Era Maradona como entrenador, y por eso fue lógico que cayera sin atenuantes, 0 - 4, en el estadio Green Point de esta bella Ciudad del Cabo, frente a un señor equipo como Alemania, que está en semifinales, y que jugará el próximo miércoles en Durban una de las semifinales de Sudáfrica de 2010.
Schweinsteiger se comió la cancha, como nosotros las consonantes cuando lo mencionamos. El 7 jugó para 10, fue el gran recuperador, abastecedor y conductor de Alemania. Y todo el talento colectivo del equipo se desplegó a su alrededor.
Argentina jugó a nada, y ni siquiera aparecieron esta vez sus individualidades. Lionel Messi no apareció en toda su dimensión ante el primer rival fuerte y ya no será su Mundial.
Hay que hacer borrón y cuenta nueva. Alemania ganó al toque, como un viejo equipo argentino, y Argentina, al pelotazo, ni siquiera tuvo la solidez de los viejos equipos alemanes. La crisis de identidad es profunda. La debe resolver un técnico.

por Vito Amalfitano
Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Cape Town

Se terminó el ahogo. De repente, un día de Mundial, después de ya casi un mes de un largo viaje, vuelve a estar el mar enfrente. Y así, literalmente.
Para quien pasó toda una vida en Mar del Plata a metros del mar, cada vez que se sale de la ciudad no tener el mar al costado o enfrente provoca una sensación de ahogo difícil de describir. Es como que el mar se transforma en una salida imprescindible. Paradójicamente, en un cable a tierra.
Pues ya en el comienzo del epílogo de este apasionante viaje por la Sudáfrica del Mundial, de repente el mar vuelve a estar enfrente. El mismo grandioso Océano Atlántico. Pero aún más cerca. Quiso el destino -muchas veces las contrataciones de alojamiento aquí tienen poco que ver con lo que le vendieron a uno-, que en esta oportunidad el lugar que nos consiguió Sonia -brasileña, de una agencia de turismo de Johannesburgo a la que entramos por azar-, superara incluso nuestras propias expectativas. Habitación al mar. Pero más que eso. El mar al cruzar la avenida costanera. A veinte metros. Y por el amplio ventanal una vista que nos conmueve cuando nos dicen que la isla que se ve es nada menos que la mítica Robben Island, dónde Nelson Mandela estuvo en prisión durante 18 años, algunos de ellos en condiciones infrahumanas, y dónde se tejió gran parte de la historia de reconstrucción de este país, con un puñado de héroes, parecidos a los 12 apóstoles de Fidel en Sierra Maestra, algunos de los cuáles ahora ocupan las áreas más importantes de los jóvenes gobiernos democráticos.
Así, Ciudad del Cabo impacta desde el primer minuto. Esa vista, ese mar plácido, el brillo del sol encima, 25 grados en la primera tarde, Robben Island enfrente, y en la parte de atrás del hotel el imponente Table Mountain, el Monte Mesa y casi junto a él, el estadio Green Point, que parece desde afuera algo así como una "ensaladera" gigante. Allí hoy jugará la Selección Argentina de fútbol otro de los partidos importantes de su historia, una vez más ante Alemania en cuartos de final de la Copa del Mundo, como en 2006.
Ciudad del Cabo, Cape Town, ya nos recibió y cayó muy bien desde el Aeropuerto mismo, a la altura de los más importantes del mundo, y todo ornamentado con motivos referentes al Mundial de fútbol.
Ojalá esta Cape Town, la denominada "Ciudad Madre" -por ser la población más antigua de Sudáfrica-, ojalá esta hermosa geografía, que nos empieza a preparar de alguna manera para el largo camino de regreso a casa, por el reencuentro con el mismo mar, se transforme también en un gran recuerdo "futbolero", por haber sido la sede plataforma a la vuelta al gran escenario del fútbol, a estar entre los cuatro primeros del mundo. Si el juego así no lo quiere, igual le estaremos eternamente agradecidos al fútbol -una vez más-, por habernos traído hasta aquí.

por Vito Amalfitano
Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Soweto

Al final, todo termina en una lucha de clases. O al menos, sino en una contienda o enfrentamiento,-que siempre quedará latente-, en una división. El problema pudo haber sido entre blancos y negros, pero lo subyacente, y lo que lamentablemente perdura, es una división manifiesta de clases, una desigualdad que no se combate realmente si no se encara la "Revolución Económica" después de la "Revolución Política" que llevó adelante Nelson Mandela.
Hicimos un viaje por Soweto, echamos una mirada sobre el populoso barrio, casi una ciudad en sí misma, dónde nació y se crió Mandela, aunque no el lugar donde estuvo más tiempo, porque en realidad la mitad de su vida la pasó en prisión, justamente por su lucha contra el Apartheid, contra el aislamiento, contra una de las formas de división.
Soweto es un área urbana, con casi cuatro millones de habitantes, entre los cuales muchos de ellos ni siquiera conocen el centro de la gran ciudad que habitan, Johannesburgo, 24 kilómetros al suroeste, pero mencionan a Messi y, una vez que penetramos en los asentamientos más precarios, nos gritan "River Plate", "Boca Juniors" e incluso sorprenden con un "¡Riquelme, Riquelme!". Los chicos andan descalzos en pleno invierno, pero igual patean una pelota entre la tierra y saben todo del fútbol, no sólo de la World Cup. Pero probablemente no conozcan nada de los Springboks, los populares campeones del mundo de rugby, la selección sudafricana de ese deporte.
En cambio, en la noche anterior estuvimos en Monte Casino, algo así como Las Vegas en pequeño, y si bien en el patio central se siguen con fervor los partidos del Mundial de fútbol (en este caso España 1 - Portugal 0), en los bellos pasillos del lugar sólo aparece en las pantallas una promoción del próximo partido de los Springboks ante Nueva Zelanda, de rugby. Y está claro que allí concurre la gente más pudiente, mayoría blanca, y todos los que trabajan, desde los hombres de seguridad hasta las mujeres croupiers en el casino, son negros.
Así son los contrastes en este país, y en la propia Soweto. Hay dos Sudáfrica. Como hay dos o más Soweto.
Incluso en esta populosa área hay un sector "para los ricos", como nos aclara nuestro guía, con tremendas casas residenciales. Nuevos negros ricos que no quisieron dejar el origen y formaron su propia barrio "de clase alta" en su lugar en el mundo de siempre.
También está Orlando West, el barrio de Soweto de clase media donde nació y se crió Mandela, con casas bien construidas,pero en las cuales igual habitan demasiadas personas por unidad. Casas que en muchos casos recién ahora tienen propietarios, porque pertenecían al Estado, al que había que pagarle una renta. Ahora, hace un tiempo, el Estado abrió la posibilidad de que sus habitantes las compren con el propio pago de su renta mensual hasta llegar, en algunos casos,- para las casas más precarias- a la suma de 15.000 rans (unos 2.000 y pico de dólares), con lo cuál podrán ya transformarse en propietarios.
En la Orlando West de Soweto también está el Museo Héctor Pieterson, en memoria de los 566 pibes acribillados el 16 de junio de 1976 por reclamar que no los obliguen a estudiar como lengua principal el afrikaaners, el idioma tradicional del apartheid, que habla una de las castas blancas más importantes de este país. El símbolo de ese reclamo es Héctor Pieterson, y la foto que recorrió el mundo. El niño que es llevado en brazos, bañado en sangre, con rostros de desesperación que parecen ser los de sus familiares más directos. Esa foto domina el centro de la escena del Museo, que también va pasando, en sus pantallas, imágenes desgarradoras de aquella matanza. En el patio del Museo, entre pequeñas piedras, hay 566 ladrillos, cada uno con cada nombre de los pibes asesinados por la policía del régimen del Apartheid.
Después de ver eso, y de no poder continuar el camino en la última de las escalas, en la parte de los asentamientos de Motsoaledi, donde sólo hay indigencia, pibes que piden monedas a la vez que nombran a "Messi", "River Plate", "Boca Juniors" y "Riquelme" y la enorme dignidad de Be, quien nos muestra el lugar por dentro y de una señora que incluso nos abre las puertas de su "casa"-, porque la tristeza y la impotencia nos supera, uno imagina que alguna vez esta gente volverá a reaccionar. No ya por un idioma. Sino por las condiciones mínimas de subsistencia. Dios quiera que si ese día llega, la humanidad haya evolucionado lo suficiente, no sólo para que no se repita una matanza como aquélla de los 566 pibes, sino para que, de una vez por todas, les satisfagan esa necesidad. Para comenzar a hacer esa revolución inconclusa. Parece una utopía. Incluso lo admite nuestro guía, casi resignado. Pero utopía fue la de Mandela, y se hizo realidad. Quizá Mandela no quiso o no pudo encarar lo que falta. Alguien lo tendrá que hacer.

Vito Amalfitano

desde Johannesburgo

Enviado Especial a Sudáfrica