De todos

En este estadio, en esta ciudad, en nuestra casa, Maradona dio la última vuelta olímpica de su carrera futbolística. Vaya si el Minella le traerá recuerdos. Fue en aquella mágica noche del 24 de febrero de 1993, cuando la Selección Argentina de fútbol ganó la Copa Artemio Franchi, la Copa Intercontinental de selecciones, al vencer en tiros desde el punto del penal a Dinamarca. El campeón de América de Basile, con Diego y Caniggia, al Dinamarca campeón de Europa.

Aquí, esta noche, Maradona quizá dirija a la última Selección local antes del Mundial, porque ya a partir del 3 de marzo, en el choque ante Alemania en Berlín, se supone que empezará a jugar el equipo base que irá a Sudáfrica.

Más allá de cualquier consideración por las convocatorias, por la excesiva lista de más de 100 futbolistas llamados por Diego, por las desprolijidades en esta última lista, aquí en Mar del Plata jugará hoy la Selección, y eso ya significa un regalo más para la ciudad, nada menos que en el día de su cumpleaños.

No serán los nombres, al menos no la mayoría, pero si será la camiseta que irá al Mundial. Y la gente de Mar del Plata y los visitantes de hoy le darán la despedida que amerita el sentimiento por los colores, por lo que la Selección significa para el sentimiento del futbolero argentino.

Una vez más, además, la ciudad estará a la altura de las circunstancias y le dará el marco que siempre le dio al equipo nacional. Como en los Panamericanos, como en el Preolímpico, como en aquella noche de diciembre del 80, cuando la Selección campeona del mundo de Menotti, ya con Diego, jugó a estadio lleno ante la Unión Soviética en la previa del Mundialito de Uruguay. Como en los dos partidos ante Yugoslavia con Passarella como técnico, el primero de ellos bajo una lluvia torrencial, con nuestro Juan Esnaider en la delantera del equipo nacional.

La Selección, los colores, la camiseta, está por encima de todo. Siempre en términos futbolísticos. De todo. Por eso extrañaron mucho las quejas de Claudio Vivas por las convocatorias de los jugadores de Racing, y la ironía posterior tras la lesión de Lucas Licht. Se ve que cada uno se acomoda de acuerdo al lugar que le caiga en la feria. Porque Vivas era el ayudante de Marcelo Bielsa, quien no hacía caso a ninguna queja y convocaba sin miramientos ni situaciones particulares de clubes o equipos.

La Selección es el equipo de todos. De todos. De Maradona, que es su máxima expresión, su máximo emblema, pero también de todos los que la enriquecieron y de todos los que se ponen su camiseta. Y de todos los que la queremos y seguimos y la reconocemos como la representación de nuestro gusto por el fútbol.

Pues entonces, si es de todos, de todos tiene que ser. Nadie tiene que faltar de los que deben estar. Hoy, contra todas las críticas,-en las que no hubo análisis de situaciones o dificultades evidentes-, Maradona pone casi el mejor equipo posible. Los calendarios no le permiten hacer otra cosa, especificamente para este partido, con los encuentros de la Copa en la misma semana.

Casi el mejor equipo posible. Porque falta el mejor de todos. Juan Román Riquelme. Que está en el fútbol argentino y que no tiene Copa, como Verón, otro de los grandes. Diego sabe más que nadie que la Selección es de todos. No debe cerrarle las puertas a nadie. Ayer dijo que lo de Riquelme era un "tema cerrado". Porque el 10 de Boca en su momento renunció. No es el momento de discutir los motivos, pero está claro que Riquelme ahora no se va a autoconvocar.

No lo hizo ni siquiera con Basile, tras su primera renuncia. Tiene que haber un llamado antes. Si Diego realmente dice con convicción que lo quiere a Román y que le gusta como juega, lo tiene que llamar, sin prejuicios y sin intermediarios. Y encerrarse en cuatro paredes,-no mediáticas-, para arreglar los problemas. Y si no los arreglan, vale el ejemplo del último Mundial. Zidane había renunciado. Domenech igual lo llevó al Mundial. Zidane fue el mejor de todos. Y después, cada uno para su casa. La Selección, por encima de todo. Como hoy, como esta noche, y siempre.