Confundidos y acalorados


por Vito Amalfitano

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España, el equipo campeón del mundo, sumó el miércoles su octavo triunfo en ocho partidos de eliminatorias para la Eurocopa. Y su victoria número 14, una tras otras, en encuentros oficiales. Venció por 3 a 1 a Escocia. El primer gol lo marcó David Silva al cabo de 41 pases en una jugada de la que participaron sus once futbolistas. España juega con línea de cuatro en el fondo. En este encuentro en Alicante recurrió a algunos “suplentes”, porque la clasificación ya estaba asegurada tres fechas atrás. Xavi fue el enganche y conductor. Sin embargo, el equipo base no contempla jugar con un solo enganche, sino con dos (Xavi e Iniesta, nada menos) y hasta tres (si se suma a Cesc).

Italia, en tanto, goleó a Irlanda del Norte en Pescara por 3 a 0. Jugó con el clásico 4-3-1-2. Cuatro en el fondo. Con enganche, Aquilani. Y un 5 que es casi otro enganche, un “regista”, Andrea Pirlo. Italia. ¡Italia!

Francia logró la clasificación sin brillar. Empató 1 a 1 en París con Bosnia. Jugó con cinco volantes, aunque tres de ellos de creación. Y con línea de cuatro en el fondo.

Alemania derrotó a Bélgica con línea de cuatro. Y con cinco volantes, aunque dos de ellos son Ozil y Müller.

Suecia derrotó a Holanda por 3 a 2, los dos jugaron con cuatro defensores. Eslovenia le ganó a Serbia por 1 a 0, los dos con línea de cuatro. Uruguay, campeón de América, empató con Paraguay en Asunción 1 a 1 y lidera las eliminatorias sudamericanas. Los dos equipos se pararon con línea de cuatro. Los ejemplos podrían seguir hasta el infinito, o hasta detenerse en la excepción que confirma la regla de todo el mundo, Chile, que el miércoles le hizo cuatro goles a Perú con tres en el fondo, pero el viernes le habían hecho cuatro con tres en el fondo.

Argentina perdió el miércoles por primera vez en la historia del fútbol con Venezuela, 1 a 0 por las eliminatorias. La Selección había triunfado con los anteriores 18 enfrentamientos entre sí.

Alejandro Sabella explicó después del partido que puso cinco defensores “para asegurarse más tenencia de pelota”. Argentina tuvo mucho menos posesión del balón que Venezuela. Esos cinco defensores no fueron, precisamente, jugadores de características para asegurarse tenencia y salida de balón desde el fondo. Ni Zabaleta, ni Demichelis, ni Burdisso, ni Otamendi ni Rojo no solo no pueden asegurar tenencia de pelota, ni siquiera están capacitados para intentarlo.

Angel Di María, quien había dejado un “surco” como volante por izquierda el viernes 7 en el Monumental en la goleada ante Chile, esta vez jugó muy cerca de Mascherano, casi de “doble cinco”. Los dos verdaderos “doble cinco” (con perdón de la repetición del barbarismo futbolístico) que habían estado ante Chile, Braña y Banega, no fueron titulares frente a Venezuela.

Alejandro Sabella había postulado, antes del comienzo de las eliminatorias, su preferencia por los “jugadores-cerebro”, tal la denominación que utilizó. ¿Qué “jugador-cerebro” tuvo la Selección el miércoles para darle algo de elaboración al equipo y abastecer a Messi e Higuaín, quizá la pareja de más potencial en el mundo?

Lionel Messi, el atacante de más eficacia en el universo, fue el miércoles capitán por segunda vez en partido por los puntos de la Selección. En el segundo tiempo no solo no mandó. Ni siquiera jugó. Solo se fastidió.

Javier Pastore, que quizá no es “cerebro”, pero sí talento para abastecer juego, entró ante Venezuela a ocho minutos del final. El “jugador-cerebro” que más entiende el juego en Argentina desde hace mucho tiempo es Juan Román Riquelme. Es hoy el conductor, y cerebro, del equipo que va primero en el campeonato. No fue convocado. No se sabe si por lesión o por cuestiones “tácticas”.

El técnico solo habló de “el calor y la humedad” para explicar toda esta confusión. El partido se disputó en Puerto La Cruz, y de noche. En Venezuela, con estas temperaturas y más, Argentina jugó la Copa América 2007, en la que,-con la versión de más éxito de la conjunción Riquelme – Messi-, hacía de a tres o cuatro goles por partido, hasta la final con Brasil, que sí se jugó con más de 50 grados de sensación térmica al sol, en Maracaibo, y a primera hora de la tarde.


Revanchas


“Así es el deporte, no se puede garantizar nada nunca. Esta vez se dio que ganamos, pero pudimos haber perdido. El evento hubiera sido exitoso igual y no le tenía que quedar ningún ‘karma’ a los marplatenses”, nos dijo Luis Scola hace una semana, en nota especial con LA CAPITAL un día después de la consagración de la Selección Argentina de básquetbol en el Preolímpico de Mar del Plata. Fue en respuesta a una inquietud nuestra sobre lo que supuestamente se habían sacado de encima la ciudad en general y el Polideportivo en particular, con este logro de la Generación Dorada después de aquella traumática derrota en la final de la Copa Davis de tenis ante España en 2008.

No por verdad de Perogrullo deja de ser oportuno y sabio lo de Scola para contrarrestar tanta histeria que rodea hoy al deporte, sobretodo por estas tierras de tanto apasionamiento, pero también de tanto exitismo.

La derrota, obvio, siempre tiene que ser una posibilidad, nunca un drama. Así es el deporte. E incluso se puede perder de local siendo más que amplio favorito, hasta casi candidato excluyente.

El círculo de la moraleja se cerró ayer a miles de kilómetros de distancia.

El imponente Belgrado Arena se preparó para un trámite y una fiesta. Y aun habiendo empezado con derrota 0-2 el viernes el clima del estadio ayer dejaba ver que las esperanzas de los serbios volvían a estar intactas al saltar a la cancha el as de espadas, el número uno del mundo, Novak Djokovic.

Hace tres años, en una instancia diferente, ya en una final, en el Polideportivo de Mar del Plata, se vivía un clima similar, pero aun con condiciones más favorables, porque Rafael Nadal ni siquiera podía jugar un punto (ni viajó).

En las dos situaciones sucumbió el amplio favorito. Y se cumplió la máxima de Scola, “en deporte no se puede garantizar nada nunca”. Ni con todo el público a favor, ni en las circunstancias más ventajosas. Tampoco Nalbandian hubiera tenido garantizada la victoria aun contra un rival infinitamente inferior en el quinto punto, si Djokovic superaba a Del Potro.

Nada de eso ocurrió. Quedó, afortunadamente, en lo contrafactual. Porque, más allá de la lesión lumbar de Djokovic, el tandilense hizo lo que tenía que hacer. Y más. Se pudo evadir, con personalidad y juego, de ese tremendo ambiente en contra.

Ahora, para la final, el desafío vuelve a ser de David contra Goliat. Y no solo, está claro, porque Nalbandian sea bandera del equipo argentino.

No debía ser “karma” ni drama si la Generación Dorada no conseguía lo que se esperaba en el soñado fin de semana anterior en Mar del Plata. Pero lo cierto es que, con la clasificación a los Juegos Olímpicos y el título de la Selección Argentina de básquetbol evidentemente se saldó una parte de aquella deuda de la final de la Davis de 2008 y fue una especie de revancha de la ciudad deportiva.

Mar del Plata, entonces, “ya hizo su parte”. Ahora le toca a ellos, a los verdaderos protagonistas. Otra vez Argentina contra España, pero con las condiciones exactamente al revés que en el Polideportivo. Allá, de visitante, y con amplio favoritismo para el equipo de Nadal. La Legión tiene la gran chance de saldar la otra parte de aquella deuda, de completar esa otra revancha. Seguramente los tenistas argentinos dejarán todo para el objetivo. No habrá distensión. Ni mucho menos lugar para la subestimación. No se perderá el tiempo en agregarle o quitarle velocidad a la superficie. No tendrán siquiera esa oportunidad. Así, dejando todo, no quedará lugar, esta vez, para el reclamo. Será la gloria infinita, un título inédito justo en la Davis 100, o una casi lógica derrota con el honor de estar una vez más en la final. Sin dramas ni histerias. Como se debe entender el deporte.

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Scola: “El recambio de la Generación Dorada está pasando ahora, nada se va a cortar mañana”

El ala pivote de Houston Rockets y la Selección Argentina campeona del Torneo de las Américas habló, en el día después, de las diez inolvidables noches en el Polideportivo y de lo que viene. Reconoció a Brasil como el equipo más “sólido”, se refirió al difícil momento de “Tato” Rodríguez, a su propio futuro y hasta al “karma” que se sacó de encima Mar del Plata gracias a sus goles.




El aro es la presa que no se le resiste. Su voracidad volvió a rebasar límites en Mar del Plata. Fue el goleador del Preolímpico de básquetbol 2011, también el artillero de la final y el MVP del torneo. Pero si bien aquí también las emociones lo sobrepasaron como nunca, no deja de ser frío y calculador ni para asestarle el zarpazo de gracia al enemigo, ni para permitirse algún rasgo de amateurismo en el momento del festejo y la reflexión, en el tiempo de la charla distendida y mano a mano con LA CAPITAL. “Nosotros somos súper-profesionales siempre”, remarca Luis Scola, efectivamente, en un pasaje del encuentro con este medio, a solas, después de la conferencia de prensa que brindó en el Hotel Costa Galana organizada por La Caja, y en la cuál se presentó junto a los directivos de la empresa Fernando Oliver y Hugo Laiño, con Patricio Masochi en la organización.
Cansado, sin ocultar sus sentimientos (“nunca viví nada así”) pero tan frío y calculador como en esos libres que tiró bien concentrado, como aislado del mundo, y que convirtió en medio de la algarabía del festejo cuando ya el triunfo en la final sobre Brasil estaba consumado. “Lo nuestro no tiene nada de amateur”, reafirma en otro momento de este reportaje (ver aparte). Parece demostrarlo también afuera de la cancha, para asumir cada compromiso establecido. Como ayer con La Caja y LA CAPITAL.
-¿Cómo es el día después a tantas emociones?
-Es un poco complicado. Estoy muy feliz por lo que pasó pero después de una euforia tan grande viene un poco de cansancio, un bajón, quizá un vacío. También uno se afloja después del esfuerzo. Generalmente pasa, se te viene todo el torneo encima. Pero es mejor estar así después de haber conseguido el objetivo, que de otra manera…
-Ustedes ganaron cosas mucho más importantes que este Preolímpico. Sin embargo, desde la emotividad, desde la posibilidad de haberlo conseguido en casa, evidentemente tuvo un sabor especial…
-Sí, claro, fue fuerte por jugar en casa, por como se dio el torneo, por la expectativa, por como estaba la gente, por como lo vivimos nosotros. Me gustó como se vivieron las dos semanas, se respiró básquet las dos semanas. La gente, la familia, se montó un plan alrededor del básquetbol y por suerte todos pudimos festejar. A mí realmente me cuesta acordarme de un torneo con tanta gente, con tanta convocatoria, con tanta expectativa. Es verdad que nosotros jugamos en otras competencias en escenarios más grandes, incluso con más gente, pero es muy difícil encontrar un antecedente, incluso en mundiales o Juegos Olímpicos, con la cancha llena diez días seguidos como ocurrió acá.
-Acostumbrado a grandes acontecimientos. ¿Qué te pareció la organización?
-La ví muy bien, creo que en líneas generales salió muy bien. Siempre hay detalles, como el del reloj, que son errores que te exponen, pero fue un torneo muy bien hecho, que nada tiene que envidiarle a otros de nivel internacional.
-Se habla mucho del final de la Generación Dorada. Incluso se dijo que esta fue la despedida en casa. ¿Es tan así? Y, en todo caso, ¿cómo ves el recambio?
-El recambio está pasando desde el 99. Todos los años se fue yendo uno y entrando otro. Esto no es nuevo. Desde aquel 2001 famoso te puedo nombrar a Farabello, Sconochini, Montecchia, Gaby Fernández, Victoriano, Paladino…Jugadores que estaban y que en su momento eran parte también de lo que nosotros llamamos Generación Dorada. Y hoy no están más. Como el Colo Wolkowyski. Todos los años se van a ir yendo más y todos los años van a entrar nuevos. Es así, esto no es nuevo. Se habla tanto del recambio generacional que da la sensación de que mañana nos vamos todos y entran doce nuevos. Esto no es así.. Esto ya está pasando. Y va a seguir pasando. Va a llegar el día que el último que no jugó en el 2001 no va a estar más. Pero igual creo que a esa altura ya el equipo se habrá “reciclado” con ese famoso recambio que no se detiene nunca.
-El problema es que ustedes alcanzaron un pico impensado, y transformaron al básquetbol argentino en potencia. Habrá que ver si cuando se vaya el último de 2001, como vos decís, los que vengan estarán más o menos a la altura para sostener esa condición…
-Sí, pero de la misma manera están a la altura los que están entrando ahora mismo. Ese recambio se está dando ahora ya. No fueron cinco jugadores los que transformaron el básquetbol de Argentina. Fuímos cuarenta, o cincuenta, y el recambio de la Generación Dorada, como ustedes dicen, está pasando ahora. Esto viene desde hace diez años y transcurre permanentemente. Nada se va a cortar mañana. No es algo que se va a cortar mañana abruptamente. Yo confío en que ese recambio que ya transcurre hoy mantendrá al básquetbol argentino en los primeros planos.
-Más allá de ese recambio colectivo, cómo será la cuestión en el plano individual? Qué Luis Scola vendrá después de este tremendo jugador?
-La verdad, no se. Sinceramente, no me lo puse a pensar. No solo porque no pienso en el retiro, que está todavía muy lejos, sino porque en realidad no tengo un plan. No se si voy a querer entrenar un equipo, no se si voy a querer seguir ligado al básquetbol directamente…
-Mucho más difícil debe ser hacerse esa composición de lugar abruptamente, cuando quizá haya que tomar la decisión de decirle adiós al básquetbol de un día para el otro, como el caso de lo que está pasando hoy con “Tato” Rodríguez… (N.de R.: por una afección cardíaca se pierde la próxima Liga Nacional con Peñarol y quizá tenga que replantear su continuidad en el deporte).
-Sí, claro que es muy difícil, es muy complicado ponerse en el lugar. Ojalá que se pueda solucionar. Vamos a esperar, a tratar de ser cautelosos. Pero si no se puede solucionar el problema que tiene, ojalá que pueda encontrarle la vuelta y hacer algo que le guste y estar contento. Y si de algo sirviera, si pudiéramos hacer algo nosotros para ayudarlo en esa búsqueda, lo haremos. Aunque él es un grandísimo campeón, de mucha personalidad, así que seguramente se hará todos los estudios y sabrá bien como seguir y tomar la mejor decisión. Creo que ahora es mejor dejarlo tranquilo.
-¿Cómo fue tu relación con la ciudad en estas dos semanas? Mar del Plata tenía un “karma”, arrastraba con la “mochila” de la final de la Davis perdida ante España cuando estaba todo dado para una consagración histórica en el mismo Polideportivo. Ustedes fue como que vinieron a lavar esa herida. ¿Cómo fue el contacto con la gente de Mar del Plata, y cómo pudieron darle lo que necesitaba?
-El torneo fue fantástico y salió redondo. Pero uno nunca puede garantizar un resultado. Se compite y se puede ganar o perder. Claro que percibíamos el cariño de la gente, el afecto, quizá también cierta ansiedad, pero casi nunca fue una presión desmedida. Pero debe saberse que todo puede pasar. Fijense lo parejo que fueron los partidos del fin de semana. Así es el deporte. Está claro que nosotros no podíamos tampoco garantizar la clasificación a los Juegos Olímpicos, porque de hecho también pudimos haber perdido en el último instante ante Puerto Rico. Así es el deporte. No se puede garantizar ganar nada nunca. Esta vez se dio que ganamos, pero pudimos haber perdido. El evento hubiera sido exitoso igual y no le tenía que quedar ningún “karma” a los marplatenses ni a quienes nos vinieron a ver de todo el país. Porsupuesto que siempre es mejor ganar pero no se puede ganar siempre. El torneo hubiera sido exitoso igual porque fueron dos semanas que disfrutamos a puro básquet, en las que se respiró básquet y fue un torneo de altísimo nivel del que pudo disfrutar la gente más allá de un resultado.
-¿Por qué dijiste en la conferencia de prensa que Brasil fue el equipo de nivel de básquetbol más sólido? ¿Significa que ellos fueron más como equipo y pesaron más las individualidades de Argentina, o no es tan así?
-Simplemente quiero decir que jugaron más sólidos. Por eso lo dije. Jugaron bien, se prepararon muy bien para el torneo, muy concentrados. La verdad es que Brasil jugó el nivel de básquetbol más sólido del torneo. No pudieron resolver el último partido, nada más.
-Y ahí sí, cuando percibieron la solidez del rival, ¿sintieron algo de presión?
-Sí, al final sí. En el partido de anteayer, por todo lo que estaba en juego, y en el tercer y cuarto cuarto de ayer. Debimos haber cerrado mejor los dos partidos. Pero cometimos errores graves. Afortunadamente lo pudimos superar.
-Teniendo en cuenta eso, que incluso reconocés que fueron superados de alguna manera como equipo por otro en este Preolímpico, ¿con qué posibilidades ves a Argentina para los Juegos?
-No se puede saber, falta un año, mucho puede cambiar. De acá a un año pueden pasar muchas cosas. Ellos y nosotros, y otros, pueden mejorar, o también empeorar. Todo a su debido momento. Por ahora solo quiero descansar.
-En el medio de ese descanso tenés la preocupación del destino próximo, por el lock out de la NBA…¿Sos optimista?
-Ni optimista ni pesimista. Hace un mes que me desenchufé completamente del conflicto. Y será lo que tenga que ser. No se como se va a solucionar, esperemos que pronto. Y si no hay solución veré que haré…
-A manera despedida de este Preolímpico, ¿qué querés decirle a la gente de Mar del Plata?
-Simplemente gracias por el afecto y el apoyo. Estas dos semanas serán difíciles de olvidar para mí. Y ustedes los marplatenses han tenido mucho que ver.
Nunca viví nada así, y eso fue gracias a la gente. Porque nosotros ya habíamos conseguido cosas muy importante. Pero, por como se vivió, esto tuvo un significado muy especial.

“Lo único que tiene de amateur
lo nuestro es que no cobramos nada”


-Por estas horas se escuchan mucho las comparaciones. Se los elogia a ustedes, se rescata ese espíritu amateur pese a que son súper-profesionales, y desde muchos periodistas y aficionados se cae en aquello del compromiso que ustedes tienen y que supuestamente no tienen los seleccionados de otro deporte, como el fútbol, por ejemplo. Y se repite aquello del himno, por ejemplo, sobre como lo canta cada uno…Cuando vos escuchás esas cosas, ¿qué pensas?
-Que no estoy de acuerdo en ninguna de las dos cosas. Primero, qué a mí me gusta que me elogien, porsupuesto, pero no comparando con otro. Nunca comparando con otro. Que me elogien por mis méritos o me critiquen por mis supuestos errores. Pero no me parece que esten bien las comparaciones. Y no se quien es el indicado para juzgar el compromiso de un deportista, de cualquier deporte. Pasa que nosotros ahora ganamos, si hubieramos perdido quizá nos entrarían a criticar algunas cosas. Y estaría bien si no fuera por comparación, o metiéndose con cuestiones extradeportivas. Hoy ganamos nosotros, ojalá le vaya bien a los muchachos del rugby, y a los del tenis el fin de semana, y por supuesto al fútbol, que tenemos notables jugadores. Pasa que en el deporte se gana y se pierde. El año pasado tanto jodieron con eso del compromiso supuestamente diferente y resulta que terminamos igual. Los chicos del fútbol terminaron quintos, y nosotros también. Y, por otro lado, yo no creo mucho en eso del amateurismo. Yo, por lo menos, no siento que lo nuestro tenga nada de amateur. Lo único que tiene de amateur lo nuestro en la Selección es que no cobramos nada…En eso sí somos amateurs. Pero la verdad es que nosotros somos súper-profesionales siempre, nunca dejamos de serlo, tomamos esto con la misma seriedad que cualquier competencia…
-Yo lo planteaba desde el espíritu, quizá amateur, con el que encaran la competencia…
-No, no, lo nuestro no tiene nada de amateur. Podremos emocionarnos, podrán emocionarse ustedes, pero, en realidad, nosotros estas semanas fuímos súper-profesionales, todo muy medido, muy calculado, con un plan, horarios estrictos, total disciplina. Ya no nos queda nada de amateur, salvo que no cobramos para esto…(risas) Por ahí se puede decir eso del espíritu amateur porque justamente nosotros venimos para jugar para la Selección en lugar de descansar, pero eso también lo hacen los muchachos del fútbol siempre, un gran esfuerzo para no dejar de jugar para Argentina.

Seccafién se sacó un 10, Aldosivi hizo 5




Aldosivi tenía orden. Le faltaba juego. Y de forma alarmante, tanto que no había podido ganar en las tres primeras fechas del torneo de la Primera B Nacional de fútbol.
Ante ese panorama, no se justificaba la ausencia de Enrique Seccafién en el equipo titular. Su actuación ante Brown de Madryn ratifica esa certeza.
Seccafién fue la gran figura, determinante, en la goleada por 5 a 0. No solo él fue decisivo para lo abultado del marcador. También el arquero de la visita, Sebastián Pereyra, responsable del primer gol, que abrió el partido, y también con errores en el tercero y el cuarto.
Entre Seccafién y el arquero, las dos puntas de rendimiento en un encuentro muy desigual, hubo otra vez un Aldosivi ordenado,-al menos como en las dos primeras fechas-, pero con un sustancial aumento de volumen de juego, y un rival que no fue tanto menos en el primer tiempo pero que no pudo disimular su vulnerabilidad y pareció más bien un equipo de Argentino A en la mayor parte de la tarde.
Seccafién partió de una posición de volante por izquierda que pareció fastidiarlo pero enseguida, con el correr del partido,-bien por indicación ya prevista del técnico o por circunstancias del juego y decisión de los protagonistas-, alternó roles con Matías Gigli y se convirtió, en varias situaciones en enganche constante y sonante.
Ese intercambio entre Seccafién y Gigli, y la manera en que se suma a ese circuíto de juego Piñero Da Silva, le proporcionaron variantes inéditas al ataque de Aldosivi, que además fue prolijo hasta desde la pareja de volantes centrales, Jonathan Blanco y el jugador del club Jonathan Galván.
El golazo de Marcelo Vega rubricó una tarde también extrañamente tranquila para Aldosivi. Todo se había facilitado muy temprano, por el "regalo" inicial del arquero y la pegada exquisita de Seccafién en dos centros. El propio Quique amplió con dos tantos más.
Hacía mucho tiempo que Aldosivi no contaba con una actuación de 10 puntos como la de Seccafién. También hacía bastante que no se encontraba con tantas facilidades del rival. Es cierto que nada será igual de aquí en adelante. Pero también está claro que en esta divisional, de todos modos, no es sencillo hacer cinco goles contra nadie.
Y lo importante es que a partir de este triunfo contundente Aldosivi tiene la oportunidad de enderezar el rumbo. No solo por la tranquilidad que dan los tres puntos y los goles, sino por la forma en que se consiguieron. Y porque quedó la sensación que, de momento, ya será imposible prescindir de Seccafién. El eslabón perdido que faltaba.

Aldosivi después de Instituto: Lo que tiene y lo que le falta










El continente y el contenido. Las formas y el fondo.
Aldosivi tiene el continente, las formas, la geografía. Eligió un formato y trata de ponerlo en práctica. Dentro de esos lineamientos, trata de ser ordenado, de cubrir bien los espacios.
El problema, por ahora, es el contenido, el fondo. Falta juego. Faltan variantes, argumentos, que sostengan la estructura.
Y al cabo, como el orden y la estructura en fútbol siempre pueden ser un medio, un camino, pero nunca un destino, un objetivo final, la búsqueda de Aldosivi se va perdiendo, por ahora, en esa carencia.
Tanto en el partido con Atlanta, como en este frente a Instituto (2 a 2 en el Minella, debut como local en este gran torneo de la Primera B Nacional de fútbol), al equipo de Mar del Plata se lo vio bien parado, pero se quedó en eso. Le faltó osadía, le faltó peso específico en la búsqueda, y por eso se perdió en los partidos y terminó sufriendo en el área propia.
Tanto como en Villa Crespo, pero ahora mucho más, Aldosivi sufrió mucho ante Instituto las jugadas con pelota detenida en el campo propio, y como lo que insinuó de la mitad de la cancha para adelante no lo supo traducir en dominio sostenido y jugadas de gol, terminó padeciendo muy cerca de Campodónico.
Al final de cuentas, por más estructura y orden que haya, si después no hay algo más en la esencia, se termina jugando a la lotería. Así fue frente a Instituto. El partido terminó 2 a 2 no por buen juego, fluído, por situaciones de gol continuadas, sino más bien por errores manifiestos de los dos.
Aldosivi tiene la base. El orden y el formato. Eso no es poco si se tiene en cuenta que recién empieza un campeonato largo. Pero le tiene que hacer un lugar a la osadía para ese plus que se necesita para marcar diferencias en fútbol.
Si el técnico está tan aferrado al 4-4-2, pues entonces uno de los volantes centrales, o los dos volantes de afuera, se tienen que soltar con volumen de juego, y no solo con presión bien hecha (como lo que ocurrió en el arranque del primer tiempo). Y si no es tan esquemático, si en los dos partidos se decidió promediando el segundo tiempo a la entrada de Seccafién, quizá sería bueno que analice la posibilidad de más continuidad en cancha del enganche, y de considerar la alternativa de Sarraute, un jugador del club, con tanto, con la osadía que le falta al equipo, y que no se entiende demasiado, por ahora, porque ni siquiera integra el banco de suplentes.
Igual este es un camino largo. Recién empieza. Por eso el crédito está abierto. La base está. Falta la esencia. Más juego.

Aldosivi tuvo orden y reacción, le faltó juego

Aldosivi estuvo en la fiesta del comienzo. Como un “histórico” de la máxima categoría del ascenso del fútbol argentino tuvo el honor de abrir el torneo de la Primera B Nacional más esperado de la historia, y de iniciar también las transmisiones de la divisional en la TV Pública, a través del sistema Fútbol para Todos, que pudimos disfrutar en forma abierta y gratuíta los marplatenses y el resto de los futboleros del país.
Por lo pronto, no hizo quedar mal a Mar del Plata en la cita. Logró un buen empate en Villa Crespo ante Atlanta, 1 a 1. Aunque quedaron algunos detalles, cierta sensación de sabor agridulce, la presunción de que se pudo haber conseguido algo más ante un rival con muchas limitaciones y que no está acostumbrado a la categoría.
En principio, Aldosivi mostró orden. Y esa parece ser una característica que Andrés Yllana pretende imprimirle a su carrera como entrenador, que se inicia justamente al frente del equipo de Mar del Plata.
Aunque en este partido ante Atlanta dio la sensación que la propia virtud encierra su defecto. Aldosivi tiene la obsesión de mantener el orden, y eso es bueno (sobretodo ante las confusiones tácticas de temporada anteriores, con ese empecinamiento en “suicidarse” con la línea de tres), aunque también se sale poco del libreto y no le hace lugar, por ahora, para los creadores, para los que pueden desequilibrar a través del juego. Enrique Seccafien estuvo en el banco, y cuando entró no encajó, en una estructura que ya estaba establecida. Y Matías Sarraute, el talento del club, ni siquiera tuvo un lugar entre los relevos.
Lo positivo, entonces, fue el orden. Y también la reacción. Para conseguir el empate ante el resultado adverso. Falta equilibrar un poco más los cuidados con la osadía. Con un poco más de juego Aldosivi se pudo haber traído todo de Villa Crespo.

Al otro lado del río

Al final de cuentas, la Copa América, esta Copa América,-que pareció desabrida, que más bien tuvo un gusto bien amargo para el fútbol argentino, que registró la mitad de los goles que la de Venezuela, que depositó a algún equipo bien amarrete en la instancia definitiva-, no quedó tan vacía de contenido como se vislumbraba bien entrado su desarrollo.
Esta fue la Copa América de la consolidación de un equipo, Uruguay; la de dos delanteros temibles, Diego Forlán y Luis Suárez; la de los penales errados de Brasil; la de un primer tiempo mágico de Lionel Messi frente a Uruguay,-como puntero derecho, de lo que debe jugar-, y que señala el camino hacia el futuro…
Esta fue también la Copa América de la instalación definitiva de Venezuela en el concierto del fútbol sudamericano como un candidato más, como un contrincante peligroso más para lo que viene en eliminatorias. Antes no contaba, no figuraba en los cálculos de nadie.
Esta fue la Copa América de dos grandes arqueros, Justo Villar y Fernando Muslera y de un tercero, Sergio Romero, que en las dificultades demostró que tiene bien ganado su lugar en el castigado arco argentino.
Esta fue la Copa América de la mejoría de Colombia, de la vuelta del histórico Perú, de la decadencia, por avaro o amarrete, de Paraguay.
Y esta, al fin y al cabo, que pintaba para ser la Copa América que se prestaba para los utilitarios de siempre, para legitimar el discurso de la especulación, terminó siendo, afortunadamente, la Copa América de la esperanza, la Copa América que salvó en el último peldaño al fútbol ofensivo y al fútbol juego, la Copa América de las enseñanzas del Maestro.
Se repitió, hasta el cansancio, en la semana previa a la final, que habían llegado a las instancias definitorias justamente los equipos que habían sido más o menos dominados en cuartos. Algunos se subieron inocentemente, otros de manera muy interesada desde el punto de vista ideológico futbolístico, al discurso instalado de que en el fútbol de hoy saca más rédito el que defiende y tiene más que perder el que ataca, el que busca. Falacia absoluta basada en una mera casualidad o, en todo caso, en cuestiones circunstanciales. Algunos olvidaron, otros quisieron olvidar, que hace solo un año salió nada menos que campeón del mundo un equipo que siempre fue ofensivo y que siempre fue paciente, que siempre apostó al juego y a la tenencia de pelota y que renegó del vertigo tanto como de la especulación. España señaló un camino diferente para el fútbol del futuro, ya lo consignabamos desde Sudáfrica. Y el equipo de club que, a la par, hace época con un estilo similar, Barcelona, también está como testimonio permanente de lo que realmente se debe perseguir.
Pero resulta que, de buenas a primeras, nos olvidamos de España y Barcelona, y por la mala puntería de encumbrados y cenicientas en los penales, dejamos instalado que solo sirve defender en el fútbol de hoy. Uruguay le dio el domingo un gran cachetazo a esa teoría falaz. Lejos de especular con que Paraguay se siente más cómodo cuando lo atacan y le dan espacios, el equipo de Maestro se sintió seguro de si mismo y no le importó nada más. Salió a llevarse por delante a su rival y por si quedaban dudas sobre su postura, tras un dominio abrumador y un 2 a 0 parcial, pero cuando ya era difícil sostener desde lo físico la presión que se había ejercido durante casi una hora, el técnico puso a un delantero más por un volante, Cavani por Alvaro Pereira. Cartón lleno. Derrota consumada de los apologistas de la mezquindad.
No fue esa la única enseñanza del equipo del Maestro. Uruguay es el producto de proyecto más antecedentes. No solo de una carpeta fría, sino de la letra corporizada en la cancha y no escrita por cualquiera, sino por el entrenador que más pergaminos tenía al otro lado del río para encabezar este trabajo a largo plazo.
Tabárez es el Maestro, no solo por sus origenes de pizarrón y tiza. Sino por toda una carrera de docencia, sabiduría y títulos en el fútbol. El más grande entrenador uruguayo. Si en el “paisito” tan entrañable y tan querido sencillamente eligieron al mejor para encabezar el proyecto de la reconstrucción, ¿por qué no se hace lo mismo, de una vez por todas, en el fútbol argentino, de este lado del río?



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Un debate ignorado y la expectativa por un clásico mundial

…Y con las entradas no fuímos tan “buenos vecinos”.


Por Vito Amalfitano / Desde Santa Fe



En el bello mediodía del sábado en Santa Fe, a pleno sol, hay un debate por televisión y por radio nada menos que entre los tres candidatos a gobernador de la provincia, Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Del Sel. Un encuentro abierto a todo el público, como no quiso Mauricio Macri en Capital Federal para la primera vuelta. Simultáneo por Canal 5 de Rosario, Canal 13 de Santa Fe, radio La Red 96.7 y La Ocho AM 830, además de las páginas de Internet de los diarios de aquí y de Rosario, www.unosantafe.com.ar y www.lacapital.com.ar.
No fueron muy oportunos para la elección del día. Trabajamos en un café a la mañana, en un restaurant al mediodía, antes de ir a la cancha, y en ambos lugares como en otros televisores en lugares públicos del centro de Santa Fe lo que aparece en cadena es TyC Sports con la transmisión 24 horas de la Copa América. Es como que ya todos los santafecinos, lo que tienen entradas y los que no, quieren meterse en la cancha y empezar a jugar el partido, nada menos que el clásico Mundial más añejo, nada menos que el choque entre los más campeones del certamen continental, Argentina y Uruguay. Y entonces prefieron ver todo el tiempo la imagen casi congelada de la cancha de Colón, que recurrentemente muestra el canal de la Copa. Tampoco se aburren de los rostros repetidos, por ejemplo de la cara del colega Martín Arévalo, que ya estaba en pantalla desde muy temprano a la mañana, en el Centro de Prensa, dónde fuimos a retirar los tickets de prensa. Y que también estaba anoche, claro, en la llegada de la Selección. Y en la madrugada, en las sucesivas repeticiones. Ni se incomodan por la enésima nota al presidente de Colón, Germán Lerche, dentro del remozado estadio, que ya hicieron hace poco más de una semana, antes del encuentro con Colombia, y que ahora vuelve a ser entrevistado. No hay mucho más para decir, ya pasaron todos, pero al partido hay que esperarlo de alguna manera.
Seguramente tendrán algunas cosas más interesantes para proponer o debatir Rossi o Bonfatti (decir Del Sel ya sería demasiado pretensioso, él mismo admite que no sabe de política, y para esto lo llamaron, increíblemente) pero Santa Fe no puede permitirse ni siquiera por un rato una distracción del clima de final. La Selección y la Copa América dominan toda la atención.
Todos los negocios están embanderados, y el Día de la Independencia, que se sepa, ya pasó. Y hay camisetas de la Selección por todos lados. Las visten grandes y chicos. Extrañamente, en pleno centro, no hay tanto celeste, aparecen muy pocas camisetas de Uruguay. Muy distinto al panorama de hace exactamente un año, en Ciudad del Cabo, dónde dejamos por última vez a la selección de Uruguay, nada menos que en una semifinal de Mundial. En aquella previa del partido ante Holanda el Waterfront, el bellísimo puerto de Cape Town, amaneció y permaneció pintado de celeste y naranja, con miles de hinchas de ambas selecciones, que incluso se cantaban mutuamente en san confraternidad deportiva. Lo más normal, lo que se impone, en este tipo de competencias, es que queden unos buenos miles de entradas cautivas para el o los visitantes que le toque jugar esta instancia. A Uruguay solo le dejaron dos mil entradas. Aunque se calcula que habrá cerca de seis mil, por los residentes aquí que las compraron por Internet en calidad de “locales”. Igualmente, está claro que no fuímos buenos vecinos. O no lo fueron de parte de la organización. En aquel choque ante Holanda había más de 10.000 uruguayos, y estaban a miles de kilómetros. Aquí solo tenían que cruzar “el charco”. Pero para ir a un ejemplo más claro de local o visitante, en el choque ante Alemania de Berlín en 2006, había más de 15.000 lugares para los argentinos. La nociva política de “ningunear” al visitante que en el fútbol argentino inauguró Mauricio Macri (volvemos a él, y otra vez no por algo bueno) parece que se trasladó también a la Copa América.

Argentina vuelve a empezar

Cumplió una obligación con goles y ahora arranca otra Copa América. La Selección se impuso por 3 a 0 a un juvenil y endeble equipo de Costa Rica, clasificó en segunda posición en el Grupo A y ahora jugará en cuartos el próximo sábado en Santa Fe frente al segundo del Grupo C. Dos goles de Sergio Agüero, la figura. Gran primer tiempo de Gago. Y un show de asistencias de Messi en el complemento.


Por Vito Amalfitano
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Desde Córdoba


Tenía que ganar y ganó. Casi que tenía que golear, no quedaba otra. Y goleó. La juvenil y endeble Costa Rica fue el rival justo para que la Selección Argentina de fútbol recuperara la confianza tras un pobre comienzo de Copa América y para responder con algo del hasta acá amor no correspondido de la gente. Se impuso por 3 a 0 ante un imponente estadio de Mundial Mario Alberto Kempes, que vivió su noche más espléndida, con 60.000 espectadores.
Fue como esos primeros partidos de pretemporada, que se arman con equipos débiles para ir ganando en confianza. Esta vez tocó en el momento más crítico, después de dos empates híbridos y vergonzantes, por los rendimientos, ante Bolivia y Colombia. Y en cuanto tuvo espacios, la Selección en realidad no tuvo rival y Lionel Messi por fín pudo desplegar todo su brillo, incluso con un concierto de asistencias, con muchos espacios a favor en tres cuartos. Antes, en el primer tiempo, un enorme Fernando Gago y un certero Sergio Agüero habían abierto los caminos.
Al cabo, la Selección logró el pasaporte a cuartos de final como segundo en su grupo, por lo que el sábado próximo jugará en Santa Fe, en la cancha de Colón, a las 19.15, ante el segundo del grupo C, que se definirá hoy (Chile, Perú o Uruguay).
No solo sirvió para eso, que era imperioso, la goleada de Argentina. También devolvió algo de todo el cariño que el público de Córdoba le dispensó a la Selección en general, y a Lionel Messi en particular, quien ahora sí, con espacios a favor, pudo mostrar todo su brillo.
Argentina comandó el partido desde el vamos, con el eje menos pensado, Fernando Gago (al menos en el comienzo de esta Copa América). Moviéndose desde la derecha el volante de Real Madrid acompañó a Mascherano en la “doble contención” pero mucho más se encargó de abrir el juego para que no “se choquen” el cúmulo de delanteros que en teoría puso la Selección.
En realidad, delante de Gago, que “flotó” un poco más adelantado, aparecieron Lionel Messi,-al menos en el arranque, partiendo desde la posición que más hiere, como atacante por la derecha-, Gonzalo Higuaín por el centro y Sergio Agüero hacia la izquierda. ¿Y Angel Di María?. Sí, por la izquierda, pero no tanto. Con tendencia a cerrarse, para no toparse con Agüero, y no como delantero.
Eso, sobretodo, en los primeros 25 minutos, cuando Argentina creó varias situaciones y debió haberse puesto en ventaja: dos de Burdisso, una aparición por atrás que tapó el arquero tras tiro libre centro de Messi, y un cabezazo en el travesaño tras córner de Di María; una buena combinación Gago-Agüero-Higuaín que terminó con remate desviado del delantero de Real Madrid; un tiro libre que se fue apenas arriba de Messi; y dos asistencias notables más de Gago que terminaron en remate desviado de Agüero y un mano a mano de Higuaín que tapó el arquero Leonel Moreira.
Después el panorama se desdibujó, aunque siempre con un monólogo de Argentina y con toda Costa Rica menos Campbell detrás de la línea de la pelota, monopolizada por el equipo de Batista. Pero Di María siguió sin encontrar la posición, se mezclaron algunas funciones y se recurrió más a los centros que al juego.
Sobre el final de la etapa inicial volvieron las oportunidades, en este caso desperdiciadas, dos por Sergio Agüero, una por Gonzalo Higuaín por asistencia de Messi por la derecha, las tres con remates que se fueron muy arriba. Nada brillante, ni mucho menos. Pero suficiente para saber que todo era cuestión de puntería. La que finalmente tuvo Agüero a los 44’ con todo el arco a disposición gracias a un remate notable de volea desde afuera del mejor jugador de la cancha hasta ahí, Fernando Gago, quien le pegó al arco tras un rebote de un centro, el arquero no contuvo, él mismo dio otro rebote, y lo tomó el yerno de Maradona para empujar y definir. Uno a cero.
Igual, la mejor jugada del partido estaba por venir. Efectivamente llegó a los 7’ del segundo tiempo con toque y toque desde el medio y el último pase a cargo de Lionel Messi, dónde más duele, desde adentro mismo del área, para una definición notable de Agüero que se perfiló y convirtió con toque pleno con cara interna.
A partir de ahí, todas las facilidades. El equipo juvenil de Costa Rica perdió toda su disciplina táctica, aparecieron los espacios y también Messi en su real dimensión. Con metros a favor, ya por todo el frente de ataque, Lío la llevó atada y empezó a asistir a todos. Primero se lo perdió Higuaín con otro remate por arriba, enseguida le hicieron penal no sancionado al propio Higuaín tras cesión de Messi y a los 18’ llegó el tercer tanto, con pase gol del mismo Messi para la entrada por afuera por izquierda de Di María, quien definió a la carrera.
La gente, que tanto apoyó, pidió a Pastore, y lo tuvo bastante tarde, cuando todo estaba definido. Solo faltaba una pared de potrero entre Messi y Agüero que terminó con cabezazo arriba del de Barcelona, otra asistencia de Lio para un tiro en el palo del también ingresado Lavezzi y una de Costa Rica, un cabezazo de Cubero que neutralizó bien abajo Romero.
Costa Rica llegó en el momento justo. La Selección se recuperó con goles. Y ahora empieza otra Copa América después de la confusión inicial. Ojalá.



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Llegar al Kempes y encontrarse con Kempes

por Vito Amalfitano / Desde Córdoba


Llegar al al Kempes y encontrarse con Kempes.
Es muy lento el camino al estadio Mario Alberto Kempes, desde el Cabildo de Córdoba, desde dónde partieron los micros de prensa. Más de una hora de viaje, entre autos que van a paso de hombre. En un atardecer espectacular, se divisan las sierras al fondo y por detrás la caída del sol. A la vera del camino, miles y miles de banderas argentinas, y camisetas, y niños con las caras pintadas de celeste y blanco.
Nos acompañan no solo periodistas argentinos y de Costa Rica. También de Colombia, de Brasil, de Ecuador…Y de Inglaterra, que vienen a cubrir la Copa América para una cadena de Abu Dhabi.
En el trayecto todos los carteles dicen Mario Alberto Kempes. Todos los caminos conducen a dónde empezó todo. Al jugador y al momento que cambió la historia del fútbol argentino. Un muy merecido y oportuno homenaje en vida. En la propia entrada al estadio los carteles con su nombre son tan gigantes como sus zancadas en la final con Holanda. Y en la puerta misma del estadio, en el umbral del centro de prensa que lleva a la cancha, está él. Mario Alberto Kempes. Rodeado por decenas de periodistas de todo el mundo. La estrella reivindicada, el héroe olvidado que vuelve. Porque ellos también fueron héroes.
Es un pequeño Mundial. Y es en esta nueva Argentina. Marco imponente, organización impecable. Pocas cosas que envidiar de la Copa América de Venezuela. Más allá de algunos detalles que deberían haber corregido, por ejemplo los baños químicos, pocos y sucios, en el sector del centro de prensa.
A las 19.53 la Selección parte desde el hotel de la concentración hacia al estadio. El micro se lleva todo el afecto puesto. Apenas puede avanzar, rodeado por miles de personas y banderas. Parecen aquellas salidas desde José C. Paz a la cancha de River en la época de Kempes (aunque, afortunadamente, en otro plano, son otros tiempos, la alegría no explota desde las penumbras, no es una expresión de desahogo en medio del desencanto y la muerte).
Igual, todo parece desproporcionado. Aquello era por un Mundial. Esto es por un partido frente a…Costa Rica. Que el técnico de la Selección Argentina catalogó de…”¡Final!”. ¿Qué quedará para lo demás?!
También la cadena de afecto no se corresponde con lo que hasta aquí transmitió la Selección. Ni adentro, ni afuera de la cancha. El comentario de toda la mañana en Córdoba fue como también una multitud recibió a la Selección en la llegada a Córdoba, en las cercanías y en la entrada al hotel, en la tarde-noche del domingo, y como los jugadores y cuerpo técnico entraron por atrás, sin saludar a nadie, no solo sin un autógrafo ni una foto, ni siquiera con un saludo. Los jugadores, en el micro, como si abajo no hubiera nada. Haciendo que hablan por teléfono, o simplemente con la mirada hacia adelante. Ni Carlos Tevez, el jugador del pueblo, levanta la cabeza para saludar a esa que, se supone, es su gente.
Sin embargo, los cordobeses y todos los argentinos que se llegaron hasta aquí renuevan el afecto, las demostraciones de cariño y generan este espectáculo en la salida del equipo rumbo al estadio. Incluso las banderas no se corresponden con todo lo que se habló antes. Una de ellas, por ejemplo, dice “Messi, Córdoba te ama”.
Los jugadores también se encontrarán, al final del camino, con el origen de todo. Se chocarán con los carteles, con las letras gigantes. Se toparán con Mario Alberto Kempes. Ojalá se inspiren en él, en su potencia, en su talento, en su destreza, en su voluntad, en su enjundia, en su fe, en su humildad prepotente. Ojalá se miren en ese espejo para saber para quien juegan. “Ustedes juegan para la gente”, les dijo el Flaco Menotti, a Kempes y a todos sus compañeros, en la charla técnica previa a aquella final con Holanda. Esta es una “final” mucho más modesta, sin punto de comparación, salvo para la confusión del actual técnico. Pero no viene mal, aun así, que se den cuenta para quien juegan.

La paradoja de Batista y la Selección



"Tenemos cuatro finales por delante y la primera es el lunes contra Costa Rica", dijo el viernes el técnico de la Selección Argentina de fútbol, Sergio Batista.
Con todo respeto para el rival, el objetivo no puede ni debe ser Costa Rica. Da cosa, debería dar cierta vergûenza, decir o escuchar que el partido de mañana es decisivo para la Selección.
La meta de la Selección debe ser encontrar el rumbo. O recuperarlo, si se prefiere. Si convenimos en que el equipo nacional intentó retomar una idea desde la la asunción de Batista como entrenador de la Selección mayor. Si aceptamos como sincero el mensaje, el discurso del entrenador, con respecto a dejar atrás el vértigo para darle paso al culto absoluto a la técnica y la pausa.
Es más, en algunos partidos internacionales previos a esta Copa América, como ante España, sobretodo, pero también frente a Brasil y Portugal, se vislumbró el traslado de la teoría a la práctica.
Pero el problema es que el entrenador después repitió "viejos pecados". Aferrarse a esquemas, formatos, y a pensar a los jugadores casi como piezas inanimadas.
Y la gran paradoja: la obsesión de Batista de tener cómodo y feliz Lionel Messi, lo llevó a insistir con el esquema de Barcelona, el 4-3-3, y lo que menos logró es hacerle un bien al as de espadas porque lo terminó dejando sin abastecedores de juego.
Es que, primero que nada, lo que menos tiene el esquema de Barcelona es rigidez. Y en la Selección sí se transformó en un sistema demasiado previsible. Y, sobretodo, en Barcelona están Xavi e Iniesta, un "doble comando" para la conducción del equipo y la generación de juego. Como dice "el Flaco" Menotti, "primero denmen los nombres de los jugadores, después los números teléfonicos". A Banega y Cambiasso, por caso, de ninguna manera se los puede "disfrazar" de Xavi e Iniesta. Ni a Carlos Tevez imaginarlo siquiera como puntero izquierdo.
Siempre partiendo de la base de que es buena la idea original, para empezar, de tener más control de pelota en el medio. Con eso sirve para intentar superar lo de Sudáfrica (puro vértigo y descontrol) pero no alcanza para recuperar identidad propia, y que eso se traduzca en juego al servicio de la eficacia.
Los "pecados" siguen, aunque con otros números. Ahora se dice que la Selección pasa a jugar con un 4-2-3-1. Ese número "3" comprende a Agûero, Messi y Di María. Agûero y Messi siguen siendo delanteros, a lo sumo "medias puntas", no son enganches ni algo parecido. A Di María si se lo podría contemplar como volante o como atacante.
Se dice que Batista vuelve a la base de la "delantera" que le hizo ganar los Juegos Olímpicos. Con una sustancial diferencia, el casillero de Gonzalo Higuaín lo ocupaba Juan Román Riquelme. Nada menos que el organizador que falta. Prueba de que los números cambian, si cambian los nombres.
Un viraje real,-dentro de lo que hay dentro de un plantel muy descompensado-, para que Messi tuviera algo más de abastecimiento de juego, sería el ingreso de Pastore. Pero el técnico, al parecer, insiste con dejarlo en el banco.
Con esos "números telefónicos", o con otros, es muy probable que Argentina derrote a Costa Rica, pase sin problemas a la siguiente fase, e incluso hasta que gane esta, hasta ahora, muy pobre Copa América. Pero más importante que eso será enderezar realmente el rumbo y recuperar en verdad la identidad. No solo con declamaciones.
Y Messi no necesita que le digan todo que sí. Y hacerle creer que puede ser líder o conductor. Flaco favor le hacen en la insistencia de esa idea. No tiene ni el carácter ni las características. Hay que ponerle líderes o conductores para que libere su magia dónde más duele, en la zona de ejecución, en el área contraria. Por ahora, se consuma una gran paradoja: intentan dejarlo contento, y está más triste y fastidioso que nunca.

Vendimia trunca, Vendimia gay, "carne para todos", y bien "rociada"

MENDOZA (Enviado especial).- Uno de los temas de los que más se habla en Mendoza por estas horas,-cuando llegamos para la cobertura del partido Independiente Rivadavia-Aldosivi, correspondiente a la 23a. fecha de la B Nacional de fútbol-, es de la insólita suspensión de la segunda y tercera jornada del festival musical previsto por la Fiesta de la Vendimia del fin de semana pasado. Es que varios músicos “se plantaron” y no participaron pese al contrato firmado porque ¡no les entregaron entradas para sus familiares!, algo que se hacía desde hace 15 años pero que no estaba establecido por escrito en ningún lado.



El gobernador de Mendoza, Celso Jaque dijo que el papelón del fin de semana se debió a “un grupo minúsculo de artistas que hizo lo posible para que el espectáculo no se hiciera”. El mandatario, además, sospecha de una maniobra de “politiquería barata” más allá del motivo original de las entradas para los familiares. Y si bien respaldo a su secretario de Cultura, Ricardo Scollo, igual lo calificó de “blando” en su actuación en el conflicto. Siamo fuori de la Copa…



Más allá de las responsabilidades asignadas, lo cierto es que ayer se determinó que los artistas solo cobrarán por una sola noche de actuación y que el lunes se empezará a devolver el importe de las entradas, a la vez que el gobierno provincial evalúa inhabilitar a actores y bailarines por tres años y recurrir a la justicia civil.



Pero un tema aun más grave y recurrente en Mendoza es el de las graves deficiencias del sistema carcelario. Cada vez que venimos a cubrir un partido de Aldosivi por estas tierras surge un nuevo conflicto relacionado con cárceles de la provincia. Desde que Julio Cobos era gobernador abundaban las denuncias de hacinamiento y de torturas en los lugares de detención. Está claro que, tal como ocurre con la vicepresidencia de la Nación, Cobos tampoco hizo nada en ese tema. Pero lo mismo ocurrió con sus sucesores. Ahora se difundió el triste suceso de ataques, vejaciones y torturas de agentes penitenciarios para reclusos en el penal de San Felipe, que fueron grabadas en video con un celular y difundidas en medios de alcance nacional.



Otro radical, en cambio, el intendente de Godoy Cruz, Alfredo Cornejo, sabe copiar lo bueno. Siguiendo la “onda” del “para todos” que el gobierno nacional impulsa con diversos temas, lanzó en su departamento el programa “Carne para todos”, que se trata de una “Feria del ahorro” a través de la cuál miles de personas se lanzaron a comprar carnes, verduras y frutas a precios muy populares.


Aquí todo, inevitablemente, está bien “rociado”. Por eso, pese a que por la noche teníamos que trabajar en el partido, no pudimos evitar un Malbec mendocino para “rociar” el almuerzo especial que nos invitó la gente de radio Cadena 3 en “Las Cañas”, bao el sol de Guaymallén. Hubiera sido un sacrilegio no acompañar con un muy buen vino cuyano platos tan particulares como un “medallón de lomo a la mostaza antigua con papas cuñas al romero”. Pero en las propias delicias de la chef de lugar aparece también el vino, como en la entrada, que consistió en un “duo de quesos con reducción de Malbec acompañado de tomates confitados y mousse de queso”.



Y el vino es siempre gran noticia para Mendoza, para Cuyo y para un país que avanza por el camino de la producción nacional. Ayer se supo que otro país con profunda tradición vitivinícola, Francia, invertirá en el Malbec de Luján de Cuyo, a través de intercambios técnicos, académicos y económicos que se cerraron con la industria de Cahors.



Todo esto a la vez que se conocieron estadísticas impresionantes sobre las exportaciones de vino de 2010. En efecto, en su visita de la semana pasada, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, presentó los logros obtenidos por la industria vitivinícola el año anterior. El sector facturó nada menos que 864 millones de dólares en exportaciones, superando un nuevo récord, el que se ostentaba de 2008, con 860 millones.



Y aquí se destaca, para que ello haya sido posible, las líneas de crédito y programas de incentivo que se abrieron desde el gobierno nacional para el sector a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. ¿Alguien se acuerda aquí del lock out de la patronal campera de 2008?. Todo pasa, todo cambia, y el fútbol y la vida siempre dan revancha, y lo que queda es lo que vale...



Pero si una Fiesta de la Vendimia se quedó trunca, ahora se viene otra. Y muy particular. También en la “onda” “para todos”. Se viene este fin de semana en Mendoza la Fiesta de la Vendimia para Todos, que es la Vendimia de la comunidad Gay. La conducción estará a cargo de una de las figuras más representativas de la comunidad gay de Mendoza, la Turca Glamour, quien resalta a quien lo quiera escuchar que está a punto de recibir su nuevo DNI, en el que por primera vez figurará como mujer. “La Vendimia para Todos dignifica a la Comunidad Gay”, dice la Turca.

Volvió el cabaret

Julio César Falcioni metió a Boca en una nueva crisis. Innecesaria. Nunca tan sin sentido.
Se había recuperado el orden en la cancha en el verano (claro que contra rivales muy “chiquitos”, a pesar de ser “grandes”) y también la paz interior en el trabajo de pretemporada, que todos hicieron por igual, incluso el astro mayor, Juan Román Riquelme, con las reservas del caso porque venía de una lesión complicada y una larga inactividad, tanto como Sebastián Battaglia.
Lo cierto es que Boca parecía volver a las aguas calmas, a pesar del año político, de las operaciones espurias del macrismo y los continuos desatinos de toda la dirigencia, desde la muerte del imprescindible Pedro Pompilio hasta acá.
Falcioni, de repente, volvió a poner a Boca en crisis. Habrá de descifrar si solo lo hizo por impericia, porque evidentemente le queda grande el desafío, o envuelto también en aquellas operaciones que, entre otras cosas, intentan demostrar que no estaban equivocados cuando hicieron campaña en contra de la renovación de Riquelme. Quienes impulsan ese entramado, obviamente, le tienen miedo al 10 en la cancha, dónde más fácil les puede hacer el “Topo Gigio”. No participan de esa “movida” únicamente dirigentes, aunque el objetivo principal es allanar la candidatura a presidente del ex tesorero que pidió la votación en contra del ídolo mayor (O quiza de su jefe si, como se presume, después de octubre se queda sin nada). También hay periodistas, algunos estrechamente vinculados al macrismo, uno de ellos de trato diario e íntimo con el DT.
Cuesta entender también la negligencia del presidente Ameal, que se deja arrastrar por esa operación. La única bandera que le queda es Riquelme, y contrata un entrenador que no arma un proyecto alrededor del 10 y que ni siquiera lo prefiere. Y ahora permite esta ola que le pasa por encima. Dejar afuera a Riquelme es claramente un mensaje anti-Ameal, además de perjudicar a todo Boca.
O el presidente cometió un doble error, al contratar por segunda vez un DT que antepone al sistema por sobre los hombres con dogmatismo fanático y al no preguntarle si Riquelme estaba seguro en su proyecto, o Falcioni le mintió tanto como lo hizo con nosotros cuando dijo que “con Riquelme, Boca juega con ventaja” o que imaginaba un Boca “con seis para defender y cuatro para atacar”, con Somoza, Battaglia, Erviti y Riquelme como su mediocampo modelo y titular. Una mentira o un silencio adrede para llegar a la ambición de ser técnico de Boca sin estar a la altura.
Ahora resulta que dice que saca a Riquelme “por funcionamiento” y Boca sale a jugar en la Bombonera con un 4-4-2. “Es la primera vez en muchos años que un técnico de Boca sale a jugar de local con dos líneas de cuatro, ¿alguien me puede explicar esto?”, nos decía el sábado uno de los plateistas enfurecidos a la salida de la Bombonera.
Y así fue nomás. Y Erviti entró ¡cómo “doble cinco”. Y es cierto que el equipo recuperó algo del orden que había mostrado en el verano, y que fue más vertical y peligroso que contra Racing, pero también es verdad que el único pase a un compañero con posibilidades de herir a otro rival “muy chiquito” volvió a hacerlo el arquero Javier García. Y el mejor pasador de la Argentina lo estaba viendo en un sillón mullido en la casa.
Falcioni volvió a poner a Boca en crisis. Y de ninguna forma Boca podrá salir indemne. O perderá por un tiempo a su máximo ídolo y mejor jugador, que además es el futbolista más claro de Argentina; o sufrirá un demasiado abrupto cambio de entrenador; o sobrevendrá una convivencia forzada, con una relación ya rota en forma prematura porque el DT mandó a Bochini,-el diferente, el distinto, el que marca el desequilibrio, el que entiende el juego como nadie-, a correr alrededor de la cancha, mientras 22 jugadores “standart” hacían fútbol adentro de ella. Bochini, o Alonso, o Maradona, o Francescoli, no lo hubieran permitido, hubieran reaccionado. Riquelme, al que tildan de “indisciplinado”, lo aceptó como un profesional, tanto como recibir la pechera suplente sin ninguna explicación y salir a demostrar que es mejor que cualquiera de los titulares.
Volvió el “cabaret”. A no confundir los responsables. El problema no estaba en el vestuario. Sino en los que se meten para contaminarlo.

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Las cartas de Falcioni

Hay que hacer un gran esfuerzo para entender al actual técnico de Boca, Julio César Falcioni, en su decisión de no contar con Juan Román Riquelme en el partido de mañana ante All Boys por la tercera fecha del torneo Clausura Néstor Kirchner del fútbol argentino.
“Con Riquelme jugamos con ventaja”, le dijo el entrenador a LA CAPITAL a fin de diciembre, en un nota que pidió expresamente que saliera recién el domingo 2 de enero. Antes había pactado una entrevista con Olé que fue publicada el 31 de diciembre. No sería la primera vez que el DT seguiría el ritmo que le indican algunos medios y algunos periodistas.
En esa nota Falcioni dijo que imaginaba el mediocampo con Battaglia, Somoza, Erviti y Riquelme, cuando todavía no contaba con dos de esos cuatro jugadores. Y aclaraba que el equipo podía jugar tranquilamente con 6 futbolistas para defender y cuatro para atacar y que no sería la primera vez que jugaría con un enganche. Y que en realidad, en esa idea que tenía, contaba con dos futbolistas para la creación y no uno, Riquelme y Erviti.
Ahora, después de toda la “cantinela” de algunos medios y algunos periodistas para insistir, con llamativo “interés”, en que el sistema preferido de Falcioni “es con cuatro volantes” y que en ese esquema “no encaja Riquelme”, una vez más el DT va detrás de lo que dicen los medios y actua en consecuencia, porque dice que mantiene el formato del equipo que venció a Racing y que lo hace por “funcionamiento”.
En ningún momento de la conferencia de prensa de ayer, en efecto, Falcioni se animó a referirse a una cuestión física, para justificar la insólita decisión de que no concentre Riquelme. El propio 10 lo dijo ayer por la tarde en Indirecto, por TyC Sports: “Estoy al 100 por 100, a la par de mis compañeros, estoy fisicamente 10 puntos. Soy un profesional y se que cuando me ponen entre los suplentes tengo que jugar mejor que nadie para poder estar entre los titulares, y la verdad es que ayer jugué un fenómeno” (en referencia al partido de práctica del miércoles).
El DT también expresó la semana pasada: “Román es nuestro emblema”. Ahora resolvió quedarse sin emblema. Hay que hacer un gran esfuerzo para entender a Falcioni…
En verdad, también hay que hacer un gran esfuerzo para entender a los dirigentes de Boca. Cabeza incluída. Justamente, si de emblemas se trata, la única bandera que quizá le quedó a la conducción de Jorge Amor Ameal es haber sostenido la idea de contratar a Riquelme por cuatro años para que se retire en el club. “Todavía la gente me lo agradece en la calle”, le dijo a LA CAPITAL la semana pasada en la reinauguración del estadio Unico de La Plata. Se supone que debió haber trazado una estrategia alrededor de esa decisión política y que, antes que nada, debió contratar a un entrenador que considerara también clave la presencia de Riquelme en el club y en el equipo.
Cuesta entender que se cometa, además, el error de tropezar dos veces con la misma piedra. Una equivocación mayúscula relacionada con la anterior. Por segunda vez, evidentemente, Boca trajo un técnico que pone al sistema por encima de los hombres. Y todos saben lo que le pasó al anterior por ello.
Mientras tanto, el que se beneficia es siempre el próximo rival. Parece que el guión de Boca, últimamente, lo escribe el enemigo. “Ojalá no juegue”, le había dicho en la semana Cristian Fabbiani al “Pollo” Vignolo en Fox Sports Radio del Plata, justamente sobre Riquelme y a propósito del partido con All Boys de mañana. “¿¡Cómo no va a jugar Riquelme?!”, preguntó con mezcla de asombro, ironía y sabiduría futbolera Ramón Díaz, el jueves, cuando todavía no estaba confirmada la decisión de Falcioni.
Cuesta entender al técnico de Boca. Y finalmente no se lo entiende. Y ya, a esta altura, se ponen en cuestión su pericia y capacidad para ocupar el lugar que ocupa. Máxime cuando le preguntan por Riquelme…¡Y responde comparándolo con Erviti y Cellay!. Evidentemente no sabe dónde está parado. O no mide la real dimensión de lo que significa Riquelme para cualquier equipo. Si uno juega al truco no puede renunciar al as de espadas. Una de dos: o no sabe jugar, o acepta jugar con las cartas marcadas por otros.




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