Virtudes inesperadas



Las noticias se van sucediendo día a día. A todo 7D le toca su 14D, y a todo su 8D le toca su 12D....
Hace exactamente una semana el panorama de Boca era diametralmente opuesto al que se vive ahora. El 8D, en la última fecha del Torneo Inicial del fútbol argentino, estalló de bronca La Bombonera. Y ya nada fue igual. Pero para ese 8D, fue imprescindible antes un 6D. El día en el que el máximo ídolo de la historia del club, Juan Román Riquelme, empezó con su "cadena nacional" para hacerle un nuevo aporte a Boca, ahora ya no desde la cancha, y "destapar" de una vez por todas todo lo que estaba mal hasta ahí, que tenía como corolario la inminente renovación de un entrenador muy cuestionado, Julio César Falcioni, no solo por los objetivos no cumplidos de 2012 (más allá de las frías estadísticas, supuestamente positivas) sino por lo que se veía en la cancha, después justamente del adiós de Riquelme. Un equipo sin alma, sin juego, sin identidad, sin una idea futbolística clara. Un "caldo de cultivo" que había empezado a gestarse con la propia salida de Román, que fue el producto del hartazgo, de que le abrieran la puerta de la salida, con la sobreactuación de la confirmación de Falcioni,-incluso antes de la final de la Copa-, a pesar de que la relación con gran parte del plantel estaba virtualmente rota tras el papelón protagonizado por el DT en Barinas.
Hoy, a esta altura, el 14D,-cuando esto se escribe-, y a la espera del devenir final de los acontecimientos, quedarán dos preguntas para la historia contrafactual, que, en realidad, para la historia real no sirve, solo cabe como apunte o anécdota: ¿Qué hubiera pasado si Riquelme no hablaba? ¿Qué pasaba si el último partido de Boca del campeonato lo jugaba de visitante y no de local, con lo cuál hubiera sido imposible el "Cabildo Abierto" que surgió el sábado?. Siguiendo el juego, probablemente la respuesta sería la continuidad de Falcioni como DT en 2013.
Pero la única verdad es la realidad y lo cierto es que, al parecer, y hasta el momento, el presidente de Boca, Daniel Angelici, hizo de la necesidad una virtud. Como él mismo lo dijo, escuchó el pronunciamiento del hincha y del socio. Tarde, pero seguro. Quizá si le tocaba el timbre en julio a Bianchi, se ahorraba seis meses de desventuras y el propio Bianchi le tocaba a su vez el timbre a Román y se evitaba tamaño desencuentro entre un club y su máximo ídolo. Desencuentro que todavía pone en duda que el 10 vuelva sobre sus decisiones,-como todo ser humano hace todo el tiempo en su vida- y se transforme en el mejor refuerzo de lujo para Boca.
El mérito de Angelici no fue unicamente escuchar y resolver rápido. También se bajó de una escalada de egos y él mismo volvió sobre sus propias palabras y terminó diciendo que Riquelme "es jugador del club y tiene las puertas abiertas". Y no tuvo reparos en ir, justo el 12D, a buscar a la casa al técnico que pedía la gente, y ayer, además, comunicó muy bien el estado de situación. El ofrecimiento de tres años de contrato es también un acto de justicia para el DT que debió haber sido el Ferguson de Boca, entrenador vitalicio, algo que impidió el ego de Mauricio Macri. Y ahí surge otra virtud de Angelici: el resolver por sí mismo, cortar el cordón con quien aparecía como su sostén político en Boca. Porque por más que ahora el Jefe de Gobierno porteño, por diplomacia y conveniencia política, diga que no interfiere en estas últimas decisiones, la verdad es que hace dos semanas Macri dijo que prefería para Boca a "un técnico no mayor de 40 años" y hace una semana, en Radio Mitre, justo en la mañana del Día de Furia en la Bombonera, lanzó, casi ironicamente, que "Riquelme tendrá su partido homenaje".
Lo cierto es que, si todo termina positivamente, Angelici habrá refundado su gestión a un año de asumir. Y tendrá blindado, con el mejor gerente posible, al fútbol profesional. Podrá abocarse de lleno a otras cuestiones que hasta ahora no manejó bien en el club o que aun no se mejoraron. Y ojalá también se dedique a cortar con su última gran mancha: la connivencia de años de directivos de Boca con la "barra brava", algo que también quedó transparentado en aquel 8D y en las declaraciones previas del 10 sobre "los muchachos de atrás del arco que hacen muy bien su trabajo".

La "cadena nacional" del silencio





No llama la atención que en la conferencia de prensa del lunes no le hayan preguntado a Daniel Angelici por la connivencia con los "barra bravas" y la postura que una vez más asumieron estos sujetos el sábado, justamente amedrentando a los que cantaban a favor de Riquelme y la vuelta de Bianchi, y en contra de Falcioni y el propio presidente de Boca.
Los "malos" estaban del lado de él, y nadie le preguntó porque. Pero no llama la atención. A las conferencias de prensa van cronistas que después tienen que convivir diariamente con dirigentes y empleados del club y que seguramente temen "represalias" en forma de ninguneo, reticencia de información, puertas que se cierran.
Sí llama la atención que periodistas con más espaldas, que se llenan la boca con aquello de que Javier Cantero (el presidente de Independiente) está solo en su lucha frente a los "barra bravas", guarden silencio con esta cuestión.
Al cabo, Riquelme estuvo más al lado de Cantero con todo lo que dijo en la semana que cualquier dirigente del fútbol argentino. Al sacarles una vez más la careta a lo que nunca les dio plata y que por eso son los únicos que no cantan por el máximo ídolo en la cancha de Boca. Y no solo eso: que también "hacen bien su trabajo" (¿se necesita, a esta altura, preguntarse quien se los encarga?) para sacar las banderas y amenazar a los que quieren pedir por el 10.
Angelici se quejó en esa conferencia de una supuesta "cadena nacional" de Riquelme para predisponer en contra al público de Boca. Y dice que escucha al socio. ¿Acaso el socio y el hincha no estaban ya mal predispuestos por un técnico que nunca estuvo a la altura de la identidad de Boca y por un equipo que no transmitía nada en la cancha? ¿Acaso Riquelme no hizo más que interpretar al verdadero y genuino hincha de Boca, como el número 1 de ellos mismos?
Esa "cadena nacional" de Riquelme, sin embargo, fueron cuatro notas el jueves, y otra intimista el viernes con Alejandro Fantino. Se puede contraponer facilmente el ejercicio de las notas que le hacen en "llamativa" cadena a Angelici cada vez que quiere comunicar algo, desde los socios adherentes, los "pasaportes a Japón", a los carnets para los chicos o los sobreactuados respaldos a Falcioni en cada viaje de Copa Libertadores en los que el plantel practicamente no tenía diálogo con el entrenador.
Es curioso, un hombre que pertenece a un sector político que tiene como una de sus muletillas la palabra "diálogo", cuida celosamente el silenciamiento de ciertos temas escabrosos en este Boca (no son los únicos, por cierto) y se enoja porque el máximo ídolo del club por una vez sale a decir algunas verdades y se queja por una supuesta "cadena nacional" que, ni por asomo, es la que le arman cuando quiere su corte de adulones.
También es muy curioso que la gente sin palabra o con una contradicción a cada esquina ahora se agarre de una frase de Riquelme para cerrarle las puertas en Boca, como si ya no se las hubieran cerrado ellos mismos antes. "El dijo que no va a volver en pantalones cortos", repite Angelici.
El mismo presidente que declaró persona no grata al representante de Roncaglia,-después del papelón de imprevisión dirigencial de que Boca juegue una segunda final de Copa sin el futbolista que había marcado el gol en la primera- y que después terminó firmando con él la incorporación de Ustari. "Con ese señor no vamos a negociar nunca más un pase", dijo en aquel momento.
El mismo Angelici que prometió un Boca que volviera a estar "entre los cinco clubes más prestigiosos del mundo" y después el equipo terminó jugando una gira bochornosa e interminable por Centroamérica y Colombia, un año después de haber participado,-con la anterior conducción-, en una gira por España e Inglaterra.
De sus contradicciones y promesas incumplidas se podría hacer un libro. Pero parece que el único que tiene que ser esclavo de sus palabras es Riquelme. Y si no hablara mejor. Y si el equipo jugara de visitante, mejor todavía. Ya estaría confirmado Falcioni.

El desenlace de una trama perversa



Tarde o temprano iba a pasar. Juan Román Riquelme iba a decir gran parte de la verdad y quedaría definitivamente claro,-para el que todavía lo dudaba y lo decía y escribía equivocadamente- que no se fue de Boca porque quiso, sino porque "le abrieron la puerta de la salida", apelando una vez más a las precisas palabras de Diego Latorre en Olé a poco de su despedida en San Pablo.
No es que antes haya mentido. Solo que no quería o no podía decir algunas otras verdades, que este cronista fue revelando taxativamente en estos meses.  
A Riquelme, el máximo ídolo de la historia de Boca, le faltó siempre el respeto esta conducción y este presidente, Daniel Angelici, incluso antes de ejercer la máxima investidura del club.
Todavía como tesorero de la entidad de La Ribera, Angelici impulsó una votación vergonzoza e inédita, que dividió a toda la comisión directiva, por estar en desacuerdo con el contrato de Riquelme, de la misma duración y cifras parecidas al vínculo de, por ejemplo, Walter Erviti, por quien, como por otros tantos, no hubo que levantar las manos. Para usar un ejemplo más gráfico y burdo: Boca pagó no hace mucho 2.500.000 dólares por la mitad del pase de Damián Escudero, para lo que tampoco se necesitó votación alguna, y Angelici impulsó una votación en contra de los 4 años de contrato de Riquelme por algo así como 4.000.000 de dólares, aunque no por la mitad del 10, sino por el pase entero.
Ya con Angelici como presidente sucedió un hecho grave en Barinas, Venezuela, en la primera fecha de la Copa Libertadores. El técnico Julio Falcioni acusó a Riquelme por algo en lo que no había tenido que ver. Todo el plantel salió en defensa del 10 e incluso Schiavi quiso ir a los hechos contra el DT en el vestuario (el zaguero venía acumulando bronca por un turbio "pedido" económico). Desde ese momento se cortó la relación de casi todo el plantel con el entrenador. A la final de la Copa se llegó a pesar de Falcioni, y no por Falcioni, y sobretodo por el influjo de Román, el mejor futbolista de la Libertadores 2012.
Sin embargo, después de ese y otros episodios que se sucedieron en el semestre, y nuevas extrañas cuestiones económicas que involucraron al cuerpo técnico y que todos conocían en el club, Angelici sobreactuó el respaldo a Falcioni,-anticipando que iba a seguir en el cargo cuando nadie se lo había preguntado, antes de la final de la Copa-, solo para hartar a Riquelme y que hiciera lo que hizo, irse a los dos años de contrato, que era justamente lo que había pedido el presidente cuando era tesorero. Típico caso de "el que se calienta pierde". "Le abrieron la puerta de la salida", escribió ahí Latorre.
Si algo faltaba para comprobar dónde estaba la perversidad en esta historia, Riquelme no pudo pasar a Cruzeiro porque Angelici le negó la firma de un papel, y después "lo extorsionó" durante 70 días para arreglar la situación solo si hacían una conferencia conjunta. Si el 10 no accedía, lo "colgaban" para siempre. No obstante, ya en esa oportunidad, y en una nota posterior con Sebastián Vignolo, empezó a revelar algunas cuestiones.
Ayer finalmente estalló. Riquelme usó la distinción que le dieron en Brasil como uno de los futbolistas más importantes de la historia de la Copa Libertadores para exponer a Angelici, como el presidente de Boca que ni siquiera quiere ver al máximo ídolo en la Bombonera, aun afuera de la cancha. Pero en realidad al 10 le colmó la paciencia la inminente renovación de Falcioni, ya que solo se explica para cerrarle definitivamente las puertas a él desde que dijo que estaba "a disposición" de Boca. Y porque esto Angelici lo hace después de desechar, por ejemplo, la opción Arruabarrena, debido a que cuando le ofreció el cargo, "el Vasco" le contestó al presidente que no podía dejar de convocar a Riquelme porque él considera que es "el mejor jugador del mundo".
En el medio, entre otras cosas, hubo intimidaciones de "barra bravas" a socios de Boca para plegar banderas y no cantar por Riquelme. "Hicieron bien su trabajo", dijo Román. Todo un triste operativo del que fuímos testigos en el partido ante Tigre para acallar al hincha genuino.
Episodios y corolario de una trama perversa. Angelici no quiere a Riquelme. Y, al parecer, lo volvió a elegir a Falcioni. La verdad, como siempre, se ve en el verde césped...

La decisión de Passarella





El procedimiento de Daniel Passarella para echar a Matías Almeyda no fue precisamente el más prolijo. Un llamado "entre gallos y medianoches" para una reunión con todo definido, un despido desmentido hace menos de dos meses en esas impresentables "conferencias de prensa" con un comunicado mal leído.  
Las formas, está claro, son reprochables. Pero la verdad es que el fondo de la cuestión, desde el punto de vista futbolístico, ameritaba esta situación desde hace mucho tiempo. Almeyda tuvo más crédito que cualquier otro DT en las mismas condiciones por ser un ídolo del club y por esa imagen que se instaló de que "le puso el hombro" a River en el momento más complicado.
Pero, en realidad, esa prensa a la que ahora el mismo Almeyda culpa de todos sus males en River, es la que de alguna manera lo sostuvo más tiempo del que todos hubieramos imaginado de acuerdo a lo que se veía en la cancha y, ahora también, por los resultados.
Primero habría que desmitificar eso de "poner el hombro". En realidad, que Almeyda haya recibido la dirección técnica de River sin ninguna experiencia, con poco para perder y mucho para ganar y con la posibilidad que no tuvieron otros de redimir como DT inmediatamente la herida de haber descendido como jugador es un premio, más que "una cruz" para cargar. Dirigir a River siempre es un privilegio, aun en su hora más difícil, y para Almeyda fue una distinción. Como fue también un premio su continuidad de un año y medio al frente de un equipo que nunca con su dirección técnica tuvo una idea de juego y que cambió 54 veces la formación en 60 partidos.
River no fue fiel a su historia con Almeyda. Como no lo fue en la última etapa de J.J cuando se fue al descenso. River asumió esas dos situaciones, la del apremio y la de la obligación, con los mismos miedos y con muy poca grandeza. Preocupado más por los "dobles cinco" que por los enganches. Más por el vértigo que por el juego. El extremo en este campeonato, con resultados disímiles en diferentes partidos, fue jugar con cuatro marcadores centrales en el fondo y cuatro volantes centrales en el medio. Almeyda dice que siempre pidió a D'Alessandro. Ni siquiera empezó por poner a Lanzini de enganche.
Passarella tomó una decisión. Mal. Y tarde. Pero la tomó. Habrá que ver si el remedio es mejor que la enfermedad. Por lo pronto, por una vez, como no hacen otros dirigentes, escuchó a la gente. Probablemente con la especulación de que se viene un año electoral. Nada garantiza, sin embargo, que Ramón sea el mismo de los grandes éxitos, ahora sin las grandes figuras de otrora. Nunca se sabrá tampoco, quizá, si Ricardo Gareca,-el mejor de los DT que están trabajando-, hubiera estado disponible si Passarella esperaba dos semanas más lo que ya había demorado más de la cuenta.

"No crean que es rápido Messi, lo que mejor hace es engañar"





Una clase de fútbol con César Luis Menotti.  Charla a fondo con LA CAPITAL del entrenador campeón del mundo que avisa que sigue siendo DT y que tiene muchas ganas de enseñar. La Selección en la mira. Y Kempes, Magnetto, Bilardo, All Boys, Ponzio, los "barras" de Independiente, Macri, el Estado en el fúbol...
  




A los 70 y monedas, César Luis Menotti tiene ganas de plantear discusiones en el fútbol. Y en otras cuestiones. Y de trabajar. Y enseñar. Y se lo revela a LA CAPITAL en una tórrido mediodía porteño.
"Este es un juego en el que la pelota no se lleva, se pasa. Solamente se lleva hacia zonas de definición más aptas,  después de transitar otros caminos. Pero a la zona de definición no es al banderín del córner, ni son 60 metros llevando la pelota. Porque la tenencia de la pelota está hecha para eso, para tocar la pelota hasta encontrar un camino abierto dónde la pelota sí se pueda llevar. Lo mismo pasa con la definición. A los periodistas pareciera que les da vergûenza exaltar permanentemente al Barcelona. Es como que se aburren. Me parece una cobardía total esperar que le pase algo a Barcelona para poder insistir con sostener algunas cosas que son francamente estúpidas. Como la verticalidad, la fuerza, el temperamento. El fútbol es mucho más que eso. El fútbol es vertical, horizontal, es largo, es corto, es rápido, es lento. Es todo junto, y por eso es tan apasionante. Una vez hablando con Fangio en un restaurant, yo le hice una pregunta sobre un corredor argentino. Y me dice "es muy bueno, lo más importante es que entre los cinco mejores, es el que frena primero". "En el automovilismo es más importante frenar que acelerar", me dice. Y yo pensé: en el fútbol es exactamente igual. El fútbol es la frase de Pedernera, que un día me dijo: "todo lo que veo ya lo ví, y lo que veía antes ya no lo veo más". Hay una gran desculturización. A mí eso me pasa hoy con el fútbol, también con la política... No veo hoy a los sindicalistas de mi barrio, realmente comprometidos con la gente".
-Y cuando empezó esa desculturización en el fútbol, ¿cuál fue el origen?
-Cuando la pelota saltó al mundo de los negocios. La plata empezó a ganarla un montón de gente que no tuvo nada que ver, ni con los clubes ni con los jugadores. Todo eso hace que se aumente la cantidad de partidos y se pierda la calidad. Y nos agarra a nosotros como agentes vendedores. A diferencia de Europa, dónde se aburrieron de jugar mal y el negocio era que la gente volviera a la cancha, que se llenen los estadios. Y eso ya está pasando en Italia, dónde se está jugando mucho mejor, porque la gente se estaba empezando a aburrir y había que hacer otra cosa. Hoy España, Alemania, juegan mucho mejor que nosotros.
-Para ellos también es un negocio. Barcelona es un gran negocio...
-Pero para ellos no es el mismo negocio que para nosotros. Aun en crisis, ellos son compradores de futbolistas. Antes no era fácil comprarle los jugadores a Rosario Central. Se los compraba Boca o River, había cupo de extranjeros afuera. Se iban muchos, pero no se iban tantos y tan jóvenes. Y no hay conceptualmente explicaciones claras sobre como se juega a esto y que es este juego. ¿Dónde aprende el pibe? Fijate lo que escucha...El fútbol se transformó en un gran negocio y dónde hay multitudes y hay pasión, los piratas están revoloteando. Entonces en este negocio cuando el equipo no gana aparece un brujo. Y después un  psicólogo dice, "si llevan un brujo, ¿por qué no estoy yo?". Y así aparece un fisiólogo, y atrás un nutricionista, y un pedicuro, y un biomecánico...Y de repente nos damos cuenta de que nadie se entera que hay una pelota en el medio...
-Y no se valorizan las trayectorias... Macri sale y dice que el nuevo técnico de Boca no puede tener más de 40 años...
--Ah, pero si es así ¡ni Guardiola tiene chances de dirigir a Boca!. Macri que hable de otra cosa...Escuchar hablar de fútbol a Macri es como escucharme a mí analizar a Chopin...A pesar de que me gusta, y por lo menos con eso yo tendría alguna sensibilidad. No, no es serio...Después escucho que se quejan de que Grondona está hace 30 años...Grondona está hace 30 años por los dirigentes del fútbol. Que yo sepa nunca lo vi entrar a Grondona con dos 45 y con un equipo comando con metralladoras para seguir en el cargo. Ha ganado con unanimidad, lo eligieron los clubes. Entonces es cómodo hablar de Grondona...
-¿Le merece alguna reflexión la situación de Independiente y la lucha del presidente Cantero contra los "barra bravas"....?
-Me parece bien. El lugar es muy difícil porque se miente mucho. Porque se sabe que a los "barra bravas" no los sostienen solo los presidentes de los clubes. Son cómplices muchas veces. Pero hay estamentos mucho más altos, mucho más importantes que tienen que ver. Me parece bien que el presidente no acepte presiones...Y hay quienes no las aceptan. Yo estuve tres veces en Independiente y a mí nunca la "barra brava" vino a presionarme ni a pedirme nada. Nunca. Me tocó una época que había un lío entre ellos, pero no estaba "Bebote", me parece. A mí nunca "El Abuelo" vino a presionarme ni pedirme nada. Y mirá que esos en Boca no me querían eh. Cuando firmamos me tiraron piedras. Decí que ese año gané 14 partidos seguidos en Boca. Y después se llenó el estadio, fueron a la cancha, y lo disfrutaron... Esto es lo grave. Que por ahora al presidente lo van a acompañar, pero hay que ver si pierde más partidos seguidos si lo van a seguir acompañando. Yo creo que lo de convencer a la gente en general es el desafío de ahora en Independiente. Porque me da la impresión que lo de la "barra" está ya resuelto, porque se hizo muy popular, y con esta locura que han hecho en el último partido ya no tienen más cabida y están acorralados. Pero ahora hay que armar bien el equipo y empezar a ganar...
-¿Hay algo de lo que ve hoy del fútbol argentino que le resulte particularmente atractivo?
-Sí, yo destacaría a All Boys y a su entrenador. ¡Acá hay cada entrenador que porque su equipo tira un centro pareciera que inventaron la pólvora!. Y este muchacho es una cosa increíble. Hace como cinco años que está en el club. También hay un gran mérito del presidente, que lo sostuvo en algún momento cuando las cosas no salían bien. Y ni sonó que hubieran hablado con otro entrenador. Y este tipo resulta que no es noticia. No grita, no insulta, habla bajo, transmite cosas, sus jugadores lo respetan y lo abrazan en cada gol y en cada partido, nunca pasa nada. Le puede ganar a Newell's. Y no hay una sola nota. Nadie dijo nada. Y Newell's era la máquina indetenible y no se cuantas otras cosas...Y ojo, con justicia, porque venía primero, invicto. Y no es joda eh: ir a Rosario para un equipo como All Boys siempre fue como algo imposible. Sin embargo, te levantas el lunes, All Boys le ganó a Newell's y no pasa nada. Porque el DT ("Pepe" Romero) no baila, no se deja el pelo muy largo, le gusta el fútbol, le gusta que sus futbolistas jueguen bien.
-Y hay como una obsesión con eso del equilibrio, con aquello de que no se puede jugar sin "doble cinco" porque se da ventaja...
-El "doble cinco" es el producto del miedo. Porque no es "doble cinco". Es más volantes de marca y menos de juego. Porque mirá si los dobles cinco fueran Guardiola y Riquelme...O ¿como empezó Barcelona?, con Xavi y Busquets... Al fútbol hay que hablar con nombres propios y ver dónde se paran los jugadores. Siempre hay algún jugador más comprometido con la defensa, con la contención. Algunos equipos tienen uno, otros dos, hay equipos que tienen hasta cinco o seis y tres o cuatro más comprometidos para jugar. Entonces inventaron el "doble cinco" para no tener que decir, claramente, que lo único que quieren es tener volantes que marquen...Y me parece muy bien, que cada uno juegue como quiera. Pero no inventemos cosas raras. Que 3-4-3, que 3-5-2...Una vez fui a dar una charla y un pibe me preguntó cuál sistema me gustaba más. Y le contesté: "el 4-5-1". Se produjo un silencio tremendo: "¿Nadie me pregunta nada?". Y un pibe levanta la mano y me dice: "César, es muy defensivo...". "¿Te parece?,-le contesto-, ahora te voy a nombrar los cinco: Gerson, Clodoaldo, Pelé, Riverinho, Tostao...Y el punta era Jairzinho, que también era volante. Y además Carlos Alberto y Everaldo, que eran más atacantes que laterales". Entonces decime como te llamas y te diré quien eres...Cuando vos ves una formación titular y lo que quedó en el banco ya te das cuenta que es lo que el técnico pretende...Porque si vos decís "doble cinco" y los dos "cinco" son Riquelme y Messi, no son los "cinco" que quieren para esa definición...
-También inventaron esto de que no hay más enganches o conductores. ¿Es realmente lo que dicen los entrenadores o hay menos jugadores con capacidad de decisión para conducir? ¿O es que están y no los usan?
-El problema es que no puede haber si se parte del vértigo y la verticalidad. Es muy difícil encontrar la pausa en ese contexto, o ubicarla. Y entonces la pausa la termina encontrando el contrario. Porque si no fuesen por el adversario algunos seguirían corriendo y se caerían en el Río de La Plata. Por ejemplo, en la cancha de River terminarían en el Río de La Plata. El juego es otra cosa. Ni moderno ni antiguo, ni lento ni rápido, ni vertical ni horizontal. Es un juego, como el ajedrez. Que tiene tres bases fundamentales: tiempos, espacios y engaños. Usar bien los espacios, manejar bien los tiempos y engañar al adversario, ya sea individual o colectivamente. Eso es el fútbol. El equipo le hace creer que vamos para acá, y vamos para allá. El jugador lo mismo. Pero es mucho más difícil tratar de engañar a 1.500 kilómetros por hora. Y no crean que es rápido Messi. No es rápido Messi. Es rápido cuando llega a la pelota, porque parece que corre y frena, porque parece que engancha y no engancha, porque parece que va para un lado y va para el otro. Entonces que es lo que mejor hace: engañar. Porque si le meten a Messi un pelotazo de 40 metros puede haber un montón de defensores que puedan llegar primero. Pero si después de la elaboración la pelota termina en los pies de Messi, ahí empieza el lío para el rival con la velocidad de Messi. Porque él corre engañando. Porque sabe dónde tiene la cabeza y dónde la pelota.
-A Messi le vendría mejor conductores de juego detrás de él , como Xavi e Iniesta en Barcelona , o él ya puede construir todo y puede ser el conductor...
-No, no se si el conductor, me parece que no. Pero él sí ya puede ser una pieza importante en la tenencia de la pelota. Porque lo sabe hacer. Porque el fútbol es eso. Porque el fútbol, como decía Borges, es orden y aventura. Messi siempre fue un fuera de serie pero ahora, con el tiempo, maneja mucho mejor el orden. Ese orden generado a partir de la tenencia de la pelota, de la búsqueda de espacios, de la salida rápida. Es algo estructurado por una idea genial, que ha sido la de Guardiola. Lo que necesita Messi, eso sí, es que la pelota la tengamos nosotros, que no la dividamos. Si la pelota no la tenemos nosotros es muy posible que Messi se sienta más feliz en Barcelona ....
-Francamente, en la Selección no se ve una idea muy apegada a la premisa de la tenencia de la pelota...
-Vamos a suponer que la tenga. No ha tenido tiempo de desarrollarla. Pero la verdad es que no encuentro el modelo, no se nota. No quiere decir que no este. No está explicado que es lo que se busca.
-¿De muchas de estas cosas de las que hablamos son de las que se cansó Riquelme?
- Se notaba que no estaba feliz en los últimos partidos. Yo creo que a él le molesta mucho cuando el equipo no tiene la pelota. Vos de pibe te aguantas cualquier cosa, porque vos querés jugar y ganarte un lugar. Pero ya de grande tenés otras exigencias. No estás dispuesto a tolerar todo. Me da la sensación de que el entorno lo fatigó. El cumplió todos sus sueños y no está para aceptar determinadas cosas. El problema es que yo he escuchado muchas veces esto de "acá como Riquelme no se puede eh, acá hay que correr". Es una falta de concepto tremenda...Así, ¿como no se va a cansar?
-Usted siempre dice que nunca dejó de ser técnico. ¿Por qué no lo llaman? Para dirigir, o para enseñar...
-No sé, también soy conflictivo...A mi no me gusta la mugre, la sufrí mucho la última vez que estuve. Cuando uno se da cuenta que todo es mentira, que a nadie le importa ningún proyecto. Debe ser por eso. Pero te digo la verdad, a veces me encuentro con jugadores y me da muchas ganas de transmitirles cosas. Yo estoy seguro que ahora soy mucho mejor entrenador que en el 78. Yo soy un tipo que ve todo, que lee, que estudia, que se actualiza. Y me da pena ver algunas cosas.Me vuelvo loco y me pregunto con algunos buenos futbolistas: ¿por qué juegan así? ¿por qué tan equivocados?. Y yo veo que los técnicos no tienen muchas ganas de aprender, y de enseñar después. Hay tipos que se desmarcan al revés. Que en vez de ir para adentro van para afuera. Y lo hacen todo el día. Veo que elogian a jugadores porque de espaldas aguantan mucho la pelota... No entiendo más nada.
-¿Le gustaría recibir una propuesta superadora, que apunte a eso, a enseñar?
-Sí, claro, me encantaría. Nunca perdí las ganas. A veces me agarra esa cosa de ver un partido y decir: "a este 9 me lo llevaría a mi casa". Te juro, me da ganas de llamarlo y decirle "pibe, no te ofendas, ¿no tenés ganas que te pase a buscar mañana a las 8 de la mañana y nos vamos a Palermo con una pelota...?". No puedo creer que no se busque mejorar desde el conocimiento. Solo se habla de entrega, de esfuerzo... En vez de enseñarles una mejor forma de desmarcarse, no de tirarse a los pies. Eso es trabajo. Se pasan de largo en las jugadas y nadie le dice nada. Yo lo veía, por ejemplo, como compañero de Artime. Me preguntaba como hacía para hacer tantos goles. Y la cuestión era que él nunca iba a la pelota, el iba a la carrera. Yo veo jugadores que distribuyen y después pierden la posición para ocupar un lugar dónde no gravitan. Porque si Ponzio se va de wing derecho en River no es lo mismo que si se va Xabi. Porque Xabi sabe que hacer en ese lugar con la tenencia de la pelota, sigue el desarrollo....

Entre Kempes y Magnetto

Empezó contestando sobre el Mundial 78 y terminó en una alusión indudablemente dirigida a Carlos Bilardo,-sin nombrarlo-, que tiene que ver mucho con lo que se discute en estos días, sobre la Ley de Medios y un nombre propio que como nunca salió desde las sombras a la luz.
"Conmigo se detienen en las fotos pero yo nunca estuve cerca de ningún poder. Pasa que justo en dictadura se dio la fiesta más grande que tuvo la Argentina, y fue del fútbol. Después, ¿que los poderes reciban a los campeones?, eso pasó siempre, en todos los lugares y con cualquier régimen. Pero yo, la verdad, ya no preocupo por lo que digan. Ellos están muy preocupados. Yo ya lo viví, ya lo disfruté, fui feliz, fui reconocido en el mundo entero, nadie me lo puede quitar. Lo feo es que han ninguneado a enormes futbolistas. Yo no se si Maradona fue mejor que Kempes en un Mundial, habría que revisarlo... Después con el tiempo le pusieron el nombre al estadio pero Mario tuvo que soportar muchos años de olvido y ninguneo. El no hizo los goles para Videla. Y vos fijate una cosa: resulta que un montón de gente se dio cuenta ahora que Clarín es de derecha. Oh, ¡qué novedad...! La diferencia está en que yo lo sabía a los 15 años. Porque yo a los 15 años militaba, y lo sabía. Ahora, yo te voy a decir una cosa: una de las páginas, de las secciones más progresistas en época de dictadura, fue la página del Clarín deportivo: Pedro Uzquiza, Horacio Pagani, el Negro Cardozo, Juan De Biase...Todos muchachos de centro izquierda o izquierda. Y del otro lado hay quien decía: "a esos hay que echarlos a todos". Mientras aclaraba "Yo contra Magnetto no tengo nada eh, contra Magnetto nada eh...". Yo no conozco a Magnetto, jamás en mi vida me senté a comer con él, ni lo vi. Pero sí yo respeto mucho a la sección deportes de Clarín. No soy amigo, pero sí al Negro Cardozo lo conocía de Rosario, pero Uzquiza, Horacio, eran tipos muy combativos para la época, y grandes tipos, nunca amigos de los poderes de la AFA ni de ningún poder. Con mucho coraje para decir las cosas, esa sección era como una reserva de dignidad. Y fijate que uno los quería echar justo a ellos pero al mismo tiempo aclaraba "Con Magnetto no eh, con Magnetto como todos los días...".

"El Estado debe participar de otra manera"
Menotti sobre el Fútbol para Todos, polémico, para el debate: "La participación del Estado en el fútbol es vergonzoza. El Estado debe participar de otra manera. Está bien que el Estado se meta, y participe, pero tiene que sentarse a estudiar con gente capacitada para determinar que lugar ocupa el fútbol y hacia dónde debe ir. Poner la plata pero saber dónde se invierte. Losque compran 20 jugadores y después salen campeones por cuatro pibes del club. Y ojo que cuando hablo del Estado, me refiero a algo relacionado especificamente a esto, no es un cargo a la presidenta de la Nación, que se entienda bien. Pero pasa que los que están no entienden nada. Solo buscan tener rating y poner los partidos a cualquier hora"

Porque Independiente no debe ser sancionado





Independiente no debe recibir sanción alguna por el grave incidente del miércoles pasado, cuando lanzaron varias bombas de estruendo desde el sector que habitualmente ocupa la "barra brava" en el estadio "Libertadores de América" en Avellaneda, en ocasión del partido que el equipo de Gallego perdía con Belgrano por la decimoquinta fecha del Torneo Inicial del fútbol argentino.
La ecuación es sencilla. Si los dirigentes del fútbol son cómplices, o hay connivencia entre ellos y los "barras", el club, a través de sus representantes, debe asumir responsabilidades y culpabilidades. Sí, por el contrario, los directivos se ponen del lado de enfrente y combaten realmente,-no de palabra-, a estos delincuentes que nada tienen que ver con el fútbol, el club es solo una víctima. Y nunca se debe culpabilizar a la víctima.
En pocas cosas es tan facilmente comprobable esa cadena de respaldos y complicidades o de lucha y enfrentamiento real. La línea divisoria está marcada por una Ley de la Nación, con todas sus reformas y mejoras. Y si bien es cierto que hoy por hoy hasta se hacen marchas multitudinarias en contra de leyes de la Nación votadas por amplia mayoría, los que queremos un país en serio nunca debemos renunciar a que se cumplan.
Hay una Ley de la Nación que, paradojicamente, se la conoce como Ley De la Rúa (algo hizo bien el presidente que nos terminó de hundir en el infierno del que afortunadamente empezamos a salir desde 2003), que es la Ley contra la violencia en el fútbol, que prevee que los dirigentes se reserven el derecho de admisión. Que, lisa y llanamente, no dejen pasar más a sus casas, que son las casas de los socios que los votaron, a los delincuentes que lucran con la violencia en las canchas, que la utilizan como elemento de presión para hacer caja.
Independiente, con el presidente Javier Cantero a la cabeza, utilizó ese instrumento sin eufemismos. Los echó de la cancha y del club. Y su lucha, que no es tan sencilla, no cesa.
Otros clubes, como Boca, por ejemplo, no termina de aplicar la reserva del derecho de admisión para todos los "barras" que todos conocen. Entonces no tienen "derecho al pataleo" si después reciben sanciones y no ocurre lo mismo con Independiente. Los dirigentes de Boca no solo no terminan de firmar ese impedimento para que los "barras" no concurran más a la cancha, sino que, además, los usan para silenciar o hacerles cantar lo que a ellos les conviene. Otros directivos, en otros clubes grandes, hasta le conceden el "negocio" de las entradas y los "trapitos" en los recitales. Y después también pretenden igualdad de tratamiento con Independiente.
Aparentemente esta vez el compromiso de respaldo real no solo es del gobierno nacional (que tiene su propia lucha frente a "castas" policiales) sino también de la AFA. Separar la paja del trigo en las sanciones es ahora su tarea, su contribución real contra la violencia en el fútbol. Los clubes que amparan, "tapan" o aun le abren sus puertas a los "barras" deben ser sancionados siempre que ocurran hechos de violencia. Cuando los socios comprueben que es por culpa de sus dirigentes, no deberían votarlos más. A Independiente, por el contrario, todo el respaldo y ninguna sanción. Es lo que corresponde. 

Morresi y los Evita, como parte del modelo de inclusión





“Néstor Kirchner consideró al deporte como una herramienta más de su gran proyecto de inclusión y ampliación de derechos”, destacó Claudio Morresi en diálogo con LA CAPITAL.




Un año atrás, también en ocasión de las finales de los Juegos Nacionales Evita en Mar del Plata, el Secretario de Deporte de la Nación, Claudio Morresi, nos decía que "en el deporte también se puede profundizar el modelo". Un año después, a la misma hora y en el mismo lugar, en charla con LA CAPITAL en la misma mesa de café del Hotel Dorá de esta ciudad, Morresi, como generalmente ocurre con el gobierno que integra, puede dar cuenta de sus dichos con hechos. Hoy las finales de los Evita tienen tres mil participantes más (de 11.000 a 14.000), siete nuevos deportes ,-con un importante objetivo estratégico-, y la "Administración Morresi" viene de unos Juegos Olímpicos en  los que se superaron metas y se fue en la dirección anticipada también hace doce meses.  En el deporte, en consecuencia, también se puede siempre profundizar el modelo.
“Lo de sumar siete deportes más no tiene que ver con agrandar la cantidad y nada más, tiene una explicación por el lado de ampliar la base a futuro para esas disciplinas. Te doy un ejemplo simple: un Nacional de Judo puede contar con la participación de 90 o 100 jóvenes de todo el país. Acá, con los Evita, se termina haciendo otro virtual Nacional, pero con 240 participantes, de las 24 provincias argentinas. Es que jóvenes que antes no podían costearse el viaje u otros gastos para esos nacionales, pueden estar y competir acá con los Evita. Eso tiene que ver con un Estado presente, que acompaña la evolución de los deportistas y a la vez amplia la base para detectar jóvenes valores. Esto también tiene relación directa con lo que siempre dice la presidenta, que hay que procurar igualdad de posibilidades para todos", dice Morresi en el comienzo de la charla con este  medio - en el café que también compartimos con el reconocido periodista Guillermo Blanco-, para explicar lo de los siete nuevos deportes en los Juegos.
-Así los Juegos Evita cumplen con el doble objetivo, el de la función social, el del deporte como factor de integración, inclusión, salud, pero también el de ampliar la base de participación para mejorar también después en el alto rendimiento…
-Tal cuál, es un círculo virtuoso entre el deporte social y el deporte de la alta competencia. Tendrías que hablarlo con los dirigentes de las federaciones de estas siete disciplinas para comprobarlo. Están encantados. Porque además esto viene con capacitación para entrenadores, para formadores, y de las 24 provincias, con posibilidades para todos. Como siempre lo dice Alicia Kirchner, el deporte como un formidable instrumento para el desarrollo humano, que trasciende la mera participación en la competencia y que tiene que ver con estudios médicos, trabajadores sociales, fisiólogos, estudios de cualidades.  Y siempre con la mira puesta en la integración, en la inclusión. Mientras que desde algunos sectores se fomenta el odio, o se habla despectivamente de los sectores que reciben ayuda, con los Evita se da la situación de que un equipo de jóvenes de básquetbol, del Club Obras, que ganaron el pase a la final y que viven en la zona norte de la Capital Federal -digamos que como integrantes de una familia con buen pasar económico-, vienen a Mar del Plata en el mismo micro con chicos juegan al básquetbol de la villa de Ciudad Oculta. Esto tiene mucho que ver con la filosofía de lo que empezó en 2003 con Néstor, con la misma mística, con las mismas metas de inclusión que son parte de una verdadera refundación de los valores en Argentina. Y no es casualidad que estas herramientas puestas en marcha por los Evita hayan surgido en tres momentos históricos del país en los cuáles fue muy importante la incidencia de los gobiernos en búsqueda de transformaciones que redundaron en beneficio para las grandes mayorías, en una gran proporción postergadas. Fijate que esto se dio en el 47', en el 73' y desde el 2004 para acá.
-Quizá nunca antes con tanta continuidad…A propósito, ya que la mencionaste, ¿qué importancia tiene Alicia Kirchner en toda esta transformación para ampliar la base de participación en el deporte ? 
-Es fundamental. Pero fijate que es una de las dirigentes políticas de este tiempo de más bajo perfil pero que más cerca de la gente está. Encabeza un ministerio que trata de dar respuesta a las urgencias de la gente, y el deporte es muy importante también para mejorar la calidad de vida de la gente. Pero ella no lo hace para la foto, fijate que no pudo estar en la inauguración de estos Juegos porque estaba con todos los problemas acuciantes de las inundaciones. Pero fijate la visión de Néstor (Kirchner). No por nada él incluyó a esta Secretaria de Deporte dentro de la órbita del Ministerio de Desarrollo Social. No consideró al deporte principalmente como un espectáculo o como un entretenimiento, que también lo es, sino fundamentalmente como una herramienta más de su gran proyecto de inclusión y ampliación de derechos.
-La “nave insignia” de ese plan son los Evita. Pero, ¿a qué otros objetivos se apunta desde la Secretaría?
-Todo tiene que ver. Fijate que en el marco de los Evita, aprovechando nuestra estadía acá, hoy estudiantes de educación física becados por la Secretaría, del Instituto de Formación Docente de Quilmes, que están en el último año de la carrera, están haciendo en este momento “acción en territorio”, experiencias en lugares de la periferia de Mar del Plata, en diversos barrios carenciados. Pero por supuesto que también le apuntamos al alto rendimiento, con la ampliación de becas. Y al Plan Nacional de Infraestructura Deportiva, que aquí incluye, a través también del Enard, para la cancha de hockey sobre césped, y con convenios con el Emder, para la puesta en valor del Patinódromo. Sumándole a eso otras obras menores hay prevista una inversión en Mar del Plata cercana al millón, trescientos mil pesos. Sin olvidarme, por supuesto, de la promesa aún incumplida del techado del Velódromo.
-Como uno de los miembros de este proyecto y de este modelo con más continuidad, nada menos que desde 2004, ¿Cómo ves el escenario con el fogoneo a la protesta desde algunos sectores corporativos que ven en peligro sus intereses justamente por los avances de este mismo modelo?
-Yo creo que la gente se apropió de los avances colectivos, de la ampliación de derechos. Y a esto no se debe renunciar así nomás. Nosotros vamos para adelante. Fijate que la profundización del modelo desde nuestro lugar significa más articulación con el C.O.A y con el Enard para ampliar la participación de los atletas, para aumentar el presupuesto. Desde algunos actores de la política se escucha siempre el mismo discurso, mientras que desde nuestro lado simplemente trabajamos en acciones y logros concretos. Se está modificando la estructura del poder económico y eso molesta a algunos sectores. Pero nosotros vamos hacia dónde tenemos que ir y enfrentamos las cosas que nos toque enfrentar. Hacia ese lugar vamos, de más inclusión y mejor redistribución, en todos los órdenes, y no nos vamos a desviar.
-¿Qué saldo te dejaron los Juegos Olímpicos?
-Que ningún deportista se quejó de su preparación, que tuvieron todos los elementos, todas las becas y el equipamiento necesario. Y eso también tiene que ver con la igualdad de posibilidades para todos. Se consiguieron cuatro medallas, una de oro. Pero el otro día lo dijo muy bien la presidenta, del 56 al 2000, en 44 años, Argentina ganó 14 medallas, ninguna de oro. Y de 2004 al 2012 ganó 16 medallas, 5 de oro. Eso es contundente. Pero además hubo un crecimiento en diplomas y como te dije el año pasado se trabaja con políticas de Estado en la ampliación de la base de participación para Río 2016 y los Juegos 2020.

De nada sirve


A Boca le sirvió, y sumó, el empate.  No el punto. En River fue todo resta. El corolario del Superclásico que volvió al fútbol argentino fue paradójico. El equipo que fue más, fue el que se llevó menos.  Contradicciones y vaivenes, de todas formas, que son propios de dos equipos cargados de irregularidades, sin estructuras ni funcionamientos sólidos, algo que resulta más grave,-otra paradoja-, en el Boca que se llevó más del Monumental, porque se trata de un plantel que ya estaba en la categoría y que, en buena parte, venía de una final de Copa Libertadores y el protagonismo en los torneos locales anteriores.
Lo cierto es que esta vez los errores, por momentos horrores, le ganaron a los miedos y la mediocridad.
River se soltó de sus ataduras tácticas a partir de la confianza que le dio la temprana ventaja parcial, producto de un error de diagnóstico imperdonable para la contención de Rodrigo Mora de parte de la retaguardia boquense y de la posterior falla de Agustín Orión en el tiro libre inteligentemente ejecutado por Leonardo Ponzio.
En efecto, todos sabíamos que Mora le iba a caer con su habilidad y velocidad sobre Albín y Schiavi, y a las espaldas desguarnecidas de Chávez y Somoza, en la controversial formación decidida por Julio Falcioni en Boca. Por ahí llegó nomás la falta de Albín para el tiro libre de la apertura del marcador, por dónde también tendría que haber estado Cristian Chávez, tan desordenado para retroceder como para atacar.
Desde ese tanto tempranero la autoestima y la “otra” categoría de un par de jugadores de River (la conducción y el despliegue de Leonardo Ponzio,- hoy “el Pirlo argentino”-, el desequilibrio de Mora y algunos toques sutiles de Trezeguet) le ganaron a la rigidez y amarretismo de su esquema. Así el equipo de Nuñez construyó un buen primer tiempo a lo que contribuyó sobremanera la falta de concepto futbolístico de Boca, la endeblez de todas sus líneas. Tan malo fue lo de Boca que hasta dejó el espejismo de que el de Almeyda pareciera un buen equipo.
 Pero sus propios errores y horrores también lo llevaron a cambiar a Boca, a salir de su rigidez.  Y a desnudar, a su vez, las carencias del propio River.  Ya jugado en la derrota Boca apeló al delantero por afuera, Lautaro Acosta, y al enganche postergado, Leandro Paredes.  El atacante abrió la cancha, y las grietas de los cuatro centrales de River, tanto que provocó el penal que cometió uno de ellos y que inauguró la reacción. Y Paredes acercó algo tan simple como pasarle la pelota al compañero. De él salieron el par de jugadas, ¡solo un par!-esas limosnas futboleras que anda mendigando Eduardo Galeano por el mundo-, en las que los de azul y amarillo le dieron la pelota a los de azul y amarillo. Y en la última de esas acciones llegó el gol de la igualdad, con toda la paciencia de Paredes para ver y armar la jugada, y la buena participación del propio Acosta, de Silva para bajar la pelota y del marplatense Walter Erviti para definir a la carrera.
La reacción y el empate de 0 a 2 a 2 a 2 no solo se explica por las virtudes, escasas pero valiosas, expuestas por estos futbolistas, en medio de un funcionamiento paupérrimo del Boca-equipo. Las razones también hay que encontrarlas en lo psicológico. Cuando River estaba más para el 3 a 0, se encontró con el 1-2 y desde allí, de repente, automáticamente, el Monumental se transformó en una postal estática y muda. Vivió tantas penurias el hincha de River en los últimos tiempos que tampoco pudo evitar el síndrome del silencio atroz, el miedo a la vergüenza que se transmite ya desde la cancha, de la propia formación puesta por el entrenador.  Temores que se retroalimentaron de afuera hacia adentro y viceversa y que recrudecieron en cada centro de Boca hasta que llegó el del empate agónico.
Más allá de esa última sonrisa de Boca, de la nueva amargura de River, a los dos les cabe la frase que acuñó el hombre que justamente nos libró de ataduras como país para salir (hacia) adelante y a quien se homenajeó en todo el país el último sábado: Cambio es el nombre del futuro.

En el juego de los errores, Boca le ahogó el grito a River


Era la fiesta esperada para River. El desahogo después de la herida lacerante del descenso y después de la vuelta de la B. Pero de la celebración se pasó al silencio atroz en el Monumental. Del grito contenido a la postal de la desazón. El equipo de Nuñez ganaba bien por 2 a 0 pero Boca reaccionó y se lo empató 2 a 2, con un tanto sobre la hora del marplatense Walter Erviti, en el marco de la duodécima fecha del Torneo Inicial Eva Perón del fútbol argentino. River mereció más, pero Boca una vez más le ahogó el grito.
Había dos partidos posibles. El cerrado, discreto, trabado, con pocos espacios y pocas situaciones. El Superclásico del miedo que, al final de cuentas, aparecía como lo más lógico ante los planteos de los dos entrenadores. El 4-4-2 de Matías Almeyda con cuatro defensores centrales y sin volantes, a priori, de creación. Y la renuncia al enganche en Boca. La otra alternativa era el partido inesperado, que se podría abrir a partir de los errores de dos equipos que cometieron muchos a lo largo del campeonato y que, paradójicamente, pese a tanto conservadurismo, defienden mal. Y entre otras cosas, porque no tienen la pelota.
En el primer avance de River, se dio, en consecuencia, lo previsible.  La búsqueda de Rodrigo Mora a espalda de Cristian Chávez y Leandro Somoza, de frente a Emiliano Albín y Rolando Schiavi. El desequilibrio esperado y una falta obligada, cuando todavía no se jugaban dos minutos, de Chávez sobre el propio  Mora. Y el tiro libre lo ejecutó el hombre que asumió la conducción del partido desde ese mismo instante: Leonardo Ponzio. El “reggista” de River buscó el remate bajo, con el pique sobre el arquero, y el intento sobró al arquero Agustín Orión, cuyo error contribuyó entonces a la madrugadora apertura del marcador.
A partir de ahí, entonces, se abrió el partido inesperado. El juego de los siete (o más) errores. En ese contexto, y con la ventaja a favor, y con poco, River manejó táctica y psicológicamente el trámite en todo el primer tiempo. Con el peso de Ponzio en todos los sectores de la cancha, para cortar, pasar y conducir, con y sin la pelota.
Boca fue un equipo cortado en dos. Y River, aun con dos situaciones traumáticas, como las salidas tempraneras de Ramiro Funes Mori y Martín Aguirre por sendas lesiones, no sufrió contratiempos, aunque tampoco generó mucho más peligro como para generar la cuenta. El desorden táctico de Boca hacía casi todo, River no necesitaba mucho más.
Boca buscó “romper” en tres cuartos de cancha y aportar algo de sorpresa con la entrada de Lautaro Acosta. Una vez más le tocó a Clemente Rodríguez cuando en realidad Sánchez Miño había jugado un primer tiempo para el olvido. Pero lo cierto es que cambió el formato, la postura y la actitud. El equipo de La Ribera se adelantó unos metros, presionó más sobre la salida de River y paulatinamente se detuvo la tremenda dinámica de Ponzio. Igual se trataba de una reacción más posicional y anímica que futbolística. Al equipo de Falcioni le seguían faltando ideas. Y en la primera que River pudo salir, a los 25’, aumentó la cuenta a dos. La jugada nació en un lateral, se prolongó en Trezeguet, quien ensayó la apertura hacia la entrada de Carlos Sánchez por la derecha. El ex Godoy Cruz tocó al vacío para la entrada de Mora, quien una vez más desequilibró y encontró mal parada a la defensa de Boca para entrar en diagonal y definir.
Boca sólo había llegado con un cabezazo desviado de Viatri. Parecía cosa juzgada. ¿Cómo iba a hacer en una cuarta parte del partido lo que ni siquiera había intentado en las otras tres cuartas porciones del encuentro?
Pero en el juego de los errores, empezó a tocarle a River. A los 30’ Se equivocó el chico González Pires al tocar en el área a un Lautaro Acosta que estaba saliendo. Penal y gol de Santiago Silva. A partir de ahí ya el Monumental quedó en silencio y entró a pesar la historia y otra vez las cuestiones psicológicas. Aunque una vez más los errores fueron los que marcaron el camino. Primero falló también el árbitro Pablo Lunati, quien debió haber expulsado a Leandro Somoza, por un golpe a un rival. Y después, ante un River tan dubitativo en defensa como Boca lo había estado en el primer tiempo, una vez que el equipo de La Ribera pudo hacer tres pases seguidos, le empató el partido. La entrada de Leandro Paredes fue decisiva en ese sentido. Aportó el pase que estaba faltando. Nada más y nada menos que pasarle la pelota al compañero de igual camiseta. Desde el juvenil enganche nació, de hecho, la jugada de la igualdad agónica. Paredes abrió hacia la derecha, Lautaro Acosta lanzó el centro y Silva bajó muy bien el balón para el marplatense Erviti, quien llegó a la carrera para convertir.
Así Boca le ahogó el grito contenido a River. En lo estrictamente futbolístico, más alegría por la desgracia del rival que por la ventura propia. Porque ni así, ni con el festejo agónico, el equipo que todavía dirige Falcioni pudo disimular sus propias y profundas carencias, que, como en la vereda de enfrente, hacen inminente el final de un ciclo.

Síntesis

River (2): Barovero (5); Gabriel Mercado (5), Germán Pezzella (4), Jonathan Bottinelli (5) y Ramiro Funes Mori (x); Carlos Sánchez (6), Leonardo Ponzio (7), Ezequiel Cirigliano (4) y Martín Aguirre (x); Rodrigo Mora (7) y David Trezeguet (5). DT: Matías Almeyda.
Boca (2): Orión (4); Albín (4), Rolando Schiavi (4), Guillermo Burdisso (5) y Clemente Rodríguez (5); Cristian Chávez (4), Leandro Somoza (4), Walter Erviti (6) y Sánchez Miño (4); Viatri (5) y Santiago Silva (6). DT: Julio César Falcioni.
Goles: en el primer tiempo, 1' Ponzio; en el segundo tiempo, 25' Mora, 30' Silva, de penal, y 44' Erviti.
Cambios: en el primer tiempo, 4' González Pires (4) por Ramiro Funes Mori, 13' Ariel Rojas (4) por Martín Aguirre; en el segundo tiempo, en el inicio, Lautaro Acosta (6) por Clemente Rodríguez, 23' Nicolás Colazo por Sánchez Miño, 34' Leandro Paredes por Cristian Chávez y 41' Rogelio Funes Mori por Rodrigo Mora.
Cancha: de River (muy buena).
Arbitro: Pablo Lunati (5).

Foto: EFE.

“Tufillo” extraño en el Monumental




Había un cierto “tufillo”. Un clima de agresividad y violencia desde muy temprano en las calles aledañas al estadio Monumental. Y llamativas zonas liberadas que fueron  el escenario ideal para incidentes dentro y fuera del estadio, en la previa y durante el Superclásico que River y Boca empataron 2 a 2 por la duodécima fecha del torneo Inicial del fútbol argentino.
Ya a las 12.30 LA CAPITAL fue testigo de un fuerte “encontronazo” entre hinchas de River y Boca en la intersección de Libertador y la diagonal Quiñonez, con el intento de robo de una moto de unos a otros y luego agresiones con lanzamiento de piedras y botellas. Las corridas se prolongaron por Libertador hasta Monroe. Y en esa misma esquina de Libertador y la diagonal, un solo patrullero de la policía federal, con un par de efectivos parados en el lugar, sin reacción alguna. Nada más. El resto, todas las características de una zona liberada. Para un operativo millonario, de 1.200 efectivos, pareció muy extraño que en esa intersección los simpatizantes de River y Boca,  con sus respectivas camisetas, se cruzaran como si nada, sin ningún vallado o separación, como ocurre en cualquiera de estos partidos “de alto riesgo”.
La tónica de la “zona liberada”, ahí seguramente con responsabilidades compartidas con seguridad y personal de River, se prolongó en la cancha, con la increíble aparición de un “chancho inflable” con los colores de Boca que partió desde la Centenario baja para mostrarle a los seguidores rivales que estaban en la parte alta.
Desde muy temprano, en aquellas corridas, pero también en los gritos, en las frases, en los cruces de hinchas de una tribuna a otra en la parte de atrás, por arriba del estacionamiento de prensa, desde dónde lo observamos, se respiraba un clima de violencia encendida, de mucha suceptibilidad. Como que los hinchas de River esperaban las “cargadas” por el descenso y por eso preparaban un escenario de “ataque” en lugar de uno de “defensa”.
Después llegaron los graves incidentes en la tribuna visitante, con las agresiones de la “barra” de Boca a agentes de seguridad de River, y en el playón el ataque que recibieron los colegas de Radio Cooperativa, de una de las transmisiones partidarias de Boca, de parte de otros “energúmenos”, en este caso de River.
Algo extraño ocurrió en el Monumental. Cuando todo debía estar previsto, no lo estuvo. Quizá alguna factura también entre cuadros de fuerzas de seguridad, que no habría que descartar que tenga que ver con todo lo que se intenta generar en estos últimos meses por razones de público conocimiento. Todo muy raro.
Lo cierto es que ahora los dos clubes deberían ser sancionados, inclusive con la posible clausura de ambos estadios. River por la seguridad que faltó, por el inflable y los carteles con amenazas que aparecieron en las tribunas de Boca y que seguramente se habían dejado en la noche anterior. Y por la agresión a los colegas. Y Boca por los hechos de violencia una vez más protagonizados por los “barras” con los que el presidente Daniel Angelici sigue sin aplicar el derecho de admisión. Hay una Ley que se debe cumplir. Y dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.  

La Selección tiene un Messi para cada necesidad





Desde Mendoza


La Selección Argentina de fútbol ya se parece demasiado a aquellos filmes de súper acción en los que el “muchachito” de la película de turno, el héroe, el “bueno” pero todopoderoso, tiene momentos culminantes en los que enfrenta, él solo, a diez “malos” que tienen las mejores armas y las peores malas artes. En uno de esos tramos claves de la película, en la previa al epílogo,- que será previsible o que tendrá alguna sorpresa-, el “muchachito” termina siendo atrapado por los “malos”, aun después de lucirse en una lucha desigual, o bien, con mucho de inverosímil, el héroe los neutraliza a todos y les gana, a puro talento y destreza en la lucha.
La Selección de Messi es hoy como esas películas. En muchos y largos pasajes de los partidos es Messi contra el resto del mundo. Alguna vez,  sucumbe, o no logra vencer.  Más a menudo,  gana igual. Así fue gran parte del encuentro ante Uruguay. Era Messi,-el “muchachito”-, contra una trinchera de casi una decena de uruguayos apoltronada en tres cuartos del ataque rival, preparada para cortar, a menudo sobre el filo del reglamento.
Durante 65 minutos de partido, Messi fue sorteando obstáculos,  sacándose de encima rivales, con la destreza inédita del el único hombre en el planeta capaz de llevar atada la pelota al pie a máxima velocidad. Generalmente, con escasa buena compañía, sobretodo sin el respaldo de un equipo, sin generación de juego previa. Todo lo tuvo que hacer él, gestar, armar, conducir y después ir a definir.  Aun en las películas más inverosímiles, se le hace complicado al “muchachito” pelear sólo contra diez.  De vez en cuando se liga una trompada, una patada, una caída.
Y cuando esta historia en Mendoza estaba en el punto de resolución, cuando todavía no se había definido si sería atrapado o no el “muchachito”, aparecieron un par de actores de reparto como descarga y se encontró el camino de la victoria. Pero, en realidad, el desenlace tuvo un único protagonista. Messi, únicamente Messi, fue quien abrió el partido. Tomó la pelota con la decisión y la inteligencia de un conductor y prestidigitador en las puertas del área, hizo la apertura hacia la izquierda para Angel Di María, quien mandó el centro bajo que tenía a Muslera como último obstáculo pero ahí estuvo también Messi para llegar al piso y decidir la jugada que él mismo había inventado.  
Y como Messi no solo es capaz de reeditar las genialidades de Maradona con una versión propia, sino que también puede mejorar sus propias versiones, en el segundo gol hizo casi exactamente lo mismo que en el primero pero con más magia y dejó que resolviera esta vez su amigo Sergio Agüero,-como para que hubiera ovación para otro también en el Malvinas-, de vuelta con Di María como sostén en la descarga.
Después el tiro libre del sello final. Nada por aquí, nada por allá, todos lo esperaban arriba, fue abajo, al rincón más arrinconado.
La película fue del ”muchachito”. Y lo inverosímil fue real. Pero en este caso no se trató de un filme de ciencia ficción, aunque el protagonista parece salir de ahí. El pudo contra todos, con su talento sin molde. Más feliz no pudo ser el final de la historia en la tierra del buen sol y el buen vino. Pero esta película no es una sola, ni es independiente. Se trata de una saga, que no terminó. Le apunta al 13 de julio de 2014 en el Maracaná. Por ahí, para llegar a ese sueño final,  se necesitará bastante más que un único y excluyente protagonista.  Por ahora,  alcanza y sobra. Puede ser, como escribe el periodista Daniel Lagares en Clarín, que Argentina haya sido en Mendoza  “Messi y diez más…”. Más bien parece, por momentos, que hay diez Messis:  el sacrificado, el que se tira atrás para hacerse de la pelota, el conductor,  el eje,  el que abre el juego,  el que piensa,  el que se tira al piso, el que define, el que los hace con pelota en movimiento y el que los convierte con pelota parada.  No solo Messi + 10. También 10 Messis, que se multiplican, reproducen y se transforman en varias cosas a la vez, para ganarle a todos los “malos”.  



Les hizo un Lío bárbaro...



Desde Mendoza

Argentina jugó por primera vez por los puntos en Mendoza.  Y los ganó con la soberbia categoría futbolera de sus delanteros para afirmarse en la punta de las eliminatorias sudamericanas para Brasil 2014.  En una noche soñada,  la Selección goleó en el clásico ante Uruguay por 3 a 0 en un espléndido y rebozante estadio Malvinas Argentinas, con una actuación brillante de Lionel Messi, que fue gestor y goleador, conductor y definidor, para además tomarse revancha de aquella eliminación de la Copa América del año pasado a manos del equipo de Oscar Tabárez.
Argentina asumió la iniciativa desde el  vamos, con Messi  casi como enganche, para tratar de manejar los hilos del equipo desde una línea imaginaria, a lo ancho, entre la del centro del campo y la medialuna y para tratar de superar, desde allí, el escalonamiento de los uruguayos en tres cuartos del ataque rival, que tenía como cometido el corte de línea de pase para, entre otros, el propio Lio.
Recién sobre el cuarto de hora, de todos modos, la Selección pudo penetrar al área contraria con cierto peligro y fue el propio Messi quien incursionó en la zona de definición y pareció que Diego Lugano lo desestabilizó pero el árbitro Leandro Vuaden entendió que no hubo penal. Enseguida, a los 19’, una apilada de Messi terminó en un remate cruzado de Angel Di María que neutralizó el arquero Muslera cuando el propio Lio llegaba para definir la jugada que inició.
Ya a esa altura era Messi contra una “trinchera” de uruguayos parada para defender y tratar de salir en contraataque. A los 28’ el astro mundial gestó una jugada espectacular por derecha, desde dónde más hiere, y su remate se fue rozando el travesaño.
Pero Uruguay contestò con un disparo de Cavani desde afuera que se fue apenas desviado y  una apilada de Luis Suárez por izquierda que terminó con un remate ya desde el borde del área chica que se fue apenas afuera, frente al arquero y apareado por Ezequiel Garay.
Fueron señales. Poco a poco Uruguay emparejó el trámite y adelantó “yardas”, al tiempo que Diego Forlán se retrasó para unirse a esas filas y tratar de armar juego. Y la Selección cada vez más dependió de Messi, con sus propias tres líneas del equipo demasiado desconectadas.
El segundo tiempo arrancó con alta temperatura, con la presión de Uruguay al filo del reglamento. Recién sobre los 12’ pudo soltarse Argentina con una buena combinación que nació desde el medio con Gago, se prolongó en Messi, derivó en Agüero por izquierda y terminó con una definición fallida de Gonzalo Higuaín.
Pero cuando más preocupaba el rendimiento de Argentina, cuando más crecían los volantes de Uruguay,  sobretodo  Gargano y  Arévalo Ríos, apareció Messi en toda su dimensión con una jugada de gestación y definición propia. A los 20’ tomó el balón en las puertas del área, cuando lo más aconsejable parecía el tiro al arco, amagó y abrió hacia la izquierda para Di María, cuya devolución baja fue interceptada por Muslera pero a medias, como para que volviera aparecer Messi, que siempre está, para resolver lo que elaboró. Uno a cero.
Y diez minutos más tarde Argentina definió todo con su ya habitual contundencia ofensiva. Perdió una pelota Luis Suárez en el medio y no le podía pasar peor cosa que la recibiera Messi, quien una vez más abrió hacia la izquierda, dónde otra vez estaba Di María, quien una vez más mandó el centro bajo para que esta vez apareciera Sergio Agüero para convertir en la boca del arco.
Y a los 34’ Messi le puso el broche a una actuación excepcional con un remate de tiro libre que se le metió abajo a Muslera, contra su palo izquierdo.
Uruguay, al cabo, aguantó lo que pudo. Y mientras no lo acompañaron tan bien a Messi. Pero cuando el astro del fútbol mundial pudo digitar desde una casi inédita mira de conductor,-al menos en la Selección-,  y vio el resquicio del partido, y aparecieron Di María y Agüero como socios, Argentina le hizo un lío bárbaro al rival y ya no hubo equivalencias.
En definitiva, en la noche en la que Messi fue conductor y definidor, en juego y con pelota detenida, Argentina goleó a Uruguay en el clásico porque le puso, por fín, toda la chapa de su autoridad futbolera.

La operación y las contradicciones






La operación está en su fase final. El presidente de Boca, Daniel Angelici, quien le abrió la puerta de la salida al máximo ídolo y mejor futbolista del club, Juan Román Riquelme, -quizá para cumplir con su "jefe político" Mauricio Macri-, ahora pretende seguir con la "utilización" del DT, Julio César Falcioni, para desprenderse de todo resabio del 10 en el plantel.
Se recuerda que Angelici, -quien fue al acto comicial de diciembre pasado "de la mano" de Martín Palermo-, se había negado al contrato de cuatro años para Riquelme, y forzó una votación vergonzoza para la continuidad del máximo ídolo, cosa que no ocurrió, por ejemplo, para el vínculo de Walter Erviti, de igual suma de dinero, por ejemplo. Entonces tesorero, Angelici sólo quería a Riquelme por dos años. Se notó. Riquelme se fue a los dos años de ese vínculo y Angelici no hizo nada para que el 10 reviera su posición. Por el contrario, "sobreactuó" sin necesidad la continuidad de Falcioni, la vociferó a pocos días de las finales de la Libertadores, cuando ya se sabía que Román, preocupado por las inferiores y por todo lo que tiene que ver con la vida del club, estaba hartado del trato a los pibes y de las actitudes soberbias de todo el cuerpo técnico en diversas situaciones.
Lo cierto es que Angelici dejó ir a Riquelme y prefirió a Falcioni, cuyo ciclo y su relación con el plantel ya se había quebrado definitivamente en Barinas, Venezuela, tras la primera fecha de la Libertadores, cuando el DT hizo acusaciones infundadas por las que no pidió disculpas públicas, como le habían pedido los propios jugadores. 
En esa elección, Angelici no consideró lo que ayer vociferó: "los jugadores son los que ganan y pierden los partidos". Tenía al mejor, optó por el técnico.
Pero, además, el presidente, en la misma declaración de ayer, incurrió en una evidente contradicción. "El cuerpo técnico puede decidir la táctica pero los que están adentro de la cancha son ellos, yo nunca vi un DT que vaya a cabecear o que le de un pase al contrario. Los jugadores son los que ganan y pierden los partidos", dijo primero. Pero después, cuando le preguntaron por la continuidad del entrenador, expresó: "La campaña de Falcioni ha sido muy buena, salió campeón, llegó a la final de la Copa Libertadores...". ¿En qué quedamos Angelici?
Cuando estaba Riquelme, entonces, el mérito era del técnico que "salió campeón, llegó a la final de la Copa Libertadores". Y ahora, cuando se pierde, la culpa es de los jugadores, a los que les falta "actitud" o "que transpiren la camiseta".
El operativo, -o la operación, con varios periodistas cómplices, para influir en los hinchas-, está en su fase final. Ya se fue el mejor jugador y el máximo ídolo. Se prepara el terreno para otras salidas. Para los "amigos de Riquelme" (Clemente, Viatri, Ledesma...) y no, casualmente, para los "amigos de Falcioni" (Somoza, Erviti, Chávez, Silva), de tanto o más bajo rendimiento que aquellos (sin detenerse en el nulo funcionamiento del equipo). El epílogo podría ser con el adiós al propio Falcioni. Gracias por los servicios prestados.

Miedo


Argentina - Brasil, Brasil - Argentina, nunca es un amistoso en fútbol.  Tampoco lo es, de hecho, cualquier partido entre selecciones que se juegue en fecha FIFA y/o bajo las normas de la FIFA, con las camisetas de esos equipos nacionales y con árbitro neutral.
Son como los "test match" del rugby. Engrosan el historial oficial. No pertenecen a una competencia integral oficial, como un Mundial, las eliminatorias (que, en realidad, son la fase previa del Mundial), Copa América o Eurocopa. Pero son partidos oficiales.
En ese historial oficial de los choques entre Argentina y Brasil la paridad era muy precisa hasta el partido del miércoles en Goiania. Treinta y cinco victorias para cada uno y 24 empates. Como todo clásico, poco tienen que ver los antecedentes o los títulos que ostenten cada uno. Tampoco es decisiva la actualidad de los equipos y los jugadores.
En un clásico se parte de una premisa de autoestima. Ni el DT ni un jugador de River dice que está en inferioridad de condiciones con Boca, aunque venga de la B y el historial lo desfavorezca. Ni jugadores, ni técnicos ni hinchas de Huracán afrontan un clásico con San Lorenzo como un equipo "chico" porque en el historial este muy abajo, y también en campeonatos ganados.
Ni un DT ni un jugador de Selección Argentina puede ni debe admitir inferioridad de condiciones con Brasil. Entre otras cosas porque eso también es relativo. Sobretodo si se trata de un Brasil como el del miércoles pasado o como el que apenas le ganó a Sudáfrica un par de semanas atrás.
Lo cierto es que el mensaje de Alejandro Sabella evidentemente caló hondo en el plantel que conduce, porque jugadores como Rodrigo Braña o Juan Manuel  Martínez no tuvieron prurito ni vergûenza en decir que estaba bien el plantel ultradefensivo que se implementó en Goiania "porque si le jugás a Brasil acá de igual a igual te podés comer cuatro o cinco". Triste...
...Muy triste pero sintomático de como está hoy el fútbol argentino y de los males endémicos de la Selección, de la desculturización que se produjo desde el 90 hasta acá, por la cuál hoy suena "inteligente" jugar ¡con cinco defensores! frente a Brasil, más tres volantes de marca y/o dinámica y poner, ademas, a Somoza por un delantero a dos minutos del final. Desculturización tal que el miedo hoy es un atributo. Al que teme, se lo elogia. Y al que arriesga, se lo critica.
Alejandro Sabella está en condiciones de ser el entrenador de una Selección campeona del mundo. Con Messi y cía, todo es posible. Pero sería bueno que antes asuma esa posibilidad y que siempre, con cualquier protagonista, y en cualquier cancha, dirige a la Selección Argentina y la obligación es defender su prestigio.
También deberá definir, el DT, para que sirve hacer lo que hizo el miércoles.
Si estos partidos "no interesan" y solo sirven para experimentar o probar jugadores, cuesta encuadrar las participaciones de Desabato o Braña, a quienes conoce demasiado. O el propio dispositivo extremadamente defensivo, por el cuál el chico Peruzzi, por ejemplo, de muy buen rendimiento, tuvo una mayor cobertura que la que eventualmente tendrá en otro tipo de partidos y con el equipo que podemos llamar "A" de la Selección.
Y si, al cabo, lo que importa es el resultado, ¿de qué sirvió la indignidad de "colgarse del travesaño" para en el último minuto quedarse sin nada?

El empujón





El problema no fue tanto lo que no dijo Juan Román Riquelme en la conferencia de prensa del viernes, cuando respondió que no volverá a jugar en Boca, aunque no confirmó si dejará o no el fútbol. 
La cuestión medular pasa por lo que no dijo el presidente Daniel Angelici, en principio porque tampoco se lo preguntaron.
Igual, a veces hay silencios que hablan por mil palabras. O muy pocas palabras, las justas, que tapan mil silencios. 
Riquelme dijo poco y se guardó mucho, sobretodo porque nunca fue su estilo echar culpas, ni dentro ni fuera de la cancha. Pero entre lo poco que dijo en la conferencia de prensa en la Bombonera y lo bastante más que agregó en la charla mano a mano con Sebastián Vignolo, Diego Latorre y todo el equipo de Fox Sports Radio Del Plata, se puede leer bastante entre líneas para confirmar lo que ya habíamos suscripto, que "lo empujaron a la puerta de salida", para usar las mismas palabras que usó el propio Latorre tras la recordada despedida posterior a la final perdida ante Corinthians.
Riquelme dijo en la conferencia, oficialmente, que se va de Boca porque ya no tiene objetivos por cumplir, sueños por realizar. Nada más cierto. Fue el conductor futbolístico para once títulos (y no diez, como deslizaron algunos intencionadamente sin adjudicarle la Copa Argentina, en la que fue capitán hasta la final) que lo convirtieron en el máximo ídolo de la historia del club, como incluso lo repite siempre el único que le podría pelear ese sitial, Rojitas, probablemente tan brillante como Román aunque sin las consagraciones y copas que le dio a Boca el último 10.
Pero por lo poco que dijo en la conferencia y en lo bastante más que respondió en la charla con Vignolo y compañía, quedó claro lo poco que hicieron el actual presidente de Boca y el DT para que Román no tomara la drástica determinación.

Dijo sobre Falcioni, entre otras cosas:
"Yo ya no necesitaba entrenador, ¿qué me iba a enseñar Falcioni, a atajar? 

"Me hizo reir escuchar que Falcioni me esperaba"

"Vos te das cuenta quien dice la verdad y quien dice para quedar bien"

"Me dolió mucho quedar afuera de ese partido con All Boys y tener que dar dos horas vueltas a una cancha como un boludo".

Y dijo sobre Angelici, directa o indirectamente:

"Cuando estaba en muletas, no me querían renovar, hasta tuve q poner plata yo, y después terminé jugando bien, ganando campeonatos, en la final de la Copa y me pedían para la Selección"

"Con lo del contrato se ha demorado màs de lo normal, el propio presidente lo admitió hoy en la conferencia. Yo al presidente le había dicho todo que sí, se podía haber arreglado en un día. El presidente se fue de vacaciones, se domoró todo más de 70 días. Con mi hijo habíamos hablado de jugar en Brasil pero ahora está todo cerrado". 

"Si hubiera hecho algo mal en Venezuela, me hubieran echado a la mierda del club".

"Se todo lo que pasó con las banderas, no me sorprende nada. El que traía la bandera era el verdadero hincha y el que no dejaba que entraran esas banderas es porque hacía su trabajo. Sabía que iba a pasar, hicieron su trabajo bien, pero esos no son bosteros...". 

 "Nunca yo le diría a un dirigente que ponga o saque a un DT".

En esas frases quedan expuestas actitudes (apenas algunas de tantas ya denunciadas). Lo que "no supo ni pudo" hacer Angelici para que se quedara (tal como lo admitió el propio presidente) pero también y mucho más, lo que no quiso hacer para que Riquelme siguiera siendo el emblema de Boca dentro y fuera de la cancha. Las decisiones fueron todas en el sentido contrario. 
En esas frases está la clave de lo que pasó en el medio, en apenas unos pocos meses. Desde que Riquelme expresó que quería jugar en Boca hasta los 40 años y llegar al récord de partidos de Roberto Mouzo hasta que cambió por el argumento de haber cumplido con todos los objetivos. 
Aun con todos los sueños cumplidos, si en el viaje diario de Don Torcuato a Casa Amarilla para entrenar, Riquelme hubiera estado seguro que en la llegada a "su casa" iba a sentirse cómodo y lo iban a esperar como a Verón en Estudiantes,-por ejemplo-, como referente e ineludible hombre de consulta para todo, probablemente hoy no se estaría escribiendo este abrupto final. Falcioni y Angelici lo hicieron.

Manda Messi

Messi manda. Que no es decir que conduzca.
Manda en la cancha, con su autoritarismo futbolero, llevándose rivales por delante, demoliéndolos en base a una conjunción justa de talento y velocidad, inédita para este juego quizá en toda su historia. Probablemente ningún jugador en la tierra pudo y pueda llevar la pelota tan pegada al pie, tan a su merced, con tanta velocidad y en tanta cantidad de metros en el campo.
Y Messi también manda afuera de la cancha, dónde el técnico “obedece”. Quiere a Ustari, su amigo, en el plantel. Ahí está Ustari. Quiere a Lavezzi de titular. Lo pedís lo tenés. En la semana, cuando ante la ausencia obligada de Sergio Agüero, Alejandro Sabella evaluaba la posibilidad del 4-4-2, con su jugador “fetiche”, José Sosa, el hombre del Metallist de Rusia, Messi salió, sugestivamente, a decir en algunas notas, que él prefería jugar con dos hombres por delante. Y al final, también sugestivamente, Sabella le respondió con la inclusión de Lavezzi.
No hay juicio de valor. Así están dadas las cosas. Así son. Sí llama la atención que cierta parte de nuestros colegas, que armaban intrigas palaciegas y se horrorizaban porque algún jugador con predicamento, supuestamente “armaba equipos” o digitaba técnicos (que paradojico, ese futbolista ahora se fue justamente para no decir “el DT o yo”) ahora no digan lo mismo por lo que es evidente en el caso de Lionel Messi.
Lo cierto es que Messi manda. Y la Selección depende de sus decisiones, en todo sentido.
En la victoria ante Paraguay tuvo participación decisiva en los tres goles y cada vez que el equipo caía en un pozo, él lo levantaba con algún destello fulgurante, como su intervención prepotente en el segundo gol y la pelota que deriva en Gonzalo Higuaín, tanto como en sus dos tiros en los palos y el brillante remate en el tiro libre que resolvió el pleito en el impecable y colmado Mario Alberto Kempes.
Pero también, y paradójicamente, el equipo tiene esos pasajes en los que se cae porque casi nunca asume el control del juego, pocas veces lo ordena y domina, y eso se debe, en parte, al propio pedido-reclamo de Messi. Con “dos jugadores por delante” el astro está “condenado” muchas veces a retrasarse él mismo para hacerse de la pelota, tal como vimos que no funcionó en Sudáfrica, cuando los rivales, especialmente Alemania, le cortaron caminos y ya Messi no pudo hacer todo.
Con la consigna de Messi, con “dos hombres por delante”, es decir, con tres delanteros, -como la Selección de Maradona “se suicidó” en Sudáfrica, en desmedro de armadores de juego-, el mediocampo casi no existe en La Argentina, no se elabora en el tramo de tres cuartos a tres cuartos. Es más una zona de transición rápida que de gestación. Hoy para esa transición, y con determinados rivales, alcanza y sobra con el tranco de Angel Di María, que pasa rápido y muchas veces resuelve con criterio, y con la prepotencia futbolera del propio Messi, que hace y deshace.
Messi manda. Hoy alcanza y sobra. Pero no habría que dejar de mirar que con este mismo formato, elegido por el jugador más desequilibrante del mundo, otra historia reciente no terminó bien. Una Selección Argentina no debería renegar de una zona de gestación, no debería renunciar a un poder de juego para abastecer su poder de fuego. Para no repetir errores del pasado.


La Selección, rápida y furiosa




Le alcanzó con su poder de fuego ante Paraguay. Se impuso por 3 a 1 en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba. Un Di María encendido y destellos decisivos de Messi marcaron la diferencia.


  Desde Córdoba
                                                                                                          

Por ahora le alcanza y le sobra con su poder de fuego. Reniega casi de la alternativa de ejercer el dominio del juego. La contundencia de los iluminados de arriba y la rápida transición que encabezó Angel Di María le bastaron a la Selección Argentina de fútbol para doblegar a Paraguay por 3 a 1 en un estadio Mario Alberto Kempes colmado por más de 57.000 espectadores y un clima de gran fervor popular en Córdoba, en el marco de las eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014.
Rápido y furioso. Así fue el comienzo de la Selección. Y el de Angel Di María. Cuando habían pasado pocos segundos de los dos minutos de juego, la presión y la velocidad en ataque de Argentina se devoró la salida de Paraguay, pelearon la pelota, la ganaron y la  jugaron Lavezzi y Messi y cuando la jugada se había ensuciado apareció Di María para ponerle un rayo de calidad y un remate combado al ángulo con el que pudo haber contribuído la espalda del propio Lavezzi pero que llevaba el impulso que le dio la estrella de Real Madrid.
Pero así como la Selección Argentina juega a una velocidad diferente también puede pasarse de revoluciones y no retener la pelota y el dominio en algunos pasajes del partido. Abusa de su poder de fuego. Como después, una vez que se hace de la pelota, marca diferencias en tres cuartos, no atesora el juego para cuando no llegue con tanta asiduidad. Y entonces puede pasar que el rival se adelante y también provoque alguna herida. Eso fue lo que ocurrió con el rústico y limitado pero aguerrido Paraguay (siempre al filo del reglamento), que avanzó unos metros y trató de reacomodarse con el manejo de Jonathan Fabbro como medio enlace. Y en un centro aislado, que no llevaba gran peligro, a los 18’, Rodrigo Braña puso la mano innecesariamente y el penal lo transformó en gol Fabbro. Uno a uno y vuelta a empezar.
Pero otra vez Argentina puso todas las velocidades y en otro destello fulminante, a los 30’,  volvió a ponerse arriba en el marcador. Di María, el mejor del equipo, peleó una pelota en el medio con decisión y la llevó con calidad, prolongó en Messi, por la derecha, dónde más hiere, y apareció el instinto goleador de Gonzalo Higuaín para el 2 a 1.
Enseguida la Selección pudo haber aumentado con un tiro libre de Messi que dio en el palo. Pero otra vez el dominio se dividió. O Argentina no lo ejerció. Porque no puede, o porque no quiere. Por el abuso de su poder de fuego, no retiene la pelota, no organiza el juego, no lo ordena. Lo resuelve. Por capacidad individual y potencial ofensivo.
El segundo tiempo arrancó con el fulgor de Messi. En el arranque mismo una aparición suya fulminante con “slalom” y mano a mano con el arquero también terminó en el palo.
Después, una vez más, Argentina se desentendió del juego y Paraguay buscó cambiar en ataque con los ingresos de Haedo Valdez por Roque Santa Cruz y Oscar Cardozo por Jonathan Fabbro.
Pero el guión, en  realidad, nunca importó. Paraguay no tuvo con que y Argentina tuvo a los protagonistas. Suficiente. Y Messi, a los 19’, con un remate impresionante de tiro libre (tras una falta que Víctor Cáceres le hizo al él mismo), liquidó todo temprano.
Así es la Selección hoy. El orden y la pausa no son precisamente sus principales atributos pero no parece, todavía, que sean factores esenciales. Esta es la Argentina del presente, la Selección de Messi y Di María. Rápida, furiosa, contundente, letal. Con poder de fuego, sin necesidad de poder de juego. Al menos por ahora.


Socios


El doctor Fernando De la Rúa no solo nos dejó 30 muertos en la plaza, De Santibañez, Cavallo, el 13% de quita en las jubilaciones de Patrica Bullrich, la precarización del trabajo con el juicio de las coimas en el Senado y el estallido final del neoliberalismo, no obstante lo cuál todavía aun no hizo que el ex presidente fuera expulsado de su centenario partido.
También mucho antes de eso el doctor De la Rúa, entonces Senador de la Nación, hizo algo bueno. Nos dejó su norma, la Ley contra la violencia en el fútbol, que quedó popularizada como la Ley De la Rúa.
Una Ley que nació, sobretodo, de dos asesinatos en las canchas, el de Adrián Scaserra en la cancha de Independiente y el de Saturnino Cabrera, de San Lorenzo, en la de Boca.
La Ley De la Rúa, la 23.184, precursora por cierto, ya preveía desde que se pensó, allá por 1985, hasta que se dictó, en marzo de 1993, la tan mentada cuestión de la reserva del derecho de admisión.
La Ley se modificó y perfeccionó con la 24.192 de épocas de Fernando Galmarini como Secretario de Deportes y más recientemente con la 26.358, de 2008.
De la ley "madre" y sus mejoras, al cabo, se desprende un instrumento suficiente que ampara, permite y promueve aquello de "la casa se reserva el derecho de admisión". Los cambios llenaron algunos vacíos sobre la autoridad de aplicación y hoy los clubes están amparados por el Estado para definitivamente entregar los listados y que no entren los violentos a las canchas.
Después del nuevo episodio protagonizado por "barras" de Boca el pasado sábado en la Autopista Rosario - Santa Fe, el presidente del club, Daniel Angelici, salió rapida y ligeramente a culpar "al Estado Nacional" y dijo que esto estaba "preanunciado". Y ahora insiste con que no aplicará el derecho de admisión con quienes son "socios al día" y les seguirá permitiendo entrar a la Bombonera.
"Sí, sabemos quiénes son, nunca negué que los conozcamos. Lo que digo es: ¿cuál es el motivo para aplicar el derecho de admisión?", se preguntó Angelici en declaraciones a Radio 10. Y añadió: "¿Con qué derecho le digo 'no entrás' si no tiene una causa judicial o no hay una norma contravencional o estatuto del club que lo impida?".
Al margen de que Angelici no es tan "fino" o tan preciso en otras cuestiones, habría que recordarle que la vieja Ley De La Rúa y sus perfeccionadoras contemplan impedir el ingreso a las canchas a quien "determinare, promoviere o facilitare de cualquier modo la formación de grupos destinados a cometer alguno de los delitos previstos...". Es decir, el texto es lo bastante amplio como para que Angelici no tenga que asumir justo ahora el supuesto rol de puntual y "garantista". Y todos sabemos que hay antecedentes, algunos de ellos a la vista de millones de televidentes, como aquella tarde del año pasado cuando uno de los "jefes" hizo la señal de deguello de una a otra tribuna. Además, esos dos "líderes" máximos, ya tienen dos condenas cada uno.
Y Angelici no es ni juez ni policía. El solo tiene que entregar el listado. Como lo hace Javier Cantero, el presidente de Independiente. Después las autoridades respectivas, desde el poder de policía o desde el aspecto judicial, se encargarán de determinar si es "justo" el impedimento de ingreso.
Mientras tanto, si el "garantismo" es tan fino, habrá que averiguar porque si algunos de esos conspicuos "barras" no reunen los puntos necesarios del ranking para el sistema que implementa Boca para el reparto de entradas en los partidos de visitante, igualmente siempre están en todas las canchas.
Igual es coherente lo del presidente de Boca. Mal pueden aplicar el derecho de admisión con quienes tienen "institucionalizados" para actividades de "seudo-seguridad" para las que les son útiles. ¿Como se va a expulsar de la cancha a los mismos o a los "socios" de quienes se encargaron de censurar con amenazas a plateistas o hicieron dar vueltas banderas en favor de Riquelme hace apenas tres semanas? Tampoco podrían expulsar a quienes organizan los tours especiales y "seguros" para turistas extranjeros al corazón de la "Popu". A los que impiden el reparto de volantes en contra de las autoridades. O a los que hicieron "negocio" con las escasas entradas de la final de la Copa, después dieron vergûenza ajena en el Aeropuerto de San Pablo y en los aviones, al tiempo que repetían a viva voz el discurso que los dirigentes dictan por lo bajo en contra del 10, el que nunca tranzó y el que tanto los expone.

Foto: DyN.