Socios


El doctor Fernando De la Rúa no solo nos dejó 30 muertos en la plaza, De Santibañez, Cavallo, el 13% de quita en las jubilaciones de Patrica Bullrich, la precarización del trabajo con el juicio de las coimas en el Senado y el estallido final del neoliberalismo, no obstante lo cuál todavía aun no hizo que el ex presidente fuera expulsado de su centenario partido.
También mucho antes de eso el doctor De la Rúa, entonces Senador de la Nación, hizo algo bueno. Nos dejó su norma, la Ley contra la violencia en el fútbol, que quedó popularizada como la Ley De la Rúa.
Una Ley que nació, sobretodo, de dos asesinatos en las canchas, el de Adrián Scaserra en la cancha de Independiente y el de Saturnino Cabrera, de San Lorenzo, en la de Boca.
La Ley De la Rúa, la 23.184, precursora por cierto, ya preveía desde que se pensó, allá por 1985, hasta que se dictó, en marzo de 1993, la tan mentada cuestión de la reserva del derecho de admisión.
La Ley se modificó y perfeccionó con la 24.192 de épocas de Fernando Galmarini como Secretario de Deportes y más recientemente con la 26.358, de 2008.
De la ley "madre" y sus mejoras, al cabo, se desprende un instrumento suficiente que ampara, permite y promueve aquello de "la casa se reserva el derecho de admisión". Los cambios llenaron algunos vacíos sobre la autoridad de aplicación y hoy los clubes están amparados por el Estado para definitivamente entregar los listados y que no entren los violentos a las canchas.
Después del nuevo episodio protagonizado por "barras" de Boca el pasado sábado en la Autopista Rosario - Santa Fe, el presidente del club, Daniel Angelici, salió rapida y ligeramente a culpar "al Estado Nacional" y dijo que esto estaba "preanunciado". Y ahora insiste con que no aplicará el derecho de admisión con quienes son "socios al día" y les seguirá permitiendo entrar a la Bombonera.
"Sí, sabemos quiénes son, nunca negué que los conozcamos. Lo que digo es: ¿cuál es el motivo para aplicar el derecho de admisión?", se preguntó Angelici en declaraciones a Radio 10. Y añadió: "¿Con qué derecho le digo 'no entrás' si no tiene una causa judicial o no hay una norma contravencional o estatuto del club que lo impida?".
Al margen de que Angelici no es tan "fino" o tan preciso en otras cuestiones, habría que recordarle que la vieja Ley De La Rúa y sus perfeccionadoras contemplan impedir el ingreso a las canchas a quien "determinare, promoviere o facilitare de cualquier modo la formación de grupos destinados a cometer alguno de los delitos previstos...". Es decir, el texto es lo bastante amplio como para que Angelici no tenga que asumir justo ahora el supuesto rol de puntual y "garantista". Y todos sabemos que hay antecedentes, algunos de ellos a la vista de millones de televidentes, como aquella tarde del año pasado cuando uno de los "jefes" hizo la señal de deguello de una a otra tribuna. Además, esos dos "líderes" máximos, ya tienen dos condenas cada uno.
Y Angelici no es ni juez ni policía. El solo tiene que entregar el listado. Como lo hace Javier Cantero, el presidente de Independiente. Después las autoridades respectivas, desde el poder de policía o desde el aspecto judicial, se encargarán de determinar si es "justo" el impedimento de ingreso.
Mientras tanto, si el "garantismo" es tan fino, habrá que averiguar porque si algunos de esos conspicuos "barras" no reunen los puntos necesarios del ranking para el sistema que implementa Boca para el reparto de entradas en los partidos de visitante, igualmente siempre están en todas las canchas.
Igual es coherente lo del presidente de Boca. Mal pueden aplicar el derecho de admisión con quienes tienen "institucionalizados" para actividades de "seudo-seguridad" para las que les son útiles. ¿Como se va a expulsar de la cancha a los mismos o a los "socios" de quienes se encargaron de censurar con amenazas a plateistas o hicieron dar vueltas banderas en favor de Riquelme hace apenas tres semanas? Tampoco podrían expulsar a quienes organizan los tours especiales y "seguros" para turistas extranjeros al corazón de la "Popu". A los que impiden el reparto de volantes en contra de las autoridades. O a los que hicieron "negocio" con las escasas entradas de la final de la Copa, después dieron vergûenza ajena en el Aeropuerto de San Pablo y en los aviones, al tiempo que repetían a viva voz el discurso que los dirigentes dictan por lo bajo en contra del 10, el que nunca tranzó y el que tanto los expone.

Foto: DyN.