Maracaibo Junio, julio 2007
Pasó la nueva victoria de la Selección de fútbol en la Copa América. Vimos al equipo argentino que, potencialmente, da la sensación de tener el mayor caudal de juego desde el Mundial de Estados Unidos para acá. Más allá de las diferencias del nivel de la competencia, y sin olvidar la producción histórica del año pasado en Alemania ante Serbia y Montenegro.
Pasó una nueva exhibición de Juan Román Riquelme. Es un gusto que nos damos seguir viendo estas “obras maestras” en la cancha, y que tanto en Venezuela como en Argentina se las disfrute casi en “cadena nacional” (aquí practicamente todos los canales transmiten los partidos). Román sigue tapandole la boca a muchos, con el mejor fútbol, con pases únicos (¡hay Milito…!) y con goles decisivos, los que realmente sirven, los que cambian el destino de un partido.
Pasaron también las "filigranas" (¿cuánto hacía que no se usaba esta palabra?) de Messi…Y el despliegue productivo de Verón y Cambiasso, los avances de Zanetti y la presencia del enorme Mascherano, para equilibrar con recuperación todo ese flujo futbolístico que se desata delante de él y a sus costados.
A la mañana siguiente, el fuego no se apaga. Nadie esperaba lo contrario. Después del almuerzo, poco después de las 13.30, prendemos la tele, después de almorzar, refugiándonos en el aire acondicionado de la habitación, con 40 grados de temperatura en las calles de Maracaibo, que efectivamente arden, como ayer y como mañana.
En la “pantalla chica” está Hugo Chávez, el presidente, recién llegado de gira. Por Cadena Nacional. Pero en una charla informal, sin papel, con un auditorio de empresarios, ministros, legisladores y militares venezolanos. Son las cuatro de la tarde y todavía estoy escuchándolo. Pero, con notable manejo televisivo, el mandatario matiza sus mensajes con imágenes de su viaje por Rusia, lee una poesía de un premio nobel ruso, reta a un militar supuestamente leal en cámara, por recientes desafortunadas declaraciones, pide un mapa y después se queja porque allí muchas de las ciudades no estaban bien ubicadas, y las señala con un marcador, y enseguida reclama que le saquen ese mapa de ahí y se lo cambien por otro. “Así no podemos hacer una revolución, si ni siquiera le alcanzan al presidente un mapa fidedigno”, les dice. Al minuto le entregan otro más preciso y explica, detalladamente, dónde se iba a hacer la nueva “Revolución Petroquímica” y por dónde correrían los nuevos
gasoductos, y dónde localizaría las refinerías. Después hace hablar a un empresario petroquímico, que estaba en la primera fila y muestra también en cámara todos los productos que ya está fabricando Venezuela a través de esa”revolución” y como se autoabastece de ellos. Se acerca entonces a una mesa que parece la de una bazar, con botas, jeringas, plafones de electricidad, “zapatillas” para enchufes, linternas, etc. Detrás de la mesa, y del presidente, hay una gigantografía de Guaky (¡en la cadena nacional!), el pájaro mascota de la Copa América , que aquí, como se ve, está en todas partes.
El presidente es una catarata de conceptos. Sus palabras fluyen como el petróleo por estas tierras. Dice que esperará un tiempo prudencial para que acepten a Venezuela como miembro activo del Mercosur, pero que si el Congreso de Brasil no lo aprueba en tres meses, se retirará, “por dignidad”.
Después da una clase de Carlos Marx y se refiere al concepto del filósofo e historiador sobre “el fetichismo de la mercancía”.
“Queremos un socialismo que contemple la propiedad privada. Pero una propiedad privada que respete las leyes y que no conspire contra el pueblo”, advierte.
“Bajamos el IVA al 9 por ciento. Pues, ¿por qué los comerciantes no reducen los precios en función de de esa baja? Paulatinamente, quien no cumpla en ese sentido, pues les expropiaremos esos comercios y esas empresas”, avisa, ¡frente a empresarios!.
“Lo mismo haremos con algunas empresas de salud y educación privada,-sigue el presidente-. Resulta que el servicio de las clínicas privadas aumentó el 1 por ciento en junio del año pasado, y un 9 % en este junio. ¿Por qué? ¿Con qué justificativo? Pues que se atengan a las reglas y bajen esas subas, porque sino nacionalizaremos esas clínicas. Lo mismo haríamos con la educación privada si no se atienen a las leyes….”, lanza con dureza.
“Nos decían que en la faja del Orinoco no había gas. Resulta que ahora, cuando tomamos el control nosotros, el Estado, nos encontramos con que hay gas, y que hay más petróleo que el que decían. Pues, ¿a dónde ha ido todo eso?”, se pregunta.
También hay para la Iglesia. “Cada vez estoy más alejado de la jerarquía Católica. Me quedo con mi Cristo, mi señor…Monseñores, lean la Constitución. Si la leyeron, al menos para decir algunas cosas deberían quitarse la sotana. ¿No saben monseñores que para reformar una letra de la Constitución hay que ir a un referemdum nacional…¿No lo saben? O son ignorantes o son perversos engañadores…”, manifiesta con respecto a la reciente manifestación de un alto prelado que aseguraba que el actual gobierno viola la Constitución.
Ahora entendemos lo de “!Este gobierno va a caer!”, el grito hiriente y conspirativo que se escuchó desde algunos sectores de la cancha el lunes, cuando ya estaba consumada la victoria de Argentina, y en la ciudad de un estado, el de Zulia, con gobernador opositor, y con un nivel de vida alto, dónde abundan las 4 x 4 y los autos último modelo.
Por lo que escuchamos, muchos fuertes intereses está dispuesto a tocar el presidente Hugo Chávez en el camino a “su” revolución.
A él, sin embargo, no lo preocupan esos contragolpes, ni que lo acusen de autoritarismo y censura cuando aquí comprobamos que por todos lados pueden decir y escribir cualquier barbaridad. Tampoco lo desvela la creciente polarización de la sociedad. Todo parece resbalarle y cierra su espectáculo televisivo con un alegato de alto contenido político: “!Que viva la Vinotinto , que viva la Copa América …!”. ¡Y que viva el fútbol de Riquelme!. Por siempre. Y a partir de este momento, las emisoras continúan con sus respectivos programas…