Volvió el fútbol a la Bombonera. Y volvió el “fútbol-alegría” del Coco Basile, con un primer tiempo en el que se produjeron los primeros bellos encuentros entre Riquelme e Insúa. Y volvió el fútbol del campeón Vélez, práctico, con temple y paciencia para reaccionar en el segundo tiempo siempre con la pelota como aliada.
Volvió el fútbol a la Bombonera. Y si bien todavía no llegó la gran ampliación, o el proyecto medio de remodelación que ya se había ideado con Pedro Pompilio, nos encontramos con cambios interesantes en el sector de prensa. Se amplió la zona de pupitres para la prensa escrita, a la vez que se sumaron más plateas medias que se le ganaron justamente a ese lugar de prensa. ¿Cómo fue posible? Se agregaron filas de butacas hacia arriba, elevando el sector de prensa, pero a la vez se sumaron más butacas para periodistas en la parte más alta y hubo un achicamiento horizontal, con ubicaciones más angostas, para el aprovechamiento integral del espacio. Un anticipo de lo que puede venir en otros sectores de la cancha de Boca, que justamente ayer fue elegida por el diario Times de Inglaterra como la séptima más bella e importante del mundo, en un ranking que puso al de Borussia Dortmund como el mejor estadio del orbe.
Volvió el fútbol a la Bombonera, con los once de memoria del Coco y una interesante producción de Boca en el primer tiempo. Bien parado, con presión de la mitad de la cancha hacia adelante, con conducción bien participativa de Riquelme y buen acompañamiento de Insúa y Mouche, aunque esta vez con un Palermo desconectado, que no pudo sumarse al circuíto de juego. Los problemas de Boca aparecieron en el segundo tiempo, y sobretodo en la defensa. Cuando se desdibujó Gabriel Paletta (de buen primer tiempo), cuando ya no estuvo Medel (también de buena etapa inicial) y cuando se agudizaron los problemas de Morel por su lateral. Además, con la salida de Riquelme por un problema en sus gemelos, Boca perdió el control del balón que lo mantenía lejos de su arco y se vino Vélez, que no es poca cosa.
La ecuación fue al revés en el campeón del fútbol argentino. Llamativos problemas defensivos tuvo Vélez en la etapa inicial, provocados sí en parte por la presión de Boca, pero también por una nerviosa y desordenada tarea de la zaga Otamendi-Sebastián Domínguez, justamente en la que había pensado Maradona como una alternativa para enfrentar a Brasil. En el caso de Otamendi se comprobó, en forma “patente”, que a veces no hay que acelerar los tiempos de los futbolistas. El pibe tuvo quizá su peor producción en primera división justamente en el momento en el que ya muchos lo elevaban subitamente a un sitial de crack y casi seguro titular en el clásico de Rosario. Tiempo al tiempo.
Pero al contrario de Boca, el equipo de Ricardo Gareca se corrigió en defensa en el segundo tiempo y creció en ataque, no con el brillo que el equipo de Basile expuso en el arranque, pero sí con el talento colectivo, la paciencia y la practicidad de un equipo que sabe como esmerilar rivales con la circulación del balón alimentada por la dinámica de su mediocampo, con un Víctor Zapata que creció hasta equilibrar en la zona en la que Boca había sacado diferencias.
Pronóstico reservado para el desquite por la Copa Sudamericana, previsto recién para el 16 de septiembre. Se trata de dos muy buenos equipos, con matices en sus argumentos, que legitimaron sus aspiraciones con sus pasajes interesantes en la Bombonera, más allá de la ventaja puntual para Vélez por el gol de visitante que vale doble.
Volvió el fútbol a la Bombonera. Y si bien todavía no llegó la gran ampliación, o el proyecto medio de remodelación que ya se había ideado con Pedro Pompilio, nos encontramos con cambios interesantes en el sector de prensa. Se amplió la zona de pupitres para la prensa escrita, a la vez que se sumaron más plateas medias que se le ganaron justamente a ese lugar de prensa. ¿Cómo fue posible? Se agregaron filas de butacas hacia arriba, elevando el sector de prensa, pero a la vez se sumaron más butacas para periodistas en la parte más alta y hubo un achicamiento horizontal, con ubicaciones más angostas, para el aprovechamiento integral del espacio. Un anticipo de lo que puede venir en otros sectores de la cancha de Boca, que justamente ayer fue elegida por el diario Times de Inglaterra como la séptima más bella e importante del mundo, en un ranking que puso al de Borussia Dortmund como el mejor estadio del orbe.
Volvió el fútbol a la Bombonera, con los once de memoria del Coco y una interesante producción de Boca en el primer tiempo. Bien parado, con presión de la mitad de la cancha hacia adelante, con conducción bien participativa de Riquelme y buen acompañamiento de Insúa y Mouche, aunque esta vez con un Palermo desconectado, que no pudo sumarse al circuíto de juego. Los problemas de Boca aparecieron en el segundo tiempo, y sobretodo en la defensa. Cuando se desdibujó Gabriel Paletta (de buen primer tiempo), cuando ya no estuvo Medel (también de buena etapa inicial) y cuando se agudizaron los problemas de Morel por su lateral. Además, con la salida de Riquelme por un problema en sus gemelos, Boca perdió el control del balón que lo mantenía lejos de su arco y se vino Vélez, que no es poca cosa.
La ecuación fue al revés en el campeón del fútbol argentino. Llamativos problemas defensivos tuvo Vélez en la etapa inicial, provocados sí en parte por la presión de Boca, pero también por una nerviosa y desordenada tarea de la zaga Otamendi-Sebastián Domínguez, justamente en la que había pensado Maradona como una alternativa para enfrentar a Brasil. En el caso de Otamendi se comprobó, en forma “patente”, que a veces no hay que acelerar los tiempos de los futbolistas. El pibe tuvo quizá su peor producción en primera división justamente en el momento en el que ya muchos lo elevaban subitamente a un sitial de crack y casi seguro titular en el clásico de Rosario. Tiempo al tiempo.
Pero al contrario de Boca, el equipo de Ricardo Gareca se corrigió en defensa en el segundo tiempo y creció en ataque, no con el brillo que el equipo de Basile expuso en el arranque, pero sí con el talento colectivo, la paciencia y la practicidad de un equipo que sabe como esmerilar rivales con la circulación del balón alimentada por la dinámica de su mediocampo, con un Víctor Zapata que creció hasta equilibrar en la zona en la que Boca había sacado diferencias.
Pronóstico reservado para el desquite por la Copa Sudamericana, previsto recién para el 16 de septiembre. Se trata de dos muy buenos equipos, con matices en sus argumentos, que legitimaron sus aspiraciones con sus pasajes interesantes en la Bombonera, más allá de la ventaja puntual para Vélez por el gol de visitante que vale doble.
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