¿Cuánto imaginan que ganan las empresas de televisión que le pagan 268 millones de pesos anuales a los clubes, a través de la AFA, para tener la exclusividad del fútbol?
Presumiblemente no menos que el doble. Quizá mucho más. ¿Por qué entonces, ahora que trascendió que el gobierno nacional pondría unos 500 millones para que los partidos se vean por Canal 7, para todo el mundo, salen a decir que el Estado debería ocuparse de otras cosas más urgentes sin aclarar debidamente que esta sería una inversión facilmente recuperable?
La información indica que por estas horas, cuando ya se está librando la madre de todas las batallas, los dirigentes de los clubes de primera división analizaban si se alinearán con Julio Grondona en su supuesta postura de romper el contrato con las empresas de televisión que tienen los derechos para trasladar el fútbol a la órbita de Canal 7, la Televisión Pública, o si le dan la espalda como casi nunca en los treinta años que lleva al frente de la AFA.
Porsupuesto que el Estado debe ocuparse por cosas "más urgentes" y para ello debe profundizar en el camino de la redistribución de la riqueza, aunque le corten las rutas. Y porsupuesto que la pobreza es más importante que el fútbol y que cualquier otra cosa. Para el Papa, para la Argentina de hoy y para la de ayer (que se ocupaba menos), para todos nosotros. Ahora parece que también para los que subitamente reparan que existe, y la declaman en el lugar menos esperado, sin pudor ni retenciones. La pobreza, está claro, siempre fue un escándalo, bien lo dijo el Santo Padre. Pero aquí, allá, y más allá...Ayer, hoy, y mañana. La pobreza es un escándalo en nuestra aldea, en el patio trasero, y dónde lo que se gasta en la carrera y la industria armamentística serviría para terminar con el hambre de todos. La pobreza es un escándalo. Pero más escándalo aun sigue siendo la riqueza opulenta que la hace posible.
Pero, por "si finalmente la sangre llega al río" y se rompen todos los esquemas que rigen hasta ahora el fútbol, habrá que aclarar un par de cuestiones para que no se use demagogicamente a "la pobreza" también en este caso. Ante todo, el Estado no pagaría un "subsidio" de 500 millones sin retorno, con dinero que podría ser destinado a paliar algún indicativo de pobreza. El Estado, en todo caso, intervendría para invertir una suma facilmente recuperable y superable en el negocio del fútbol, si se tiene en cuenta, se insiste, que el o los privados que están dispuestos a desembolsar casi 300 millones no lo harían sino pudieran recuperar facilmente, por lo menos, el doble. Además, el prode bancado sería otra fuente de ingresos agregada. Otra aclaración: es el fútbol el que va a buscar al Estado, y no al revés, además porque el fútbol no le encuentra la vuelta al desfasaje por los costos de los operativos de seguridad y a la cuestión impositiva y las empresas televisivas no se lo solucionan.
Por último, ya se escucharon, enseguida que se conoció el trascendido de este posible acuerdo entre la AFA y el gobierno nacional (para que los partidos, vale resaltarlo, los puedan ver todos por Canal 7 y Canal Encuentro, en principio), las voces de los "republicanos puros" que reclaman "seguridad jurídica". No pedían la misma "seguridad jurídica", por ejemplo, cuando Videla o Astiz caminaban por nuestra misma vereda o cuando se entregaba el país, el dinero de nuestros jubilados y las joyas de la abuela con la abuela también, todo a precio vil. Pues bien, si son tan rigurosos deberían esperar los acontecimientos. Si un contrato finalmente se corta habrá que comprobar quien los deshonró primero, si no hay alguna deuda de por medio, por ejemplo, para que la otra parte decida "romperlo".
Por el contrario, "si la sangre no llega al río", también el Estado, en este caso, puede ser un instrumento de presión en favor de los clubes (que, a no olvidarlo, son entidades sin fines de lucro que promueven el deporte, más allá de los desaguisados de algunos de sus dirigentes) para conseguir el alivio económico esperado, para que las empresas de televisión paguen más, y, ojalá, para que el hincha no sea el "pato de la boda" y rescate algún beneficio, con más partidos sin codificar.
En cualquier caso, sin perder de vista el orden de prioridades, pero sin falsa demagogia que niegue la importancia del fútbol como bien cultural de los argentinos.
Presumiblemente no menos que el doble. Quizá mucho más. ¿Por qué entonces, ahora que trascendió que el gobierno nacional pondría unos 500 millones para que los partidos se vean por Canal 7, para todo el mundo, salen a decir que el Estado debería ocuparse de otras cosas más urgentes sin aclarar debidamente que esta sería una inversión facilmente recuperable?
La información indica que por estas horas, cuando ya se está librando la madre de todas las batallas, los dirigentes de los clubes de primera división analizaban si se alinearán con Julio Grondona en su supuesta postura de romper el contrato con las empresas de televisión que tienen los derechos para trasladar el fútbol a la órbita de Canal 7, la Televisión Pública, o si le dan la espalda como casi nunca en los treinta años que lleva al frente de la AFA.
Porsupuesto que el Estado debe ocuparse por cosas "más urgentes" y para ello debe profundizar en el camino de la redistribución de la riqueza, aunque le corten las rutas. Y porsupuesto que la pobreza es más importante que el fútbol y que cualquier otra cosa. Para el Papa, para la Argentina de hoy y para la de ayer (que se ocupaba menos), para todos nosotros. Ahora parece que también para los que subitamente reparan que existe, y la declaman en el lugar menos esperado, sin pudor ni retenciones. La pobreza, está claro, siempre fue un escándalo, bien lo dijo el Santo Padre. Pero aquí, allá, y más allá...Ayer, hoy, y mañana. La pobreza es un escándalo en nuestra aldea, en el patio trasero, y dónde lo que se gasta en la carrera y la industria armamentística serviría para terminar con el hambre de todos. La pobreza es un escándalo. Pero más escándalo aun sigue siendo la riqueza opulenta que la hace posible.
Pero, por "si finalmente la sangre llega al río" y se rompen todos los esquemas que rigen hasta ahora el fútbol, habrá que aclarar un par de cuestiones para que no se use demagogicamente a "la pobreza" también en este caso. Ante todo, el Estado no pagaría un "subsidio" de 500 millones sin retorno, con dinero que podría ser destinado a paliar algún indicativo de pobreza. El Estado, en todo caso, intervendría para invertir una suma facilmente recuperable y superable en el negocio del fútbol, si se tiene en cuenta, se insiste, que el o los privados que están dispuestos a desembolsar casi 300 millones no lo harían sino pudieran recuperar facilmente, por lo menos, el doble. Además, el prode bancado sería otra fuente de ingresos agregada. Otra aclaración: es el fútbol el que va a buscar al Estado, y no al revés, además porque el fútbol no le encuentra la vuelta al desfasaje por los costos de los operativos de seguridad y a la cuestión impositiva y las empresas televisivas no se lo solucionan.
Por último, ya se escucharon, enseguida que se conoció el trascendido de este posible acuerdo entre la AFA y el gobierno nacional (para que los partidos, vale resaltarlo, los puedan ver todos por Canal 7 y Canal Encuentro, en principio), las voces de los "republicanos puros" que reclaman "seguridad jurídica". No pedían la misma "seguridad jurídica", por ejemplo, cuando Videla o Astiz caminaban por nuestra misma vereda o cuando se entregaba el país, el dinero de nuestros jubilados y las joyas de la abuela con la abuela también, todo a precio vil. Pues bien, si son tan rigurosos deberían esperar los acontecimientos. Si un contrato finalmente se corta habrá que comprobar quien los deshonró primero, si no hay alguna deuda de por medio, por ejemplo, para que la otra parte decida "romperlo".
Por el contrario, "si la sangre no llega al río", también el Estado, en este caso, puede ser un instrumento de presión en favor de los clubes (que, a no olvidarlo, son entidades sin fines de lucro que promueven el deporte, más allá de los desaguisados de algunos de sus dirigentes) para conseguir el alivio económico esperado, para que las empresas de televisión paguen más, y, ojalá, para que el hincha no sea el "pato de la boda" y rescate algún beneficio, con más partidos sin codificar.
En cualquier caso, sin perder de vista el orden de prioridades, pero sin falsa demagogia que niegue la importancia del fútbol como bien cultural de los argentinos.
1 comentarios:
Cuidado Vito que Torneos recupera parte de la inversión en los 5.600.000 abonados al cable y en los 800.000 clientes de partidos codificados.
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