En fútbol no hay verdades absolutas. Ni todo está sellado y definido nunca. Tras la primera parte de este campeonato de la Primera B Nacional de fútbol el horizonte de Aldosivi se presentaba negro, ni siquiera gris. Ese, por lo menos, era el diagnóstico. Se tocó fondo demasiado rápido en rendimiento. Por eso mismo, en aquella oportunidad, tras la derrota en Quilmes, y más tarde tras la caída frente a Olimpo en casa, consignábamos desde este espacio que al llegar al fondo del pozo sólo cabía ir mejorando (Serrat dixit).
Y eso fue, exactamente, lo que pasó. En efecto, Aldosivi tocó fondo rápido. Era un equipo sin ideas, que deambulaba en la cancha, endeble en defensa, impotente en ataque. Pero de ahí, sólo cabía ir mejorando. Lo que estaba mal no era nuestro diagnóstico, sino el equipo mismo. Pero dentro mismo del cuerpo técnico y del plantel estaban las respuestas para esa mejoría. Porque incluso lo habían demostrado en una pretemporada muy positiva.
Y así fue nomás. Las reservas anímicas, futbolísticas, y en algún caso físicas, surgieron de este mismo cuerpo técnico, de este mismo plantel. Los jugadores se sobrepusieron a la adversidad, desde el plano espiritual y actitudinal. Cada uno, además, potenció sus posibilidades futbolísticas. En el caso del enganche-enlace Alejandro Aguirre, por ejemplo, "pagó el derecho de piso" al doble pase de categoría, ganó en confianza con la confianza que le dio el entrenador, y creció con el transcurrir de la competencia. Creyó, y se atrevió. Y desde ese atrevimiento volvió a parecerse al de Unión. Y en el plano físico quizá el caso paradigmático sea el de Paolo Frangipane. En la medida que se puso bien, que ganó minutos de competencia, ya dejó de perder en el mano a mano y se transformó en el eje del equipo.
Y ahí, en la conjunción de ambos, nace la fórmula que encontró el entrenador para la levantada del equipo. De no tener referencias, de haber perdido la brújula, pasó a tener varios líderes en la cancha y dos generadores de juego de diferentes características. Frangipane como conductor desde el medio, para cortar y distribuir, como eje de equipo. Y Aguirre para enlazar, para enganchar con los delanteros. Ninguno como "10 clásico". Ambos, en realidad, terminan repartiéndose las características del conductor tradicional. Uno comanda desde más atrás, pero distribuye y llega. El otro enlaza más suelto, hacia adelante, con características más parecidas a las del propio Pablo Corti, salvando las distancias.
Atrás de ellos, todo lo que significa Pablo Campodónico, y un Sebastián Pena que, con más sobriedad, se está recuperando de un mal comienzo de campeonato. Y adelante de Frangipane-Aguirre, el 9 que vuelve, el goleador que aparece, el delantero de todo el frente que "mete miedo" en defensas rivales, como en tiempos de su aparición: Diego Martínez. Con menos propensión a su mala costumbre de jugar demasiado de espaldas al arco, su potencia aflora en toda dimensión.
Con estos signos vitales, con estas características, ahora sí este Aldosivi juega más parecido a lo que era su técnico, Pablo Corti, en la cancha. Con un estilo que lo representa. Solo faltaría, para ser exactamente un equipo "marca Corti", el abandono definitivo de la tan remanida "línea de 3", que todos sabemos que no es lo que más le gusta al entrenador, tanto que en los amistosos iniciales arrancó con cuatro y expresó que ese formato era de su preferencia. Pero ahora, con el correr de la competencia, por la dinámica de los acontecimientos, quizá por algún pedido desde el seno del plantel, supuestamente por las características de determinados jugadores, se insiste con los tres defensores. El formato alternó buenas y malas. Quizá para el pragmatismo de la hora sirva, sobre todo en este momento, con el equipo en levantada. Nunca será una idea que otorgue garantías a largo plazo.
Por todo lo demás, ahora sí Aldosivi es un equipo que responde al pensamiento de Pablo Corti. Y "Los Pablitos" mejoraron nomás, por la vía del juego...
Y eso fue, exactamente, lo que pasó. En efecto, Aldosivi tocó fondo rápido. Era un equipo sin ideas, que deambulaba en la cancha, endeble en defensa, impotente en ataque. Pero de ahí, sólo cabía ir mejorando. Lo que estaba mal no era nuestro diagnóstico, sino el equipo mismo. Pero dentro mismo del cuerpo técnico y del plantel estaban las respuestas para esa mejoría. Porque incluso lo habían demostrado en una pretemporada muy positiva.
Y así fue nomás. Las reservas anímicas, futbolísticas, y en algún caso físicas, surgieron de este mismo cuerpo técnico, de este mismo plantel. Los jugadores se sobrepusieron a la adversidad, desde el plano espiritual y actitudinal. Cada uno, además, potenció sus posibilidades futbolísticas. En el caso del enganche-enlace Alejandro Aguirre, por ejemplo, "pagó el derecho de piso" al doble pase de categoría, ganó en confianza con la confianza que le dio el entrenador, y creció con el transcurrir de la competencia. Creyó, y se atrevió. Y desde ese atrevimiento volvió a parecerse al de Unión. Y en el plano físico quizá el caso paradigmático sea el de Paolo Frangipane. En la medida que se puso bien, que ganó minutos de competencia, ya dejó de perder en el mano a mano y se transformó en el eje del equipo.
Y ahí, en la conjunción de ambos, nace la fórmula que encontró el entrenador para la levantada del equipo. De no tener referencias, de haber perdido la brújula, pasó a tener varios líderes en la cancha y dos generadores de juego de diferentes características. Frangipane como conductor desde el medio, para cortar y distribuir, como eje de equipo. Y Aguirre para enlazar, para enganchar con los delanteros. Ninguno como "10 clásico". Ambos, en realidad, terminan repartiéndose las características del conductor tradicional. Uno comanda desde más atrás, pero distribuye y llega. El otro enlaza más suelto, hacia adelante, con características más parecidas a las del propio Pablo Corti, salvando las distancias.
Atrás de ellos, todo lo que significa Pablo Campodónico, y un Sebastián Pena que, con más sobriedad, se está recuperando de un mal comienzo de campeonato. Y adelante de Frangipane-Aguirre, el 9 que vuelve, el goleador que aparece, el delantero de todo el frente que "mete miedo" en defensas rivales, como en tiempos de su aparición: Diego Martínez. Con menos propensión a su mala costumbre de jugar demasiado de espaldas al arco, su potencia aflora en toda dimensión.
Con estos signos vitales, con estas características, ahora sí este Aldosivi juega más parecido a lo que era su técnico, Pablo Corti, en la cancha. Con un estilo que lo representa. Solo faltaría, para ser exactamente un equipo "marca Corti", el abandono definitivo de la tan remanida "línea de 3", que todos sabemos que no es lo que más le gusta al entrenador, tanto que en los amistosos iniciales arrancó con cuatro y expresó que ese formato era de su preferencia. Pero ahora, con el correr de la competencia, por la dinámica de los acontecimientos, quizá por algún pedido desde el seno del plantel, supuestamente por las características de determinados jugadores, se insiste con los tres defensores. El formato alternó buenas y malas. Quizá para el pragmatismo de la hora sirva, sobre todo en este momento, con el equipo en levantada. Nunca será una idea que otorgue garantías a largo plazo.
Por todo lo demás, ahora sí Aldosivi es un equipo que responde al pensamiento de Pablo Corti. Y "Los Pablitos" mejoraron nomás, por la vía del juego...
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