Con la final del Mundial de Clubes de fútbol que Barcelona le ganó a Estudiantes por 2 a 1 se reavivó el mito de la diferencia entre la preparación física de los europeos y la de los sudamericanos.
Una vez más volvió a escucharse que Barcelona terminó "más entero", que se veía a los jugadores de Estudiantes "exhaustos" y a los del equipo español muy "frescos" en el segundo tiempo, que se notaba la transpiración de Verón y el rostro "limpio" y sin sudor visible de Ibrahimovic, y otras frases de ese tipo...
Se trata de eso, nada más y nada menos que un mito. No es que Barcelona estaba mejor fisicamente, que estaba mejor preparado o que, como equipo europeo, estaba "cientificamente" entrenado para un partido como el del sábado, de 120 minutos.
Por el contrario, Barcelona llegaba a esta instancia con más partidos como carga en el año,-¡89!-, venía de una jornada menos de descanso, porque había jugado el miércoles con Atlante y Estudiantes el martes con los coreanos, y ya hace mucho tiempo que quedó atrás aquello de que en Europa "se entrena más". Es al revés, y lo cuentan los jugadores argentinos cuando vuelven. Otro detalle que demuestra que Barcelona aun "trabaja" menos que Estudiantes y que varios equipos argentinos es que el plantel catalán generalmente ¡no concentra! en la noche previa a los partidos que juega como local.
Pero la cuestión es muy simple. Barcelona hace correr la pelota. Siempre. Y Estudiantes corrió practicamente durante 120 minutos detrás de la línea de la pelota. Y no hicieron eso cuatro, cinco o siete jugadores. Lo hicieron nueve. Una línea de cuatro, otra de cinco, y solo, bien solo, Boselli arriba.
Así era natural el desgaste que iban a sufrir los futbolistas del campeón de América. Era el riesgo al que se tenía que atener por el planteo elegido. ¿No hubiera sido mejor arriesgar de otra forma? Ahora se elogia exageradamente "el planteo" de Estudiantes, "la inteligencia" de haber jugado con un solo delantero. Acaso si hubiera tenido otro delantero quizá Piqué, quien fue quien cabeceó hacia Pedro en la jugada del empate en el área contraria (tras un despeje fallido de Verón), a dos minutos del final, no hubiera podido subir con la preocupación de otro atacante a marcar.
A estos argumentos se los podrá contraponer que así Estudiantes estuvo "a dos minutos de la gloria". Verdad, a medias, como muchas verdades del fútbol. También estuvo, permanentemente, a 80, 90 o 120 minutos del "cadalso", porque Barcelona monopolizó el juego y la pelota y por momentos, sobretodo en el segundo tiempo, dominó a voluntad. Es cierto que tuvo la "fortuna" de empatar a dos minutos del final. Como Estudiantes tuvo la "fortuna" de que no le igualaran en varias de las tantas situaciones anteriores muy claras que tuvieron mucho antes Pedro o Ibrahimovic, o las de Xavi,-con un penal incluído, no sancionado-.
Lo cierto es que Barcelona hizo historia y se transformó en el equipo que más títulos importantes ganó en un año, pero siempre lo hizo a través del juego, nunca renunciando a su idea, al verdadero fútbol que le gusta a la gente. Lionel Messi fue nada más, y nada menos, que el ejecutor final y el más brillante de esa orquesta, con goles decisivos, en cinco de esas seis definiciones que fueron para el equipo de Pep Guardiola. No se podrá discutir, entonces, el premio que ayer recibió de la FIFA como el mejor futbolista del mundo de 2009. Ahora deberá refrendarlo, ojalá, en el Mundial.
Lo de Estudiantes fue digno, eso sí, y hay que destacar su competitividad. Aunque no pudo, o no quiso, desplegar el juego que mostró en buena parte de la Libertadores que ganó. Un equipo argentino no debería adoptar a priori nunca el papel de partenaire o inferior frente a un conjunto español, por más poderoso que parezca. Y Estudiantes tuvo esa postura. Igualmente, en tiempos de "vacas flacas", gran parte del fútbol argentino debe agradecerle a Estudiantes esa competitividad, esa representación, esa lucha hasta el final. Gran parte. No todo. Los que se quedaron sin poder disfrutar de la medalla del subcampeón y del orgullo de esa competitividad,-de la que se pueden vanagloriar la mayoría de los hinchas de Estudiantes- son los fundamentalistas que dicen que el segundo no existe. Una pena por ellos. El pez por la boca muere.
Una vez más volvió a escucharse que Barcelona terminó "más entero", que se veía a los jugadores de Estudiantes "exhaustos" y a los del equipo español muy "frescos" en el segundo tiempo, que se notaba la transpiración de Verón y el rostro "limpio" y sin sudor visible de Ibrahimovic, y otras frases de ese tipo...
Se trata de eso, nada más y nada menos que un mito. No es que Barcelona estaba mejor fisicamente, que estaba mejor preparado o que, como equipo europeo, estaba "cientificamente" entrenado para un partido como el del sábado, de 120 minutos.
Por el contrario, Barcelona llegaba a esta instancia con más partidos como carga en el año,-¡89!-, venía de una jornada menos de descanso, porque había jugado el miércoles con Atlante y Estudiantes el martes con los coreanos, y ya hace mucho tiempo que quedó atrás aquello de que en Europa "se entrena más". Es al revés, y lo cuentan los jugadores argentinos cuando vuelven. Otro detalle que demuestra que Barcelona aun "trabaja" menos que Estudiantes y que varios equipos argentinos es que el plantel catalán generalmente ¡no concentra! en la noche previa a los partidos que juega como local.
Pero la cuestión es muy simple. Barcelona hace correr la pelota. Siempre. Y Estudiantes corrió practicamente durante 120 minutos detrás de la línea de la pelota. Y no hicieron eso cuatro, cinco o siete jugadores. Lo hicieron nueve. Una línea de cuatro, otra de cinco, y solo, bien solo, Boselli arriba.
Así era natural el desgaste que iban a sufrir los futbolistas del campeón de América. Era el riesgo al que se tenía que atener por el planteo elegido. ¿No hubiera sido mejor arriesgar de otra forma? Ahora se elogia exageradamente "el planteo" de Estudiantes, "la inteligencia" de haber jugado con un solo delantero. Acaso si hubiera tenido otro delantero quizá Piqué, quien fue quien cabeceó hacia Pedro en la jugada del empate en el área contraria (tras un despeje fallido de Verón), a dos minutos del final, no hubiera podido subir con la preocupación de otro atacante a marcar.
A estos argumentos se los podrá contraponer que así Estudiantes estuvo "a dos minutos de la gloria". Verdad, a medias, como muchas verdades del fútbol. También estuvo, permanentemente, a 80, 90 o 120 minutos del "cadalso", porque Barcelona monopolizó el juego y la pelota y por momentos, sobretodo en el segundo tiempo, dominó a voluntad. Es cierto que tuvo la "fortuna" de empatar a dos minutos del final. Como Estudiantes tuvo la "fortuna" de que no le igualaran en varias de las tantas situaciones anteriores muy claras que tuvieron mucho antes Pedro o Ibrahimovic, o las de Xavi,-con un penal incluído, no sancionado-.
Lo cierto es que Barcelona hizo historia y se transformó en el equipo que más títulos importantes ganó en un año, pero siempre lo hizo a través del juego, nunca renunciando a su idea, al verdadero fútbol que le gusta a la gente. Lionel Messi fue nada más, y nada menos, que el ejecutor final y el más brillante de esa orquesta, con goles decisivos, en cinco de esas seis definiciones que fueron para el equipo de Pep Guardiola. No se podrá discutir, entonces, el premio que ayer recibió de la FIFA como el mejor futbolista del mundo de 2009. Ahora deberá refrendarlo, ojalá, en el Mundial.
Lo de Estudiantes fue digno, eso sí, y hay que destacar su competitividad. Aunque no pudo, o no quiso, desplegar el juego que mostró en buena parte de la Libertadores que ganó. Un equipo argentino no debería adoptar a priori nunca el papel de partenaire o inferior frente a un conjunto español, por más poderoso que parezca. Y Estudiantes tuvo esa postura. Igualmente, en tiempos de "vacas flacas", gran parte del fútbol argentino debe agradecerle a Estudiantes esa competitividad, esa representación, esa lucha hasta el final. Gran parte. No todo. Los que se quedaron sin poder disfrutar de la medalla del subcampeón y del orgullo de esa competitividad,-de la que se pueden vanagloriar la mayoría de los hinchas de Estudiantes- son los fundamentalistas que dicen que el segundo no existe. Una pena por ellos. El pez por la boca muere.
1 comentarios:
Fundamentalista sos vos, siempre poniendo ese mensaje,siempre dividiendo.
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