
"Cuando el fútbol tapó todo...", canta León Gieco sobre aquellos días del 78. Paradójicamente, ahora el fútbol nos sirve para avivar la memoria...
Alumbré al voto, con 18 años, en esa inolvidable primavera del 83. Pero había estado en la tribuna popular que da al Río de la Plata en aquella tarde plomiza del 25 de junio del 78. Silbé al dictador, me mezclé en el júbilo en las calles de Buenos Aires, me abrigué en mi bandera argentina en el helado vagón clase turista en el tren de la madrugada a Mar del Plata. Llegué a horario al colegio, a la Escuela Nacional de Comercio, esa mañana, pero no hubo clases. Por un rato, hubo permiso para el caos y el desorden... Al otro día, el martes 27, ya volvimos a formar como militares, tomando distancia con el brazo hacia adelante...
Este lunes, el 29, el del día después de lo que no debe olvidarse que es una fiesta cívica (que por aquellos días no nos permitían), seguramente no habrá celebraciones. Cada uno continuará con sus problemas, nos seguiremos cuidando de la gripe, algunos comerán ñoquis, empezaremos a hablar de Vélez - Huracán y de la revancha de Estudiantes... Pero será en un país normal (seguirá siendo emergente, inmerso en una crisis global), no habrá Estado de sitio, ni prohibición de reuniones, ni formaciones marciales en los colegios, los medios y sus periodistas -incluso los "republicanos puros"-, podrán decir lo que les plazca...
Esos recuerdos de aquellos días, que nos trae la pelota, nos llama a no banalizar el voto, ni dejar de respetarlo. A no permitir la irresponsabilidad apocalíptica de que nos hagan creer que todavía estamos en aquella primera "década infame". Quédense y quedémonos tranquilos si hacemos memoria y cuidamos cada uno nuestro voto como algo sagrado. Ya no vivimos en aquel país que algunos añoran. En este país, en el que la pelota no se mancha, el voto siempre será, deberá ser, algo positivo.
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