A poco de comenzar el camino de la Selección Argentina de fútbol en la Copa del Mundo, y ya instalados en el Ellis Park de Johannesburgo, vale la pena dejar sentado que, hasta que el equipo demuestre lo contrario, estamos en manos de la magia y la perinola.
La Selección tiene al mejor jugador del mundo, el de la magia, el desequilibrio y la ejecución brillante, y tiene a algunos otros delanteros que son los más fructíferos en sus ligas. En suma, seguramente ningún seleccionado de los que afronta este Mundial puede reunir a tantos cracks juntos. Falta definir si hay equipo, nada menos.
Es que con Maradona como técnico la Selección penó en las eliminatorias, recurrió a más de 100 jugadores y nunca encontró un equipo, una idea de juego, una filosofía. Por necesidad, no se sabe si por convicción, sí encontró un formato "sobre la hora", en el partido en Alemania, cuando ganó con un sistema defensivo que luego generara espacios para el contragolpe y los brillantes ejecutantes con que cuenta la escuadra nacional.
El problema es que contra Nigeria, Corea y Grecia quizá Argentina no pueda jugar así, porque será contra equipos que esperarán con mucha gente en el fondo, que cerrarán filas. Quizá Nigeria, en su condición de equipo africano, juegue más suelto y genere más espacios.
De cualquier forma, será bueno que lo que haga Argentina lo sostenga. Y si es acorde al estilo verdadero del fútbol argentino, con protagonismo ofensivo y juego por abajo (recomendable además porque esta pelota vuela para cualquier lado), mucho mejor.
Mientras tanto, hasta que no aparezca esa idea plasmada, tenemos que decir que la Selección depende de la magia de sus individualidades, y de la perinola, que caiga de entrada para el lado correcto en cuanto al resultado.
La Selección tiene al mejor jugador del mundo, el de la magia, el desequilibrio y la ejecución brillante, y tiene a algunos otros delanteros que son los más fructíferos en sus ligas. En suma, seguramente ningún seleccionado de los que afronta este Mundial puede reunir a tantos cracks juntos. Falta definir si hay equipo, nada menos.
Es que con Maradona como técnico la Selección penó en las eliminatorias, recurrió a más de 100 jugadores y nunca encontró un equipo, una idea de juego, una filosofía. Por necesidad, no se sabe si por convicción, sí encontró un formato "sobre la hora", en el partido en Alemania, cuando ganó con un sistema defensivo que luego generara espacios para el contragolpe y los brillantes ejecutantes con que cuenta la escuadra nacional.
El problema es que contra Nigeria, Corea y Grecia quizá Argentina no pueda jugar así, porque será contra equipos que esperarán con mucha gente en el fondo, que cerrarán filas. Quizá Nigeria, en su condición de equipo africano, juegue más suelto y genere más espacios.
De cualquier forma, será bueno que lo que haga Argentina lo sostenga. Y si es acorde al estilo verdadero del fútbol argentino, con protagonismo ofensivo y juego por abajo (recomendable además porque esta pelota vuela para cualquier lado), mucho mejor.
Mientras tanto, hasta que no aparezca esa idea plasmada, tenemos que decir que la Selección depende de la magia de sus individualidades, y de la perinola, que caiga de entrada para el lado correcto en cuanto al resultado.
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