Se terminó el ahogo. De repente, un día de Mundial, después de ya casi un mes de un largo viaje, vuelve a estar el mar enfrente. Y así, literalmente.
Para quien pasó toda una vida en Mar del Plata a metros del mar, cada vez que se sale de la ciudad no tener el mar al costado o enfrente provoca una sensación de ahogo difícil de describir. Es como que el mar se transforma en una salida imprescindible. Paradójicamente, en un cable a tierra.
Pues ya en el comienzo del epílogo de este apasionante viaje por la Sudáfrica del Mundial, de repente el mar vuelve a estar enfrente. El mismo grandioso Océano Atlántico. Pero aún más cerca. Quiso el destino -muchas veces las contrataciones de alojamiento aquí tienen poco que ver con lo que le vendieron a uno-, que en esta oportunidad el lugar que nos consiguió Sonia -brasileña, de una agencia de turismo de Johannesburgo a la que entramos por azar-, superara incluso nuestras propias expectativas. Habitación al mar. Pero más que eso. El mar al cruzar la avenida costanera. A veinte metros. Y por el amplio ventanal una vista que nos conmueve cuando nos dicen que la isla que se ve es nada menos que la mítica Robben Island, dónde Nelson Mandela estuvo en prisión durante 18 años, algunos de ellos en condiciones infrahumanas, y dónde se tejió gran parte de la historia de reconstrucción de este país, con un puñado de héroes, parecidos a los 12 apóstoles de Fidel en Sierra Maestra, algunos de los cuáles ahora ocupan las áreas más importantes de los jóvenes gobiernos democráticos.
Así, Ciudad del Cabo impacta desde el primer minuto. Esa vista, ese mar plácido, el brillo del sol encima, 25 grados en la primera tarde, Robben Island enfrente, y en la parte de atrás del hotel el imponente Table Mountain, el Monte Mesa y casi junto a él, el estadio Green Point, que parece desde afuera algo así como una "ensaladera" gigante. Allí hoy jugará la Selección Argentina de fútbol otro de los partidos importantes de su historia, una vez más ante Alemania en cuartos de final de la Copa del Mundo, como en 2006.
Ciudad del Cabo, Cape Town, ya nos recibió y cayó muy bien desde el Aeropuerto mismo, a la altura de los más importantes del mundo, y todo ornamentado con motivos referentes al Mundial de fútbol.
Ojalá esta Cape Town, la denominada "Ciudad Madre" -por ser la población más antigua de Sudáfrica-, ojalá esta hermosa geografía, que nos empieza a preparar de alguna manera para el largo camino de regreso a casa, por el reencuentro con el mismo mar, se transforme también en un gran recuerdo "futbolero", por haber sido la sede plataforma a la vuelta al gran escenario del fútbol, a estar entre los cuatro primeros del mundo. Si el juego así no lo quiere, igual le estaremos eternamente agradecidos al fútbol -una vez más-, por habernos traído hasta aquí.
por Vito Amalfitano
Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica
Para quien pasó toda una vida en Mar del Plata a metros del mar, cada vez que se sale de la ciudad no tener el mar al costado o enfrente provoca una sensación de ahogo difícil de describir. Es como que el mar se transforma en una salida imprescindible. Paradójicamente, en un cable a tierra.
Pues ya en el comienzo del epílogo de este apasionante viaje por la Sudáfrica del Mundial, de repente el mar vuelve a estar enfrente. El mismo grandioso Océano Atlántico. Pero aún más cerca. Quiso el destino -muchas veces las contrataciones de alojamiento aquí tienen poco que ver con lo que le vendieron a uno-, que en esta oportunidad el lugar que nos consiguió Sonia -brasileña, de una agencia de turismo de Johannesburgo a la que entramos por azar-, superara incluso nuestras propias expectativas. Habitación al mar. Pero más que eso. El mar al cruzar la avenida costanera. A veinte metros. Y por el amplio ventanal una vista que nos conmueve cuando nos dicen que la isla que se ve es nada menos que la mítica Robben Island, dónde Nelson Mandela estuvo en prisión durante 18 años, algunos de ellos en condiciones infrahumanas, y dónde se tejió gran parte de la historia de reconstrucción de este país, con un puñado de héroes, parecidos a los 12 apóstoles de Fidel en Sierra Maestra, algunos de los cuáles ahora ocupan las áreas más importantes de los jóvenes gobiernos democráticos.
Así, Ciudad del Cabo impacta desde el primer minuto. Esa vista, ese mar plácido, el brillo del sol encima, 25 grados en la primera tarde, Robben Island enfrente, y en la parte de atrás del hotel el imponente Table Mountain, el Monte Mesa y casi junto a él, el estadio Green Point, que parece desde afuera algo así como una "ensaladera" gigante. Allí hoy jugará la Selección Argentina de fútbol otro de los partidos importantes de su historia, una vez más ante Alemania en cuartos de final de la Copa del Mundo, como en 2006.
Ciudad del Cabo, Cape Town, ya nos recibió y cayó muy bien desde el Aeropuerto mismo, a la altura de los más importantes del mundo, y todo ornamentado con motivos referentes al Mundial de fútbol.
Ojalá esta Cape Town, la denominada "Ciudad Madre" -por ser la población más antigua de Sudáfrica-, ojalá esta hermosa geografía, que nos empieza a preparar de alguna manera para el largo camino de regreso a casa, por el reencuentro con el mismo mar, se transforme también en un gran recuerdo "futbolero", por haber sido la sede plataforma a la vuelta al gran escenario del fútbol, a estar entre los cuatro primeros del mundo. Si el juego así no lo quiere, igual le estaremos eternamente agradecidos al fútbol -una vez más-, por habernos traído hasta aquí.
por Vito Amalfitano
Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica
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