Hubo demasiada preocupación por el envase. No se supo mejorar el contenido. Importó demasiado el cambio de escenario para Argentina – Brasil. Y, en efecto, la cancha de Central y Rosario recibieron a la Selección con toda la pasión y metieron la mayor presión posible. Pero lo más importante es el fútbol. Ausente siempre en la Selección de Maradona en sus tiempos de eliminatorias.
No hay equipo. No existe una idea. No hay línea de juego. El caos le gana al orden. El arquero da muchos rebotes, y duda. La zaga no despeja, ni cierra, ni defienda, ni sale. Pierde de arriba y de abajo. A Heinze Brasil lo deja libre, adrede, y Heinze no sabe que hacer con esa libertad. Porque no puede. Verón no conduce, ni recupera, ni distribuye. ¿A qué juega Verón en esta Selección?. A meter algunos buenos pases circunstanciales y a meter una corrida de 80 metros en el último minuto, ya sin posibilidad de revertir nada, para ganarse el aplauso de algunos hinchas.
Mascherano no contiene. Y se dispersa. Se desordena. ¿Para que se pegó a Kaká en algún pasaje del partido si después Kaká lo dejó desairado cuando quiso? Para el técnico es Mascherano y diez más. Así, hay que revisar a los diez. Y a Mascherano también.
En esta Selección, además, Messi no desequilibra. ¿Cómo es posible? Si es el jugador más desequilibrante del mundo. Primero, porque aun no supo él marcar la diferencia en la Selección , no mostró todavía el “fuego sagrado” de los verdaderamente grandes con esta camiseta. Porque se empecina muy seguido en la misma jugada, la apilada heroica y a mil que termina con una de más. ¿Por qué dispara? ¿Qué carrera quiere ganar? Da la sensación que se siente superior a los demás pero que después le cuesta demostrarlo. Y, ante todo, ya en la Selección nadie lo abastece convenientemente. En Argentina no tiene a un Xavi, a un Iniesta. Y lo peor es que, en partidos adversos como este ante Brasil, uno mira el banco y ni siquiera allí hay una alternativa para que Lio tenga la usina de juego que necesita. Sino, irremediablemente, tiene que bajar casi hasta el medio y empezar a disparar. Que ganas no le faltan, y tampoco tiene nadie que lo ordene desde afuera.
Brasil tuvo todo el orden que le faltó a Argentina. No es un equipo brillante, como otros de la historia de Brasil. Pero sí tiene algunos jugadores brillantes que terminan explotando la practicidad y el orden del resto del equipo. Están como agazapados para pegar la estocada final. Kaká (quizá hoy, conceptualmente, el verdadero mejor jugador del mundo), Luis Fabiano. Es cierto que antes de esos aguijones, Brasil administra demasiado. Es austero, casi mezquino. Siempre da la sensación que el equipo de Dunga ahorra, se guarda algo. Pero nunca o casi nunca sus jugadores corren de atrás a los rivales. Como pasa, por ejemplo, con Mascherano en el medio de la Selección.
El Mundial no está lejos aun en los números. Pero sí si no aparece una idea. A Argentina le falta, antes que nada, juego. Pero también trabajo. Y parece mentira, por todo “el verso” que pululó en el final del proceso anterior con respecto al “trabajo”. Primero habrá que definir que es “trabajo” en el fútbol. Seguro no es pasar videos para insuflar de ánimo. Ni editar otros videos para las cuestiones tácticas. Eso es aleatorio. El trabajo es en el campo. Con la pelota. Y en eso esta Selección “duerme”. Tampoco sirve ya la excusa del tiempo. Por diferentes circunstancias, antes de esta serie el técnico tuvo a los jugadores una semana (incluso Messi no jugó el último partido de Liga) y antes de la anterior serie, como ya había receso en las ligas, los tuvo más de diez días. Pero no hubo casi concentraciones, ni doble turno. Y sí los jugadores desfilaron por todos los programas habidos y por haber, incluso horas antes de Brasil. Sin ir más lejos, Maradona estuvo media hora en un programa de medianoche, ya en el día del clásico.
La elección de una zaga “de cabotaje”, sin rodaje internacional, fue una prueba patética de esa falta de trabajo. Más que buscar el equipo en el campo, lo buscamos en otro equipo y recurrimos a la pareja de zagueros del actual campeón local que, por ejemplo, ya había mostrado peligrosas grietas en el partido ante Boca por la Sudamericana.
Nada es casual. Más allá de los goles que se pierden o alguna pelota que circunstancialmente no entra. La Selección fue puro vértigo, no tuvo cerebro, careció de ideas. Y terminó muriendo a los centros. Como cuando nos volvimos al tercer día en un Mundial. A este todavía ni siquiera llegamos.
No hay equipo. No existe una idea. No hay línea de juego. El caos le gana al orden. El arquero da muchos rebotes, y duda. La zaga no despeja, ni cierra, ni defienda, ni sale. Pierde de arriba y de abajo. A Heinze Brasil lo deja libre, adrede, y Heinze no sabe que hacer con esa libertad. Porque no puede. Verón no conduce, ni recupera, ni distribuye. ¿A qué juega Verón en esta Selección?. A meter algunos buenos pases circunstanciales y a meter una corrida de 80 metros en el último minuto, ya sin posibilidad de revertir nada, para ganarse el aplauso de algunos hinchas.
Mascherano no contiene. Y se dispersa. Se desordena. ¿Para que se pegó a Kaká en algún pasaje del partido si después Kaká lo dejó desairado cuando quiso? Para el técnico es Mascherano y diez más. Así, hay que revisar a los diez. Y a Mascherano también.
En esta Selección, además, Messi no desequilibra. ¿Cómo es posible? Si es el jugador más desequilibrante del mundo. Primero, porque aun no supo él marcar la diferencia en la Selección , no mostró todavía el “fuego sagrado” de los verdaderamente grandes con esta camiseta. Porque se empecina muy seguido en la misma jugada, la apilada heroica y a mil que termina con una de más. ¿Por qué dispara? ¿Qué carrera quiere ganar? Da la sensación que se siente superior a los demás pero que después le cuesta demostrarlo. Y, ante todo, ya en la Selección nadie lo abastece convenientemente. En Argentina no tiene a un Xavi, a un Iniesta. Y lo peor es que, en partidos adversos como este ante Brasil, uno mira el banco y ni siquiera allí hay una alternativa para que Lio tenga la usina de juego que necesita. Sino, irremediablemente, tiene que bajar casi hasta el medio y empezar a disparar. Que ganas no le faltan, y tampoco tiene nadie que lo ordene desde afuera.
Brasil tuvo todo el orden que le faltó a Argentina. No es un equipo brillante, como otros de la historia de Brasil. Pero sí tiene algunos jugadores brillantes que terminan explotando la practicidad y el orden del resto del equipo. Están como agazapados para pegar la estocada final. Kaká (quizá hoy, conceptualmente, el verdadero mejor jugador del mundo), Luis Fabiano. Es cierto que antes de esos aguijones, Brasil administra demasiado. Es austero, casi mezquino. Siempre da la sensación que el equipo de Dunga ahorra, se guarda algo. Pero nunca o casi nunca sus jugadores corren de atrás a los rivales. Como pasa, por ejemplo, con Mascherano en el medio de la Selección.
El Mundial no está lejos aun en los números. Pero sí si no aparece una idea. A Argentina le falta, antes que nada, juego. Pero también trabajo. Y parece mentira, por todo “el verso” que pululó en el final del proceso anterior con respecto al “trabajo”. Primero habrá que definir que es “trabajo” en el fútbol. Seguro no es pasar videos para insuflar de ánimo. Ni editar otros videos para las cuestiones tácticas. Eso es aleatorio. El trabajo es en el campo. Con la pelota. Y en eso esta Selección “duerme”. Tampoco sirve ya la excusa del tiempo. Por diferentes circunstancias, antes de esta serie el técnico tuvo a los jugadores una semana (incluso Messi no jugó el último partido de Liga) y antes de la anterior serie, como ya había receso en las ligas, los tuvo más de diez días. Pero no hubo casi concentraciones, ni doble turno. Y sí los jugadores desfilaron por todos los programas habidos y por haber, incluso horas antes de Brasil. Sin ir más lejos, Maradona estuvo media hora en un programa de medianoche, ya en el día del clásico.
La elección de una zaga “de cabotaje”, sin rodaje internacional, fue una prueba patética de esa falta de trabajo. Más que buscar el equipo en el campo, lo buscamos en otro equipo y recurrimos a la pareja de zagueros del actual campeón local que, por ejemplo, ya había mostrado peligrosas grietas en el partido ante Boca por la Sudamericana.
Nada es casual. Más allá de los goles que se pierden o alguna pelota que circunstancialmente no entra. La Selección fue puro vértigo, no tuvo cerebro, careció de ideas. Y terminó muriendo a los centros. Como cuando nos volvimos al tercer día en un Mundial. A este todavía ni siquiera llegamos.
1 comentarios:
Personalmente, pienso que el problema reside en la cultura del pais. Partiendo de Grondona que puso al negro cabeza y ex-adicto de Maradona como entrenador de un equipo de profesionales pensando que (quizas por lo que hizo en el pasado como jugador de futbol) tiene la capacidad de motivar, enseñar y guiar a una de las selecciones con mas potencial en el mundo –que en estos tiempos son muchas.
La verdad es que nunca imagine que, como argentino que soy, llegara a desear que nuestra seleccion (y con ella la Celeste y Blanca) quede afuera de un mundial; pero realmente creo en “aprender de los errores” y, nombrar como tecnico a un ex-jugador que mira al plantel desde “arriba” (porque todavia se cree que es Dios) o al que todavia se le pasa por la cabeza el querer “entrar a jugar un partido importante” o poner familires en el equipo se contradice con el trabajo para el cual se le paga –ENTRENAR Y GUIAR A UN EQUIPO DE PROFESIONALES (que representan a un pais, no a el) PARA GANAR PARTIDOS FUTBOL.
Suena facil pero aparentemente no lo es (o por lo menos para este entrenador) ya que arma el equipo basandose en como ciertos jugadores “andan” en la practica. Que pasa si ese mismo jugador que jugo bien en la practica se levanta con el pie izquierdo el dia del partido?
En resumen…una potencia futbolistica como Argentina con uno de los (indiscutiblemente) mejores jugadores del mundo como entrenador; con tres de los jugadores mejor pagados en el mundo y un equipo lleno de talento…pasaron a ser la risa del resto del mundo en este ambiente.
Esto me hace pensar que:
-no tenemos tanto talento como pensamos (Mexico 86’ paso hace 23 años y Argentina 78’ fue robado) o
-el talento que tenemos no se puede explotar por la falta de direccion (la cual requiere profesionalismo y conocimiento).
De nuevo, “no tiene la culpa el chancho sino el que le da de comer”; y en este caso (como en el caso del Presidente de Iran que nonbra como Ministro de Defensa a un hombre acusado de organizar terrorismo a nivel internacional) es un problema de origen cultural.
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