Independiente no debe recibir sanción alguna por el grave incidente del miércoles pasado, cuando lanzaron varias bombas de estruendo desde el sector que habitualmente ocupa la "barra brava" en el estadio "Libertadores de América" en Avellaneda, en ocasión del partido que el equipo de Gallego perdía con Belgrano por la decimoquinta fecha del Torneo Inicial del fútbol argentino.
La ecuación es sencilla. Si los dirigentes del fútbol son cómplices, o hay connivencia entre ellos y los "barras", el club, a través de sus representantes, debe asumir responsabilidades y culpabilidades. Sí, por el contrario, los directivos se ponen del lado de enfrente y combaten realmente,-no de palabra-, a estos delincuentes que nada tienen que ver con el fútbol, el club es solo una víctima. Y nunca se debe culpabilizar a la víctima.
En pocas cosas es tan facilmente comprobable esa cadena de respaldos y complicidades o de lucha y enfrentamiento real. La línea divisoria está marcada por una Ley de la Nación, con todas sus reformas y mejoras. Y si bien es cierto que hoy por hoy hasta se hacen marchas multitudinarias en contra de leyes de la Nación votadas por amplia mayoría, los que queremos un país en serio nunca debemos renunciar a que se cumplan.
Hay una Ley de la Nación que, paradojicamente, se la conoce como Ley De la Rúa (algo hizo bien el presidente que nos terminó de hundir en el infierno del que afortunadamente empezamos a salir desde 2003), que es la Ley contra la violencia en el fútbol, que prevee que los dirigentes se reserven el derecho de admisión. Que, lisa y llanamente, no dejen pasar más a sus casas, que son las casas de los socios que los votaron, a los delincuentes que lucran con la violencia en las canchas, que la utilizan como elemento de presión para hacer caja.
Independiente, con el presidente Javier Cantero a la cabeza, utilizó ese instrumento sin eufemismos. Los echó de la cancha y del club. Y su lucha, que no es tan sencilla, no cesa.
Otros clubes, como Boca, por ejemplo, no termina de aplicar la reserva del derecho de admisión para todos los "barras" que todos conocen. Entonces no tienen "derecho al pataleo" si después reciben sanciones y no ocurre lo mismo con Independiente. Los dirigentes de Boca no solo no terminan de firmar ese impedimento para que los "barras" no concurran más a la cancha, sino que, además, los usan para silenciar o hacerles cantar lo que a ellos les conviene. Otros directivos, en otros clubes grandes, hasta le conceden el "negocio" de las entradas y los "trapitos" en los recitales. Y después también pretenden igualdad de tratamiento con Independiente.
Aparentemente esta vez el compromiso de respaldo real no solo es del gobierno nacional (que tiene su propia lucha frente a "castas" policiales) sino también de la AFA. Separar la paja del trigo en las sanciones es ahora su tarea, su contribución real contra la violencia en el fútbol. Los clubes que amparan, "tapan" o aun le abren sus puertas a los "barras" deben ser sancionados siempre que ocurran hechos de violencia. Cuando los socios comprueben que es por culpa de sus dirigentes, no deberían votarlos más. A Independiente, por el contrario, todo el respaldo y ninguna sanción. Es lo que corresponde.
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