No llama la atención que en la conferencia de prensa del lunes no le hayan preguntado a Daniel Angelici por la connivencia con los "barra bravas" y la postura que una vez más asumieron estos sujetos el sábado, justamente amedrentando a los que cantaban a favor de Riquelme y la vuelta de Bianchi, y en contra de Falcioni y el propio presidente de Boca.
Los "malos" estaban del lado de él, y nadie le preguntó porque. Pero no llama la atención. A las conferencias de prensa van cronistas que después tienen que convivir diariamente con dirigentes y empleados del club y que seguramente temen "represalias" en forma de ninguneo, reticencia de información, puertas que se cierran.
Sí llama la atención que periodistas con más espaldas, que se llenan la boca con aquello de que Javier Cantero (el presidente de Independiente) está solo en su lucha frente a los "barra bravas", guarden silencio con esta cuestión.
Al cabo, Riquelme estuvo más al lado de Cantero con todo lo que dijo en la semana que cualquier dirigente del fútbol argentino. Al sacarles una vez más la careta a lo que nunca les dio plata y que por eso son los únicos que no cantan por el máximo ídolo en la cancha de Boca. Y no solo eso: que también "hacen bien su trabajo" (¿se necesita, a esta altura, preguntarse quien se los encarga?) para sacar las banderas y amenazar a los que quieren pedir por el 10.
Angelici se quejó en esa conferencia de una supuesta "cadena nacional" de Riquelme para predisponer en contra al público de Boca. Y dice que escucha al socio. ¿Acaso el socio y el hincha no estaban ya mal predispuestos por un técnico que nunca estuvo a la altura de la identidad de Boca y por un equipo que no transmitía nada en la cancha? ¿Acaso Riquelme no hizo más que interpretar al verdadero y genuino hincha de Boca, como el número 1 de ellos mismos?
Esa "cadena nacional" de Riquelme, sin embargo, fueron cuatro notas el jueves, y otra intimista el viernes con Alejandro Fantino. Se puede contraponer facilmente el ejercicio de las notas que le hacen en "llamativa" cadena a Angelici cada vez que quiere comunicar algo, desde los socios adherentes, los "pasaportes a Japón", a los carnets para los chicos o los sobreactuados respaldos a Falcioni en cada viaje de Copa Libertadores en los que el plantel practicamente no tenía diálogo con el entrenador.
Es curioso, un hombre que pertenece a un sector político que tiene como una de sus muletillas la palabra "diálogo", cuida celosamente el silenciamiento de ciertos temas escabrosos en este Boca (no son los únicos, por cierto) y se enoja porque el máximo ídolo del club por una vez sale a decir algunas verdades y se queja por una supuesta "cadena nacional" que, ni por asomo, es la que le arman cuando quiere su corte de adulones.
También es muy curioso que la gente sin palabra o con una contradicción a cada esquina ahora se agarre de una frase de Riquelme para cerrarle las puertas en Boca, como si ya no se las hubieran cerrado ellos mismos antes. "El dijo que no va a volver en pantalones cortos", repite Angelici.
El mismo presidente que declaró persona no grata al representante de Roncaglia,-después del papelón de imprevisión dirigencial de que Boca juegue una segunda final de Copa sin el futbolista que había marcado el gol en la primera- y que después terminó firmando con él la incorporación de Ustari. "Con ese señor no vamos a negociar nunca más un pase", dijo en aquel momento.
El mismo Angelici que prometió un Boca que volviera a estar "entre los cinco clubes más prestigiosos del mundo" y después el equipo terminó jugando una gira bochornosa e interminable por Centroamérica y Colombia, un año después de haber participado,-con la anterior conducción-, en una gira por España e Inglaterra.
De sus contradicciones y promesas incumplidas se podría hacer un libro. Pero parece que el único que tiene que ser esclavo de sus palabras es Riquelme. Y si no hablara mejor. Y si el equipo jugara de visitante, mejor todavía. Ya estaría confirmado Falcioni.
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