Virtudes inesperadas



Las noticias se van sucediendo día a día. A todo 7D le toca su 14D, y a todo su 8D le toca su 12D....
Hace exactamente una semana el panorama de Boca era diametralmente opuesto al que se vive ahora. El 8D, en la última fecha del Torneo Inicial del fútbol argentino, estalló de bronca La Bombonera. Y ya nada fue igual. Pero para ese 8D, fue imprescindible antes un 6D. El día en el que el máximo ídolo de la historia del club, Juan Román Riquelme, empezó con su "cadena nacional" para hacerle un nuevo aporte a Boca, ahora ya no desde la cancha, y "destapar" de una vez por todas todo lo que estaba mal hasta ahí, que tenía como corolario la inminente renovación de un entrenador muy cuestionado, Julio César Falcioni, no solo por los objetivos no cumplidos de 2012 (más allá de las frías estadísticas, supuestamente positivas) sino por lo que se veía en la cancha, después justamente del adiós de Riquelme. Un equipo sin alma, sin juego, sin identidad, sin una idea futbolística clara. Un "caldo de cultivo" que había empezado a gestarse con la propia salida de Román, que fue el producto del hartazgo, de que le abrieran la puerta de la salida, con la sobreactuación de la confirmación de Falcioni,-incluso antes de la final de la Copa-, a pesar de que la relación con gran parte del plantel estaba virtualmente rota tras el papelón protagonizado por el DT en Barinas.
Hoy, a esta altura, el 14D,-cuando esto se escribe-, y a la espera del devenir final de los acontecimientos, quedarán dos preguntas para la historia contrafactual, que, en realidad, para la historia real no sirve, solo cabe como apunte o anécdota: ¿Qué hubiera pasado si Riquelme no hablaba? ¿Qué pasaba si el último partido de Boca del campeonato lo jugaba de visitante y no de local, con lo cuál hubiera sido imposible el "Cabildo Abierto" que surgió el sábado?. Siguiendo el juego, probablemente la respuesta sería la continuidad de Falcioni como DT en 2013.
Pero la única verdad es la realidad y lo cierto es que, al parecer, y hasta el momento, el presidente de Boca, Daniel Angelici, hizo de la necesidad una virtud. Como él mismo lo dijo, escuchó el pronunciamiento del hincha y del socio. Tarde, pero seguro. Quizá si le tocaba el timbre en julio a Bianchi, se ahorraba seis meses de desventuras y el propio Bianchi le tocaba a su vez el timbre a Román y se evitaba tamaño desencuentro entre un club y su máximo ídolo. Desencuentro que todavía pone en duda que el 10 vuelva sobre sus decisiones,-como todo ser humano hace todo el tiempo en su vida- y se transforme en el mejor refuerzo de lujo para Boca.
El mérito de Angelici no fue unicamente escuchar y resolver rápido. También se bajó de una escalada de egos y él mismo volvió sobre sus propias palabras y terminó diciendo que Riquelme "es jugador del club y tiene las puertas abiertas". Y no tuvo reparos en ir, justo el 12D, a buscar a la casa al técnico que pedía la gente, y ayer, además, comunicó muy bien el estado de situación. El ofrecimiento de tres años de contrato es también un acto de justicia para el DT que debió haber sido el Ferguson de Boca, entrenador vitalicio, algo que impidió el ego de Mauricio Macri. Y ahí surge otra virtud de Angelici: el resolver por sí mismo, cortar el cordón con quien aparecía como su sostén político en Boca. Porque por más que ahora el Jefe de Gobierno porteño, por diplomacia y conveniencia política, diga que no interfiere en estas últimas decisiones, la verdad es que hace dos semanas Macri dijo que prefería para Boca a "un técnico no mayor de 40 años" y hace una semana, en Radio Mitre, justo en la mañana del Día de Furia en la Bombonera, lanzó, casi ironicamente, que "Riquelme tendrá su partido homenaje".
Lo cierto es que, si todo termina positivamente, Angelici habrá refundado su gestión a un año de asumir. Y tendrá blindado, con el mejor gerente posible, al fútbol profesional. Podrá abocarse de lleno a otras cuestiones que hasta ahora no manejó bien en el club o que aun no se mejoraron. Y ojalá también se dedique a cortar con su última gran mancha: la connivencia de años de directivos de Boca con la "barra brava", algo que también quedó transparentado en aquel 8D y en las declaraciones previas del 10 sobre "los muchachos de atrás del arco que hacen muy bien su trabajo".

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