Siempre a destiempo

Ahora se sabe fehacientemente porqué a la Ciudad de Buenos Aires la gobierna nadie. Se comprueba porque la taparon el agua, los espías, las escuchas ilegales, los ADL engordados, los policías fascistas y procesados y el odio y la discriminación hacia "trapitos" y "piqueteros" no rurales.
La Ciudad de Buenos Aires no tiene gobierno y aparece tapada por todas esas cosas, porque quien fue elegido como Jefe de Gobierno hace más de dos años se empecina en seguir ejerciendo como dirigente de Boca. Siempre a destiempo. Cuando era, efectivamente, presidente de Boca, se creía que era jugador y técnico. Y que el secreto del éxito en verdad lo tenía él. Y la verdad es que él, como siempre, tuvo el éxito de poner dinero. Pero, por un lado, el verdadero ideólogo de los grandes cambios en Boca fue el querido y malogrado Pedro Pompilio, continuador del también muy apreciado Don Antonio Alegre y Carlos Heller, quienes sacaron al club del abismo. Pero, por otro lado, el verdadero secreto del éxito de Boca para transformarse en unos diez años en una de las divisas más ganadoras de títulos internacionales en el fútbol mundial, fue y es Carlos Bianchi, conductor de una formidable generación de futbolistas, algunos de ellos, nobleza obliga, traídos a Boca con la billetera del ingeniero.
Pero el que eligió bien, muy bien, casi nunca fue "El Pibe". En todo caso en el club se dice que hay que darle la derecha en la contratación de Rodrigo Palacio (que vino con Bilos en el paquete) y, con algunas salvedades, en haber traído a Jorge Griffa, quien dejó algunas prácticas buenas en la cantera, y otras no tanto. Fuera de eso, elegir, lo que se dice elegir, por opción propia y convincente, fue lo de Bilardo y Veira. No lo de Bianchi, por ejemplo, que era el técnico de Heller y que no llegó a firmar justamente porque no alcanzó la billetera y había otras urgencias. Tampoco su elección fue Basile, a quien no quería en Boca, aunque después, cuando ganó los cinco títulos seguidos, se lo adjudicó porque le servía, para tratar de demostrar que él también podía ser exitoso sin Bianchi.
La nueva Bombonera y la Bombonerita también fueron ideas y maquetas de la conducción anterior, trasladadas por Pompilio, y él fue el "Tío Rico", que las pudo ejecutar. Nada fue gratis, igual. También hubo un Fondo de Inversión que fue en realidad un "barril sin fondo". Y el rédito político siempre fue para él. Y Boca fue, efectivamente, una plataforma para esta nada misma que es su nueva "actividad" oficial.
Lo cierto es que en todo ese tiempo él se atribuyó todo o casi todo. Se sintió siempre el técnico y el principal jugador. Cuando en realidad era el presidente.
Ahora no es el presidente, no es dirigente. Pero, por lo visto, sigue manejando cosas en las sombras.
Desde que Pompilio tomó las riendas quiso "limpiar" rápidamente de macrismo al club. Dos golpes de efecto lo demostraron: la contratación definitiva de Riquelme (el del "Topo Gigio" al ingeniero) y el ofrecimiento a Bianchi para que sea manager y/o técnico cuando quiera, con la posterior designación de Carlos Ischia.
Pero Pedro no pudo completar su obra. Y la directiva mantiene, hasta estos días, una discutida mayoría "macrista".
Esos dirigentes, esa mayoría, y ese hombre que pretende seguir manejando el club desde su oficina de Avenida de Mayo (mientras la Ciudad se hunde), quieren sacarse de encima a Riquelme, por lo que significa en resistencia, por su ascendencia en la gente. Y para eso eligen a alguien que aún no es técnico como Guillermo Barros Schelotto, cuando hay otras alternativas- y si quieren "del riñón" de Boca, al propio Diego Cagna-.
Sólo su cinismo y su oportunismo de campaña lo habían llevado a contratar a Riquelme por seis meses en 2007. Cuando fue elegido para el cargo que aún no ejerce, ya no le sirvió más. Y ahora quiere sacárselo de encima definitivamente.
Pero hay un pequeño detalle: la gente. La gran mayoría del público de Boca ungió a Riquelme como su máximo ídolo en la tarde del 25 de marzo, cuando cantó por él nada menos que por sobre Maradona.
¿Quién pagará el costo político de su eventual salida? ¿El presidente se dejará doblar la muñeca? ¿Se concretará finalmente desde Avenida de Mayo el golpe institucional en Boca que quizá hubieran querido dar en otras órbitas más importantes?

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