Sin tiempos para experimentos

Tenía razón Basile. El problema de Boca era futbolístico. Lo hicieron extrafutbolístico y mediático, los dirigentes se dejaron llevar, no supieron resolver lo que les venía de afuera, y lejos de mejorar lo que había que perfeccionar en la cancha, lo empeoraron.
Se la pasaron hablando de las internas de los jugadores, y, en realidad, lo que manchó la pelota fue la interna de directivos, que se devoró, en una semana, a los dos entrenadores más ganadores de la historia del club, Carlos Bianchi y Alfio Basile, y el arquero con más títulos, Roberto Abbondanzieri, que hoy -lejos de pelear los últimos puestos de la tabla en la liga argentina- es figura otra vez en la Copa Libertadores.
Basile pedía refuerzos urgente. Sobre todo en defensa. Boca tiene desde hace largo tiempo la peor defensa del fútbol argentino. Se la agarraron con el arquero, que era Superman para arreglárselas con esa última línea. Ahora lo comprueban los brasileños de Inter. Y Javier García, que es un buen proyecto de arquero, está otra vez en la "picadora", como lo estuvo en ese triangular que Boca ganó por muy poco para ser campeón pero en el que hubo errores groseros del juvenil golero. Ya lo dijo Hugo Gatti: "Un arquero está preparado para Boca cuando ya le hicieron como mil goles". Pusieron el carro adelante de los caballos, se aceleraron los tiempos, y el resultado está a la vista. Después de su notable tarea ante River -que sirvió para ratificar sus enormes condiciones técnicas- volvió a cometer fallas garrafales, como ante Chacarita, forzadas quizá por una retaguardia que "mete miedo".
En esto de acelerar tiempos, de adelantarse peligrosamente en los procesos, los dirigentes pueden volver a equivocarse. Desde afuera les hacen "lobby" de un lado y del otro, proponen algún técnico, los "macristas" están empecinados en que se vaya Riquelme, cuando antes lo fueron a buscar para que les salve la campaña en la Ciudad de Buenos Aires a la que ahora no saben cómo gobernar.
Guillermo es, efectivamente, un buen proyecto de entrenador. Ve bien el fútbol, tiene ideas claras, pero literalmente es aún jugador. Se lo debe preservar para el futuro. Diego Cagna es hoy mucho más DT que Guillermo -sencillamente porque Barros Schelotto aún no lo es- pero hay que ver si lo suficiente como para soportar el peso de Boca, y de este Boca. "El Flaco" Menotti dice que él "se recibió" de entrenador aún después de ser campeón del mundo en 1978, que Passarella y Bielsa también "se recibieron" mucho después de haber dirigido a la Selección en un Mundial. Está claro que, por ejemplo, Diego Simeone aún no lo es. Y hay que ver si sus histerias "tinnelianas" alguna vez se lo permiten.
Boca no tiene tiempo para experimentos. Su situación terminal requiere ya de un técnico capacitado, probado, con experiencia, con ascendencia sobre los jugadores, que sepa. Si a Riquelme y Palermo les habla un DT que sabe más que ellos, se terminan los rumores de internas. El futbolista "mide" al técnico y si enfrente encuentra sabiduría -o al menos inteligencia, intuición y oficio- respeta, y se terminan las discusiones. El perfil ideal es Carlos Bianchi, pero aparentemente no está a disposición ya, por sus compromisos profesionales (el Mundial por TV) y familiares (el nacimiento de su próxima nieta en Francia). Miguel Angel Russo o Julio César Falcioni están trabajando. Angel Cappa, en cambio, está libre, en España, es un DT "casi campeón" (no lo fue sólo por un fallo arbitral insólito) y reúne esas cualidades de poder hablarle a un Riquelme o un Palermo desde el conocimiento, para que lo respeten. Llegó en la última parte de un campeonato a Huracán, ordenó la casa, y la gran campaña vino en el siguiente. Se dirá que Boca es diferente, claro. Pero también es cierto que en Boca tiene más elementos, además de más y mejores jugadores. Pero también sacó adelante momentos "calientes" en otro grande como Racing, dirigió nada menos que a Real Madrid (en dupla con Jorge Valdano, adivinen quién tenía más contacto con los futbolistas...), y también a Boca. Sí, aunque se pueda decir que no es "del riñón" (¿Bianchi lo era? ¿Russo lo era?), Angel Cappa dirigió a Boca cuatro partidos y está invicto. Fue en la liguilla de 1987, por una operación a la que fue sometido Menotti. Boca eliminó a Armenio (4-2 y 2-2) y a Newell's (1-0 y 5-2). Pero no sólo eso: hizo en esa etapa un gran trabajo de base en Boca, con un ex entrenador de Alvarado como colaborador (el malogrado Rodolfo Carapella) y con "productos" reconocidos que surgieron de esa tarea en la cantera, como Diego Latorre y Walter Pico.
De una forma u otra se vienen tiempos de cambios en Boca. Y los dirigentes deberían saber que no se puede improvisar más.

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