La Selección tiene un Messi para cada necesidad





Desde Mendoza


La Selección Argentina de fútbol ya se parece demasiado a aquellos filmes de súper acción en los que el “muchachito” de la película de turno, el héroe, el “bueno” pero todopoderoso, tiene momentos culminantes en los que enfrenta, él solo, a diez “malos” que tienen las mejores armas y las peores malas artes. En uno de esos tramos claves de la película, en la previa al epílogo,- que será previsible o que tendrá alguna sorpresa-, el “muchachito” termina siendo atrapado por los “malos”, aun después de lucirse en una lucha desigual, o bien, con mucho de inverosímil, el héroe los neutraliza a todos y les gana, a puro talento y destreza en la lucha.
La Selección de Messi es hoy como esas películas. En muchos y largos pasajes de los partidos es Messi contra el resto del mundo. Alguna vez,  sucumbe, o no logra vencer.  Más a menudo,  gana igual. Así fue gran parte del encuentro ante Uruguay. Era Messi,-el “muchachito”-, contra una trinchera de casi una decena de uruguayos apoltronada en tres cuartos del ataque rival, preparada para cortar, a menudo sobre el filo del reglamento.
Durante 65 minutos de partido, Messi fue sorteando obstáculos,  sacándose de encima rivales, con la destreza inédita del el único hombre en el planeta capaz de llevar atada la pelota al pie a máxima velocidad. Generalmente, con escasa buena compañía, sobretodo sin el respaldo de un equipo, sin generación de juego previa. Todo lo tuvo que hacer él, gestar, armar, conducir y después ir a definir.  Aun en las películas más inverosímiles, se le hace complicado al “muchachito” pelear sólo contra diez.  De vez en cuando se liga una trompada, una patada, una caída.
Y cuando esta historia en Mendoza estaba en el punto de resolución, cuando todavía no se había definido si sería atrapado o no el “muchachito”, aparecieron un par de actores de reparto como descarga y se encontró el camino de la victoria. Pero, en realidad, el desenlace tuvo un único protagonista. Messi, únicamente Messi, fue quien abrió el partido. Tomó la pelota con la decisión y la inteligencia de un conductor y prestidigitador en las puertas del área, hizo la apertura hacia la izquierda para Angel Di María, quien mandó el centro bajo que tenía a Muslera como último obstáculo pero ahí estuvo también Messi para llegar al piso y decidir la jugada que él mismo había inventado.  
Y como Messi no solo es capaz de reeditar las genialidades de Maradona con una versión propia, sino que también puede mejorar sus propias versiones, en el segundo gol hizo casi exactamente lo mismo que en el primero pero con más magia y dejó que resolviera esta vez su amigo Sergio Agüero,-como para que hubiera ovación para otro también en el Malvinas-, de vuelta con Di María como sostén en la descarga.
Después el tiro libre del sello final. Nada por aquí, nada por allá, todos lo esperaban arriba, fue abajo, al rincón más arrinconado.
La película fue del ”muchachito”. Y lo inverosímil fue real. Pero en este caso no se trató de un filme de ciencia ficción, aunque el protagonista parece salir de ahí. El pudo contra todos, con su talento sin molde. Más feliz no pudo ser el final de la historia en la tierra del buen sol y el buen vino. Pero esta película no es una sola, ni es independiente. Se trata de una saga, que no terminó. Le apunta al 13 de julio de 2014 en el Maracaná. Por ahí, para llegar a ese sueño final,  se necesitará bastante más que un único y excluyente protagonista.  Por ahora,  alcanza y sobra. Puede ser, como escribe el periodista Daniel Lagares en Clarín, que Argentina haya sido en Mendoza  “Messi y diez más…”. Más bien parece, por momentos, que hay diez Messis:  el sacrificado, el que se tira atrás para hacerse de la pelota, el conductor,  el eje,  el que abre el juego,  el que piensa,  el que se tira al piso, el que define, el que los hace con pelota en movimiento y el que los convierte con pelota parada.  No solo Messi + 10. También 10 Messis, que se multiplican, reproducen y se transforman en varias cosas a la vez, para ganarle a todos los “malos”.  



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