Había un cierto “tufillo”. Un clima de agresividad y violencia desde muy temprano en las calles aledañas al estadio Monumental. Y llamativas zonas liberadas que fueron el escenario ideal para incidentes dentro y fuera del estadio, en la previa y durante el Superclásico que River y Boca empataron 2 a 2 por la duodécima fecha del torneo Inicial del fútbol argentino.
Ya a las 12.30 LA CAPITAL fue testigo de un fuerte “encontronazo” entre hinchas de River y Boca en la intersección de Libertador y la diagonal Quiñonez, con el intento de robo de una moto de unos a otros y luego agresiones con lanzamiento de piedras y botellas. Las corridas se prolongaron por Libertador hasta Monroe. Y en esa misma esquina de Libertador y la diagonal, un solo patrullero de la policía federal, con un par de efectivos parados en el lugar, sin reacción alguna. Nada más. El resto, todas las características de una zona liberada. Para un operativo millonario, de 1.200 efectivos, pareció muy extraño que en esa intersección los simpatizantes de River y Boca, con sus respectivas camisetas, se cruzaran como si nada, sin ningún vallado o separación, como ocurre en cualquiera de estos partidos “de alto riesgo”.
La tónica de la “zona liberada”, ahí seguramente con responsabilidades compartidas con seguridad y personal de River, se prolongó en la cancha, con la increíble aparición de un “chancho inflable” con los colores de Boca que partió desde la Centenario baja para mostrarle a los seguidores rivales que estaban en la parte alta.
Desde muy temprano, en aquellas corridas, pero también en los gritos, en las frases, en los cruces de hinchas de una tribuna a otra en la parte de atrás, por arriba del estacionamiento de prensa, desde dónde lo observamos, se respiraba un clima de violencia encendida, de mucha suceptibilidad. Como que los hinchas de River esperaban las “cargadas” por el descenso y por eso preparaban un escenario de “ataque” en lugar de uno de “defensa”.
Después llegaron los graves incidentes en la tribuna visitante, con las agresiones de la “barra” de Boca a agentes de seguridad de River, y en el playón el ataque que recibieron los colegas de Radio Cooperativa, de una de las transmisiones partidarias de Boca, de parte de otros “energúmenos”, en este caso de River.
Algo extraño ocurrió en el Monumental. Cuando todo debía estar previsto, no lo estuvo. Quizá alguna factura también entre cuadros de fuerzas de seguridad, que no habría que descartar que tenga que ver con todo lo que se intenta generar en estos últimos meses por razones de público conocimiento. Todo muy raro.
Lo cierto es que ahora los dos clubes deberían ser sancionados, inclusive con la posible clausura de ambos estadios. River por la seguridad que faltó, por el inflable y los carteles con amenazas que aparecieron en las tribunas de Boca y que seguramente se habían dejado en la noche anterior. Y por la agresión a los colegas. Y Boca por los hechos de violencia una vez más protagonizados por los “barras” con los que el presidente Daniel Angelici sigue sin aplicar el derecho de admisión. Hay una Ley que se debe cumplir. Y dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.
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