Domingo



Desde Durban y Johannesburgo, Sudáfrica


Domingo llegó al domingo. En la madrugada del viernes, después de un momento histórico para todos los españoles, la clasificación a la final del Mundial de fútbol, el madrileño Domingo se acercó a mesa de argentinos que compartíamos con los colegas de los diarios El Día y Hoy de La Plata y de Noticias Argentinas en el restaurant Spiga D'Oro en la calle Florida, una especie de Alem más ancha, con mucha vida nocturna, en la zona de Morningside, en Durban. "No me lo puedo creer chavales, no se me pasa la emoción?", nos dijo Domingo y pidió un brindis por los argentinos. No fue el primero. Mark, un californiano que estaba en la mesa contigua con su novia, no sólo pidió un brindis, sino que lo pagó. "Traigan otra como ésta", señaló el norteamericano, bastante "pasadito", señalando la botella de buen vino de Ciudad del Cabo que estábamos degustando.
Domingo no llegó a tanto. El español cuidó más el bolsillo. No es para menos. El mismo nos contó que fueron definitivamente muy pocos los españoles que llegaron al Mundial, teniendo en cuenta que se trataba de una de las selecciones candidatas para la mayoría. "Sin dudas la crisis afectó, tío", lanzó. Y vale la comparación. El dice que llegaron al Mundial unos dos mil españoles. Nosotros creemos que son bastante más. Pero igual muchos menos que los cerca de 30.000 argentinos que vinieron a Sudáfrica. ¿Quieren la receta, muchachos? Nosotros no estamos para tirar manteca al techo nunca, pero está claro que desde 2003 para acá otro es el panorama y podemos dar cátedra sobre cómo salir de la crisis económica.
"También tiene que ver que siempre somos candidatos y siempre nos quedamos en el camino", advirtió enseguida Domingo. Esta vez no será así, y España jugará el partido deseado por todos, mañana a las 20.30, en el Soccer City de Johannesburgo, donde estará LA CAPITAL, único medio marplatense con periodista marplatense, en exclusiva.
Gran encrucijada la de mañana. La historia de los mundiales registrará un nuevo campeón. Pero el que no lo sea seguirá cargando con un mote incómodo, al menos para algunos. Más para cierta soberbia argentina de determinados comunicadores y de los aficionados que los siguen, para los que el resultado no es lo más importante sino lo único. "Son eternos perdedores", dirán de España, si continúa sin llegar al máximo logro, o de Holanda, si pierde la tercera final. Que digan y piensen lo que quieran. ¡Cómo nos gustaría llegar al Domingo! Al último domingo del Mundial. Algo que no ocurre desde hace mucho tiempo justamente por eso, por haber perdido la identidad, o por tenerla difusa, por pensar únicamente en el resultado sin reparar en las formas, por el pecado de soberbia que a menudo nos acompaña. Sería muy bueno mirarse en el espejo de España u Holanda, aunque uno de los dos no sea campeón, para enderezar el camino, por la escuela del toque, la paciencia y el fútbol bien jugado, con reales conductores de juego, como Sneijder o Xavi e Iniesta. Ellos, mal que nos pese, hoy lo hacen mucho mejor que nosotros, que también sobre eso dimos cátedra, allá lejos y hace tiempo...

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