El fútbol llega dónde nadie llega

Desde Johannesburgo, Sudáfrica


Más que el deber cumplido... (foto gentileza José Raúl Duart)
Los voluntarios bailando en el final de la fiesta y la satisfacción del marplatense Federico Addiechi, responsable del conmovedor Football for Hope.


Hay un momento, cuando se proyecta la vida por venir, que puede ser en la adolescencia o más adelante, en el que uno se pregunta si podrá dejar algo, si podrá tener un cometido que sirva para algo en nuestra existencia.
Pero millones de seres humanos no pueden darse el “lujo”, en este mundo, de tener esos pensamientos filosóficos o metafísicos.
Quizá tampoco se lo propongan quienes trabajan para ellos, aunque esa vocación los lleve algún día a poner la cabeza en la almohada y comprobar, efectivamente, que están haciendo algo para los demás, que están dejando algo valioso.
Es lo que seguramente asaltará por estas horas los pensamientos del marplatense Federico Addiechi, jefe de Responsabilidad Social de la FIFA, quien ayer, en una tarde mágica, pudo ver cristalizado simbólica y prácticamente todo lo que ideó,-más que soñó- por el prójimo más desprotegido.
Uno, también en la almohada, tendrá la infinitamente menor satisfacción de al menos tratar de transmitir y contar algo lo que ayer se constituyó en una de las más emocionantes jornadas, sino la más, de este viaje atrapante por la Sudáfrica del Mundial.
A Alexandra nadie llega. Pero llegó el fútbol. Y llegó el Mundial. Gracias al marplatense Addiechi. Alexandra es una de las comunidades con más necesidades básicas incumplidas de Africa. Un lugar marginal, tildado de sumamente peligroso en Johannesburgo. Los asentamientos son mucho más precarios que los de Soweto, incluso. En un sector se puede hablar directamente de chozas. Pues hasta aquí llegó el Mundial.
“Nos propusimos que este sea el undécimo estadio del Mundial, y si era posible con mejor organización”, y lo conseguimos, dijo Addiechi en el discurso de clausura del Festival Football for Hope que se desarrolló del 4 al 10 de julio en Alexandra. Le habló a más de 3.000 pibes del lugar, que llegaron gratuitamente. Aunque muchos miles más se acercaron al estadio especialmente montado allí, en el corazón de Alexandra, durante los días de competencia.
Se trató de un verdadero Mundial de fútbol callejero, que la FIFA, a través de la idea de Addiechi, llevó adelante con diversas ONG y fundamentalmente con Streetbootballworld. Participaron 32 equipos de equipos mixtos, de chicos y chicas de 15 a 18 años de todo el mundo, que compitieron sin árbitros con la consigna de resolver “cualquier desavenencia por medio del diálogo, un método comprobado para promover el desarrollo personal y la comprensión mutua”.
Addiechi le entregó la Copa del campeón a un equipo de Kenya pero más emotivo aun fue el momento en el que entregó el trofeo “Fair Play”, institucionalizado como el más importante de este certamen, al equipo de Camboya. Los chicos lloraban y él también. Entre los 100 programas de Responsabilidad Social que Addiechi lleva adelante para la FIFA en 50 países, quizá el más fuerte y conmovedor es el que se concretó en Camboya, dónde los pibes viven entre cuatro millones de minas terrestres antipersonales. “El fútbol llegó hasta ahí, con educación y salud, y contribuye a concientizar sobre ese peligro a los pibes, que por miles arriesgan sus vidas tratando de sacar una moneda de los cascos de esas minas”, explica Federico. Los chicos que jugaron este torneo no solo no tenían pasaporte sino que no tenían nombre registrado a la manera que se concibe en Occidente. Addiechi se encargó personalmente de que ¡tuvieran un nombre!, y de que luego contaran con su pasaporte para jugar el Mundial. Es imposible de describir lo que se sintió ayer en el estadio de Alesandra cuando Addiechi les entregó el premio Fair Play, los pibes le hacían señas de devoción y el capitán le regaló su bufanda al marplatense en plena ceremonia. Luego todos terminaron bailando el Waka Waka en la cancha, los jugadores y jugadoras de todo el mundo,-también los de Argentina, que desplegaron una bandera gigante-, los voluntarios y las más de 600 personas afectadas al festival, la mayoría de ellas de la propia Alexandra, para que tengan trabajo y los miles de pibes que bajaron de la tribuna, habitantes de los asentamientos del lugar. Los que supuestamente eran muy “peligrosos”.
Fue lo mejor del Mundial. Del Mundial que casi no se contó en los medios. Y que afortunadamente es solo una muestra de lo que la FIFA hace y seguirá haciendo por el Desarrollo Social desde que Addiechi personalmente lo convenció a Blatter, para que aplique un importante presupuesto. “Antes la FIFA solo ponía plata, en programas de Naciones Unidas, de Unicef, y se desentendía, ahora esos programas los lleva adelante directamente el fútbol”, explica también el marplatense. En Alexandra, en las minas terrestres de Camboya, entre los refugiados de Australia, o entre una comunidad de ShakaZulú de Sudáfrica, dónde el Sida alcanza casi al 50% de los habitantes. Ellos no pueden proyectar el porvenir, ni siquiera el día de mañana. Un marplatense ejemplar llevó a la FIFA a pensar por ellos. Y aunque quede mucho por resolver, nada se podrá comparar con esa íntima satisfacción.

1 comentarios:

Gracielamor@hotmail.com dijo...

Felicitaciones a Addiechi por la labor realizada
Es muy bueno que se conozca que siempre atras de un Mundial hay otro Mundial del que nadie habla y sobre todo en un pais tan extenso y controvertido como Sudafrica donde hay tanto y tan poco.Me siento orgullosa como marplatense y deseo profundamente que siga impulsando a la FIFA a participar de estos gestos ejemplares.Que Dios te bendiga!!!!

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